lunes, 18 de agosto de 2008

Generación multitarea, más dispersos, menos eficientes


CAMBIOS SOCIALES Y REVOLUCIÓN TECNOLÓGICA

Cambios sociales ligados a la revolución tecnológica

Generación multitarea

La tecnología permite simultanear actividades, pero los expertos alertan de que puede reducir la capacidad de aprendizaje y memoria


Luis Izquierdo | LA VANGUARDIA adrid | 17/08/2008 | Actualizada a las 03:31h

Un adolescente de hoy hace los deberes en su o r d e n a d o r mientras mantiene activa la ventana del messenger, participando en un chat, escucha música en su mp3, responde a los mensajes de su móvil y descarga una película, rompiendo el mito de que únicamente se puede hacer bien una sola cosa a la vez (por lo menos si eres hombre, según el chiste). No son superdotados, son, sencillamente, parte de lo que los norteamericanos ya han bautizado como multitask generation (generación multitarea) y en la que los estudiosos de la materia integran a los nacidos entre 1980 y 1998.

Otros expertos de internet se refieren a ellos como nativos digitales o como generación Google. Estos adolescentes comparten una nueva forma de comportarse frente a la tecnología. Cómo puede afectar esto a sus cerebros es todavía una incógnita, pero algunos científicos anticipan una pérdida de la capacidad para profundizar en el conocimiento.

La investigadora del Centre de Regulació Genòmica (CRG) de Barcelona Mara Dierssen aclara que "desde el punto de vista cognitivo, hemos de tener en cuenta dos conceptos: tareas secuenciales y tareas simultáneas; muchas de las cosas que creemos que los adolescentes hacen a la vez, en realidad las hacen una detrás de otra, pero a mayor velocidad de lo que las haría un adulto".

"Diferentes estudios demuestran que las tareas estructuradas en torno a la memoria y el aprendizaje se ven interrumpidas si tratamos de hacer una segunda de ese tipo al mismo tiempo. Otra cosa son las tareas automáticas motoras, como escuchar la radio o marcar un número de teléfono que sabemos de memoria. Las automáticas no son interferidas por otras", expone Dierssen, dejando claro qué tipo de labores son simultaneables y cuáles no.

Psicólogos estadounidenses que han analizado la cuestión se refieren a la imposibilidad de realizar dos tareas de aprendizaje al mismo tiempo, como un cuello de botella que impide al cerebro procesar dos labores a la vez.

"Diversos estudios ya han contrastado que aunque la multitarea favorece la capacidad de aprendizaje, éste se revela como muy superficial. Así, la persona que suele estudiar en modo multitarea ve reducida considerablemente la capacidad de adquirir conocimientos en detalle", apunta Dierssen, al tiempo que alerta sobre los posibles efectos que esto puede tener en el cerebro humano.

El psicólogo David Meyer, de la Universidad de Michigan (Estados Unidos), es uno de los especialistas que aportan una visión más positiva del fenómeno, al menos a corto plazo. Explica en varias publicaciones que la multitarea puede ayudarnos a ser más efectivos en determinadas habilidades, pero advierte que en sus investigaciones se ha contrastado que quienes efectúan varias actividades a la vez segregan más adrenalina y hormonas que favorecen el estrés, lo que puede originar a largo plazo problemas de salud, al tiempo que contribuye a la pérdida de la capacidad de memoria.

"Un problema añadido de la forma en la que trabajan quienes lo hacen en modo multitarea es que están siempre haciendo algo, lo que perjudica la consolidación de la memoria. No dejan tiempo para reposar lo aprendido y que los conocimientos se consoliden", abunda Dierssen.

Una investigación llevada a cabo por el psicólogo Russell Poldrack en la Universidad de California-Los Ángeles (UCLA) mostró como quienes aprenden cosas utilizando la multitarea utilizan una parte diferente del cerebro que quienes están concentrados en una sola cosa. A juicio de Poldrack, estos cambios en los mecanismos de aprendizaje alteran el funcionamiento normal del cerebro y pueden hacer perder eficacia a largo plazo, aunque en un principio se tenga la sensación de ser más productivos en nuestra capacidad de trabajo.

"Es cierto que los jóvenes han mejorado su capacidad de procesamiento secuencial. Tardan menos en concentrarse cuando cambian de tarea. Pero también se ha reducido su capacidad de adquirir conocimiento", admite Dierssen sobre los cambios que son palpables en el comportamiento de la generación multitarea y que apuntan la futura evolución del cerebro en esa dirección.

En la misma línea se pronuncia un reciente estudio del británico Joint Information Systems Committee (JISC), elaborado por un equipo de la University College London sobre las necesidades de los investigadores en internet. Concluye que mientras que los jóvenes tienen unas mayores capacidades para utilizar las herramientas de búsqueda, carecen de las habilidades necesarias para analizar de forma crítica la información que encuentran en la web, circunstancia que ha propiciado ese sobrenombre de generación Google.


Más dispersos, menos eficientes

Los docentes critican que internet no mejora la capacidad de trabajo de sus alumnos ni fomenta su curiosidad

Luis Izquierdo | Madrid | 17/08/2008 | Actualizada a las 03:31h

La tecnología ofrece a los adolescentes L infinitas posibilidades para buscar información en la red, pero la mayoría sólo persigue un atajo para hacer sus deberes y ganar tiempo para dedicarse a otra cosa. Por lo menos así lo ven docentes consultados por La Vanguardia,quienes observan más inconvenientes que ventajas en la dependencia de los jóvenes de los gadgets tecnológicos.


"Han nacido en una sociedad en la que le das a un botón y lo tienes todo. No están acostumbrados a esforzarse para conseguir lo que quieren", comenta Laura Moreno, profesora de tecnología en un colegio concertado de Madrid. "Tienen un sentido de la eficacia diferente. Quieren acabar rápido y dedicarse a otras cosas: el messenger, la PlayStation, pasarse vídeos... Están como narcotizados por la tecnología", asegura.

Belén Cid imparte lengua y literatura en un instituto de Oropesa (Toledo), admite que ahora tienen acceso a muchas más fuentes de información, pero opina que los que consultan con una segunda o tercera entrada son los pocos que habrían acudido a otros libros de no existir internet. "No creo que mejore su capacidad de trabajo; pienso que los profesores nos estamos acostumbrando a pedirles menos y que se está perdiendo mucho la memoria", reflexiona.

Astrid tiene 15 años y acaba de terminar cuarto de ESO en un colegio de Reus. Solía hacer los deberes enchufada al messenger, mensajeándose con el móvil y escuchando la tele, pero esta primavera se dio cuenta de que tardaba mucho más de lo razonable en terminar sus tareas escolares. "Me concentraba a ratitos y me daban las tantas sin terminar", admite. Un día decidió cerrar el messenger y apagar el móvil mientras estudiaba. Sólo quedó la tele de fondo. Esta decisión le ha permitido obtener unas extraordinarias calificaciones este curso.

Laura Moreno cree que los niños más enganchados al ordenador suelen ser los que pasan más horas solos en casa y los que obtienen resultados académicos más mediocres.

Belén Cid se ha tomado su tiempo en comparar la materia que ahora se imparte en 4. º de ESO y la que se daba en 2. º del antiguo BUP y estima que se ha reducido a la mitad. "Es verdad que los alumnos son mucho más rápidos que los adultos buscando información, cosas anecdóticas, pero en cuestión escolar eso sirve de poco", considera. Malena vive en la periferia de Madrid y tiene 11 años. Sus padres acaban de instalar un ordenador en su habitación y le permiten acceder al messenger con cierta mesura.

Camino, su madre, explica que pasa algunas horas de la tarde charlando a través de la web con sus compañeras, pero que a cierta hora se apaga el ordenador. "Quiero que lo maneje bien. Ya se baja vídeos de las series que le gustan y juega en red con algunas amigas, pero sé que hay que estar muy atento a lo que hace ahí dentro y poner límites, porque ella estaría todo el día", explica. Y anticipa que a partir de septiembre, cuando empiece el curso escolar, habrá que tasar de forma muy clara cuándo se puede y cuándo no encender esa ventana al mundo cibernético.

"Veo a las chicas más capaces de estar pendientes de todas esas cosas y de atender satisfactoriamente a sus obligaciones escolares. Los chicos suelen conformarse con peores notas, están más enganchados a la consola", opina Laura Moreno.

"La red tiene muchas cosas buenas, pero también muchas malas. Ya se pueden encontrar los resúmenes de cualquier libro, por lo que obligarles a leer y luego pedirles un trabajo y nada más no sirve para nada. Se nota que muchos alumnos copian y pegan frases sin más, pero les da lo mismo", se lamenta Belén Cid. Se ve en la obligación de encargar a sus alumnos cosas que no estén en internet. No lo tiene fácil, la red contiene millones de documentos y los adolescentes son especialistas en navegar.


