jueves, 29 de enero de 2009

Cambios en la adolescencia y ritos de paso. La infancia más corta, la adolescencia más larga

La adolescencia se alarga

Los jóvenes españoles son los más remisos de la UE al abandono del nido familiar - El respaldo económico y afectivo de los padres, la falta de ayudas públicas y la precariedad laboral lo explican


Fuente: http://www.elpais.com/articulo/sociedad/infancia/corta/adolescencia/larga/elpepisoc/20090129elpepisoc_1/Tes

JOSÉ LUIS BARBERÍA 29/01/2009

"¿Tenemos un cretino en casa o es sólo un damnificado más de la precariedad laboral, el mileurismo o el exorbitado precio de la vivienda?" La duda ronda con frecuencia en los hogares de esta generación de jóvenes tan preparados, tan queridos y mimados y, tan apocados, sin embargo, a la hora de levantar el vuelo. Mientras la infancia se acorta por la imposibilidad de preservar a los niños de las informaciones adultas que circulan por las pantallas, preferentemente, la adolescencia se prolonga sin límites precisos. "A su edad, yo ya había...". Ése es el más común de los reproches.

¿A qué se debe que los jóvenes españoles tarden en abandonar el hogar familiar?

ENCUESTA - 2302 - Resultados



La familia es la institución más valorada entre los menores de 18 años

Padres, tíos y abuelos suplen las deficiencias del sistema

Salir por la noche hasta las tantas es el rito de paso de la niñez a la juventud

La edad media de inicio de las relaciones sexuales es de 16 años


¿Cuánto hay de realidad en la imagen que presenta a nuestros hijos como hedonistas, consumistas y materialistas impenitentes, personalidades egocéntricas e individualistas refractarias al compromiso y apáticas ante las cuestiones de interés general?

¿Y cuánto hay de desconocimiento y prejuicio adulto, del consabido reflejo castrador, generalmente gratuito, que toda generación activa contra los llamados a sucederle?

Mientras algunos progenitores entonan el "Socorro, tengo un hijo adolescente" o el "Socorro, tengo a mi hijo en casa para toda la vida", otros, fieles al modelo "padres solícitos para siempre", actúan bajo la divisa "que no les falte nada". Así, aunque con frecuencia se trata de mujeres progresistas y profesionalmente activas, la mamá de clase media puede seguir lavando, cosiendo y planchando la ropa de los chicos, incluso de aquellos que, ya en la treintena, se han mudado a un piso, probablemente sufragado también por sus padres.

¡Ah, la familia española! Tranquilícense aquellos que temen por el futuro de la institución por excelencia de nuestro país. Por mucho que aumenten los divorcios y las familias monoparentales, las encuestas muestran que en España los jóvenes aman a su familia por encima de todas las cosas. La aman tanto que nuestros hijos son los europeos que, con crisis o sin ella, más tardan en emanciparse.

El 51% de los chicos y el 50% de las chicas con ingresos suficientes como para poder independizarse optan, sin embargo, por permanecer en casa de sus padres, cuando en Francia esos porcentajes se reducen al 37% y el 33%, respectivamente. Y no parece que la "sociedad líquida" del sociólogo polaco Zygmunt Bauman, en la que lo único perenne es el cambio continuo, ni la "sociedad de riesgos", que da paso a formas de vida no limitadas a la familia, pueda cortar ese cordón umbilical. "Aquí no se plantea el conflicto generacional en el hogar porque hay una negociación contínua para una convivencia armónica", afirma el sociólogo valenciano Andreu López, coordinador del estudio Juventud en España 2008.

El colchón económico familiar es una verdadera excepción de nuestro país, un rasgo sociológico distintivo en una Europa donde la emancipación temprana es un valor y donde las instituciones facilitan la autosuficiencia con becas, ayudas a la inserción laboral y una amplia oferta de viviendas de alquiler. De hecho, los sociólogos y economistas extranjeros que nos analizan incluyen de oficio en sus prospecciones el factor familiar para explicarse la poca contestación a las políticas económicas y nuestra baja tasa de pobreza juvenil. Los padres, sobre todo, pero también los tíos y los abuelos suplen aquí a las instituciones públicas.

