domingo, 26 de abril de 2009

El peor enemigo de la mujer soldado, su camarada


Un libro publicado en EE UU revela violaciones y acosos en Irak y Afganistán

YOLANDA MONGE - EL PAÍS Washington - 21/04/2009

El Pentágono admite que el 90% de los ataques nunca se denuncian

La soldado estadounidense Mickiela Montoya no llevaba un puñal amarrado a su pierna para defenderse del enemigo, al menos no del enemigo iraquí. Lo llevaba para protegerse de sus compañeros. "¿Sabes qué? Podría violarte ahora mismo y nadie te oiría gritar, nadie sabría lo que ha pasado", le dijo un soldado una noche tras acabar su turno de guardia. "¿Qué harías?", le preguntó desafiante el soldado a Montoya. "Apuñalarte", respondió ella sin dudarlo. "No tienes un cuchillo", prosiguió la conversación el compañero. "Sí que lo tengo", dijo tajante la soldado.

Mickiela Montoya no tenía un puñal aquella noche. Pero lo tuvo y lo llevó pegado a su cuerpo todas y cada una de las siguientes jornadas de los 11 meses que vivió en Irak. "Llevaba el cuchillo para protegerme de los míos".

"Para los soldados una mujer es sólo una de estas tres cosas: un bicho, una puta o una lesbiana", explica Montoya. "Los hombres no nos quieren aquí". Uno de los militares que sirvió con Montoya le explicó la razón por la que había mujeres en el Ejército: "Envían chicas sólo para alegrarnos la vista", le dijo. La teoría es que en Vietnam había prostitutas, pero no las hay en Irak, así que esa función la suplen las soldados. "Ésa es la razón por la que hay mujeres en el Ejército", le dijo.

En Irak han luchado y han muerto más mujeres estadounidenses que en ningún otro conflicto desde la II Guerra Mundial. Más de 206.000 mujeres han servido en Oriente Próximo desde el inicio de la guerra en 2003. Este número representa cinco veces más mujeres que en la guerra del Golfo y 26 más que en Vietnam. Más de 600 han sido heridas y 104 han muerto en Irak.

Pero a pesar de crecer en presencia, las mujeres en Irak siguen muy solas: son una de cada 10 dentro de las tropas. En ocasiones, están solas en un batallón.

Cuarenta mujeres han relatado sus experiencias a la profesora de periodismo de la Universidad de Columbia Helen Benedict en el libro El soldado solitario: La guerra privada de las mujeres sirviendo en Irak. De esas 40, 28 fueron violadas, agredidas sexualmente o acosadas. No fueron una excepción. Diferentes estudios basados en cifras del Departamento de Veteranos de Guerra dicen que el 30% de las mujeres han sido violadas mientras servían en el Ejército por sus propios compañeros, el 71% han sido agredidas sexualmente y el 90% acosadas.

El Departamento de Defensa sabe del problema y en su informe anual de 2009 sobre agresiones sexuales reconoce que el 90% de los ataques nunca son denunciados. Y cuando lo son, las denuncias no suelen llegar a buen puerto. Bien lo sabe Marti Ribeiro, tercera generación en la familia que pertenece (o pertenecía) a la Fuerza Aérea. La historia que Ribeiro relata en el libro incluye una violación y varios ataques en Afganistán. Fue violada por un soldado mientras guardaba una posición, lugar que no abandonó hasta que acabó su turno para ir, sin ducharse (para no borrar las pruebas de la agresión) a presentar una denuncia. Entonces le dijeron que si la presentaba le podían acusar de haber dejado su arma abandonada (¡durante la violación!). "Dejé el Ejército. Soñaba con convertirme algún día en oficial, como mi padre y mi abuelo, pero debido a que soy mujer ese sueño nunca se hará realidad".

Terrible debe ser el acoso cuando una mujer declara lo siguiente: "Me daban menos miedo los morteros que caían a diario que los hombres con los que compartía mi comida". Ésa es la experiencia de Chantelle Henneberry, quien sufrió un intento de violación por parte de un compañero en Irak. Cuenta Henneberry en un capítulo del libro que a partir de media tarde nunca bebía nada, a pesar de que hubiera 40 grados de temperatura y se desmayara por deshidratación. "Tenía pánico de ir a las letrinas sola". Sabía lo que le esperaba.

Mayor interés de los padres, hijos con mejores notas



Un niño en su escuela

El 45,9% de los padres cree que los centros exigen poco a los niños.- PAULA VILLAR

La actitud familiar influye más que la política educativa en los resultados

CRISTINA CASTRO - EL PAÍS Madrid - 24/04/2009

Hablar de educación en España es hablar de fracaso escolar, de abandono y de malos resultados. Entre el 30% y el 50% de los alumnos que empiezan estudios universitarios no los terminan, y sólo el 40% consigue acabar la carrera en los años previstos. En la enseñanza obligatoria los datos tampoco son muy halagüeños (véase el informe PISA, que compara los países de la OCDE). Pero un estudio presentado ayer arrojó un dato positivo para la esperanza: los padres se implican más en los estudios de sus hijos, y es precisamente su actitud el factor más determinante en el éxito escolar.

La Fundación de Cajas de Ahorros presentó ayer el estudio Educación y familia: los padres ante la educación general de sus hijos en España, el resultado de una investigación realizada por Víctor Pérez-Díaz, catedrático de la Universidad Complutense; Juan Carlos Rodríguez, profesor de la misma universidad, y Juan Jesús Fernández, doctorando de la Universidad de Berkeley (EE UU).

Según el informe, (realizado a partir de 820 encuestas a padres y madres de alumnos en mayo y junio de 2008), el 56% de los adultos ayuda con frecuencia a sus hijos con los deberes escolares, un 17% más que en 2000. Y les acompaña más al teatro (del 235 al 34%) o a museos (del 19% al 48%). Los padres acuden, además, en mayor proporción que antes a las reuniones con los profesores (95%). Estos datos adquieren relevancia si se encuadran en la tesis de sus autores, que defienden que la solución a los problemas educativos pasa más por un cambio de actitud en padres, profesores y alumnos que por un manejo político/legislativo de la situación.

La profesora sueca Inger Enkvist, especializada en educación comparada, expuso los resultados de una investigación realizada en California (EE UU), que concluye que, más allá del nivel educativo, social y económico de los padres, es la actitud de la familia lo que más influye en la educación de los hijos.

Los padres, como responsables del aprendizaje de sus hijos, se dan a sí mismos una nota alta en implicación (4,1 de 5) y valoran el esfuerzo de los centros para inculcar hábitos de esfuerzo (3,9 de 5), urbanidad (4,1) y sentido de la responsabilidad (4,1). No obstante, el 45,9% de ellos cree que el nivel de exigencia es demasiado bajo, aunque otro 44,6% cree que es adecuado y el 5,5% lo ve demasiado alto. Para los padres, es más importante (lo cree el 63%) que el colegio inculque que "los estudiantes convivan entre sí y estén a gusto, evitando competencias" en vez de que "cada estudiante intente destacar en los estudios de modo que se acostumbre a dar el máximo de sí mismo" (29%). Por otro lado, crece la percepción de que aumentan los problemas de disciplina. Tres puntos más, hasta el 16%, mencionaron que sus hijos habían recibido amonestaciones, y el 12% declaró que su hijo se sentía acosado.

Aunque la sensación de los padres frente a sí mismos y los colegios es positiva en cuanto a educación, las cifras decrecen y se sitúan en un 3 sobre 5 si califican la calidad de la enseñanza.


Los adultos opinan

- El 39,7% de los padres cree que la información que le da el centro sobre el rendimiento de sus hijos es insuficiente.

- Sólo un 3,8% afirma que no les ayuda con la lección, frente al 21,8% de 2000.

- El 21,8% piensa que el sistema educativo debería ser sólo público. En 2000 esa cifra era del 51,9%.

- El 27,3% prefiere que sus hijos tengan mucho tiempo libre, frente al 21,6% de 2000.

Aumenta el número de adolescentes enganchados a juegos de rol por Internet


'World of Warcraft' y 'Tibia' son los juegos de rol a los que los jóvenes son más adictos - Los jugadores patológicos dedican al ordenador más de seis horas diarias, jugando de noche y durmiendo de día

ANA PANTALEONI EL PAÍS 23/04/2009


Jugaba de noche. Dormía de día. Metido en su cuarto, siempre sentado frente a la pantalla del ordenador. Sus padres quisieron poner fin al juego. Cortaron el ADSL. El chaval sufrió un cuadro de agitación y destrozó medio piso.

El número de jóvenes adictos a los juegos de rol online aumenta. Así lo confirman las dos unidades de conductas adictivas en adolescentes que hay en Cataluña, en el hospital Clínico y en Sant Joan de Déu. El perfil es el de un varón de entre 14 y 16 años, con una patología asociada, que dedica más de seis horas al día a jugar, siempre de noche. Poco a poco, el juego le genera conflictos en casa y agresividad hacia los suyos. Son juegos en red que transcurren en tiempo real, se practican en grupo y le exigen un compromiso diario.

Más de 25 horas semanales

"En España encontramos jóvenes y adolescentes adictos a los juegos de rol online, que sufren trastornos de conducta y otros efectos psicosociales negativos derivados de este problema y que requieren tratamiento", explica Rosa Díaz, psicóloga clínica de la unidad de conductas adictivas del Clínic. "Muchos de estos chicos dedican más de 25 horas a la semana al uso lúdico del ordenador y en algunos casos se presentan conductas propias de una adicción: negación del trastorno, pérdida del control, mentiras...". Hay quien roba o se hace con los datos bancarios de algún familiar para poder mantener el ritmo del juego.