Una escuela de impaciencia

La navegación por internet se desarrolla hoy a una velocidad que hace sólo cinco años nos parecía un sueño. Y, sin embargo, lejos de satisfacer a los internautas, no ha hecho más que incrementar su ansia de navegar sobre las páginas cada vez más rápido. Así lo confirma un estudio realizado por un equipo del University College London sobre las necesidades futuras de los investigadores en internet, donde se expone que, independientemente de la edad, los usuarios de este medio tecnológico son cada vez más impacientes en la navegación y no muestran ninguna tolerancia cuando las páginas tardan mucho en descargarse.

La mayor frustración se produce cuando se pierde la conexión, momento en que el usuario se siente perdido. Como si internet fuese un servicio tan esencial como la electricidad, el agua o el gas. Lo más común es que el internauta pase los minutos y hasta las horas siguientes tratando de averiguar de forma obsesiva el origen de la desconexión, algo que probablemente no haría si no saliera agua por el grifo.

Góticos, emos

Dos reportajes sobre emos y góticos

'Emos', 'visual' o 'lolitas', elija usted mismo

Las culturas urbanas del siglo XXI nacen, crecen y se transforman a la velocidad de la Red, su instrumento fundamental - A pesar de los cambios, las tribus siguen siendo vehículos de identidad y pertenencia - Japón marca tendencias

J. A. AUNIÓN, EL PAÍS 18/08/2008


Pablo corrales, Pau Emo Raper


Fotos:

La adolescencia hecha 'emo'

Pablo Corrales, Pau Emo Raper (18 años). El estilo emo es un "conjunto de gustos compartidos". Sentimientos a flor de piel, angustia juvenil, vaqueros pitillo, flequillazo, piercing y algún tatuaje, por ejemplo, una estrella en el antebrazo.

'Lolita': rococó en la Gran Vía

Mercedes López, Merkades (27 años). Apasionada de la moda y la historia. Classic lolita. Vestido de época (hasta 400 euros), pololos, medias o calzas, bolso, sombrilla y lazos. "Te sientes a gusto. Vernos por la calle es como ver un cuadro".

'Visual kei': andrógino y llamativo

Daniel González (Brando, 22 años). El visual kei es una estética "andrógina y muy llamativa". Mucho maquillaje. Su forma de vestir es la de alguien "que le gusta mucho arreglarse, igual que el que usa gomina y se pone un polo de marca", dice.

Los clásicos se reinventan

Los clásicos se reinventan

Los góticos, amantes de ese arte y su revisión romántica, del negro, los pinchos y la palidez, sobreviven en permanente revisión. Y los heavies, punkis, hippies, rocker, psicobillies, mods, moteros, maquineros, okupas...

Claudio Monge

Raperos a la española

“Poeta soy de guardia entre tragicomedias / surge la noche y llega la calma / ahora más el bolígrafo se aferra a mi palma”. Claudio Monge (Claux, 18 años): le gusta rimar con sus amigos, viste ancho y ama a los Violadores del Verso.


Fernando Torrijos

El amor por japón o ser 'otaku'

Fernando Torrijos (Ripsaber, 24 años). “Nos gusta la cultura japonesa, el [cómic] manga, anime [animación], videojuegos”. Él se queda con estos últimos. Su preferido, el Guiltiyear. Les va el negro, pero sin estética definida; toman de unos y otros.

"Mamá. Papá. Soy lolita gótica". A esta frase de una adolescente cualquiera, ataviada con un vestido recargado, al estilo del siglo XIX, pero con una falda más corta, con lazos, diademas, parasol, incluso pololos, los padres pueden reaccionar de distintas formas.

Atraen durante más tiempo, a veces hasta la treintena, asegura un sociólogo

"La desinformación hace que la gente no entienda nada de sus hijos", dice una joven

La desorientación juvenil se alarga, y familia o clase social ya no son referentes

Por ejemplo: "¡Qué disgusto! Pero, hija, ¿cómo ha sido? Y, sobre todo, ¿eso qué es?". No se alarmen, es una nueva subcultura urbana, incipiente todavía en España, y de estética muy llamativa. "Pero va más allá de la estética; se trata de rescatar la cultura victoriana, el rococó, la inocencia, el buen gusto, el respeto, valores que se han perdido y que se ven en cosas tan sencillas como ceder el asiento a una persona mayor en el autobús", explica Yolanda Villajos, diseñadora de moda y lolita de 25 años.

Nacido en Osaka (Japón) en los años setenta, se extendió por todo el mundo en los noventa, y en España hay lolitas entre 15 y 32 años, explica Villajos. Son fervientes amantes de la moda, y cuando quedan les gusta charlar, pasear, hacer pic-nic o visitar museos. Hay muchas variantes: además de las lolitas góticas (de negro y blanco) las hay clásicas (más formales), sweet (rosa y pastelitos) o punk (cuadros escoceses), y así hasta una veintena que una misma lolita puede ir alternando.

Para un profano puede ser un auténtico lío. Como ya explicaba un estudio del Consejo de la Juventud coordinado por el antropólogo Carles Feixa, si algo caracteriza a las tribus urbanas (o culturas juveniles) del siglo XXI es "la difuminación de las fronteras entre las distintas subculturas, y los procesos de sincretismo (de mezcla y unión)". Esas subculturas, aunque tengan aspiraciones trascendentes, nacen, se transforman y fusionan tan rápido como las modas de verano e invierno. Pero Feixa cree que ya no son tan pasajeras -"Como la juventud, ha dejado de ser una etapa de paso para convertirse en una etapa de impasse"-, ni sólo juveniles, sino que atraen a una nueva clase de "joven-adulto, de entre 30 y 45 años, que vive a caballo entre los dos mundos: trabaja a tiempo parcial, tiene relaciones familiares inestables, y busca en la moda y el ocio su propia imagen". Un recorrido por la web -instrumento fundamental de las tribus modernas que da a las que triunfan una difusión global- produce auténticos mareos y, a la vez, da la dimensión de esa volatilidad. Es realmente curioso ver las discusiones en los foros sobre si aquel complemento o aquella actitud es fundamental para ser tal o cual, o si le convierte en un impostor.

Como ejemplo de fusión resultan paradigmáticos los emos. Con estética que ha cogido de aquí y allá -los pantalones pitillo de los punkis, el pelo cardado de los góticos, las muñequeras de pinchos...-, llevan zapatillas marca Vans o Converse, piercing en la boca y en la nariz y el flequillo les debe tapar al menos un ojo. Su nombre viene de una corriente musical, el emotional hardcore -uno de los grupos que más se citan es My Chemical Romance-, y desde que nació en Estados Unidos a mediados de los ochenta se ha extendido como la pólvora por todo el mundo. En cuanto al pensamiento, sería algo así como la adolescencia hecha tribu a través de una estética, es decir, la exaltación de los sentimientos, el aislamiento, la incomprensión, la tristeza y la melancolía como señas de identidad. La mitología popular les ha acusado de gusto por las tendencias suicidas y la autolesión, y en general el resto de tribus les tienen una manía feroz: en México y Chile ha habido agresiones organizadas a emos.

Pero todo esto, en cualquier caso, se trata de la teoría, creada por la gente que se toma más en serio la tendencia, la cultura y la pertenencia. Pero no todos, ni mucho menos, se lo toman así. "Hay tantos tipos de emos como emos", dice Pau (Pablo Corrales, 18 años), escondido tras un flequillo que le tapa toda la cara hasta debajo de la nariz. Su nombre de batalla es Emo Raper, algo que probablemente provocaría escalofríos en algún purista de la cosa. Junto a sus amigos, en la plaza de España de Madrid un viernes a las siete de la tarde, admite que el emo es una mezcla de estilos.

Se trata de una tendencia que está teniendo mucho éxito entre los más pequeños, que son muy conscientes de las etiquetas que se cuelgan. En otro grupo, también en la plaza de España, está Andrea, de 15 años: "Nos llaman emos. Los emos son como los góticos, pero mezclando colores. Nos tienen manía porque somos suicidas. Y somos todos bisexuales", repite mecánicamente mientras el resto (incluidas dos chicas que se definen como neogóticas) protesta a lo de la bisexualidad.

Para quien a estas alturas del texto tenga la tentación de reírse de estos chavales por vestirse de una determinada manera y juntarse para compartir afinidades, vayan estas palabras del sociólogo de la Universidad de Alicante Antonio Alaminos: "Igual se podría considerar tribu urbana a los ejecutivos con corbata, a los taxistas, a los mecánicos u otras formas institucionalizadas de vestir en el ámbito de la producción. Tienen formas de vestir parecidas, los mismos hábitos, etcétera. '¿Usted qué es?'. 'Taxista". Pero es cierto que los jóvenes buscan diferenciarse del mundo adulto y "los usos más habituales del día a día". "Ocho de cada 10 jóvenes se identifica con grupos de amigos, estilos de vida, formas de consumo. La identidad ya no la da una clase social, sino la adscripción a un grupo alternativo. No es familia, escuela, trabajo: es grupo de amigos en el tiempo de ocio y consumo", asegura Alaminos, y añade que las tribus actuales tienen poco de original: "Reproducen esquemas importados de otras culturas".