Los estudios de la OCDE y de Eurostat confirman que la posición de los jóvenes europeos en el mercado laboral ha empeorado desde 1995 y que ese deterioro es más acusado en los países del sur del continente, debido a la mayor temporalidad y precariedad salarial. Se entiende, pues, que con lo duras que están las cosas ahí fuera nuestros hijos, particularmente los de clase media y alta, se lo piensen antes de abandonar el hogar. Por lo general, han crecido sin estrecheces, más conscientes de sus derechos que de sus obligaciones.

Decir que viven como reyes no es sólo retórica. Con permiso del cambio climático y de los accidentes de tráfico -su mayor causa de mortandad-, esta generación está llamada a superar los 100 años de edad, más del doble de la esperanza de vida de los soberanos y príncipes de la corte de Versalles. Tienen, además, la menor tasa de suicidio de toda Europa y ahora mismo tampoco hay redoblados motivos para alarmarse por los estragos colectivos que puedan causarles el abuso del alcohol y otras drogas. Las últimas encuestas certifican el descenso del consumo de estupefacientes ilegales y la disminución de las enfermedades de transmisión sexual y de sida, aunque esa reducción no les permita por ahora abandonar las cabeceras de esas clasificaciones.

Lo que continúa suscitando la alarma es el fenómeno creciente del botellón, práctica habitual ya del 26% de los jóvenes, el 10% más que hace seis años. Por descorazonador que pueda resultar que los desmovilizados jóvenes españoles no encuentren mayor motivo de encuentro que beber en grupo, ni reivindicación mejor que un pretendido "derecho a divertirse", conviene no olvidar que las admoniciones de los adultos escandalizados ante jóvenes que "se emborrachan y blasfeman por las noches" lleva más de cinco siglos presente en la literatura. Si añadimos los escupitajos a ese cuadro y un comportamiento incívico con el mobiliario urbano, puede que lleguemos a la conclusión de que las cosas no han cambiado tanto en este aspecto.

La profesora de sociología de la Universidad Nacional de Educación a Distancia María Jesús Funes ve en las concentraciones del botellón un punto de encuentro y de contestación generacional -una de las pocas explícitas existentes-, antes que el ejercicio depravado del alcoholismo en masa. Lo que está claro es que los jóvenes españoles son hijos de una sociedad habituada al alcohol y a la noche.

El espacio nocturno ejerce sobre ellos tal fascinación -el 30% define la noche como "el momento de la gente joven para la gente joven"- que el 41% sale de noche cada fin de semana. La mitad no vuelve a casa antes de las tres de la madrugada y a la quinta parte le dan las seis en la calle. En España, la salida nocturna prolongada hasta la medianoche es un rito de paso de la infancia a la adolescencia más significativo, incluso, que el mantener relaciones sexuales. Y eso que nuestros chicos son cada vez más precoces en esta materia: 16 años y 10 meses de edad media a la hora de tener su primera relación sexual. Aunque a distancia todavía de los adolescentes anglosajones (que en abierto contraste con el puritanismo oficial de sus países se inician en el sexo a eso de los 14 años), los jóvenes españoles se separan del modelo mediterráneo y no digamos nada de los asiáticos y árabes. Contra lo que cabría suponer por el aumento de los embarazos prematuros -incremento constreñido a las comunidades de origen inmigrante-, la gran mayoría toma precauciones y se comporta con prudencia.

¿Pero qué piensa esta generación criada en los hábitos de la reclamación y el consumo y destinada a tomar las riendas de lo que, pese al aporte inmigrante, va asemejándose cada vez más a una sociedad de jubilados? ¿No es inquietante que el 36,5% de ellos esté a favor de la aplicación de la pena de muerte y que un porcentaje idéntico no haya leído un libro durante el último año? Además de que los políticos españoles deberían hacérselo mirar seriamente, ¿qué puede deducirse del dato de que el porcentaje de jóvenes que declara no tener "ningún interés en la política" haya pasado en cuatro años del 38% al 50%?

El estudio cuatrianual Juventud en España 2008, realizado a partir de 5.000 encuestas a chicos situados entre los 15 y los 29 años, indica que están bien adaptados, en general, a las normas del mundo adulto e incluso que se inclina por un mayor civismo. También que reproducen la polarización ideológica de los adultos y con un repunte conservador. Ese repunte, fruto, quizá del bienestar heredado y del poso cultural de inmigrantes poco instruidos en los valores ilustrados, se manifiesta también en un mayor rechazo al aborto y a los matrimonios homosexuales y un incremento de la importancia que se concede a la religión. Sólo el 12% se declara católico practicante, aunque el 27% dice que la religión es importante.

