domingo, 25 de mayo de 2014

“El feminismo más puritano nunca ha sabido qué hacer con la coquetería”


La escritora Nancy Huston. / Sébastien Dolidon (EL PAÍS)


 EL PAÍS París 3 MAR 2013

La ensayista y novelista canadiense Nancy Huston, activista feminista desde los años sesenta, disecciona las teorías de género en su polémica obra 'Reflejos en el ojo de un hombre'

Novelista, dramaturga, ensayista, música, guionista y actriz ocasional, la canadiense Nancy Huston (Calgary, 1953) ha sido desde los años setenta una activista feminista muy comprometida. Residente en Francia desde los años sesenta y casada desde 1981 con el intelectual francés de origen búlgaro Tvetan Todorov, Nancy Huston ha compaginado sus novelas con ensayos y artículos de prensa sobre la condición femenina y los derechos de las mujeres.

El año pasado publicó en Francia Reflejos en el ojo de un hombre, y ardió Troya. El libro, que publica ahora en España la editorial Galaxia Gutenberg cayó como una bomba en el feminismo institucional, porque Huston pone en cuestión las teorías de género que sostienen que el comportamiento femenino y masculino es el resultado de la educación y la sociedad.

Donde Simone de Beauvoir dijo que “no se nace mujer”, Nancy Huston replica que el sexo determina una serie de actitudes que es inútil negar. “Las feministas siempre han considerado que las mujeres son ‘obligadas’ por el hombre a ponerse guapas, y eso les parece mal. Pero la coquetería y la seducción son universales. Actúan como motor de la reproducción, y el 80% de las mujeres que nacen tienen hijos. No sirve de nada negarlo. La igualdad está muy bien, pero para conseguirla es necesario saber que hombres y mujeres parten de lugares distintos, y que mientras nosotros negamos esas diferencias, el capitalismo las exacerba con toda tranquilidad”.

El feminismo más puritano nunca ha sabido que hacer con la coquetería”
Aunque maneja materiales literarios —Anaïs Nin, Nelly Arcan, Fatima Mernissi, Marylin Monroe— e incluso autobiográficos, el libro de Huston parte de una mirada darwiniana a la relación entre hombre y mujer. “El argumento surge de la primatología, sí, porque no podemos comprender el mundo sin entender que somos también mamíferos llamados por la naturaleza a reproducirnos y a mejorar la especie. Pero también hay una visión histórica, social, psicológica”, explica Huston, que recuerda que la idea del ensayo salió de una de las historias que narraba en su última novela, Infrarrojo, publicada en 2010. Como la mayor parte de su obra, está escrita originalmente en francés, aunque ella misma la ha traducido al inglés, algo que hace habitualmente.

“Era la historia de una fotógrafa erotómana del siglo XIX que retrataba el cuerpo de los hombres a los que amó. Le fascinaba el placer, el orgasmo, pero solo eso. Cosificaba a los hombres. Y me di cuenta de que nunca había habido una artista femenina que retratase el cuerpo masculino, cuando lo contrario es algo tan frecuente. La razón, en mi opinión, es que el cuerpo de la mujer existe antes que nada para ser fecundado, tiene ese carácter sagrado. Mientras el hombre no tiene nada de sacro: solamente necesita ir esparciendo su semen por ahí. Esa diferencia lo condiciona todo, es universal, y por eso sucede en todas las sociedades”.

“La mujer es el origen del mundo, y el hombre siempre ha tendido a reglamentar su derecho de posesión sobre la mujer”, continúa Huston. “Pero con la llegada de la fotografía y el cine la relación cambió de una forma espectacular. Las mujeres comenzaron a querer ser como las actrices de las películas y las modelos, a querer tener ropa bonita y a estar guapas, y el capitalismo aprovechó para desarrollar varias industrias millonarias: la de la belleza y la moda, la de las dietas, los fármacos y la cirugía estética, y, sobre todo, las de la pornografía y la prostitución. Todo eso ha aumentado la vulnerabilidad del hombre ante la visión de una mujer bella, creando millones de adictos al sexo, y ha llevado a las mujeres a querer ser cada vez más guapas durante más tiempo, o a intentarlo al menos, maquillándose, operándose, rehaciéndose hasta el infinito”.

“La igualdad está muy bien pero ambos sexos parten de sitios distintos”
La prosa informal y moderna de Huston no se detiene en eufemismos. De la misma manera, afirma que “las feministas biempensantes que niegan la naturaleza humana cometen una estafa intelectual. La diferencia fundamental entre los sexos es la maternidad y la testosterona. Los hombres son infieles por naturaleza, las mujeres lo son menos porque seleccionan mucho los genes que necesitan para procrear. Para atenuar esa diferencia todo lo posible, hace falta más igualdad. ¿Pero qué hacemos con los chicos entonces? Si se ocuparan más de los hijos y de la casa, sin duda habría menos prostitución. Si cuidaran a sus hijas, no se irían a follar con las hijas de los demás”.