De hecho, sin contar a los emos, la cultura que impera es la japonesa, como en las lolitas, pero también los visuals o los otakus (que así se autodenominan, aunque les pese a los que saben que en japonés ésa es una palabra despectiva que viene a significar freak). Curiosamente, se trata de que los japoneses hacen su propia revisión de las tendencias occidentales, y éstas son las que triunfan de vuelta en Europa y América. Los visual kei son gente a la que gusta un tipo de música rock japonesa que se completa con un vestuario y estilismo muy cuidados. Corpiños, ligueros y mucho maquillaje dentro de una estética muy andrógina. Un grupo de culto para ellos es Malice Mizer.

Los otakus son, simplemente, gente a la que le vuelve loca todo lo japonés; el cómic manga, el anime o los videojuegos, en particular, y les va disfrazarse de vez en cuando de algún personaje de manga (esto se llama cosplay). Un ejemplo de su heterogeneidad es un grupo que se reúne en la plaza de España de Madrid y queda por Internet, a través del foro El Consejo Friki. Su punto en común es que les gustan "distintos aspectos de la cultura japonesa", dicen Pachi, un joven de 18 años y de aspecto heavy, y Knu, de 17 y aspecto, tal vez, visual, mientras Laura (16) explica que a sus padres les da igual que ella sea una mezcla entre emo y visual porque ellos fueron en su día heavies: "Mientras no vaya en pelotas", dice.

Para algunas personas ser lolita "implica incluso enfadarse con su familia por llevar esas pintas, pero eso pasa en cualquier tribu. El otro día hablaba con una chica que llevaba los pelos estilo emo pero no era emo. Su padre no le hablaba porque pensaba que se cortaba las venas. O una chica gótica, que su madre pensaba que hacía rituales satánicos. La desinformación y los medios de comunicación que tergiversan la realidad para hacer de una persona que viste y vive diferente un reality show hace que la gente no entienda nada de sus hijos", se queja Yolanda Villajos, la lolita de 25 años. Alessandra, una emo de 14, cuenta que en su colegio "de monjas" la sientan en misa en la última fila.

Lo único que comparten las tribus "es la manera en que son percibidas por la sociedad: como un estereotipo que asusta y al mismo tiempo atrae", explica el antropólogo Carles Feixa. Ante ellos, la sociedad pasa del miedo, en épocas de crisis, a la fascinación, en las de bienestar: "En el fondo, las culturas juveniles nos hablan de nosotros, de nuestros propios demonios familiares. Ya decía José Luis Aranguren que la juventud retrata siempre, con trazos fuertes, a la sociedad, quien no acostumbra a sentirse cómoda ante este retrato", añade.

"Tienen prejuicios, por no haber reflexionado sobre el tema. Se dice, por ejemplo, que los jóvenes siempre bebieron alcohol, pero hoy están bebiendo cantidades mucho más peligrosas, según la Organización Mundial de la Salud", asegura Fernando Gil, profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca que acaba de publicar el libro Juventud a la deriva. Gil insiste en que los jóvenes han perdido las referencias clásicas (familia, politica y religión): "Ya nadie sabe dónde comienza y dónde acaba la juventud".

"Hay culturas de toda clase y condición, tanta fragmentación que es dudoso establecer un mapa coherente de las subculturas juveniles", añade Gil. Los raperos están bajo la etiqueta de la cultura hip-hop, se les distinguirá por su ropa ancha y sus pantalones caídos. Pero los que bailan son b-boys; los que pintan, grafiteros, y los que cantan, MC. Las bandas latinas usan esta estética. Los raperos más jóvenes han renegado del rap estadounidense. Muchos skaters (los del monopatín) han tenido también este aspecto, pero ahora son más punk. También hay muchos emos que andan en skate. Pokeros es como se llama ahora a los bakaladeros (les gusta el chunta, chunta y les pirran los chándal y los coches tuneados). Se pueden confundir con lo que en Cantabria llaman canis, que en el sur también les gusta Camarón...

Guía de las nuevas subculturas urbanas

J.A.A 17/08/2008

Cultura Japonesa

Toda la información sobre las subculturas underground llegadas de Japón. Explican el estilo lolita y el visual kei, entre otros.

Más información

Lolitas

"El Lolita es una subcultura underground de carácter trasgresor que surge como una propuesta estética y contracultural de última generación, rescatando para ello el espíritu artístico de los siglos XVIII y XIX y fusionándolo con elementos de nuestra cultura pop". Su estética: vestidos de época, parasol, enaguas, pololos, bolsos, zapatos y medias. Ésta es pàrte de la descripción que hacen del estilo lolita en Lolita in wonderland.

Más información

Otaku

El otaku es el amante de la cultura japones en general, pero sobre todo del manga y el anime. Hay todo tipo de webs y foros, aquí proponemos uno de los heterodoxo:O takuland en Consejo Friki.

Más información

Emos

Los Emos tienen las emociones a flor de piel. Se trata de la exaltación de los sentimientos al puro estilo romántico. Su nombre procede del estilo de música Emocional Hardcore. Su estética contempla en flequillos sobre la cara, camisetas de gurpos musicales, vaqueros pitillo, pulseras de calaveras, y piercings en nariz y labios y en la nariz. ésta se define como la comunidad emo más grande del mundo.

Más información

Un foro para Emos

Este foro emo es uno de los más activos donde comparten opiniones, consejos...

Más información

Un adolescente extraño




Mi hija, una adolescente extraña
Imagen no disponible
Cosmic Debris / 'La Vanguardia'

Esta creación de Cosmic Debris (Detritos Cósmicos) arrasa en las tiendas de cómics


Jóvenes que tienden a aislarse se dejan seducir por personajes con gustos siniestros como Emily the Strange. ¿Hay que preocuparse?

Maricel Chavarría | LA VANGUARDIA Barcelona | 03/04/2008 | Actualizada a las 03:31h

Ser adolescente implica vibrar con determinados estímulos y el mundo de lo siniestro puede ser uno de ellos. En plena efervescencia hormonal, la juventud escoge a veces el lado oscuro, el desamor, la idea de muerte, para romper barreras aunque sea de forma transitoria. Es un modo de canalizar su necesidad de vivir intensamente y de vehicular el malestar que le provoca esa etapa de su vida.


Los emo, el legado de The Cure

¿Recuerda usted el atractivo desasosiego que le invadía oyendo hace 20 años los largos acordes de The Cure y al desalentado Robert Smith, su vocalista? La música gótica nació de un estado de ánimo sombrío y suicida. Seguida por la clase media y media-baja - ¡Nenitas!, los llamaban los seguidores del punk-, era un ejercicio individualista y de autodestrucción, pero uno de los estilos más auténticos en su origen.

Entre su legado se halla el emo, derivado del hardcore punk de finales de los 80. Es decir: estallidos de furia combinados con sonidos más apacibles. ¿Los más escuchados? Green Day, My Chemical Romance... (falsos emo, según los puristas). En definitiva, look gótico con bases hardcore.

El boom del personaje de cómic Emily the Strange - que surgió como pegatina publicitaria y triunfa ahora en camisetas, tazas, chocolatinas o bolsos- tiene su explicación. Emily es contracultural, curiosa, viste de negro y se esconde tras un largo flequillo. Es rara. Se aísla, se rodea de gatos negros, sueña con murciélagos y cultiva calaveras en una maceta. "Emily no tiene amigos imaginarios, se inventa enemigos imaginarios", reza una de sus máximas. En fin, "Emily no es mala, pero no soporta lo bueno".

"Con sus cabellos largos y su cara triste, medio emocional, medio gótica, Emily cuadra con lo que los adolescentes buscan ahora", apunta Elena Crespi, psicóloga del Institut d´Estudis de la Sexualitat i la Parella y colaboradora del programa de radio Prohibit als pares."Su vis siniestra cubre su necesidad de expresarse y decir que la vida es una mierda.Buscan llamar la atención: yo soy diferente, lo estoy pasando mal, soy muy emocional".

En la actualidad, existe un término en argot que se usó en principio para describir las actitudes y estilos relacionados con la música emo (véase recuadro). Emo es un estado general de infelicidad o melancolía, que adoptan básicamente jóvenes, con cuya estética intentan parecer personas tristes y amargadas.

"Está de moda decir que te atrae la muerte o que estás pasándolo tan mal que ese es el único remedio -prosigue Crespi-, pero lo que hay es miedo a la muerte.

Esos adolescentes están experimentando, buscan su identidad, lo cual no tiene por qué representar un problema. Saben distinguir entre realidad y ficción".