"Pese a la desafección que muestran hacia los partidos, sí están interesados en la política no convencional. De hecho, muchos participan en las ONG y también, y de manera creciente, en actividades ajenas a la política oficial", aclara María Jesús Funes. Está convencida de que existe ya un movimiento contestatario comprometido en dinámicas alternativas, ecologistas, antiglobalización, etcétera, que responde a las inquietudes de una quinta parte de la juventud, precisamente, el mismo porcentaje que componen los jóvenes grandes lectores. "Son chicos ilustrados, competentes y pluralistas, mayoritariamente de izquierdas, enemigos del consumismo plano y defensores de valores de solidaridad y justicia. Les une la idea de una red global". La socióloga detecta en este sector similitudes potenciales con la generación de Mayo del 68 francés.

El problema de nuestros jóvenes es que están sujetos a clamorosas contradicciones. Tienen su pedestal en casa, pero forman parte de lo que se ha dado en llamar la "generación en prácticas" europea. Viven en un mundo donde el consumo está idealizado como forma de realización personal y de relación social y resulta que están atacados por los riesgos e incertidumbres laborales de la globalización.

La encuesta Juventud en España 2008 ha venido a demostrar que la ocupación de los padres incide de forma significativa en el nivel de estudios que alcanzan los alumnos. El 43% de los hijos de los profesionales técnicos y similares accede a la educación superior, mientras que sólo lo consigue el 8% de los hijos de los trabajadores no cualificados. ¿Pero no habíamos quedado en que la igualdad de oportunidades debía materializarse en la educación? ¿Cómo es que nuestro sistema educativo reproduce tan obscenamente las posiciones sociales y, por tanto, las diferencias?

Aunque la ecuación "a mayor preparación, mejor y más temprano empleo" parece incuestionable, la frustración laboral alcanza también a no pocos titulados universitarios que ejercen funciones y tareas distintas y menos cualificadas a las de su formación. Esto explica, por lo visto, que un número creciente de jóvenes haya renunciado a la universidad en los últimos años. "Muchos han visto que sus hermanos mayores no han llegado profesionalmente muy lejos a pesar de tener una amalgama de títulos y cursos de formación", explica Almudena Moreno, profesora de sociología de la Universidad de Valladolid y coautora del mismo estudio. "Les entiendo porque soy de aquella generación del baby boom destinada a comerse el mundo que acabó bastante frustrada. Yo tuve la sensación de que todo había sido una gran mentira familiar y social", afirma esta socióloga, de 37 años. "No creo que los jóvenes se sientan ganadores. El deseo incumplido de formar una familia con hijos está presente en muchos de ellos", indica.

Con todo, el doctor en Ciencias Políticas y Sociología y coautor también del informe, Domingo Comas, juzga infundada la etiqueta "perdedores" que algunos expertos asignan a los jóvenes europeos. "Lo de jóvenes sin futuro es algo que se ha aplicado por sistema a todas las generaciones. También lo dijeron de nosotros en 1979 en unos informes que ahora nos hacen reír", subraya. No le parece evidente que la juventud esté condenada a vivir peor que sus padres.

Pero, establecido que muchos tienen dificultades objetivas para emanciparse, tampoco cabe minusvalorar el elemento cultural específico español. "No somos masoquistas. Quedarse en casa ofrece grandes ventajas. Yo sólo me independizaré cuando tenga las cosas muy claras con el trabajo estable y con mi novio", vienen a decir. Las relaciones de noviazgo tampoco son ya tan determinantes en esta sociedad posmoderna caracterizada por la ambivalencia y la contradicción. La disyuntiva, el tener que optar y renunciar a una de las opciones, ha sido reemplazada por la yuxtaposición. Se puede ser una cosa y otra, joven con espíritu adulto y viceversa, trabajar en esto y aquello.

Los noviazgos no implican ya la renuncia a las salidas con los amigos, "el grupo de iguales". Mientras para sus progenitores, la formación de una familia era prácticamente la única posibilidad de acceder a las libertades de la vida adulta, estos jóvenes pueden ensayar nuevas formas de vida social. La singularidad es un valor, y poseer la adaptabilidad de la ameba un requisito, por lo visto, imprescindible. Ya dice Ulrick Beck que los jóvenes de ahora están obligados a construirse ellos mismos una biografía, como de bricolaje.