Desde el inicio del programa de atención a adolescentes con trastornos adictivos, en 2005, los casos de adicción a videojuegos online o juegos de rol por Internet se han ido incrementando. En total, ya han pasado por la consulta del Clínico 15 pacientes, que suponen alrededor del 5% de las visitas. Los números son similares en Sant Joan de Déu. Todos ellos son chicos y todos tenían el ordenador instalado en su habitación.

"Adquieren un compromiso con el grupo, suben de nivel, se hacen más fuertes y deciden a quién ayudan. Construyen un patrón que algunas veces se traslada a la vida real", afirma el psicólogo Josep Lluís Matalí, quien, junto con el especialista en psiquiatria José Ángel Alda, ha escrito Adolescentes y nuevas tecnologías: innovación o adicción.

"El abordaje terapéutico principal en estos casos es la psicoterapia cognitivo-conductual individualizada. El objetivo será conseguir un uso controlado de esta tecnología, algo que en algunos casos no llega a ser posible, siendo preceptivo un periodo de abstinencia completa", explica Javier Goti, psiquiatra del Clínico. Durante ese tiempo, el chaval no tocará el ordenador.

La intención es que logren jugar con sentido común. Pero para llegar a ello hay que superar un tratamiento complejo. En el Clínico señalan que uno de los juegos más frecuentes es World of warcraft, que tiene 11 millones de suscriptores de pago y ha logrado que usuarios de medio mundo se den cita para colarse a la misma hora en este mundo de fantasía heroica. Otro de los juegos, según explican en Sant Joan de Déu, es Tibia.

"Coge a los chicos en edades muy difíciles, en muchos casos hay inmadurez", subraya Goti. La familia desempeña un papel clave para que el adicto supere la situación, coinciden los médicos. El psiquiatra del Clínico aclara: "No se deben demonizar. Estos juegos sirven a algunos chicos para desarrollar vínculos y mejorar habilidades cognitivas, pero hay un porcentaje que puede desarrollar adicción. El objetivo es enseñarles a jugar con sentido común, enseñarles a usar unas tecnologías que están ahí y son útiles".

Catalanes entre 30 y 35 años


Los sueños de una generación

ÀngelCastiñeira y Josep M. Lozano - LA VANGUARDIA 26/04/2009

Por razones coyunturales, últimamente se habla - y mucho nos tememos que se seguirá hablando-de la generación Bolonia. Sin embargo, fuera de los focos del espectáculo callejero, una generación está emergiendo silenciosamente.

  1. Tienen entre 30 y 35 años.
  2. Algunos de ellos son profesionales que ocupan niveles intermedios de responsabilidad y pronto, con un poco de suerte y el permiso de la crisis, asumirán cargos directivos.
  3. Son los hijos de la transición democrática y los primeros que no conocieron el franquismo. Por eso mismo, se autodefinen como no traumatizados (por los déficits, urgencias y complejos de sus padres).
  4. Forman parte de su normalidad la lengua catalana, TV3, el rock catalán, la referencia europea, la laicidad, las nuevas estructuras familiares o los viajes.
  5. No han padecido ni la mili ni la peor versión preconciliar del catolicismo.
  6. Han vivido un bienestar sin precedentes, están bien formados, valoran el confort y tienen capacidad de elegir.
  7. Viven el ritmo de la inmediatez y la aceleración, razón por la cual la gestión del tiempo y las prisas forman parte de su realidad cotidiana.
  8. También forma parte de su universo una cierta retórica de lo global, la interconexión en redes y el acceso a, y el consumo constante de, información.
  9. Comparten de manera difusa los nuevos valores del respeto a la diversidad, el pluralismo y la sostenibilidad, pero, a pesar de ello, adolecen de la falta de una causa común generacional.

Abusando de Buero Vallejo, podríamos decir que, a pesar de sus limitaciones, sus padres encarnaron la épica de "un soñador para un pueblo". Ellos, en cambio, se diría que viven generacionalmente "en la ardiente oscuridad". A lo peor, ni ardiente. ...

artículo incompleto

jueves, 23 de abril de 2009

La crisis y el el consumimo desenfrenado de los jóvenes

Niño, el dinero no salía gratis del cajero

La crisis abre la oportunidad de cambiar el patrón de educación: el consumismo desenfrenado termina, el deseo y el esfuerzo vuelven a tener valor y la satisfacción deberá ser menos material

ANA PANTALEONI 22/04/2009


Leopoldo Abadía: "Les diría que hay que plantearse gastar menos"

Roger, 11 años: "Estoy preocupado porque Islandia se empobrece"

Los expertos aconsejan hablar con los chicos, pero sin apabullarlos

"Me sorprende lo conscientes que son", afirma un padre

"Les enseñaremos a vivir, a estirar el brazo menos que la manga. Habrá menos regalos, pero más fantasía". El popular economista Leopoldo Abadía explica así lo que enseñará a sus nietos sobre la crisis económica, que también la sienten ellos en casa y en el colegio.


Ellos también sufren



¿Existe una oportunidad? ¿Servirá la crisis para cambiar el patrón de consumismo infinito que ha marcado a las últimas generaciones de adolescentes de clase media y alta? "Ésta es la expectativa que tenemos en el ámbito de la psicología, que la crisis económica sirva como modelo de aprendizaje de que los indicadores de bienes y marcas no pueden ser aspectos sobre los cuales el sujeto pivote su autoestima", explica Marina Romeo, doctora en Psicología Social de la Universidad de Barcelona. Romeo proyecta la idea de que la satisfacción se vuelva menos material, es decir, erradicar el "yo soy más porque tengo esta marca".

La crisis puede ver nacer una nueva generación de menores más conscientes del valor de las cosas y en los que el deseo vuelva a tener un papel. El psicólogo Enrique García Huete explica que la crisis es una oportunidad para transformar el deseo en motivación y esfuerzo.

Vivir con menos. Ésa parece ser la lección que deben aprender los escolares de clase acomodada y todos los demás. "La necesidad nos obliga a ser sobrios, aunque hay padres que todavía son inconscientes y no abren los ojos de los niños para que realmente vean lo que cuestan las cosas", dice Nuria Chinchilla, profesora del IESE y directora del Centro Internacional Trabajo y Familia.

"Los padres pueden aprovechar la crisis para educar a sus hijos, y los adolescentes pueden aprender a vivir como siempre. No es obligatorio tener un MP3", explica Abadía, sentado camino a Valencia para firmar libros. Su obra, La crisis Ninja y otros misterios de la economía actual, va por la novena edición.

¿Qué hay que contarle al niño? "Todo el rollo que yo cuento no se lo contaría, aunque sí le diría que tenemos que plantearnos gastar menos; que es un momento en que las cosas en todo el mundo van peor, que en todos los países hay menos dinero que antes", dice Abadía.

La mamá le enseña un precioso camisón que se acaba de comprar. Su hijo Pepe, de cinco años, que últimamente no para de oír en casa palabras como alquiler, hipoteca, créditos o propiedad, le salta: "Mami, ¿pero es tuyo o es de alquiler?".

A los 11 años, Roger sabe mucho sobre la crisis económica. Se lo lee todo, lo escucha todo. "Estoy muy preocupado por Islandia", explica el niño. "Era uno de los países más ricos y ahora ya no. Se está empobreciendo". Roger quiere ser astrónomo, lee los periódicos diariamente y ve los informativos de las televisiones. Sus amigos, no. Pese a la hondura de la crisis, Roger, sin embargo, está contento. "Tengo la hucha superllena. Casi no gasto".

La crisis económica ha llegado a las aulas de las escuelas, a la ESO y hasta el parvulario. Los niños sienten la crisis, la dibujan, la escriben y la sufren. Si el tema no sale en casa, lo ven en la televisión o lo escuchan en el patio del colegio; pero la mayoría vive la crisis en el hogar.

"Muchas veces no pensamos que el niño forma parte del núcleo familiar. Los adultos, en ocasiones inconscientemente, les dejamos a un lado", critica Encarna Salvador, secretaria general de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa). "Hay que contarles la verdad, pero también intentar que el clima en casa no resulte irrespirable".

Con una tasa del paro del 13,91%, muchos niños ven que algún familiar está desempleado, que su padre o su madre se han quedado sin trabajo, o los dos (en un año hay 385.500 hogares más con todos sus miembros desempleados, de un total de casi un millón). Todos los niños han oído que hay que apretarse el cinturón.

"Sanitariamente esta crisis afectará poco porque estamos en un país que tiene las necesidades cubiertas", dice el médico de familia Pedro Cañones. "Lo que sí que hay es un cierto problema sociosanitario. Estamos en una sociedad con muy poca tolerancia a la frustración y los adolescentes son el vivo ejemplo. Muchos de estos chavales, ante la frustración de no tener lo que podían tener antes, les puede llevar a comportamientos anómalos".

La asignatura de Historia del Mundo Contemporáneo se salta hoy el temario del libro. Josep Maria Pérez, profesor de primero de Bachillerato y director del instituto Infanta Isabel de Aragón, de Barcelona, anuncia: "Hoy hablaremos de la crisis". Silencio. "Queremos saber qué pensáis de la crisis que estamos viviendo". Silencio. "La crisis también la vamos a sufrir aquí. No lo notaréis en la calefacción, pero puede ser que el año que viene se supriman algunos grupos de asignaturas minoritarias". Ahora les toca el corazoncito. "Mi madre no me dice tanto que vayamos de compras", cuenta Irene sentada en la tercera fila de la clase. "Para ir al cine te dejas 20 euros", se queja Lorena. "La crisis es una putada", susurra una compañera. Albert da argumentos académicos y todos escuchan: "Los bancos dieron hipotecas y préstamos a gente que sabían que no podían pagar y éstos se hicieron casas que no podían pagar". Es la tesis Ninja.