La música, refugio vital en esa etapa de desconcierto, les brinda la posibilidad de identificarse con la estética del emotional rock o hardcore emotional (emocore), estilos procedentes del hardcore punk, el indie rock o el rock alternativo, tan alejados en principio de lo comercial. Pero la televisión bombardea con Avril Lavigne o la cantante de Evanescence: ¿quién no va a intentar emularlas?

"Es importante la frontera entre el ejercicio de autoconocimiento de una persona joven y una escalada de autodestrucción. No se trata - añade Crespi- de meterse en ese mundo y dejarse devorar, sino de seguir investigando quién soy yo.Tanto siniestro, tanto amor, tanta emoción y sensibilidad pueden acabar devorándote. Y vivimos en una sociedad que no ayuda precisamente a salir del mito del amor y la pareja".

Un gran handicap de los emo es hallar gente afín. Internet facilita los encuentros entre fans de grupos como My Chemical Romance, sí, pero, ¿qué sucede al llegar al instituto? Los casos de jóvenes -más chicas que chicos- que son víctimas de bullying por su semblante gótico merecen atención. No tener el respaldo de la clase y encontrarse con gente únicamente por medio de la red es una manera de automarginarse y de no aprender a adquirir las herramientas que evitarán que el resto te margine, advierte la psicóloga. De ahí la importancia de avisar a los mayores de un acoso.

No obstante, los emo también son vistos con preocupación por el grupo. Virginia Trémols, psicóloga infantil del Institut Universitari Dexeus, confirma que tras una moda se esconden problemas más profundos. "Te lo cuentan los chavales: de repente en su grupo de veraneo tienen un emo y ven que no pueden ni discutir entre ellos, porque esa persona lo pasa fatal. Puede pasarse una semana sin salir de casa por algo así, te explican. Y están hablando de un chico de 13 años".

Para Trémols, hay un impacto alto de depresión entre adolescentes. "Está infradiagnosticada. Nos cuesta entender que niños y jóvenes estén deprimidos, entre otras cosas, porque nos cuestiona qué mundo les hemos dado. Y su depresión es menos evidente, pues no afecta a todas las áreas de la vida: pueden estar muy bien en casa y mal en la escuela".

Obligada a acostumbrarse a un nuevo cuerpo, a soportar la presión de un entorno que le exige deberes, la adolescencia se deprime con más facilidad, advierte Trémols. "Tienen miedo a dejar la niñez, al fracaso, a no dar la talla. Hay que tener cuidado con algunas modas existencialistas en las que estos jóvenes encuentran una autopista para su discurso. Pueden parapetarse ahí", añade.

En cualquier caso, las patologías no las crea la moda. Les puede dar forma, pero los especialistas en la salud mental advierten que, ante un adolescente en un estado un poco ataráxico, encerrado en su mundo y en una especie de desconexión, pensar que la causa es lo siniestro y las amistades depresivas es desacertado. El malestar ya estaba allí, latente, difuso. Un sufrimiento silencioso que empatiza con otro similar y que se ha expresado con los cambios de la adolescencia.

"La propia deconstrucción de la sociedad y de los modelos actuales lleva al colectivo de los jóvenes a estar más desorientado. ¿Con quién me identifico?, ¿hacia dónde me oriento?", analiza la pedagoga Rosa María Miró, de la Institución Balmes, un centro de educación especial. "Hay un caldo de cultivo previo que hace que ciertas personas tenga dificultades para hallar esas identificaciones. Están afectadas en las primeras etapas de la vida por lo que llamaríamos una idea de un sentimiento de vida, en el que el otro, los padres, no le orienta en cómo desea que se haga mayor. Y eso no son problemas mentales".

¿Cómo puedo crecer si el otro no me da pistas pero me exige que crezca?,es la gran pregunta de esos niños. "Eso les lleva a la irritación y en la escuela se les percibe como los que vienen a molestar. Lo hacen para ver si a partir de eso les orientan. Y eso les produce angustia. Su retraso en el aprendizaje no se debe a que no sean inteligentes: sucede que están muy ocupados en cómo hacer para crecer".

Lo siniestro les aporta la idea de un sentimiento triste de vida. "No le pueden poner palabras -prosigue Miró-, pero tienen un sentimiento de abandono, de desamparo. Y son muy dependientes. Identificarse con lo gótico consolida su idea de ser un colectivo rechazado. Las ideas de muerte les sitúan en un lugar de placer con relación a su condición: no soy nada, no me he podido construir. Pero también en el camino de adaptarse a los demás: No soy lo que el otro espera".

Chicos y chicas no expresan ese malestar del mismo modo. Ellos, más disruptivos, montan números. Ellas se escoran hacia la melancolía y se encierran en sí mismas.

"Hoy es un drama hacerse mayor -concluye Miró-, en una sociedad de la inmediatez donde todos delegan el crecimiento del niño.

Ese sentimiento de abandono no se debe a una desestructuración familiar ni el problema es que los padres no hagan bien su función. Sencillamente, algo falla en la comunicación. Y los padres no son conscientes. Deben aprender a pedirle al hijo que se haga mayor. El objetivo es que el sentimiento de angustia se convierta en pensamiento. A partir de ahí se puede evolucionar y crecer".

Qué les da Tim Burton a los niños

Pocos creadores han logrado explotar la inevitable atracción de los niños por lo siniestro con la eficacia de Tim Burton. Bitelchús o Pesadilla antes de Navidad fueron preparando el terreno para el clímax alcanzado con La novia cadáver, prodigio de animación protagonizado por una lánguida jovencita que, como indica el título, habita el mundo de los muertos.

Las muñecas de la novia se han convertido en un objeto de culto de niños y adolescentes que viven su etapa gótica.


¿Cómo saber si están viviendo un proceso autodestructivo?

"Un indicador es la presencia de la angustia en su vida cotidiana, como algo subjetivo"

"Para mí, ser gótica es ser yo misma, sin confundirme con los otros". Así se presenta, en la consulta, una joven de 16 años, con vocación artística y celosa de su diferencia. Con una cuidada estética dark y con un semblante melancólico, habla de sus dificultades de pareja, su incertidumbre ante el futuro y de sus proyectos creativos.

Ella, como muchos otros jóvenes de su generación, cree pertenecer a la tribu de los que se sienten diferentes. Como una de sus heroínas, Emily the Strange, no busca pertenecer, busca perderse. De hecho, cualquier tribu (heavy metal, emos, techno, hip-hop, latin kings, ecologistas, skatters...) se construye acentuando sus diferencias respecto a los otros.

¿Qué beneficios tiene para los adolescentes? En primer lugar les aporta significaciones, les provee de un discurso, en un momento vital en que están faltos de palabras, para explicarse todas las novedades que la pubertad implica. Por otra parte, los conecta a sus iguales y les procura un estilo de vida, una manera de estar en el mundo y sobre todo de habitar su cuerpo.

¿Estas identificaciones, sobre todo las relacionadas con la muerte, pueden comportar efectos patológicos? Reconocerse y ejercer de gótico no implica ser un depresivo ni tener ideaciones suicidas. Su discurso es más complejo e incluye intereses sobre lo bello y lo sublime con una presencia importante del arte.

Recrearse en el semblante melancólico es ya una manera de tratar el acontecimiento más radical para un sujeto, como es la muerte misma. Y más en una cultura anestésica como la nuestra, donde nos esforzamos para no saber de ella, como si eso fuese posible.

En cualquier caso, la patología, si existe, es previa y lo que hace la identificación es reforzar esa interpretación singular que el sujeto hace de sí mismo y de su relación a los otros.

¿Cómo distinguir, en ese proceso, lo creativo de lo autodestructivo, lo que favorece el lazo social de la pulsión de muerte que habita en cada uno? Dos indicadores nos pueden servir. Por un lado, ver si se trata de una verdadera certeza, como el indicio de que hay allí una fijación excesiva y persistente en el tiempo, que no admite vacilaciones y que además alcanza cualquier ámbito de la vida. No sólo se viste oscuro, sino que la vida misma se le oscurece y además es algo tan íntimo e inefable que apenas nos puede decir nada de esa experiencia vital.

El otro indicador es la presencia de la angustia, como fenómeno subjetivo, presente en la vida cotidiana (insomnio, aislamiento, trastornos de la alimentación, consumos excesivos...). Cuando eso sucede, seguramente no basta con tratar de persuadirles para que abandonen su estética o con dejarles hacer confiando en los efectos terapéuticos del paso del tiempo. Es el momento de buscar una ayuda profesional antes de que su oscuridad los engulla.