Es una idea que enlaza con la impresión de muchos jóvenes de que transitan por terrenos "donde los senderos apenas están marcados". En la sociedad moderna, el dinero es un señuelo todopoderoso que eclipsa valores de referencia de generaciones pasadas, como ser un buen profesional, ejercer el magisterio o el arte. Y sin embargo, ¡sorpresa!, resulta que estos hijos nuestros que creíamos tan prosaicos dicen que ganar mucho dinero sólo ocupa el noveno lugar en su listado de prioridades.

El término juventud da nombre a realidades bien distintas. Mientras algunos regresan ahora al refugio familiar empujados por la crisis, un tercio de los situados entre los 26 y los 30 años tiene una vivienda a su nombre.Nunca hubo tantos jóvenes propietarios como ahora.

Convivir en un piso pequeño con un solo baño y sin demasiado confort es un acicate para buscarse la vida fuera; de la misma manera que vivir sin agobios invita a lo que Andreu López llama "aumento de capital social". A su juicio, quedarse en casa responde a una estrategia pragmática que permite a los jóvenes seguir formándose, rechazar los malos trabajos y elegir el momento de la emancipación. No tienen prisa porque tienen las necesidades básicas cubiertas.

No, nuestros jóvenes no son unos cretinos. Si nos fijamos bien descubrimos en ellos nuestro propio reflejo, no sólo físico, sino también cultural. Han heredado la sociedad que les hemos dado, son más libres, más tolerantes, más seguros de su capacidad y competencia. Pese a que la supervivencia parece exigirles la adaptabilidad de la ameba, puede que muchos de ellos echen en falta valores e ideales que estructuren su futuro y dé más sentido a sus vidas.

lunes, 26 de enero de 2009

En casa soy formal, en la calle destrozo vacas

Los ataques al arte callejero en Madrid revelan el desprecio al espacio público de muchos españoles - El individualismo, las carencias educativas y la herencia dictatorial lo explican

PABLO LINDE EL PAÍS 22/01/2009


En un albergue juvenil de Ámsterdam hay un cartel: "Por favor, respeta los espacios comunes". El idioma oficial de Holanda es el neerlandés y casi todo el mundo domina el inglés. En el hostal se reúnen jóvenes de docenas de nacionalidades, pero el cartel está sólo en castellano. ¿Por qué a quienes no hablan español no hay que hacerles esta advertencia? A lo mejor es por lo mismo por lo que una decena de estatuas de una exposición callejera de vacas fueron asaltadas en su primer fin de semana en Madrid mientras que, por ejemplo, en Bruselas, estuvieron pastando durante meses sin mayores inconvenientes.

Hay teorías económicas que ligan desarrollo y comportamiento

Las grandes capitales multiplican las multas contra las pintadas

Barcelona está en pleno debate sobre duras sanciones al gamberrismo

Cuando hay un cristal roto, es más probable que se rompan aún más

¿Somos los españoles menos cívicos que en otros países? Es difícil dar una respuesta objetiva. Lo cierto es que las vacas, que se han expuesto en decenas de ciudades, han tenido problemas con el vandalismo en muchas de ellas, mientras que en otras a nadie le dio por atacarlas. Actos vandálicos hay en todo el mundo. Las gafas de la estatua de Woody Allen en Oviedo han sido destrozadas decenas de veces, igual que la cabeza de la Sirenita de Copenhague, cuyo robo se convirtió casi en un deporte nacional; en cualquier país es fácil encontrar pintadas vandálicas o exaltados que arrasan con lo que encuentran en su camino cuando llevan unas copas de más. Pero basta con viajar un poco para comprobar que el respeto por lo público no es igual en todos sitios.

Lo vio claro José Conde, un malagueño que se fue hace casi dos años a vivir y a trabajar a Zúrich (Suiza): "No ves basura tirada en la calle, ni mierdas de perros, ni oyes ruidos por la calle. ¡Los periódicos se pueden coger sin que nadie vigile que no se roban y muchas bicicletas están sin candado! En ese sentido nos dan mil vueltas".