Con crisis o sin ella, un hijo es una fuente inagotable de gasto. Así lo refleja el estudio Lo que cuesta un hijo (2006), de la Confederación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios. Un ejemplo: la compra de pañales y productos cosméticos para el bebé representaba en el año 2000 un coste medio anual de 102.000 pesetas (613 euros). Si aplicamos el incremento del IPC, el gasto actual debería ser de 766 euros; sin embargo, lo que ahora destinan las familias por esos mismos productos son 1.200 euros. Eso es sólo cuando es un bebé. Se calcula que un hijo cuesta desde que nace hasta que cumple 18 años entre 100.000 y 300.000 euros.

No hay que salir de casa para palpar la situación. Los progenitores han aplicado el efecto euro a partidas más o menos voluntarias. En la paga es donde más notan la crisis los adolescentes. Francisco Iniesta accede a hablar como profesor de la escuela de negocios IESE, pero acaba hablando como padre de seis hijos: "Me sorprende lo conscientes que son; es un tema diario de conversación, aunque por supuesto también les aburre. Los hijos mayores son capaces de entender el esquema de las hipotecas basura".

Los niños, según Iniesta, han visto en los últimos tiempos cómo se les reducía la lista de gastos, cómo se aplazaba la reforma de la casa, de qué forma se alargaba la vida de la ropa y se pasaba a consumir alimentos más sencillos.

Desde comienzo de curso, sólo en Cataluña, uno de cada cinco niños de guarderías privadas ha dejado de comer en el centro. La comida y la merienda en casa les supone a los padres un ahorro de aproximadamente 150 euros mensuales.

Dolors Petitbo, jefa de sección del Departamento de Psicología del hospital Sant Joan de Déu de Barcelona, explica que de momento no llegan consultas específicas sobre el tema porque la sociedad es suficientemente madura para afrontar la situación. "Probablemente habrá una bajada a la realidad que será positiva. Los adolescentes lo ven como un toque de alerta, y se quejan porque los padres les dan menos dinero", explica esta doctora.

La televisión es la principal fuente de información que tienen los jóvenes sobre la crisis, aunque también Internet. "Es de aquellas cosas que oyen continuamente, pero internamente no tienen resonancia de tragedia". Hasta que el desempleo entra en casa. "Lo que hemos notado es que muchos progenitores están en paro. Hay chicos con inquilinos en casa, con dificultades para pagar el material escolar, aunque la crisis no es un tema de conversación entre ellos", afirma Alejandra Calvo, monitora de integración del instituto Pío Baroja de Madrid. "Si la familia se desestructura es cuando repercute en el rendimiento escolar del niño", añade Jacinta Herreros, profesora técnica de servicios a la comunidad del mismo centro.

De momento, no hay ningún estudio que muestre cómo afecta la crisis a los escolares. "Aunque no es el único, el factor económico es fundamental para el bienestar de los niños. Cuando uno de los padres se queda en paro genera una situación de incertidumbre. Las familias se reajustan y el clima familiar también se ve afectado", explica Juan Ruiz-Canela, presidente de la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria.

Crisis es oportunidad. No todo el mundo está de acuerdo con la frase o, como mínimo, hay expertos que apuntan que no se está aprovechando. "La crisis lo que acaba planteando es que va a ser una situación para apretarse el cinturón, pero eso no hay que confundirlo con una voluntad de vivir con una cultura de consumo diferente", opina Víctor Renes, responsable del Servicio de Estudios de Cáritas.

Para Cañones, los adolescentes no son conscientes de lo que está pasando. "Tampoco creo que funcione como idea colectiva; mis padres vivieron la posguerra y todas las estrecheces del mundo y la generación de mis hijos ya se ha olvidado. El ser humano no aprende de estas cosas". La profesora Chinchilla considera que la época de la posguerra no es comparable a la situación actual: "Entonces la gente sufrió hambre. Ahora seremos pobres, pero no miserables".

La psicóloga Petitbo y el economista Abadía coinciden en pronosticar que la crisis es un regulador que servirá para dar valor a las cosas. "Hay niños que siguen pensando que el dinero sale del cajero automático con sólo apretar un botón. Antes los niños sabían qué hacían sus padres y el esfuerzo que les suponía el trabajo. Ahora se habla poco de ese esfuerzo, sólo en las familias separadas se oye hablar de gastos y dinero", explica la psicóloga.

"En muchas conversaciones entre adolescentes hablan de la crisis como algo alejado de ellos, pero que tienen que soportar como tantas otras cosas de los adultos", argumenta el psicólogo y escritor Xavier Guix. "Hay que explicarles la realidad familiar pero sin dramatismos ni culpabilidades. Eso no significa ahorrarles la preocupación y hacer ver que no pasa nada". Abadía rompe una lanza en favor del optimismo recalcitrante: "De la Guerra Civil española tengo un buen recuerdo gracias a mi padre. Cuando sonaban las sirenas de los aviones me cogía a caballito y bajábamos al refugio cantando. Para mi padre seguro que era un momento amargo".

Carol es de las madres que "machacó" a sus niños con el tema. Tiene dos hijos que son dos polos opuestos. Pepo, de 10 años, "introvertido, nada consumista, nunca pide nada". Violeta, de ocho años, "nació consumista". Y Carol aprovechó la crisis para rebajar esas actitudes consumistas. La respuesta de Carol era siempre "pídeselo a los Reyes".

A la vuelta de las vacaciones de Navidad, la madre de Violeta recibió una llamada del colegio. Su hija Violeta había escrito una redacción sobre la noche del 24 de diciembre con el título ¿Llegará la Navidad? Contaba la historia de tres hermanas que se iban a dormir muy preocupadas porque, por culpa de la crisis, Papá Noel probablemente pasaría de largo.


Ellos también sufren

LOURDES GAITÁN EL PAÍS 22/04/2009

En un mundo globalizado todos estamos afectados por los fenómenos globales. También los niños. En el aspecto objetivo, dos factores influyen en el bienestar material de los niños: la existencia y la generosidad de los paquetes de beneficios sociales y la capacidad económica de sus padres para cubrir sus necesidades. Esta capacidad depende, a su vez, de su edad, nivel de formación, tipo, características y condiciones de trabajo.

Los últimos estudios sobre pobreza infantil en España (Cáritas, 2006, Caixa de Catalunya, 2008) señalan que el 23% de los niños españoles se encuentran por debajo del umbral de pobreza. Dentro de la población infantil, los niños en edad escolar presentan los niveles de riesgo más elevados. Los hogares que presentan mayores tasas de pobreza son aquellos donde ninguno de los progenitores trabaja, así como los monoparentales cuando la madre no trabaja. La pobreza también aumenta cuanto mayor es el número de niños en el hogar.

A la vista de estos datos, y de las informaciones de las que todos disponemos sobre la situación del desempleo en nuestro país, no es difícil concluir que, con motivo de la crisis, más niños españoles están cayendo por debajo del umbral de pobreza, y que los paquetes de beneficios sociales no están compensando los déficits.

En el aspecto subjetivo se podría señalar que los niños, por su gran capacidad de empatía con sus padres, sufren y se identifican fuertemente con las dificultades económicas o de otro tipo que tienen estos y también que son capaces de generar fuertes mecanismos de defensa para superar situaciones complicadas. Las pautas de consumo de los niños tienen que ver con las que detentan sus padres, pero también son una forma de compartir e integrarse con su grupo de edad. Cabe suponer que la rebaja en expectativas de consumo también será algo compartido ahora por los niños.

Si las crisis representan oportunidades, también será así para nuestros niños, niñas y adolescentes, siempre que se les permita participar de la información, de la preocupación, de la búsqueda de estrategias personales, familiares, locales, globales, de la aplicación de soluciones. La crisis puede ser una oportunidad para cambiar la imagen de los niños actuales como consumidores insaciables e irreflexivos y verles como a las demás personas: seres humanos que viven la vida conforme a los patrones que rigen en el momento concreto, sin por ello dejar de preguntarse por las razones de que el mundo sea como es.

Lourdes Gaitán es socióloga de la Infancia.

martes, 21 de abril de 2009

Alcanzar la condición de adulto

Límites y fronteras de la madurez

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Criterios de la condición adulta

Manuel Cruz - LA VANGUARDIA 19/04/2009

Un rasgo significativo de la condición adulta o madura es que no se obtiene ni se consigue, sino que es atribuida o recibida

¿Cuándo decimos que una persona joven ya ha entrado de lleno en la edad adulta? Antaño ese tránsito estaba claro y unívocamente señalizado a través de determinados ritos de paso. Del servicio militar, por ejemplo, se decía - con un convencimiento que hoy sin duda nos hace sonreír-que los chicos volvían hechos unos hombres. La desaparición - o la devaluación-de tales ritos ha desdibujado las fronteras y emborronado los límites, de manera que plantear hoy la pregunta inicial obliga a una mínima definición previa de lo que queremos decir en cada caso. Si identificamos, como suele hacerse en el lenguaje ordinario, edad adulta con pleno desarrollo de todas las esferas del individuo (física, psicológica, emotiva...), de inmediato comprobamos que no resulta fácil dibujar hoy aquellas líneas de demarcación, de la misma forma que se hace francamente difícil establecer el grado de madurez de una generación en comparación con otra. Así, se suele afirmar que los varones de las generaciones anteriores solían empezar a trabajar a los catorce años, mientras que las mujeres acostumbraban a casarse con veintipocos y empezaban a tener hijos de inmediato. .