JOSÉ R. UBIETO Psicólogo clínico y psicoanalista


México no quiere a los "emos"

Son discriminados por parte de otras tribus urbanas como punks", "darks" y "metaleros" | Utilizan ropa ceñida y colores oscuros contrastados con blanco y rosa, favorecen la delgadez, y entre sus filas es común la bisexualidad


México. (EFE).- Los adolescentes identificados con el género de música "emo", de apariencia sensible y melancólica, han sido descubiertos por la sociedad mexicana después de que la discriminación de la que son objeto por parte de otras "tribus urbanas" se materializara en enfrentamientos y detenciones. La situación saltó a luz pública a raíz de un enfrentamiento en marzo pasado en el que otros colectivos más conocidos como "punks", "darks" y "metaleros" pretendieron expulsar a los "emos" del centro de la ciudad de Querétaro por considerarlos homosexuales y acusarlos de "copiar" su estilo, lo que se saldó con una veintena de detenidos.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México sostiene que estos casos son de "especial gravedad" y asegura que ya se han presentado incidentes similares en 14 estados del país, donde en algunos casos la policía ha establecido operativos especiales para evitar agresiones.

David Chimal, de la agencia de investigación de mercados De la Riva, explicó a Efe que los "emos" son una minoría que basan su estilo de vida "en sentimientos de amor, odio y desilusión", algunas veces "manifestado a través de conductas depresivas, automutilaciones, e incluso, el suicidio".

Esta subcultura, prácticamente desconocida en México hasta estos días, se ha ido construyendo durante más de 20 años y está representada por bandas musicales como Dashboard Confessional, Sparta, Thursday y Taking Back Sunday, My Chemical Romance, Emery, Green Day y Dead Poetic, entre otros.

El término "emo" como tal fue utilizado por primera vez a finales de los años 80 para designar a un género musical alternativo de Washington, que combinaba el hardcore punk, un matiz melódico y lento, con letras que abordaban las emociones y los estados de ánimo, según Chimal. Empero, a partir de 2000 la palabra comenzó a atribuirse a toda clase de bandas que no tenían relación con lo que el género era en sus inicios, aunque siempre con un acento en las emociones.

Por lo general, se trata de jóvenes pacíficos, opuestos a las adicciones y al maltrato de animales, que "muestran una expresión triste y melancólica, a veces inerte", e intentan cubrir parte de su rostro con cabellos, destaca el investigador. Utilizan ropa ceñida y colores oscuros contrastados con blanco y rosa, favorecen la delgadez, y entre sus filas es común la bisexualidad.

México acogió las últimas semanas diversos foros, marchas y encuentros en los que los jóvenes integrantes de las principales "tribus urbanas" se han dado cita para expresar su rechazo ante cualquier forma de discriminación y negar una guerra entre bandos.

Las agresiones que han sufrido los "emos" son "reflejo de que somos una sociedad que no respeta al diferente, que no puede aceptar a alguien que piense diferente", comentó a Efe la directora general del gubernamental Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ), Priscila Vera.

La encuesta nacional realizada en 2005 por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación reveló que una de cada tres personas pertenecientes a una minoría en México se ha sentido discriminada alguna vez en su vida.

Otro estudio, de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, denunció a finales del año pasado que los jóvenes son el sector que más discrimina a sus semejantes, ya que el 53% no quiere tener a un homosexual como vecino.

Para Fernando Aguilar, sociólogo y profesor de políticas de la juventud en la Universidad Autónoma de México (UNAM), la causa de los recientes enfrentamientos son "el proceso de exclusión" y el "sentimiento de no futuro" que sufren los jóvenes en México.

En internet es fácil encontrar foros y vídeos que alimentan el odio contra los autodenominados "emos", pero en México el encono ha sido propiciado incluso desde algunos estamentos de la sociedad. Por ejemplo, el alcalde de la ciudad de Celaya, el conservador Gerardo Hernández, anunció recientemente un plan para "reubicar" a los "emos" que se concentran en el centro de esa ciudad, donde suelen congregarse en sus ratos libres, porque "afectan la imagen" y "dan mal ejemplo".

Otra voz que intervino fue la del obispo del suroriental estado de Chiapas, Felipe Arizmendi, quien exhortó en un artículo a los jóvenes "emos" a seguir el camino de Jesucristo para sobreponerse a su falta de identidad.

Y un grupo de diputados locales del sureño estado de Oaxaca propuso la creación de comités de la juventud para evitar la formación de grupos de "emos" porque son "ajenos" a la cultura local.






La cultura geek


Emerge una nueva tribu, fanáticos de la tecnología, con sus propios lenguajes, música, arte, cine y literatura


Josep Massot | LA VANGUARDIA Barcelona | 17/08/2008

Escritores como Michael Chabon o Junot Díaz, músicos como They Might be Giants o Weezer y cineastas como Darren Aronofsky se identifican con la cultura geek, un término intraducible al castellano nacido en Estados Unidos con sentido peyorativo y que hoy ampara una abigarrada multitud de locos por la ciencia o las nuevas tecnologías, solitarios en red con sentido reivindicativo. Chabon confesó a La Vanguardia que tuvo que cerrar sus webs, alarmado por el tiempo que consumía ante el ordenador comunicándose con otros navegantes.

La mayoría de los que se reconocen como geeks se lo toma con humor (el término ya es irónico). Hay consumistas: "Ser que consagra su mente y su bolsillo a los designios tecnológicos impuestos por los grandes fabricantes de su época", según un internauta anónimo. Otros son concienciados, como los hacktivists (juego de palabras entre hacker,pirata, y activista político). Utilizan el 2.0, predican las licencias libres y se sirven del Ubuntu, software libre, distribuido por Debian GNU/ Linux, promovido por Desmond Tutu y financiado por un mecenas sudafricano. Ubuntu (en zulú) quiere decir "humanidad hacia otros" o "yo soy porque nosotros somos".

Las caricaturas del geek convencional le presentan con gruesas gafas, camisetas con lemas irónicos y vaqueros o bermudas y como seres solitarios, obsesivos, ciberadictos, fanáticos de la última tecnología y de los mundos imaginarios.Tienen su propia cultura, libros, filmes, arte, música, lenguaje y forman una comunidad enchufada a la red, que prefiere (no todos), en primera opción, la comunicación virtual al contacto personal. Entre ellos hay fútiles disputas sobre su identidad: como sucedió con los beatnicks, los hippis o los punkies, no hay retrato robot que satisfaga a todos. Unos dirán que el geek más célebre es Bill Gates y otros sostendrán que se trata de una contracultura surgida en la universidad: ahora se alarga la vida de estudiante y se promueve la especialización en una sociedad de servicios.

Si los hippis querían volver a la naturaleza y los punkies vivían un presente urbano sin futuro, los geeks son solitarios y forman redes de comunidades de intereses (de FaceBook a weblogs sobre ciencia, tecnología, cómics o ciencia ficción). La sociedad de la información y de la alta tecnología ofrece la paradoja - palpable en la California de Sillicon Valley- de una mezcla de futurismo y medievalismo, de ciencia avanzada y de pseudosabiduría esotérica, con la búsqueda de un conocimiento interior, presuntamente profundo, entre el laptop (ordenador portátil) y el Grial.

Si se le da un despertador a un nerd, primero leerá el manual y luego lo utilizará aplicadamente; si se le da a un geek, pasará del manual, desmontará el reloj y tal vez le encuentre un nuevo uso. Benjamin Nugent acaba de publicar la historia del American nerd (Scribner) y Neil Fieneman Geek chic: the ultimate guide to the geek culture (Gingko Press), que dejan muy atrás un libro como Escape velocity: cyberculture at the end of the century,de Mark Dry. Nugent sitúa las raíces lejanas del nerd en los inmigrantes que llegaban a EE. UU. y no tenían más remedio que quemarse las cejas estudiando para salir de los guetos, pero también describe al nerd reciente de los barrios de moda de Brooklyn, con camisetas Talk me nerdy.Entre los antecedentes literarios remotos cita a Mary Bennet (la hermana mediana de Orgullo y prejuicio,de Jane Austen), Augustus Fink-Nottle de Right ho, Jeeves de P. G. Woodehouse, o Victor Frankestein, el científico que crea al monstruo de la célebre obra de Mary Shelley. En esta acepción, cerebros obsesivos, maquinales, comportamientos dominados por la lógica sin resquicio para la vida emocional, otros nerds podrían ser Mr. Spock de Star Trek o Gil Grimson de CSI.

Nerd era al principio el término despectivo que definía al empollón (o el sabelotodo, el pedante inveterado, el comelibros que quiere humillar a los demás con su saber). Está dotado para el estudio, autista, desdeñado por las chicas y socialmente patoso, el lado opuesto al modelo americano de joven atlético y socialmente encantador. Su antecedente, antes de la revolución informática, sería El profesor chiflado de Jerry Lewis; en los 80 se refleja en el Robert Carradine de La venganza de los nerds y en los años 90, el término varía e identifica más al tecnofascinado, al colgado de internet y a juegos de rol como Dungeons & Dragons y la ciencia ficción, como el protagonista de La breve y maravillosa vida de Oscar Wao,de Junot Díaz, un nerd de gueto latino, tímido, obsesivo de los cómics de Marvel, los manga y la ciencia ficción más infame, el Jeff de Los Simpsons o Enjuto Mojamuto de Muchachada Nui.