Esto se explica porque, salvo en contadas excepciones, los actos de vandalismo no responden a un impulso individual. Según Jorge López, que ha estudiado con profundidad el tema como profesor de psicología social de la Universidad Autónoma de Madrid, este tipo de acciones están condicionadas en su inmensa mayoría por el contexto general o concreto que las envuelven. "No hay sociedades vandálicas, sino algunas en las que es más probable que se produzcan estas actuaciones", explica.

España cuenta con algunos factores que propician este aumento de probabilidades, según López. La juventud de la democracia es uno de ellos. Argumenta que hay dos maneras de seguir las normas: "Una, cuando están interiorizadas en los ciudadanos y las hacen suyas; otra, cuando existen unas medidas coercitivas que obligan a ello. Esto es lo que usan los regímenes autoritarios y, cuando sales de uno, como el caso de nuestro país, da la sensación de que ya no hace falta cumplir esas normas". Aunque muy probablemente la generación que comete más actos vandálicos en la actualidad no vivió ni de lejos en franquismo, "son patrones de conducta que duran bastante tiempo y se arraigan en la sociedad". Pone el ejemplo del tráfico: "En Alemania, cuando el semáforo está en rojo para el peatón, se para aunque no haya un coche en un kilómetro a la redonda. Aquí, por muchas campañas que se han hecho, han tenido que endurecer las sanciones y perseguir a los conductores para bajar la accidentalidad".

Los factores psicológicos que llevan a no interiorizar las normas van desde parámetros generales, como no aceptar la autoridad del Estado, rebelarse contra ellas de diversas formas, lo que es más típico de los jóvenes; hasta otras más coyunturales, como el anonimato del grupo, dejarse llevar por él o haber bebido alcohol.

El entorno que rodea a los actos vandálicos es también muy importante, según algunas tesis. Existe la teoría de las ventanas rotas, que dice que si un edificio tiene un cristal dañado, es muy probable que, si no se arregla pronto, los demás sean agredidos con el tiempo. Hay un cierto contagio. Esta teoría fue extrapolada a las acciones criminales. Rudolf Giuliani impulsó en los años 90, cuando fue alcalde de Nueva York, unas potentes medidas de seguridad pública que iban desde la persecución de actos vandálicos a la limpieza de las pintadas del metro con afán de rebajar las tasas de delincuencia. La teoría es que las pequeñas cosas influyen en los grandes crímenes.

En esta misma línea, unos científicos de la Universidad de Groningen (Holanda) experimentaron sobre el incivismo en función del ambiente. Pusieron, por ejemplo, papeles publicitarios en el manillar de las bicicletas y comprobaron que en entornos degradados era mucho más probable que sus dueños los tirasen al suelo, mientras que en otros más cuidados, los guardaban para depositarlos en papeleras. Hicieron varios experimentos, entre los cuales estaba el dejar una pequeña cantidad de dinero en un buzón. Eran el doble las personas que se quedaban los billetes cuando estaban en buzones degradados o llenos de pintadas.

Según estas teorías, el incivismo es también una pescadilla que se muerde la cola. Para salir de ella, haría falta un esfuerzo colectivo. Es lo que piensa Antonio Argandoña, profesor de Economía del Instituto de Estudios Superiores de la Empresa (IESE). Piensa que "no hay fórmula fácil", pero que cada uno tiene que contribuir desde la educación de sus hijos hasta sus propias actitudes diarias para crear una sociedad más cívica. "Se habla mucho de educar, pero con eso no basta. En una asignatura de ciudadanía, por ejemplo, se enseña la teoría, pero lo importante es la práctica. Todos sabemos que no se debe destrozar la escultura de una vaca, el problema es que hay que creérselo", argumenta.

La educación del civismo ha sido abordada en varios estudios por el catedrático de Ética Luis María Cifuentes, que ejerce desde hace 30 años como profesor en institutos públicos de Madrid. En todo ese tiempo ha habido una evolución negativa de los alumnos, "que cada vez han ido despreciando más lo común". El problema pasa, a su parecer, por la falta de respeto a los propios profesores y la que sienten por el mobiliario. "Los chavales no tienen consciencia del valor de lo que es de todos, no entienden que lo común es también suyo y lo desprecian, lo maltratan". Éste es el germen de una futura falta de civismo en sus vidas. "Tienen también un enorme desprecio por la gente que se tiene que encargar de reparar sus destrozos, no valoran su trabajo: 'Ya se encargarán las señoras de la limpieza', dicen cuando se les reprocha algo".