La generación actual, en cambio, se incorpora mucho más tarde al mercado de trabajo (no son pocos los que lo hacen cerca ya de la treintena), abandonando el domicilio familiar, contrayendo matrimonio y asumiendo responsabilidades como padres bien entrada esa década. Si se atiende únicamente a estos elementos, se tendría entonces la tentación de concluir que la madurez de la condición adulta se alcanzaba antes mucho más deprisa que ahora. Pero, a poco que uno amplíe los elementos que considerar e introduzca, por decir algo a voleo, datos como el de que muchos mozos no habían visto el mar hasta que habían ido a la mili, o que muchas mujeres no habían conocido varón hasta que se casaban, en seguida se deja ver que el signo de la comparación está lejos de ser inequívoco.

Pero probablemente no baste con concluir, a partir de lo precedente, que lo que consideramos edad adulta es algo que varía a lo largo del tiempo y según las sociedades. Sin duda parece ser así, pero no habríamos avanzado gran cosa con la constatación (a fin de cuentas, ¿qué hay que no varíe a lo largo del tiempo y según las sociedades?) si no fuéramos capaces de mostrar a través de qué mecanismos se produce la variación. Y es al llegar a este punto cuando se nos aparece un rasgo particularmente significativo de la condición adulta o madura, a saber, que ella no se obtiene ni se consigue, sino que es atribuida o recibida. En concreto por las generaciones anteriores, que son las que establecen los procedimientos o, en todo caso, los criterios para la atribución.

Importa subrayar esto porque no siempre están claros tales criterios. Hay algo profundamente inquietante en la forma como las generaciones ya instaladas en la madurez tienden a considerar a las que vienen detrás. Así, llama la atención la reacción - a medio camino entre el estupor y el escándalo-que, con tanta frecuencia, tienen ante los más jóvenes.

Llevo toda mi vida escuchando la frase “los jóvenes de hoy saben muchísimo más que nosotros”, frase que, a menudo, se refuerza con aquella otra, igualmente repetidísima, “yo a su edad era muy inocente”.

La cosa no daría mucho de sí a no ser porque la pronuncian incluso aquellos que no lo eran en absoluto, lo que mueve a pensar en el motivo profundo por el que los individuos, a partir de una cierta edad, necesitan proyectar inocencia con efectos retroactivos sobre su biografía.

Quizá sea una forma indirecta de intentar descargarse de responsabilidades, de protegerse por anticipado de los reproches que precisamente los más jóvenes les podrían lanzar por la trayectoria que han seguido o por la forma en que han vivido. Acaso nada deje más en evidencia el radical artificio de eso que llamamos condición adulta - y ya no digamos madurez-que la confrontación con aquellos que optan por vez primera a ella. Probablemente, la desaparición - o la devaluación-de los ancestrales ritos de paso a la que empezábamos aludiendo haya sumido en una profunda confusión a esos mayores encargados de gestionar el relevo. En todo caso, la confusión nunca es un buen lugar para quedarse a vivir.

Y resulta un poco preocupante que los mismos que con tanta frecuencia son capaces de sobreproteger a los más jóvenes hasta extremos casi ridículos, también lo sean de reaccionar, nerviosos, cuando se sienten amenazados por esa misma franja generacional, exigiendo, pongamos por caso, el más duro de los castigos para ciertos delitos, con independencia de la edad del delincuente. Poca madurez, desde luego, parecen demostrar quienes tienen criterios tan volubles.

M. CRUZ, catedrático de Filosofía de la Universitat de Barcelona (UB)

Un término polisémico

Josefa Pérez Blasco - 19/04/2009

La tendencia continúa: convertirse en adulto es un proceso cada vez más lento, progresivo y fragmentado

El término adultez designa realidades muy diversas incluso dentro de un mismo marco temporal y geográfico. Obviamente, la diversidad se multiplica cuando comparamos distintas generaciones o grupos culturales. Desde la segunda mitad del siglo XX se viene definiendo la adolescencia como un periodo de transición en el desarrollo humano propio de las sociedades occidentales complejas, y por tanto, inexistente en entornos menos sofisticados y evolucionados tecnológicamente, en los que el paso de la infancia a la adultez es más temprano - cercano a la pubertad-, rápido y ritualizado. Esta tendencia continúa: convertirse en adulto es un proceso cada vez más lento, progresivo y fragmentado. Las últimas teorías sobre el desarrollo describen una segunda transición, aproximadamente entre los 18 y los 30 años, denominada adultez emergente, con características específicas que la diferencian de la adolescencia y de la vida adulta propiamente dicha. Así, aun cuando este grupo de edad goza de mayor libertad que grupos más jóvenes, quienes lo integran siguen, total o parcialmente, dependiendo y conviviendo con su familia, mientras continúan explorando en las esferas afectivosexual y vocacional y construyendo su visión del mundo. ...


J. PÉREZ BLASCO, profesora titular de la Universitat de València

(artículo todavía incompleto hasta que pueda consultarse en la hemeroteca de LA VANGUARDIA pasado un mes)


Aburrimiento y creatividad


EL PAÍS 19/4/2009

Los psicólogos critican la obsesión de los padres por ocupar el tiempo de sus hijos

 Dos pequeños barceloneses en un momento de aburrimiento extremo, la semana pasada. Foto:  IMMA COY
Dos pequeños barceloneses en un momento de aburrimiento extremo, la semana pasada. Foto: IMMA COY
MAURICIO BERNAL
BARCELONA

Elogio del aburrimiento infantil: importa que el hijo no tenga nada que hacer. Importa ese momento de la jornada en que no está en el colegio, no tiene clase de fútbol o ballet, no está aprendiendo a tocar el piano ni la flauta ni el oboe, tiene los deberes hechos y la consola apagada, el ordenador está en manos del padre o de la madre y todo tiene un aspecto que tiende al vacío. Importa entre otras cosas porque es cada vez más raro, y porque ante esa especie de obsesión paternal por tener unos hijos con algo parecido a una agenda, es decir unos hijos ocupados, o bien porque se entretienen o bien porque estudian, los psicólogos han acabado por pedir que vuelva el aburrimiento. Que se aburran los niños, por favor. Que se aburran, a ver si de golpe, quién sabe, se les ocurre algo.


"Al niño siempre le están diciendo lo que tiene que hacer --explica Mónica Dósil, psicóloga de ISEP Clínic--. Hay tanta conciencia pedagógica sobre los menores y tanta información sobre lo que hay que hacer con ellos..., y los padres la ponen en práctica. Inconscientemente, fomentan la dependencia. Siempre le están diciendo al niño cómo emplear su tiempo, se lo dan todo masticado y así le roban le autonomía".


Puede que sea la generación de los niños que carecen de tiempo libre, la que se está perdiendo el placer de no hacer nada o, al menos, de hacer lo que les venga en gana. Pero no: vuelan de un lado a otro los consejos sobre lo que hay que hacer con ellos, cómo educarlos mejor e incluso cómo mantenerlos ocupados. Y el efecto, según advierten los profesionales del ISEP, es nefasto: algo que llaman "la inteligencia anestesiada".


"Se les anula la inteligencia porque no tienen nada en qué pensar, porque ya todo está pensado. Los padres se asustan mucho cuando advierten que sus hijos se aburren, pero lo ideal es que el niño tenga ese hueco, que en realidad es un hueco en su cabeza, en su tiempo, un espacio para pensar, para decir: '¿Qué hago? ¿Qué puedo hacer?'. Igual empieza simplemente deambulando por ahí, pero igual acaba cortando papeles, como antes --explica Dósil--. La diferencia con el pasado es que antes el menor estaba desprotegido, pero ahora hay tanta atención que sin duda acaba sobreprotegido".

EL PROBLEMA DE LA INICIATIVA


El problema está directamente relacionado con la creatividad. "No se trata de decir a los niños: 'Siéntate y abúrrete', claro. Se trata de que se aburran para pensar, que tengan tiempo libre para que se les ocurran cosas". No existe constancia de que Dalí haya sido un niño aburrido, pero a nadie le cabe duda de que tuvo mucho tiempo para pensar, en la niñez o en la adolescencia o en la juventud: en algún momento (y más tarde, por descontado, en su excéntrica vejez).


"Vemos cada vez más casos de menores que padecen una cierta pérdida de la autonomía --dice la psicóloga--. Y no hablamos de niños muy pequeños, hablamos de que tienen entre 8 y 10 años. Creo que los padres deberían pensárselo dos veces cuando, por ejemplo, se suben todos en el coche y a los niños les ponen una película para entretenerlos. O les dan una revista. Su tiempo está completamente rellenado, incluso ese, porque los padres lo rellenan con todo lo que ven y oyen por ahí".


La estrategia es sencilla: menos fútbol, menos ballet, menos flauta, menos televisor, menos ordenador... menos algo, lo que sea, a ver si el niño en el ocio piensa, tiene ideas; alguna iniciativa; algo solo suyo.

lunes, 20 de abril de 2009

CINE PARA CHICOS: Nick y Norah: una noche de música y amor

Espíritu 'beatle'

JAVIER OCAÑA EL PAÍS 13/02/2009

Visto desde la distancia, puede que haya pocas cosas con más capacidad para la provocación de la nostalgia autocompasiva que el recuerdo del (des)amor adolescente. Sin embargo, vivirlo en vivo y en directo no tiene nada de gracioso. Es (fue y será) una tragedia, como nos recuerdan los minutos iniciales de Nick y Norah... una noche de música y amor, sencilla, fresca, irregular y desenfadada película de amor juvenil, aderezada por un espíritu musical de lo más beatlemaniaco. Mezcla de ¡Jo, qué noche!, de Martin Scorsese, y de Antes de amanecer, de Richard Linklater, con unas gotas añadidas de la obsesión recopilatoria de Alta fidelidad, de Stephen Frears, Nick y Norah... es algo así como una acelerada canción de power pop, de estribillo pegadizo y apenas dos minutos y medio de duración, ejercitada por un grupo de chavales de sonrisa sincera y ánimo intrascendente. Mientras, el zangolotino Michael Cera y la tan voluptuosa como desigual Kat Dennings, que ya habían sobresalido como arquetipos de la esquinada normalidad de instituto en Juno y Una conejita en el campus, respectivamente, otorgan luz verdadera a una de esas parejas con el valor de la sinceridad a pie de calle. Como se encarga de subrayar uno de los diálogos de la película, puede que el amor y la amistad se resuman en un estribillo pop ligero y aparentemente insignificante: "I wanna hold your hand!" (léase cantando). Los Beatles, unos sabios.