Otra definición de geek: "alguien que persigue la habilidad (especialmente la habilidad técnica) y la imaginación, en vez de la aceptación social de la mayoría. Los geeks habitualmente padecen una versión aguda de neofilia (sentirse atraídos, excitados y complacidos por cualquier cosa nueva)". Obsesionados por la ciencia, algunos despliegan un lenguaje codificado alfanumérico (el leet speak)para comunicarse sin interferencias de extraños.

En España, el principal foco está en el blog Microsiervos, homenaje al libro de Coupland. "Cada vez somos más: basta ver cuántas personas con pasión desmedida por los cacharros reunió el Campus Party", dice Javier Pedreira, que lamenta que gente como Tamara Seisdedos o Leonardo Dantés hayan devaluado el término freak. Otro foro es la versión española de The Movies, creadores de machinima,animación utilizando los videojuegos, con links a Laps3 o Adnstream. tv. No sólo son comunidades masculinas: están, por ejemplo, las Game Grrls o las seguidoras de Jonathan Strange and Mr. Norrell,de Susanne Clarke.

Una encuesta de The Guardian estableció las veinte mejores novelas geek en inglés. Las encabeza La guía del autoestopista galáctico,de Douglas Adams. Y, entre otros títulos, figuran 1984 de Orwell; Neuromante,de William Gibson; Dune,de Frank Herbert, o Yo, robot,de Asimov. Entre los españoles, ¿cabría incluir a Javier Calvo, Agustín Fernández Mallo y Joan Miquel Oliver?

En música, además del hiphop nerdcore, proliferan los grupos del geek rock con letras que hablan de soledad, aislamiento y su amor por los cómics, los videojuegos o la ciencia ficción. Geeksongs es la banda sonora de Aardvark´d: 12 weeks with geeks, un filme en el que cuatro internautas tienen que desarrollar un software que cambia la forma en que los ordenadores se conectan con el de sus amigos. Entre los temas: I love my computer,Binary code o Digital cowboy.Otro grupo - nada que ver con Pascal Comelade- utiliza las guitarras de Guitar Hero para sus composiciones y hay quien utiliza las sintonías de los juegos de la Nintendo. Darren Aronofsky, el director de las películas de culto Pi y Réquiem por un sueño,acaba de aceptar el reto de hacer una secuela de Robocop, de Paul Verhoven, con guión de David Self. En arte, el festival de arte electrónico de Linz es cita fundamental, mientras los grafiteros utilizan la iconografía de internet. Geeks y nerds no se soportan, pero se alían frente al dork, el pelmazo definitivo.


Otakus, freaks, anoraks

El Frikitest (www. innergeek. us) da una idea de lo que se espera de un geek, término que en España algunos confunden con freak. En Japón, el otaku (chico) o fujoshi (chica) es una variante del fanático de algún hobby, especialmente mangas y anime, con barrios enteros de Tokio dedicados a ellos, como el de Akihabara. En Gran Bretaña, al nerd o al geek se les llama anorak porque suelen vestir esta prenda: es barata y con muchos bolsillos para sus gadgets,del mismo modo que los mods llevaban parkas (Quadrophenia)para protegerse del viento en sus vespas.



miércoles, 13 de agosto de 2008

¿El porno sirve para aprender?. "A los chicos nadie les dice nada. están como cestos abandonados a su suerte". Sexo en la ESO

Sexo en la ESO

Los institutos españoles están al rojo. Los adolescentes practican sexo cada vez antes, más veces, con más gente. Se ha convertido en parte de su ocio. Creen que lo saben todo. No es así

LUZ SÁNCHEZ-MELLADO
EL PAIS SEMANAL - 25-05-2008

"Sí, el porno sirve para cascártela y aprender, pero exagera que te cagas. En la realidad te corres rápido, las pibas no tienen esas tetas, y nunca te vas los dos a la vez".
No estamos en una despedida de soltero sino en un instituto de un barrio trabajador del sur de Madrid. Una docena de varones de tercero y cuarto de Educación Secundaria Obligatoria hablan sobre sus inicios sexuales. Tienen entre 14 y 16 años. Pablo, el pico de oro, cumplió 15 en Navidad. Es uno de los cuatro que levantan la mano cuando se les pregunta quiénes han mantenido relaciones sexuales con penetración. Los iniciados gozan del respeto de sus pares. Sólo ellos logran aplacar el guirigay de exabruptos, obscenidades y machadas de gallito en celo con que se recibe cada palabra de la reportera.

-¿Dónde y cómo veis el porno? ¿No os controlan vuestros padres?

-¿Y qué? En Internet, el móvil, la tele, en el MP4. Las guarradas rulan por todas partes.

"Oiga, ¿y no nos pregunta cuántas pajas nos hacemos al día?", se impacienta un crío con voz de pito y cara cuajada de espinillas.

- Ya que lo dices, contesta tú mismo.

- Una es lo mínimo, pero mejor tres, como cepillarte los dientes.

Y se parten de risa. Así hasta que uno se disculpa por él y por todos sus compañeros: "Es que venimos calentando desde primaria y tenemos las pelotas a punto de reventar".

La Encuesta de Hábitos Sexuales del Ministerio de Sanidad de 2003, la última a escala nacional, daba pistas sobre ese calentamiento global en los institutos. Si se preguntaba a los españoles de menos de 30 años sobre la edad de su primer coito, se obtenía una previsible media de 17,5 años en los varones y de 18,2 en las mujeres. Pero los menores de 19 confesaban costumbres más precoces e igualitarias. Ellos se estrenaban a los 16,4, y ellas, a los 16,6. Con un pie en secundaria y otro en bachillerato o el mercado laboral.

Desde 2003 ha pasado un lustro. Cinco años es una eternidad y más en la edad del pavo. Parece que la contabilidad oficial se ha quedado vieja. Un estudio realizado por el Centro Madrid Salud Joven y la Universidad de Granada presentado el pasado abril bajaba aún más el listón. Seiscientos alumnos de institutos de Madrid confesaron en un cuestionario confidencial. Las chicas, hoy, se inician por término medio a los 16,3. Los chicos, a los 15,8. Pablo es un hombre de su tiempo. Las medias son falaces por definición pero sirven para acotar el territorio. Para saber de quién estamos hablando. Un promedio de 16 años raspados no quiere decir que todos tengan su primer coito a esa edad. Significa nada más, o nada menos, que hay tantos que lo tienen a los 18 como a los 14.

El ojo clínico de quienes ven el panorama confirma los resultados del estudio madrileño. Pediatras, profesores, psicólogos y sexólogos especializados en proporcionar información sexual y afectiva a los adolescentes avalan una percepción generalizada entre los profesionales que tratan con menores. Los padres pueden ignorarlo. Negarlo. No querer enterarse. Pensar que sus hijos no son de ésos. Pero sus niños (y niñas) lo hacen. Cada vez más. Cada vez antes. Cada vez con más gente. Hay mucho sexo en la ESO.

"Llegan del cole con 12 y 13 años a un instituto con alumnos de hasta 18. Las chicas están más desarrolladas y espabiladas, ellos aún le dan al balón, pero son como lagartijas: se mueven mucho y no muerden. Es a partir de segundo cuando empezamos a tener en cada clase un tercio de lanzados/as que van a por todas, otro de interesados/as y a la expectativa, y otro de niños más infantiles en ese aspecto", ilustra Juan, director de un instituto del norte de Madrid. Pero volvamos al sur.

-Si un tío se tira a varias tías, es un crack, pero si tú tienes varios rollos, te llaman puta. Son unos machistas aunque es verdad que algunas van sólo a pillar cacho, como ellos.

-Encima, a nosotras nos duele y nos podemos quedar embarazadas. Nuestra única ventaja es que decidimos si hay rollo o no, porque ellos siempre están empalmados.

Cambio de género. He aquí 12 chicas de 14 a 16 años reunidas en otra clase del instituto de Pablo. El mismo tema a debate. Semejantes risas tontas, similar nivel de procacidad, desmadre por el estilo. Sólo una de las 12 "lo ha hecho del todo". Fue el pasado día de los Enamorados, a los 15 años, con el chico de 16 con el que lleva nueve meses saliendo. "Me dolió un poco. La segunda vez estuvo mejor". Otras seis tienen "novio fijo", pero no han pasado a mayores. Están "esperando a estar preparadas". "Nos besamos y nos tocamos hasta el final, pero él me respeta hasta que yo quiera hacerlo", dice una morena guapa de 16 novia de un chico de 18.

"Eso es como hacer petting, pero con tu chico", explica una pelirroja con ojos ahumados y dos centímetros de raíces azabache.

-¿Qué es eso del petting?

-Besarte y sobarte sin dejarte hacer más. Ve un sábado por la tarde a la discoteca Fabrik de Fuenlabrada y mira los sillones.