Cifuentes coincide con el psicólogo en señalar a la juventud de la democracia como una de las causas de lo que él piensa que es un retraso con respecto a otros países europeos. "Aunque tampoco hay que exagerar, en todos sitios se está dando en mayor o menor medida una pérdida de valores cívicos", matiza.

Es posiblemente un aumento del individualismo lo que está detrás de todo eso. Argandoña piensa que igual que se ha avanzado en muchos valores, como la ecología, que se ha sabido transmitir y enseñar, hay otros en claro retroceso. "Hace 50 años estábamos más socializados y éramos más conscientes de las necesidades de la comunidad. Ahora tenemos muy claro lo que quiero yo, cuáles son mis derechos, que necesito más dinero y trabajar menos". En este individualismo que señala Argandoña, la mayoría tiene claro que no puede chocar de una forma muy patente con los demás. "Si nos encontramos a alguien por la calle no le vamos a pegar una patada pero, si nadie nos ve, a lo mejor sí que rompemos una papelera u orinamos en la calle".

La catedrática de Ética de la Universidad Autónoma de Barcelona Victoria Camps ha declarado que el incivismo es uno de los problemas de las democracias actuales. Su opinión va en la línea de la de Cifuentes, piensa que en las escuelas se ha pasado del autoritarismo a un perjudicial "dejar hacer". Cree que hay una excesiva relajación de toda la sociedad, incluidas las instituciones y que alguna de las soluciones pasa por la coacción.

En la capital catalana hay desde hace varios años un intenso debate a este respecto. Cuando Joan Clos era alcalde lanzó unas campañas de concienciación que, en opinión de la catedrática, eran inútiles. "Sólo convencen a los convencidos. Quienes hacen sus porquerías en la calle no miran a esas campañas", dijo entonces.

El Ayuntamiento de Barcelona fue después pionero en España en las medidas coactivas para promover buenas conductas de los ciudadanos. La línea de las políticas de Giuliani en Nueva York cruzaron el charco hasta el Reino Unido gobernado entonces por Tony Blair, que puso en marcha varias medidas para controlar a los hooligans y otros vándalos. Eso llegó en 2006 a Barcelona en forma de una polémica ordenanza del civismo que perseguía a base de multas conductas contra el mobiliario público, a la gente que orina en las calles. También ordena la prostitución.

La norma fue aprobada con votos de CiU, PSC, PP y ERC, pero buena parte de la izquierda social la vio como excesivamente dura y punitiva. Las multas llegan a los 3.000 euros. Dentro de unos días debe de resolverse un recurso contra la normativa liderado por el Colegio de Abogados de Barcelona. El vocal de su comisión de Defensa, Jaume Asens, critica esta rigidez y que la misma norma incluya, por ejemplo, a prostitutas y vándalos. "Es una forma de estigmatizarlos", argumenta el letrado.

De una u otra forma, esta línea punitiva se ha adoptado en otros ayuntamientos de España. Es lo que están haciendo algunas grandes capitales contra las pintadas. Málaga y Zaragoza multiplicaron a finales del año pasado las multas y Madrid va a aprobar una ordenanza próximamente que disparará hasta los 6.000 euros la multa a quien haga grafitos. Al fin y al cabo la limpieza de las pintadas les cuestan millones de euros a los ayuntamientos. En la capital, por ejemplo gasta cada año unos seis millones a esta tarea.

Aquí se demuestra que el civismo no es sólo una cuestión de actitud y convivencia, sino también económica. Hace aproximadamente una década comenzaron a surgir unas teorías que ligaban el desarrollo de los países con el grado de confianza que había entre sus ciudadanos. No se sabe bien que llega antes, si el progreso o la cooperación entre los vecinos, pero lo cierto es que las sociedades punteras económicamente suelen ser también, por así decirlo, las más cívicas. Volvemos a lo difícil que es medir este término, definido por la Real Academia Española como "comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública". Antonio Argandoña piensa por ejemplo que en este sentido los nórdicos están mucho más avanzados, aunque a lo mejor son más "egoístas o inmorales" en otros terrenos.