La autora propone una solución imaginativa. “Si la prostitución es un servicio esencial para la sociedad, debería haber un servicio nacional para las prostitutas. Deberían de jurar bandera, deberían de ser educadas y protegidas, y cuando las maten deberíamos hacerles funerales de Estado. Ahora son esclavas, y el 80% de las que trabajan en Francia son extranjeras y no tienen derechos”.
El feminismo “más puritano, ese que piensa que la sexualidad y la belleza son malas, nunca ha sabido qué hacer con la coquetería”, concluye. “Pero esa tendencia, lejos de disminuir, cada vez va a más. ¿Es acaso un complot de los hombres? ¿Quizá las mujeres somos tontas? La libertad de las mujeres pasa por desnudarse cada vez más, por reconstruirse y retocarse”.

“La normalidad llega cuando acaba la fertilidad y baja la testosterona”
Por todo esto, Nancy Huston cree que el feminismo clásico se ha equivocado en la elección del enemigo, del responsable de esta situación. “Echarle la culpa al hombre de eso es como culpar al toro de haber cogido al torero. Antes la excitación era privada, ahora es un gran negocio. El placer de los hombres está cada vez más sometido a la pornografía y a la belleza estéril, infecunda. Están obligados a mirar cuerpos todo el tiempo. Les venden viagra para rendir mejor. La mujer se ha ido haciendo cada vez más sujeto y más objeto. Cada vez más libre, cada vez más guapa e inalcanzable. Y cada vez más dura”.
La ensayista termina con el reconocimiento de que todas estas reflexiones a las que llega en Reflejos en el ojo de un hombre le fueron ajenas durante muchos años. “Yo odiaba a los hombres cuando era una adolescente. También detestaba la superficialidad, las compras y los escaparates. Ahora no veo al hombre como un opresor. Creo que la normalidad llega cuando se acaba la fertilidad y baja la testosterona. Ahí empezamos a ser iguales”.

domingo, 20 de octubre de 2013

Masculino / Masculino. El hombre desnudo en el arte de 1800 hasta la actualidad.

Masculino / Masculino

Jacques Louis DavidDibujo academia de hombre, llamado Patroclo© Cherbourg, musée Thomas-Henry

¿Por qué no se ha dedicado nunca ninguna exposición al desnudo masculino hasta Nackte Männer, en el Leopold Museum de Viena, el pasado año? Para responder a esta pregunta la exposición confronta obras, mediante las épocas y las técnicas, en torno a grandes temas que han forjado la representación del cuerpo masculino, durante más de dos siglos. 
Ante todo cabe distinguir la desnudez del desnudo: un simple cuerpo sin ropa, que genera la molestia, debido a la falta de pudor, difiere de la visión realizada de un cuerpo remodelado e idealizado por el artista. Aunque se pueda matizar esta distinción, pone de relieve el valor positivo y sin tapujos del desnudo, en el arte occidental, desde el periodo clásico. 

Emile-Edmond PeynotTorso del Belveder© Beaux-Arts de Paris, Dist. RMN-Grand Palais / image Beaux-arts de Paris
Para nuestra época, el desnudo evoca esencialmente un cuerpo femenino, herencia de un siglo XIX que lo erigía en absoluto y en objeto de un deseo viril asumido. Anteriormente sin embargo, el cuerpo femenino estaba menos valorizado que su homólogo masculino, más estructurado y musculoso. Al menos desde el Renacimiento, el desnudo masculino se había beneficiado de la primacía: el hombre como ser universal se confundía en el Hombre y su cuerpo se erigía en norma del género humano, como ya era el caso en el arte grecorromano. El fondo cultural judeocristiano occidental abunda en este sentido: Adán preexiste a Eva que no es más que su copia, origen del pecado. 
En su gran mayoría hombres, los artistas encuentran, en el desnudo masculino, un “yo ideal”, espejo magnificado y narcisista de ellos mismos. Hasta mitades del siglo XX, el órgano sexual es sin embargo el objeto de un cierto pudor, ya sea atrofiado o bien disimulado bajo cualquier drapeado, correa o funda de espada, sutilmente colocados. 