Los chicos han sido más gráficos. Petting? "Restregarse todo, pero con ropa". "Calentarte a tope pa luego na". "Todo menos meterla", zanja Pablo el enterado.

El pasado 11 de febrero, la emisión del segundo capítulo de la teleserie Física y Química en Antena 3 provocó un pequeño terremoto social. La entrega, titulada Sólo es sexo, recreaba una fiesta petting entre escolares del instituto de secundaria en el que transcurre la trama. La Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (CEAPA) denunció que la serie da una visión "perniciosa y estereotipada" de profesores y alumnos y echa al traste sus "esfuerzos por difundir los riesgos de las drogas y las enfermedades de transmisión sexual". Otro colectivo, COAPA, estimaba que la serie hace "un flaco favor a los padres que intentan educar a sus hijos en valores y virtudes que nada tienen que ver con eso". Ambos colectivos pidieron la retirada de un espacio al que acusaban de mostrar "un mundo irreal".

Antonio, el joven director del instituto de Pablo, discrepa. No se sorprende al escuchar un resumen anónimo de las intervenciones de sus pupilos. Reconoce el fondo, y las formas, y confirma que el vetusto anglicismo petting partys, de to pet, acariciar, se denominaban las fiestas de la liberación sexual de los sesenta- forma parte de su jerga. "Y eso que al ser una entrevista voluntaria se han autoseleccionado. Los chicos que has visto son quizá los más lanzados, y las chicas, las menos".

Antonio practica una política de puertas abiertas. Cualquiera puede hablar con el director sin entrar en su despacho. Don Antonio es Toño en el Messenger y allí está siempre disponible. "Internet es una vía fantástica para enterarte de qué van los tiros con los chavales. Lo utilizan todos, desde primero, y ahí me entero de los conflictos que laten en las clases. Hablan de su vida escolar, pero también de asuntos que jamás me dirían cara a cara y que nunca les cuentan a sus padres".

"Las relaciones sexuales se ocultan sistemáticamente a los padres, es el secreto por excelencia", confirma Javier Urra, psicólogo de la Fiscalía de Menores de Madrid. Urra tiene a punto de publicar un ensayo titulado Lo que callan los hijos, lo que ocultan los padre, donde exprime una encuesta entre 5.000 progenitores y vástagos. El sexo ocupa el primer lugar en el podio de tabúes mutuos. Los padres no hablan con sus hijos de su vida erótica ni los hijos con sus padres tampoco.

Menuda novedad. Para cualquier padre es difícil asumir que su hijo es un ser sexual. Con pulsiones. Con deseos. Que su niña de 12 o 13 años -edad media de la primera menstruación- lleva un par de ellos sintiendo ciertos calores en el cuerpo. Que su niño asiste fascinado -y puede que aterrado- a su propia metamorfosis y sus nuevas posibilidades. Por eso, más allá de la conversación sobre la regla, con ellas, y sobre el preservativo, con ellos, muchos padres de hoy, como siempre, miran a otro lado y ruegan que la naturaleza siga su curso... mejor cuanto más tarde. Pero sucede que sus niños han pasado a la acción.

En la pantalla del portátil de Toño emergen, codificadas en el trabalenguas SMS o ilustradas con fotos digitales, las andanzas de sus pupilos. Ahí están sus pasadas , sus niñerías, sus buenos y malos rollos. Su vida desde que se levantan hasta que se acuestan. "Son mucho más precoces que mi generación", dice este docente treintañero. "Muchas van a por chicos mayores. Los de su edad les vienen pequeños, y ellos, que flipan, se defienden haciéndose los malotes. Muchos, ellos y ellas, van al rollo por el rollo, sin pensar, sin sentir. Algunos tienen relaciones con una persona distinta cada fin de semana".

"El sexo se ha convertido en un objeto de consumo más. Los chicos son consumistas y notan la presión", confirma Iván Rotella. Los publicistas lo saben y van al grano. "Placer adulto" promete en la tele un chocolate con una niña mordiendo la tableta encerrada en su cuarto. "Siempre pensando en lo mismo", acusa una marca de gominolas a una adolescente que mira con gula a un coetáneo.

Rotella es sexólogo, coordina el Centro de Atención Sexual del Ayuntamiento de Avilés y lleva una década oyendo las cuitas de los adolescentes asturianos. Al teléfono, on line o a la cara, en las charlas que imparte en los institutos. "Los chavales viven en el mundo real y todo les empuja a iniciarse. Las revistas que leen las chicas. Los productos porno que consumen los chicos desde primaria. Los amigos que ya lo han hecho. Es una especie de carrera por ingresar en el mundo adulto. Ésta es la generación más informada de la historia, pero no la saben gestionar. No distinguen lo importante de lo banal. Les dejamos solos y hacen lo que pueden. Nunca es pronto ni tarde para el sexo siempre que se esté preparado, se haga porque se desee y se sepa qué se hace. Muchos ni lo saben".

La pediatra Nuria Culell lleva años viendo en su consulta de la Unidad de Adolescentes de la Clínica Dexeus a los cachorros de la burguesía de Barcelona. Hace tiempo decidió adelantar la "primera consulta confidencial" con las chicas. Fue después de que una niña de 13 años llegara con una infección urinaria y en la exploración surgiera la existencia de "un noviete de 15" con cartas en el asunto.

¿Demasiado precoz? Depende. "El Có­digo Penal establece en los 13 años la mayoría de edad sexual", deplora Javier Urra, que considera este hecho un gravísimo error. Mantener relaciones sexuales "consentidas" con niños y niñas de esa edad no es delito.

"Desde aquello", dice Culell, "a partir de los 12 ó 13 pido a los padres que salgan y les pregunto a ellas por sus amigas, sus profesores, sus amores. Te lo cuentan. Todo. Están deseando hablar, que les escuchen". La doctora cifra "entre los 15 y los 16" la edad media en que sus pacientes se inician en las relaciones sexuales con penetración. "Y va a menos: los de 16 me dicen que los de 13 van a saco". Mientras, los padres, con dos carreras, dos coches y dos casas, "están a por uvas".

"Los padres siempre creen que los otros puede, pero que ni su niño ni, sobre todo, su niña lo hacen", dice Culell. "Piensan que sus hijos tienen un par de años menos de los que dice su partida de nacimiento", corrobora Rotella. Ambos aconsejan a los padres que hablen de sexo con sus hijos. Desde pequeños. Desde que empiezan a plantear preguntas embarazosas: ¿cómo saldrá mi hermanito de la barriga de mamá?, ¿cómo ha entrado ahí?, ¿para qué sirve mi pilila? Que contesten a esas cuestiones, pero no sólo a ésas.

"Darles un preservativo a los chicos es como dar un casco a un motorista sin enseñarle seguridad vial. El sexo no es sólo vagina, pene y coito", explica Rotella. "Es conocer tu cuerpo y el del otro. Son emociones y sentimientos. Placer y bienestar. No se puede zanjar con lo de papá puso su semillita en mamá. Ni limitarse a amedrentarles con embarazos. Hay que darles las armas y la autoestima necesaria para decidir cuándo, cómo y con quién quieren hacerlo. Para exigir que se use condón. Para decir no, o sí, sin sentirse mal. Para que sean dueños de sí mismos".

Culell tiene sobre su mesa un ejemplar de A mí también me pasa, ¿y a ti? El folleto, promovido por la Generalitat, fue repartido a los escolares catalanes de 10 y 11 años el pasado trimestre con gran escándalo de algunas asociaciones de padres. En él se habla de la masturbación como fuente de placer y bienestar. "Me parece estupendo", dice Culell, "si educáramos a los niños en el conocimiento y estima de su cuerpo, no sólo evitaríamos embarazos adolescentes, sino también trastornos de autopercepción, como la anorexia". "Las chicas, con la regla, aún saben algo. Pero a los niños nadie les dice nada. Que se les va a poner dura, que tendrán poluciones. Están como cestos, abandonados a su suerte".

Tarde de entrenamiento en el campo de fútbol del Club Unión Adarve del barrio del Pilar, pura clase media madrileña. Dos equipos de cadetes de entre 14 y 16 años se desploman en el vestuario. Veinte púberes varones en distinto grado de evolución. Del niño de metro y medio al gigante repentino que no puede con su cuerpo. Huele a sudor, a pies, a hombre joven. Si hubiera un detector de testosterona, habría estallado a su paso. Les han dicho que les van a preguntar sobre sexo y están, cómo no, muertos de la risa. La primera pregunta pone las cosas en su sitio. ¿Cuántos se han estrenado? "¿Vale follarse a la almohada con el condón puesto?", consulta un tirillas de 14 que insiste en enseñar el preservativo Durex Love talla XL que atesora hace meses en su cartera "por si acaso". No. Salen cuatro iniciados frente a 16 "locos por hacerlo del todo". Un 20%. El resto tiene grandes proyectos para el verano. "En vacaciones mojamos todos", corean. "O mejor este puente, en la excursión a Almería".