Los estudios que relacionan de alguna manera el civismo con el desarrollo estudian factores como el nivel de confianza que hay entre los vecinos de una ciudad, el nivel de pleitos que se ponen los unos a los otros, la capacidad asociativa o la de practicar comportamientos ciudadanos que contribuyan al beneficio colectivo, desde los más elementales, como cuidar las instalaciones de uso público (parques, transportes, caminos) hasta pagar los impuestos imprescindibles para la marcha de la sociedad y la prestación de los servicios públicos.

En tiempos de crisis quizás estas teorías hayan perdido algo de impulso y de poco vale ser muy civilizados para superar este bache. Sí que puede servir para no viajar al extranjero y encontrar carteles en castellano enmendando la plana antes de entrar por la puerta. Por cierto, el letrero del albergue de Holanda, donde el desayuno estaba incluido, añadía también en castellano: "Está prohibido llevarse la comida del desayuno para hacer pic-nic".


Los bovinos, un imán para el vandalismo en medio mundo

P. L. EL PAÍS 22/01/2009

Las vacas de fibra de vidrio que adornan Madrid han pasado por decenas de ciudades del mundo. Es idea de un artista Suizo. Se trata de que varios diseñadores pinten esculturas de estos animales, pasen un tiempo en las calles de una capital y después se subasten con fines benéficos.

Las vacas, sin embargo, son un imán para el vandalismo. En su primer fin de semana en Madrid, una fue robada y una decena dañadas. Esto ya ha sucedido en otras ciudades. De hecho, con la exposición se abre también un taller de reparación de las vacas. Las esculturas han sufrido daños en Praga, Dublín, México. Sin embargo, pasaron indemnes por otras como Berlín o Bruselas. También en la capital alemana hubo una exposición de osos por la paz que no registraron daños significativos.

En Madrid ha sorprendido la rapidez con la que se han dañado. En la primera noche en la capital se podía ver a decenas de jóvenes de madrugada subidos en ellas haciéndose fotos o jugando tras haber bebido unas copas. Una de ellas, de 400 kilos, fue trasladada a una casa del barrio de Lavapiés. Estos robos tampoco son inéditos. En Lisboa, una desapareció y semanas después se pudo ver en mitad de la ciudad con un cartel: "Mis secuestradores me han tratado muy bien".

En Suecia, el rapto tuvo un motivo reivindicativo. Los captores, un grupo autodenominado de artistas grafiteros, publicaron una nota en Internet asegurando que estaban moralmente obligados a secuestrar a la vaca. "No son arte. Se nos presentan como algo de interés público y son el mayor de los fraudes", decían.

Los jóvenes de Lavapiés simplemente quería decorar su casa. Pero les duró poco. La policía localizó a la vaca unas horas después y fue devuelta a la calle sin mayores daños para el animal.

Mark Laita "Created equal"




Info/Bio



Ballerina, Carrie Lee Riggins, New York, New York, November 6, 2002 / Boxer, Aderivaldo dos Santos, Los Angeles, California, September 12, 1999.
Ed. 6/20
Fotografía b/n sobre papel fotográfico montada en aluminio
50,8x 82,6cm. Díptico

http://www.galeriatriangle.com/pagina.asp?0=4&1=260118&2=23858&3=55528




Police Officer/ Gang Member Catholic Nuns / Prostitutes
Country Fair/ Cajun Man Police officer/ pimps
Beauty salon costumer/Man with Curlers Bikers/Altar Boys
Beauty Pegenant contestant/topless dancer Cowboy/ Indian
Polygamist with wives/pimp with prostitutes Female Bodybuilder/Drag Qeen
Boom Boxb/ Sunbather Amish teenagers/Punk teenagers
Baptist churchgoer/white supremacist Mariachis/Elvis impresonators
Ballerina/Boxer Northerns/Nudists
Marine/War Beteran poor couple/Philantropist
Air Trafic Contoller/Juggler Astronaut /Alien Abducte
Auto Mechanic/Etiquette consultan Barbeque chef/truk stop waitress
Barber/Hairdresser Bodybuilder/Amish farmer
Coal miners/Male exotic dancers College graduate/Dropout
cowboys/leather boys Dominatrix /housewife
Drug Dealer/Drug Adict Fortune Teller/Executioner
French Chef/ Short order cook Lingerie model/woman in girdle
Pregnant/Grandmother rock band/ polka band
showgirl/ librarian sheep farmers soon/ ice fisherman

Hombres y conciliación: ¿Conciliar? Yes, we can

Fuente:http://hoy.hoymujer.com/hombres/ellos-son-asi/Conciliar,72219,01,2009.html

Beatriz González

¿Conciliar? Yes, we can

Nuestros protagonistas han hecho suyo el lema con el que Obama ha llegado a la Casa Blanca: “Sí, nosotros podemos”. Y, como el nuevo presidente norteamericano, están dispuestos a demostrar que otra sociedad es posible; en su caso, que la conciliación ya no es sólo cosa de mujeres. Son nuestros héroes, auténticos “súperhombres” dispuestos a ocuparse de su familia y su trabajo.