NICK Y NORAH: UNA NOCHE DE MÚSICA Y AMOR

Dirección: Peter Sollett.
Intérpretes: Michael Cera, Kat Dennings, Ari Graynor, Aaron Yoo.
Género: comedia. EE UU, 2008.
Duración: 90 minutos.

"No vuelvas tarde, mamá". Roles invertidos

LOS HIJOS NOS VIGILAN
"Mi hija de 17 años se preocupa si tardo o no llevo preservativos en el bolso"

EL EFECTO COMPETIDOR
"Se trabaja con la hipótesis de que la rivalidad sea causa de adicciones"

Los adolescentes ven con desconcierto cómo los adultos adptan sus iconos juveniles

Hasta hace poco la juventu era para los jóvenes. Hoy ya no les pertenece en exclusiva. Les han salido nuevos competidores y están en casa: sus propios padres y los amigos de sus padres. "Adultos que les han robado su lugar queriendo parecer más jóvenes cuando les doblan la edad", explica la psicóloga Nora Rodríguez. Ha volcado sus últimos estudios al respecto en Hay un adolescente suelto en casa (Ed. CEAC) donde presenta testimonios que ayudan a entender ciertos comportamientos que a los padres les desconciertan. Propone instrumentos para educar en el siglo XXI y descubre el desasosiego que produce en esos adolescentes tener que pronunciar frases como éstas: "no vuelvas tarde esta noche, mamá", "vigila, no bebas demasiado en la fiesta, papá", "no me expliques tus ligues, por favor" o "¿quieres que te pase a recoger con el coche cuando acabéis?". Los papeles se han invertido. Ahora es el padre (o la madre) quien sale de fiesta hasta la madrugada, quien no llama para decir que vendrá tarde. El - o la-que se apropia de la ropa de su hijo, usa su maquillaje, su perfume y escucha su música. El que le chantajea. El que pide consejo al joven adolescente para frecuentar un local nocturno, escoger un restaurante o viajar a una ciudad de moda. Copia su jerga, usa el chat o roba los libros de su estantería. Hasta ahora quería imitarlo, ahora quiere competir.

El catedrático de sociología de la Universidad de Deusto, Javier Elzo, ha dado a conocer una reciente e interesante radiografía de la juventud española actual. Basado en un estudio realizado a 272 escolares entre 16 y 18 años, La voz de los adolescentes (Ed. PPC), nos dibuja un perfil de joven que invierte en valores como el pacifismo, la tolerancia o la ecología pero se despreocupa por la responsabilidad y el compromiso.La excusa más utilizada por esta franja de adolescentes es, según los expertos, que consideran "algunos temas" propios de otra generación. La religión, por ejemplo. Viven centrados en lo próximo y cercano. Temen retroceder y proyectar demasiado lejos en el tiempo. Por eso la historia no les interesa más que anecdóticamente y el futuro les produce más temor en lo personal que en lo profesional. Sienten pavor por tres cosas: la soledad, el aburrimiento y el silencio. Consideran sus iconos, desde el móvil a las prendas de ropa, como elementos de identificación. Pero lamentan "que los mayores se hayan copiado esos símbolos que son nuestros". Los adolescentes del siglo XXI están buscando un lugar que les ha sido arrebatado por adultos que quieren ser más jóvenes que ellos. Huérfanos de adultos y de referencias, no encuentran su propio lugar, cada vez más invadido por gentes que viven casi como ellos pero les doblan la edad. "Los jóvenes españoles han contextualizado el consumo del alcohol como un hábito adulto", explica Elzo. Algo que, como el fumar, se inicia por imitación al mayor. Por eso le desconcierta que sean ahora sus - hasta ahora-mayores,quienes se interesen por los valores juveniles, les invadan.Cuatro de las frases de jóvenes recogidas por Elzo en sus estudios cuestionan el papel de los padres en cuanto a educación: "Me agobian con tanta protección", "De sexo no hablamos", "Quisiera que escucharan más mis cosas" y "No quiero preocuparles ni defraudarlos".

Existe una tipología de padres en los que esas reflexiones funcionan en dirección contraria. A menudo se trata de adultos que se han separado y buscan su segunda, o tercera oportunidad. Reinician una vida nocturna que hacía años que habían abandonado. "Mi hija de diecisiete años, cuando vuelvo de fiesta, me pregunta demasiado. Se preocupa si no llamo antes, si no llevo preservativos en el bolso, si me pongo demasiado escotada", explica Andrea Vilà, 48 años, administrativa. "Yo sólo quiero una segunda oportunidad, encontrar alguien en mi vida, no creo que eso sea tan grave. He estado siempre pendiente de su educación. Ahora me toca a mí y creo que estoy en mi derecho".

Andrea se siente fiscalizada por su propia hija. Y su hija siente desconcierto. "La chica se siente primero confundida, después no sabe cuál es su lugar y, finalmente, hace cosas para llamar la atención - explica Rodríguez- lo cual, tarde o temprano, afecta a la construcción de su identidad". La adolescente pierde el concepto de "yo soy esto" y se define por lo que no es: "yo no soy como ella"."Esta oposición y rivalidad no está carente de rabia. A menudo puede aparecer disfrazada de sumisión. Como nadie quiere sacar la rabia contra una madre, la disfraza de yo soy buena, los demás son malos". Un mecanismo complejo que está creciendo en muchas sociedades del llamado primer mundo. "Incluso se está trabajando con la hipótesis de que la rivalidad sea causa de adicciones", advierte Rodríguez. En una reciente entrevista, el psicólogo clínico Jordi Royo, especialista en el fenómeno adolescente, aquel grupo al que hemos denominado rebeldes del bienestar (gracias a la publicación de la editorial Alba) explicaba que la adolescencia terminaba oficialmente a los treinta años. Se trata del adojoven,añadía, joven que sigue siendo adolescente y no se ha esforzado en dejar de serlo. Pero al mismo tiempo advertía: "A veces ¡sus propios padres son todavía adolescentes!". Y ante la competencia, aparece la huida. "Se van muy pronto y se van primero las mujeres", explica el sociólogo Andreu López. Una de ellas ironiza sobre la posibilidad de que acaben dejando la casa "para que se independicen nuestros padres".


¿Es que ya no existen personas adultas?

André Malraux ensus Antimemorias(1967) se quejabade que “ya no hay personas mayores”, premonición de la infancia generalizada a la quealudía el psicoanalista Jacques Lacan, como rasgo de nuestra época. Todo parece indicar -consultar estudios recientes- que esta tendencia a idolatrar lo joven, como icono de la novedad y como contrapartida (ilusoria) de lo perecedero,alcanza a jóvenes y maduros. Es por eso que los datos sociológicos reflejan esa “competición” entre padres- hijos por ocupar el mismo espacio. El marketing hace ya al- gún tiempo que lo descubrió yahí está ese agudo anuncio de Ikea, Time to leave home? dondela hija pilla in fraganti aunos padres en sus juegos sexuales yenuna situación “invertida”. Donde tradicionalmente aparecían los padres, escandalizadosdelos escarceos amorosos de sus hijos,ahora son estos los que descubren, no sin cierto horror, que los padres también tienen prácticas sexuales de diversa índole. ¿Es realmente una novedad? Habría que relativizarlo unpoco. Platón, en los diálogos de La República,ya señalaba esta“proximidad”generacional, al punto que los abuelosypadresbuscaban la complicidad con los hijos para ganar así su estima. Esa dificultad para hacerse mayor, queno es otracosa que hacerse cargo de su manera particular de estar en el mundo,con su estilo de satisfacerse,con sus faltas y debilidades, sin tratar de imputar al otro la responsabilidad de nuestros actos, es atemporal. Freud se refería a ello como la solución neurótica que consiste en suponerque es el otro el agente de mi propia desgracia y que yo podría no hacerme responsable(no responder) de las consecuencias de mis actos y de mis elecciones. Lo nuevo quizás es que esa posición hoy se exhibe a cielo abierto, sin pudor,puesto que aquello que antes aparecía velado, el goce más íntimo de cada cual, sexual y de otros tipos, ahora debe ser expuesto. Los adultos no son ajenos a ello y se pasean por las múltiples y diferentes escenas, familiares, televisivas, prensa y libros-testimonio, mostrando las aristas más privadas y más veladas de su existencia. Esta desinhibición es compartida por los jóvenes en sus propios territorios, virtuales y reales, en su lenguaje, su modo de vestir, su manera de dirigirse al otro. El problema,para ellos, surge cuando esa cara oculta de los padres, su condiciónde sujetos sexuados, se les revela abiertamente. Ahí se quedan mudos y preocupados, la distancia que les protegía ha desaparecido ysudenuncia del impudor adulto trata de restablecer las diferencias y los velos caídos. Como nos explican muchos jóvenes, lo que les inquieta no es que el padre juegue con ellos a la play o que la madre compre ropa más juvenil, lo que les horroriza es que les expliquen sus aventuras amorosas, detalles incluidos, tal como haría un colega.