-¿Qué tal os fue la primera vez?

-Bien, pero no era para tanto, me esperaba algo más fuerte -salta un rubio de 16 que se estrenó el verano pasado y no ha repetido-. Prefiero que me la chupen. Perdón, es que no me acuerdo de la palabra técnica.

-Mamada -aporta un espontáneo.

-Que no, tío, que se dice felación -puntualiza un tercero-. Y a ti lo que te pasa es que lo has probado poco. Cuando le coges el tranquillo sólo piensas en hacerlo otra vez.

-¿Dónde lo hacéis?

-En el parque, en el sótano del portal o cuando tus padres salen a comprar. Te arriesgas a que te pillen, pero vale la pena.

Que se lo digan a Tomás y a Isabel. Algunos sábados, este matrimonio de profesionales en la cuarentena se siente como Cenicienta, pero al revés. Tienen prohibido llegar a casa antes de medianoche. Es la hora en que Adrián, su hijo de 16 años, despide "a la de turno" y les da vía libre para acceder a su propio domicilio. "Cuando entramos, nos recibe con una sonrisa de oreja a oreja, claro. Luego me encuentro las pruebas del delito en la papelera del baño", relata el papá con un tonito de perplejidad y orgullo en la voz.

O que se lo cuenten a Diana, una madre divorciada que va "dando portazos" cuando llega a casa. Se trata de que su primogénita, de 16 años, y su novio, de 17 -año y medio de amor-, la oigan. Pasan la tarde "estudiando" en la buhardilla del adosado. Se cansan, pobres, y abren el sofá cama para estar cómodos. Diana no duda de su aplicación, pero prefiere anunciar su llegada a bombo y platillo. Un día apareció un preservativo intacto en casa. Diana fue derecha a comprar En tu casa o en la mía, de Lorena Berdún, y le dio el libro a la niña. "Si tienes dudas, pregunta. La puerta está abierta", le dijo. Ya tuvieron la conversación de la regla -"a los 12"- y la de las precauciones -"a los 15"-, y Diana no cree oportuno entrar en detalles no solicitados. "Es su intimidad. Yo tampoco hablaba de eso con mis padres. Ojos que no ven, corazón que no siente, pero no me chupo el dedo".

El lunes es día punta en el Centro de Salud Joven de Rivas-Vaciamadrid, una localidad del este de Madrid. Después del fin de semana vienen las prisas. Parejitas de quinceañeros y chicas solas o con amigas acuden aterrorizados a este espacio atendido por un equipo de médicas, psicólogas y enfermeras en torno a la treintena. Vienen porque se les ha roto el condón. O porque con el calentón no se lo han puesto. O, como estaban pedo, no recuerdan si se lo pusieron o no. Piden la píldora del día siguiente. Esto es un centro de atención integral para jóvenes, pero ellas sólo saben que aquí "la dan".

"Vienen cabizbajos, como pillados en falta. La teoría se la saben de maravilla. Pero les falta seguridad en sí mismos. Habilidades para relacionarse entre ellos y herramientas para gestionar su sexualidad", dice la psicóloga Raquel Martín. Lo corroboran las enfermeras, que se encargan también de dar charlas en institutos: "Tienen esa sensación de inmortalidad de los adolescentes, de que nunca les va a pasar nada". "¿De qué estamos hablando?", inquiere una de las doctoras. "Los adolescentes son una caricatura de los adultos. Nos imitan. En todo. Cómo vamos a sermonearles si muchas separadas cuarentonas piden la píldora poscoital tras una noche loca porque iban borrachas o porque, para una vez que ligan, no le van a pedir al otro que se ponga condón. Esto no es culpa de los padres. No es culpa de nadie. Es lo que hay".

Los adolescentes españoles se inician en el consumo de alcohol a los 13 años. En el cannabis a los 14,6. En el éxtasis a los 15,5. No todos, por supuesto. Pero en torno a un 15% de los escolares que contestaron al cuestionario del Centro Madrid Salud Joven (CMSJ) dijeron haber mantenido "su último contacto sexual bajo el efecto de las drogas". Más datos: los abortos entre menores se han cuadruplicado en los últimos 20 años. Un total de 5.740 menores de 18 años interrumpieron su embarazo en 2006. Muchas por segunda vez.

Suena el teléfono en el despacho de Carmelo González, psicólogo responsable del programa de información sexual de Coslada. Gladys, una niña ecuatoriana de 15 años, quiere abortar. Van dos veces en un año. "Eso evidencia que todos estamos metiendo la pata", dice este profesional con décadas de trato con menores. Sabe bien que la mitad de los embarazos adolescentes son de chicas inmigrantes. Que, como recoge el estudio del CMSJ, las niñas de origen latino comienzan a copular "antes que los chicos". A los 14,3. Que, a veces, lo de embarazo no deseado no es del todo cierto: "En su círculo es una forma de atar a su pareja, de emanciparse". Pero vive cada caso como un fracaso personal.

A José Martínez Olmos, secretario de Estado de Sanidad, le ocurre algo parecido. "El problema no es cuántos. Un solo embarazo no deseado es un desastre. Llevamos siglos hablando de prevención, pero no hay que dejar de dar la batalla". El reciente acuerdo de la Comisión de Salud Pública en el que las comunidades autónomas se comprometieron a administrar gratuitamente la vacuna contra el virus del papiloma humano a todas las niñas de hasta 14 años antes de 2010 es sólo un paso. "La vacuna sólo previene el cáncer de cuello de útero, pero no otras enfermedades de transmisión sexual ni por supuesto el embarazo".

González y Rotella, bregados en cientos de institutos, del más pijo al más marginal, alertan sobre algunos síntomas preocupantes. El porno, se ha visto, es moneda corriente en los colegios. "Eso no es bueno ni malo, nosotros teníamos el Penthouse en el somier, pero propaga un modelo machista y falso del sexo". Las chicas, en su afán igualitario, están emulando lo peor de los chicos: "beber, drogarse, follar como ellos". Todos son celosos: "se controlan el móvil en prueba de confianza". Y, atención, emerge una homofobia que parecía en vías de extinción en los adultos.

"Puede que ser gay sea guay en la tele, pero en el instituto no. Eres el rarito, y lo último que desea un adolescente es ser distinto". Álex tiene 19 años. Hace uno que dejó el instituto Duque de Rivas de Rivas-Vaciamadrid para estudiar psicología en la UNED. A los 17 salió del armario ante sus compañeros. "Tenía el apoyo de mi familia y me atreví a dar el paso. Aun así, pasaré a la historia como el gay de mi promoción". Álex habla en presencia de Joaquín Álvarez. Este profesor de dirección de empresas puso en marcha hace tres años la primera tutoría GLTB -Gays, Lesbianas, Transexuales, Bisexuales- de España. Se trataba de "ofrecer apoyo y atención personalizada" a los alumnos con dudas o conflictos sobre su orientación, difundir una imagen positiva de la diversidad sexual y fomentar la sexualidad responsable entre los alumnos. Su blog (tutorgltb.blogspot.com) recibe cientos de visitas de chavales de toda España.

Los colectivos gays calculan que uno de cada dos adolescentes homosexuales sufre acoso escolar. Álex no ha pasado por eso. El idílico paraje de su instituto -chalés, parterres, profusión de jardineros municipales- no explica del todo su suerte. "No te fíes, esto es como Wisteria Lane. Todo muy civilizado, pero los prejuicios van por dentro".

"Las niñas ya no comen chuches, / ahora comen pollas. / Van a la moda. / 12 años y ya follan. / Algunas dicen que soy machista. / Salid un finde, / veréis que soy realista". Porta, un rapero de 19 años que triunfa entre la chiquillería, rima en el MP4 de Pablo. El rap, una especie de duelo de sexos a lo Pimpinela, sigue: "Los tíos son unos cerdos, / lo que nos falta de falda les falta de cerebro. / Cuenta a tus colegas cuántas tías te has tirado, / divídelo por tres y tendrás el resultado".

Antes se les había preguntado a los chicos y chicas del instituto por sus temores.

-A no aguantar lo suficiente, a que no se empine, a no saber por qué agujero meterla.

-A que me duela, a quedar embarazada, a que me tomen por una chica fácil, a dejar de ser la niña de mis padres, a hacerme mujer.

Antes. Más veces. Con más gente. Vale. Pero parece que hablamos de lo de siempre.

Los futbolistas han vuelto de Almería. Coincidieron en el hotel con una pandilla de adolescentes británicas de vacaciones. Quién sabe si el Durex Love XL del asaltador de almohadas seguirá en su cartera.

Encuesta: ¿Crees que los adolescentes ven el sexo como una cuestión de ocio?

Resultados

http://www.elpais.com/encuestas/resultados.html?id=9408