No tienen músculos como el increíble Hulk ni súperpoderes como los protagonistas de “Héroes”. Pero, en cierto sentido, Javier, Antonio, Francisco, Rufino, Fernando o Alex son súperhombres. Ellos combaten una creencia: que la conciliación es “cosa” de mujeres. Porque lo cierto es que la mayoría de las veces son ellas quienes hacen malabarismos para conciliar trabajo y familia.

De hecho, sólo 1.500 hombres, frente a 19.300 mujeres, pidieron excedencias para ocuparse de su familia en el primer semestre de 2008. De ahí que los que pertenecen a esa minoría masculina que dedica las mismas horas a su familia que a su trabajo sean considerados una nueva especie. Y en ella, cada uno encuentra su fórmula: turnos nocturnos, jornadas reducidas, bajas maternales compartidas... Medidas que, aunque empiezan a verse con normalidad en las grandes empresas, siguen siendo una excepción.

Así lo cree Roberto Martínez Fernández, director de la Fundación Másfamilia: “Las 200 primeras compañías del país han internalizado la responsabilidad social, por eso la mayoría tiene el certificado de Empresa Familiarmente Responsable. Sin embargo, en las pequeñas y medianas sigue sonando a chino. Y aunque España está por encima de la media europea en medidas conciliadoras, a los hombres les cuesta hacer uso de ellas. La proporción de mujeres que recurre a reducciones de jornada, excedencias, horarios a la carta o teletrabajo es cinco veces mayor que la de hombres”, dice.

Corresponsabilidad

Sin embargo, los expertos creen que no todo es culpa del gen masculino y encuentran otra razón en una legislación que perpetúa que la carga familiar y doméstica siga recayendo en la mujer. Así opina Beatriz Quintanilla Navarro, profesora de Derecho del Trabajo y Seguridad Social en la Univ. Complutense: “En el contenido de la ley de conciliación, de la de dependencia y de la de igualdad hay medidas que parecen dirigidas a evitar perjuicios en la carrera profesional de las mujeres que asumen las responsabilidades familiares; medidas que parecen dirigirse a que las mujeres sigan asumiendo estas responsabilidades, y medidas, las menos, para que los hombres participen”, explica.

Sin embargo, hay quienes entienden que la familia y el hogar son cosa de dos, y están abriendo otro camino: uno en el que eso de que ellos “ayudan en casa” deja de tener un sentido positivo y la colaboración se sustituye por corresponsabilidad.


MANUAL DE INSTRUCCIONES

Javier Serrano ha volcado su experiencia como padre en “Papá, el niño también es tuyo” (Ámbar, 12 €). Si quires uno de los 15 que regalamos, escríbenos una carta a Mujer hoy, C/ Juan Ignacio Luca de Tena, 6. 28027 Madrid.

Valor, hombría y ritos de paso hombría


Fuente: http://www.natgeo.es/articulo/Muestrasdevalentia.htm

El tatuaje doloroso de las niñas Fulanis »


El prototipo de belleza de las mujeres fulanis consiste en unos tatuajes hechos con una Ahuja bastante dolorosos. La edad de iniciación son los 8 años.

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El club de la lucha »

Actualmente existen innumerables clubs donde se lucha voluntariamente sin premios ni reglas. Es una vía de escape del estrés cotidiano.

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En una pequeña isla de Indonesia, se produce un combate entre pueblos que determina el valor de sus habitantes y las prosperas cosechas con las que serán premiados su valor.

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La paliza de los Fulanis »

En plena adolescencia, los jóvenes de la tribu de los fulanis, en Benin, han de azotarse entre ellos delante de miles de persona, para demostrar su hombría y la de su familia.

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http://www.terra.tv/templates/channelContents.aspx?channel=2129&contentid=87844