JOSÉ R. UBIETO Psicólogo clínico y psicoanalista



RIVALIDADES GENERACIONALES EN EL CINE

N. ESCUR Barcelona Cuando menos te lo esperas (2003) fue un filme magistralmente protagonizada por Jack Nicholson, Diane Keaton yKeanuReeves. Sin ese reparto probablemente no hubiera sido más que una mediocre comedia romántica. Pero ellos consiguieron llevar a la pantalla, con humor, una trama contemporánea. Mujer madura, interesante,que conquista al novio de su hija. Cuando menos te lo esperas fue escrita y dirigida por una mujer separada de 55 años, Nancy Meyers. Promulgaba que el amor es la única arma capaz de vencer a la juventud y a la belleza de las menores de treinta. Lograron el Globo de Oro y la nominación al Oscar. Harry (Nicholson), soltero recalcitrante, entrado en años, sólo se cita con mujeres menores de 30 años. La última es Marin pero él se enamora de la madre de la chica (Keaton), escritora de éxito y divorciada. El rumbo cambia de dirección y Erica acaba bajo las redes de Harry (Reeves), un joven médico encantador. ¿Con quién se queda Erica finalmente? Con Harry-Nicholson


El novio de mi madre, fue llevada a la pantalla por una madura Michelle Pfeiffer
El graduado, un clásico con las interpretaciones de Dustin Hoffman y Anne Bancroft
En American Beauty quien pretendía volver a vivir como un adolescente no era ella sino él:
Kevin Spacy

El 'single' vuelve a ser un simple solterón

La opción vital de la soledad que proliferó en tiempos de bonanza vive horas bajas - El paro y las dificultades le han quitado todo encanto

Un 'single' en su cocina


AMANDA MARS EL PAÍS 27/03/2009

Se le estropea a usted la comida en la nevera. No tiene pareja, vive en una ciudad y tiene un trabajo que le permite mantenerse a sí mismo. Los estadounidenses, que lo rebautizan todo, dijeron hace cinco años que no era un solterón, que era un single, que los hombres eran metrosexuales y las mujeres freemales (libres o sin hombres). Dijeron que era usted el niño bonito del departamento de marketing de cualquier multinacional, porque gastaba un 40% más que el miembro de cualquier familia. Que es hedonista, porque como no tiene a nadie que dependa de usted, viaja varias veces al año y sale a cenar fuera cada semana. Que hace 18 años, su grupo representaba el 13% de la población española y que hoy ya son el 22%, hasta 3,5 millones de hogares. Que se iba usted a comer el mundo.

La oferta de pisos compartidos se ha disparado en seis meses

Algunos vuelven con sus padres. La familia sale al rescate

El hogar emerge como centro de ocio

Pero la crisis no perdona, y ejercer hoy de single en España es más difícil. Los solos -o impares, como se suele traducir en España-, no sufren la crisis más que los demás. Pero la sufren. Hay 155.700 hogares formados por una sola persona que está en el paro, un 74% más que hace un año. El número de quienes buscan compañeros de piso, a la vista de algunos portales de Internet, casi se ha duplicado. El crecimiento de hogares unipersonales después del incremento trepidante, echa el freno. Y las separaciones, esa fábrica de singles que trabajó a pleno rendimiento con el divorcio exprés, ha bajado ahora el ritmo, por el fin de ese efecto y también por la crisis económica. Eso sí, su consumo es el que mejor aguantó el tipo el año pasado.

"Es que el del single ha sido un fenómeno económico en España. Hemos vivido 10 años de casi pleno empleo en el que la gente ha podido emprender proyectos individuales y los han llevado a su máxima expresión social. Después de haber estado estigmatizado, ha habido cierta glorificación del soltero, la imagen de que tenía el mundo a sus pies", reflexiona el profesor de marketing de IESE José Luis Nueno, experto analista de consumo.

Patricia F. reniega de la etiqueta que las consultoras de consumo han decidido colgarle. Aunque por sus condiciones de vida es una single de libro. Soltera, con 40 años y 12 de experiencia en el sector, la empresa de informática en la que trabajaba dio un tijeretazo a su plantilla el pasado enero y decidió prescindir de ella, que cobraba 3.000 euros brutos al mes y podía vivir sola en su piso alquilado en Barcelona. "Porque con el paro, no tengo ni para la mitad de mis gastos. Lo he recortado todo: salía a cenar fuera como mínimo dos veces por semana, y ahora sólo salgo si se organiza la fiesta en casa de amigos. No soy de comprar mucha ropa, pero si algo me gustaba, no tenía que pensarlo. En momentos así trabajas para ti, vives como te apetece, pero ahora no", resume esta licenciada en Filosofía y Sociología, dentro de su nueva economía de guerra.

De vivir sola, también ha pasado a buscar un compañero de piso para ayudarse a pagar los 600 euros de alquiler. "Pero eso tampoco es tan fácil ya como antes, porque ahora hay mucha gente alquilando habitaciones que le sobran para pagar la hipoteca, y los precios bajan", asegura.

Idealista.com, uno de los portales de Internet con más usuarios para la búsqueda de viviendas, lo corrobora a golpe de cifra: su oferta de pisos compartidos en Madrid la semana pasada era de 2.245 anuncios, frente a las 1.799 de hace sólo seis meses. Lo mismo ocurre en la capital catalana: de los 367 pisos compartidos del mes de septiembre, a los 675 de la semana pasada. Y los precios, tal y como sospechaba Patricia, bajan levemente: de 370 euros de media a 360 en su ciudad, Barcelona, y de 360 a 350 en Madrid. Son los puntos de España con mayor oferta de pisos compartidos, aunque en el total del país también crece la oferta y se moderan los precios: de 330 a 320 euros como promedio, según Idealista.com

Meetic, una plataforma de Internet que pone en contacto a solteros y se ha convertido en un suculento negocio de 133 millones de euros el año pasado, pasó miedo en enero. Las suscripciones, después de subidas trepidantes, bajan por primera vez. "Temimos que esto fuera una tendencia y bajamos el precio de 30 a 20 euros, pero nos equivocamos. El precio no es un problema", apunta José María Ruano. En febrero las suscripciones remontaron. Y Meetic dejó de nuevo el precio en 30 euros mensuales.

Carmen Gómez, directora del Panel de Consumo de la consultora Nielsen España, quita hierro a esta coyuntura y pone la visión en el largo plazo. "Es cierto que los singles no son los reyes del mambo, y que ahora ya se habla menos de ellos, pero a largo plazo son un público muy importante. Entre 1991 y 2005 pasaron del 13% al 21% de los hogares y gastan mucho más per cápita". Claro que, el acelerón del citado periodo ha echado el freno y desde 2005 ha crecido un solo punto, hasta el 22%. "Un solo punto, pero no está mal, todo un punto", insiste Gómez.

Además de económico, el de los singles ha sido un fenómeno demográfico, alentado por el baby boom (nacidos durante la explosión demográfica de entre 1960 y 1975). De ahí la explosión de nuevos productos (minienvases para personas que viven solas) o negocios (agencias de viajes especializadas) a las que ha dado lugar.

El de los solos es también el único sector cuyo consumo creció el año pasado, según los datos de TNS Worldpanel. Sus compras en alimentación, bebidas o droguería subieron un 2,3%, cuando el resto del grupo formados por parejas con hijos o personas solas con descendencia bajaron.

Pero cuando un hogar formado por una sola persona entra en crisis, la estructura se tambalea. Una opción, en ocasiones, es regresar al hogar paterno. Y no es un trago fácil. A Rosa Alonso le acaba de ocurrir, a los pocos meses de estrenar su soltería. Dentro del microcosmos del single, ella, con 23 años, pertenece al sector más joven. Vivía en un piso de alquiler con su pareja, compañero de trabajo de una de esas firmas intermediarias de hipotecas que brotaron como setas con el boom del mercado del ladrillo, hasta que rompió hace unos meses. El pasado febrero, la compañía, caída en desgracia, cerró y dejó a ambos sin trabajo. Acaba de volver a casa de sus padres. "Y no me siento muy single ahora, claro".

"Esto es algo que ocurre en las recesiones, suelen servir para la cohesión familiar. Porque al final, en momentos así, sale la familia al rescate, ésa es la red en países como España. Las otras redes, las sociales, son más para chatear", apunta Nueno.

Y es que en otros países la cultura del individuo, del joven que se busca la vida, está más afianzada. En 2007, el mayor peso de los hogares unipersonales, sobre el 40%, se encontraba en Suecia, Noruega y Dinamarca, seguidos de Alemania y Francia. Fuera de Europa, Japón es el país con mayor proporción de hogares single, el 29%, según la agencia Euromonitor.

Pero esta agencia consultora de Chicago, la que más ha profundizado sobre el fenómeno, enciende luces de alarma por este grupo humano. En su último informe, de julio de 2008, ya sumergido en el desastre económico, la firma de estudios de mercado alerta de que la actual sequía crediticia "hace cada vez más difícil" para los solteros lograr el dinero prestado para acceder a su primera vivienda. Por estas perspectivas, sobre todo en el Reino Unido y Estados Unidos, el horizonte de crecimiento que esperaban sufrirá un "pequeño cambio".

A la nueva situación mundial se añade la dificultad consustancial a la naturaleza del solo: "Los costes de la vida, como la comida o el mantenimiento del hogar, son más altos por cabeza para las personas que viven solas".

"Y también pagamos más impuestos que nadie, porque no nos desgrava nada", se queja Patricia. Ejercer del single prototípico requiere que a uno le vayan bien las cosas. Martín Vivancos, profesor de la escuela de negocios EADA, va a la esencia básica: "Podemos decir que hoy son dos las clases de single: el que no está afectado por la crisis y el que sí lo está, y éste ve su nivel de consumo afectado". Es uno de los motivos por los que el turismo de fin de semana, la restauración y los locales nocturnos, los lugares de recreo habituales de grupos de impares, ven adelgazar sus ingresos.

Como en el caso de Patricia y sus fiestas caseras en casa de amigos. Según Vivancos, "hay una propensión a ello. Cada vez más aparece el hogar como centro de ocio, con DVD, videoconsolas Wii... Es algo muy afianzado en otros países europeos, pero en España no lo era tanto". "Y el gran peligro de éstos", añade, "es que la gente descubra que se lo pasa bien en casa. Es interesante y amenazante al mismo tiempo para el consumo".

Los restaurantes han visto caer sus ingresos en general. José Luis Guerra, presidente de la Federación Española de Hostelería, explica que "no se puede distinguir entre todos esos singles y el público en general, pero la caída ha sido generalizada. En lo que va de año, el gasto está cayendo entre un 9% y un 10% mes a mes". No bajan las visitas a los restaurantes, pero sí el gasto: de los dos platos se pasa al primero a compartir, y del postre, al café directamente.

Pero las actividades de grupo siguen y los múltiples portales de Internet o agencias de viajes online que aparecen cuando uno pone la palabra single en Internet continúan, aunque sin esconder el fantasma de la recesión económica. En Singlesbcn se ha habilitado un apartado de plan anticrisis con descuentos para los asociados, y dispone de una bolsa de trabajo. Detrás de todo el tinglado está Gary Walker, que le quita hierro a la crisis.

"Siempre intentamos ayudar a la gente que está con nosotros, muchos desde hace tiempo. Aquí es un buen lugar para que los profesionales se conozcan entre sí. Si uno de los singles tiene una empresa y otro busca trabajo, aquí pueden coincidir". Walter reconoce que algunos no pasan por buenos momentos, hay mucha gente que deja de pasar la pensión. Pero eso "también ocurría antes".

Vicente Pizcueta, que es portavoz de Empresarios por la Calidad del Ocio Nocturno, admite que la frecuencia de las salidas nocturnas ha bajado, de seis mensuales a una, y que las ventas -de entradas y bebidas, cuando uno habla del mundo de la noche- bajan un 10%, además de que está migrando la diversión dentro de los hogares. Pero lo enmarca en una tendencia que percibe desde la última década, no vinculada con la crisis.

Pizcueta advierte de que ha trabajado muchos años en el sector de los locales nocturnos para dar una versión muy diferente de José Luis Nueno y su teoría económica de los singles. "Pero, a ver, ¿qué es in single? Es una persona que busca una segunda juventud con mayor poder adquisitivo. Y lo que ocurrió en España es que pasó de estar mal visto a estar de moda. Sin más, pero sólo son personas que buscan conocer a otras personas, así que seguirán saliendo por la noche a poco que puedan", apunta Pizcueta. Lo mismo piensa el dueño del bar Minusa, en Barcelona. "Están fallando más las parejas que los solteros; éstos salen siempre, por fuerza. Al resto hay que estimularles con precios más bajos".

Pizcueta sentencia: "Algunos saldrán menos, pero para otros las noches no se pueden acabar. Con crisis o sin ella, el single sólo es alguien que sale a buscar contacto con el sexo opuesto". O con el propio.

Mutantes

Fuente:http://hemeroteca.lavanguardia.es/preview/2007/03/28/pagina-2/56808573/pdf.html

Bajo la influencia de las teorías científicas, el nuevo siglo está desarrollando un nuevo relato sobre el cambio de identidad.Asistimos a la extensión de un nuevo argumento, el de la mutación, un relato melancólico sobre el cambio de identidad que se aleja de las transformaciones espectaculares Jordi Balló y Xavier Pérez son autores de los libros ‘La llavor immortal. Els arguments universals en el cinema’, ed. Empúries (‘La semilla inmortal. Los argumentos universales en el cine’, ed. Anagrama, en castellano); y ‘Jo ja he estat aquí. Ficcions de la repetició’, ed. Empúries (‘Yo ya he estado aquí. Ficciones de la repetición’, ed. Anagrama, en castellano)

Transformados por un ‘reality’

Hay mutaciones que no son físicas sino vitales. Por ejemplo, el profundo efecto de cambio que produce en muchas personas participar en un ‘reality show’ televisivo. El fotógrafo británico Phil Collins trabaja actualmente en un proyecto artístico (‘El retorno de lo real’) que precisamente trata de documentar esos trastornos que experimentan quienes han pasado por un ‘reality’. La primera fase del proyecto (consistente en una instalación de vídeo y fotografías) se inició en Estambul en 2004 con personas participantes en ‘realitys’ de la televisión turca. Esta fase del proyecto, a la que pertenecen las imágenes que publicamos en estas páginas, ha sido expuesta recientemente en la Sala Rekalde de Bilbao. Con este trabajo Collins fue finalista del Premio Turner 2006. Más información: salarekalde.bizkaia.net y

www.losrealitisarruinaronmivida.com

La mutación, un argumento del siglo XXI


JORDI BALLÓ XAVIER PÉREZ Sabemos que el número de argumentos universales es limitado. Por eso es revelador detectar uno nuevo, que bebe de las fuentes del pasado, pero que encuentra todo su sentido a inicios del nuevo milenio. Estas son sus claves:

1 Se elude la belleza de la transformación

El argumento de la mutación, tal como lo recrea la ficción contemporánea, tiene su origen en La metamorfosis de Kafka. Este relato casi centenario nos sigue pareciendo de vigencia absoluta, porque no remite a ningún cambio mitológico espectacular como el que las metamorfosis literarias convocaron incansablemente des- de la imaginación greco-latina. Ello nos hace recordar los límites del popular pero inexacto título de la mayoría de versiones españolas del texto de Kafka. Mucho más revelador hubiera sido, como ya propuso en su día Jordi Llovet, eludir la tentación grandilocuente, y limitarse a traducir Die Verwandlung por La transformación, un concepto tal vez más modesto, pero tambén más fiel a la dimensión domés- tica que Kafka apunta. La mutación como proceso irreversible se desarrolla, en su relato, en el silencio hermético de un hogar familiar que cimenta un unvierso anti-heroico y pesimista, fundamental para la actual formulación del argumento. En sus versiones tradicionales, ca- nonizadas en la lírica majestuosa de Ovidio, las metamorfosis literarias se interesan sobre todo por el proceso me- tafórico del cambio, por la belleza de la transformación física. Muy a menudo, el efecto plástico es el objetivo crucial del relato, que se desinteresa por la vida que pudiera existir tras el prodigio del cambio. Y es que este cambio supone a menudo una petrificación, el final congelado de un asombroso movimiento de la naturaleza, como cuando Dafne es convertida en laurel, o cuando la figura de Narciso se disuelve en la flor acuática que lleva su nombre. No hay en estas historias fabulosas el menor deseo de explorar los efectos cotidianos de los días posteriores a la mutación. El relato de Kafka busca, en cambio, la recreación de un acontecimiento que discurre en una tonalidad neutra, emmarcando más bien lo que po- dría ser la crónica de una metamorfosis de estar por casa, como algunos autores han definido su visión.

2 Se trata de un proceso irreversible

En las antiguas leyendas de aventuras y los cuentos de hadas, las metamorfosis son siempre reversibles. Un encantamiento, una maldición, un determinado acto de magia, pueden provocar sugestivas mutaciones zoomórficas en navegantes y en princesas, en niños traviesos o en impetuosos caballeros, eventualmente convertidos en cerdos, asnos, ranas, o cualquier especie que la imaginación quiera poner en juego, siempre con la clara seguridad de que, al final del relato, la humillante maldición quedará rota, y el orden natural será restituido. De este modelo reversible, basado en la necesidad carnavelsca de subvertir los hábitos de la belleza y el decoro, hará su propio canon, muchos siglos después, la literatura victoriana. Donde hay un Jekyll transformado en Hyde, siempre hay la esperanza de que Hyde vuelva a ser Jekyll. Aunque el famoso relato de Robert Louis Stevenson acaba con la muerte de su protagonista dual, no se produce todavía esa conciencia de mutación unidireccional que nace con la transformación de Gregorio Samsa en un insecto. El relato kafkiano, sustento visionario de las mutaciones literarias y audiovisuales del siglo XXI, propone, pues, un nuevo modelo de transformaciones que podría ser resumido de esta forma: A se convierte en B, sin dejar de ser A pero con atributos de B. Aunque el protagonista conserva la memoria de una existencia anterior, la conciencia de que nada volverá a ser igual lo empuja a acomodarse, como puede, en la piel nueva que le ha sido impuesta.

3 La mutación produce en el sujeto soledad y extrañamiento con su entorno

Las nuevas metamorfosis combinan elementos subjetivos y objeti- vos. En el relato de Kafka, la percepción del cambio se inicia en su protagonista. Él es el primero que se despierta un día descubriendo la extraña mutación; pero su inmediato confinamiento a la habitación es obra de su familia, aterrorizada ante el nuevo ser. Por su- puesto, la sagacidad de los lectores atenderá enseguida a la confrontación simbólica entre alguien que se descubre de otro mundo y un marco social tradicional, a punto de ser pulverizado por la Historia. Todos, a partir de Kafka, tenemos algo de mutantes, porque la realidad, también modificada irrevocablemente, nos expulsa de cualquier confortable identificación con lo aprendido. De este extrañamiento radical que hace imposible la vivencia ar- mónica con el entorno, surge el miedo del héroe kafkiano a ser percibido en toda su dimensión monstruosa. Ello comporta, a menudo, un deseo de invisibilidad que se traduce en esa subyu- gante poética de la desaparición de tantos émulos de Bartleby a los que ha da- do acogida el exquisito evangelio literario de Enrique Vila-Matas. En la cultura de masas, este sentimiento de inadaptabilidad ha permitido explorar la dimensión oscura y marginal de los antiguos superhéroes de masas. Es verdad que el cine tiende a espectacularizar los procesos mutantes (y, por ello, la belleza de la figuración mitológica vuelve a adquirir protagonismo) pero éste es sólo uno de los rostros posibles de una poética que tiene sus mejores logros en la exploración del estado de perplejidad y extrañamiento que manifiestan sus más emblemáticos representantes. Una propuesta como El protegido de M. Night Shyamalan se ha convertido en imprescindible obra de referencia justamente por haberse atrevido a leer la mitolo- gía super-heroica desde una dimen- sión cotidiana que fuerza a una doloro- sa asunción de sus presuntas superio- ridades, un complejo de Atlas del que no va a poder escapar nunca, y que le genera mucha más melancolía que en- tusiasmo. Desde una perspectiva todavía más inquietante, David Cronenberg propone, en su oscurísima versión de La mosca, una relectura totalmente introspectiva del encierro kafkiano de Gregorio Samsa. Ahora no es la familia la que obliga al personaje a recluirse, sino su propio deseo de experimentación ante los cambios. Este extrañamiento antropológico hacia el entorno tiene su más efectivo correlato en el imaginario de la adolescencia. Desde Spiderman hasta los múltiples héroes que pueblan el universo poliédrico del manga, todo tipo de mutantes juveniles que se sienten extraños al mundo que los rodea han ido cobrando protagonismo en un nuevo marco mitológico que explora lúdicamente la iconografía del bicho raro para encerrarlo en un mundo de imaginación incompartible con el del entorno.

4 La nueva metamorfosis crea contagio

Para paliar el sentimiento de la soledad, otros mitos del cómic crean la idea del grupo de mutantes. De X Men a La patrulla condenada, por citar las dos formaciones que mejor ha sabido refundar el soberbio guionista Grant Morrison, estos colectivos que se reconocen en su condición extravagante han instaurado, en el receptor, la conciencia de que la mutación puede ser contagiosa, como si el mundo entero se contaminara de sus efectos inquietantes. En la última serie televisiva de culto, Héroes, este contagio adquiere la estructura horizontal de una generación de nuevos mutantes que entrecruzan sus perplejidades en un laberinto de interconexiones que se amplia constantemente. La facilidad de reconocimiento que suscita entre nosotros esta nueva cul- tura se debe a la percepción moderna de nuestro entorno y de nosotros mismos. Si la conciencia de mutación se ha apoderado del mundo de las imágenes es también, entre otras cosas, por- que los propios actores han pasado a ser sustituidos por clones digitales, metaforizando una crisis de la identi- dad que las teorías genéticas están ayudando a refrendar. En la misma medida que, en su día, el psicoanálisis ayudó a definir un nuevo modelo narrativo para la sociedad postvictoriana, la ciencia de la clonación permite, hoy, que una novela como La posibilidad de una isla de Michel Houellebecq se recree en la extraña evolución de un antihéroe perpetuamente metamorfoseado en un clon nuevo, cuya posibilidad de repetirse implica un progresivo extrañamiento del origen. En el cada vez mas visionario cine oriental, fantasmas que vuelven de la muerte, figuras suspendidas entre el sueño y la vigilia, constituyen la base de una nueva cultura espectral que se vincula a los nuevos medios tecnológicos –teléfonos, cintas de vídeo, ordenadores– para expresar hasta qué punto la conciencia de cambio está afectando a todos los órdenes del universo sensorial y cognitivo. En el cine visionario de Kiyoshi Kurosawa, este proceso contagioso llega a culminar en una imprescindible obra maestra, Kairo, donde los seres humanos van desapareciendo del paisaje, absorbidos y sustituidos por el poder fantasmagórico de ingobernables fuerzas internáuticas.

5 Se trata de una metamorfosis que no cesa, que tiende a la serialidad

Las nuevas mutaciones no se viven desde una forma necesariamente trágica, que comporte una traumática clausura. Se trata , más bien, de una experiencia que no cesa, una metamorfosis de carácter eternamente evolutivo. Esto permite evitar la conclusión de la muerte (la única convención clásica a que no escapa el relato fundador de Kafka) para adentrarse en una idea de constante adaptación ante los cambios. En el marco de la cultura popular, un caso singular y extremo de mutación que nunca se detiene es el que sufre el héroe de la novela de Richard Matheson El increíble hombre menguante, transformada por Jack Arnold en obra maestra del cine fantástico. En ella, el protagonista se disuelve en un proceso de dismunición corporal constante, que, al principio, lo convierte en una anomalía social pero que pronto lo aleja de sus semejantes, para entrar en una dimensión infinitesimal donde sigue progresando en su imparable reducción de tamaño, sin que nunca llegue a desaparecer del todo. Este proceso constante no implica, sin embargo, la menor declinación feliz de este nuevo argumento. El optimismo que pudiera surgir de imaginar nue- vas razas superando al hombre actual (esa fantasía que 2001 de Kubrick profe- tizó sin consecuencias) está demasia- do próximo al nazismo para que la creación colectiva pueda ensalzarlo. Más que culminar tales expectativas, lo que viene prodigando las ficción es un tratamiento serial del fenómeno. Si bien los personajes no encuentran re- dención, pues no hay retorno posible a su vida anterior, tampoco su experien- cia acostumbra a saldarse con la muer- te. Estamos, más bien, ante un escena- rio de metamorfosis progresiva, donde todo se transforma muy despacio, co- mo nuestro propio planeta en un proce- so de extinción imperceptible. De la misma manera que el terror atómico ha sido sustituído por la asunción comunitaria de un cambio climático tan lento como imparable, también los nuevos mutantes desarrollan su dramática experiencia evolutiva sin tener, ante si, ningún grandilocuente horizonte de clausura. Se integran, simplemente, en esa tendencia a la serialidad sin fin que está impregnando todos los ámbitos de la cultura popular, y que condiciona la constante mutación de personajes, escenarios y formas narrativas. En su fase más autoreflexiva, este carácter serial que se organiza como una imparable cinta de Moebius se traslada, en efecto, a la propia organización narrativa. Es así como en este particular ocho y medio lynchiano que constituye INLAND EMPIRE, el director de Cabeza borradora transporta paradigmáticamente la vivencia mutante de todos sus protagonistas anteriores al cuerpo mismo del relato. A lo largo de las tres horas de proyección, éste avanza de forma sincopada, como en estado de sonambulismo, conservando cier- tos rasgos clásicos que nos recuerdan que todavía existe memoria de un tiempo anterior, pero que reclaman, en su amalgama monstruosa y esquizoide, una nueva forma de recepción popular: la que hace, de la mutación, el argumento clave del siglo XXI.


La melancolía del mutante

El mutante es un personaje metafórico, representante de la cultura posthumana, que vive en un espacio de frontera entre pasado, presente y futuro, donde todas las certezas son cuestionadas.

GINO FREZZA


El personaje del mutante, consolidado con una gran carga metafórica en la cultura del cómic de los años sesenta del siglo XX, es melancólico a su pesar. Puede decirse que lo invade la melancolía y que la vive como una experiencia incontenible. El mutante se ve casi obligado a la melancolía por la situación peculiar que vive a causa de la transformación de su cuerpo y de la relación que esa transformación establece con el ambiente.
La melancolía del mutante no está dotada de fuerza positiva como la del individuo que, encogido dentro de su imaginación subjetiva, cultiva un deseo que todavía no se ha hecho realidad y, por tanto, en su zona más íntima y secreta, gracias al dispositivo melancólico, produce imágenes reparadoras del sufrimiento. Por el contrario, la melancolía del mutante es altamente dramática, lacerante, no reparadora. En la vida contemporánea se crean relaciones excéntricas, explosivas, con frecuencia transgresoras y catastróficas, entre corporeidad y nuevas tecnologías (un escenario constituido por cambios fundamentales e incesantes del ser y de las relaciones tejidas por el yo con el mundo, con las condiciones de la relación social, con la idea misma de realidad), es preciso entender al mutante como personaje metafórico y digno representante de la cultura posthumana. Una cultura como la actual, la de las nuevas tecnologías de la comunicación, pero también de la biogenética, una cultura donde los puntos de orientación de la identidad son múltiples, cuando no conflictivos, donde lo idéntico y lo extranjero se encuentran tan próximos que llegan a asemejarse y, pese a ello, se alejan e incluso aparecen asociados, donde el tiempo y el espacio se comprimen y se dilatan en direcciones originales, multiplicando por una parte el territorio de la existencia, y por otra ahondando en lugares inexplorados, desconocidos, donde el tema del cuerpo singular, individual, se encuentra con el del mundo circundante, el de la responsabilidad de cada uno respecto del futuro, y donde precisamente el tema del futuro se presenta de inmediato cargado de problemas en lugar de promesas, o bien se anuncia entusiasta y, a la vez, repleto de riesgos y peligros. Dado que es un personaje de gran potencia metafórica, el mutante vive en un escenario situado en una especie de bisagra crítica, en la frontera entre pasado, presente y futuro, donde todas las certezas son cuestionadas y todos los conceptos del presente, de la vida cotidiana, toda percepción del ambiente es radicalmente variable, se ve sometido a interrogantes que apabullan y superan las fuerzas del individuo. Todas las narraciones referidas al mutante, sean las del cine, la televisión, el cómic o los videojuegos, no pueden dejar de reflejar el sustrato dramático que caracteriza su experiencia. Para el mutante, la dimensión melancólica es una especie de viático necesario. La melancolía se impone a su conciencia, no es querida, no es buscada, y tampoco tiene la facultad de remediar (aunque sólo sea en la imaginación) los deseos insatisfechos generados por la desesperada interioridad del mutante... (incompleto)

Gino Frezza es profesor de la universidad de Salerno. Su último libro es ‘Efetto notte’ donde analiza la iconografía de la cultura de masas