El Ideal clásico

Jean-Baptiste Frédéric DesmaraisEl Pastor Paris© Photo © MBAC

A partir del siglo XVII se implementan formaciones de excelencia, para los artistas más privilegiados. En el ámbito de la escultura y de la pintura de historia, la finalidad de estas enseñanzas es el dominio de la ejecución de un desnudo masculino: ocupa un lugar central en el proceso de la creación, los estudios de desnudos preparatorios teniendo por objetivo plasmar, lo mejor posible, la articulación de los cuerpos, vestidos o no, en la posición definitiva. 

En Francia, los alumnos se forman en la Academia real y posteriormente en la Academia de Bellas Artes, a partir de dibujos y de grabados, a partir del “bulto” y a partir del modelo natural vivo. Hasta una fecha bastante avanzada del siglo XX, esos modelos son solo masculinos, por motivos morales, pero también porque se considera al hombre como el arquetipo del canon humano. Para ser noble y digno de una representación artística, este cuerpo, por el que todos optan, solo puede ser el de un hombre del día a día: por lo que surge la necesidad de diluir las particularidades individuales del modelo, para elevar su sujeto. 

Más que nadie, los artistas de la Antigüedad y del Renacimiento están considerados como habiendo establecido una síntesis ideal del cuerpo humano, sin perderse en los meandros de la individualidad. Para Winckelmann, esteta alemán del siglo XVIII, la belleza ideal de las estatuas griegas solo se puede encarnar en el desnudo masculino. Aunque inspire a numerosos artistas, la “noble sencillez y calma grandeza” de los dioses winckelmannianos se pone en tela de juicio en otras lecturas del arte de la Antigüedad: el tormento del Laocoonte de la Antigüedad tardía es perceptible en el danés Abildgaard, mientras que David preconiza una virilidad más romana. 
Aunque trastornado, reinterpretado y renovado por las vanguardias del siglo XX, el desnudo masculino clásico, y su cargante herencia, sigue siendo el objeto de fascinación, hasta entre ambas guerras y la actualidad.

El Desnudo heroico

George Hoyningen-HueneHorst P. Horst, Photographie© Droits réservés

El concepto e incluso la palabra de héroe son una herencia de la Grecia antigua: medio dios o simple mortal que trasciende su condición humana para convertirse en un exemplum virtutis, encarna un ideal. La admiración por el arte y la cultura de la Antigüedad explica la omnipresencia del héroe en los círculos académicos, en particular en cuanto a los temas obligatorios para los candidatos al premio de Roma: la gran pintura de historia se nutre de las proezas de los súper hombres, con el más perfecto aspecto corpóreo. 

Vínculo de valores nobles e universales, esta correspondencia entre la anatomía y la virtud del héroe hace referencia al concepto neoplatonista que asocia la belleza y el bien. La desnudez del héroe parece tan obvia que el “desnudo heroico” es el objeto de un debate recurrente para la representación de grandes hombres, ya sea del pasado como contemporáneos, tan incongruente como pueda parecer el resultado. 
El heroísmo no es un estado. Es una forma de ser reveladora de una fuerza de carácter fuera de lo común: aunque la fuerza de Hércules sea indisociable de sus proezas, la astucia de David le permite vencer al poderoso Goliat. En ambos casos, poseen una fuerza guerrera particularmente valorizada por un siglo XIX sediento de virilidad y de afirmación patriótica: más que nunca, representa el ideal por alcanzar. 

Cabe esperar la crisis de la masculinidad en el siglo XX, para asistir a la renovación del estatuto del héroe, cada vez más contemporáneo, y a la diversificación de sus características físicas. 
Sin embargo, ya sea una estrella o un creador como Yves Saint-Laurent, o también hombres jóvenes de las calles de Harlem, pintados por el americano Kehinde Wiley, el poder evocador de la desnudez sigue presente. 

Los Dioses del estadio

Pierre y Gilles (nacidos respectivamente en 1950 y en 1953)Viva Francia© Pierre et Gilles

A lo largo del siglo XIX se inicia una nueva mirada hacia el cuerpo, más médica e higienista, cuya incidencia sobre el concepto del desnudo artístico es considerable. Se multiplican los movimientos de educación física y los gimnasios. El “deportista” fascina y, como por ejemplo del pintor Eugene Jansson, se acude para admirar y codiciar el poder viril de su cuerpo en los lugares donde se exhibe. 
Esta concepción halla su realización en el culturismo, admiración narcisista de un cuerpo convertido en objeto que se puede labrar como si se tratase de una obra. El hombre moderno de morfología atlética se convierte en un nuevo ideal potencial: encarna una belleza que da pie, sin lugar a dudas, a la comparación con el arte grecorromano. 

Vinculado con la afirmación de una identidad nacional, el atleta llega a personificar la fuerza bruta de la nación y una capacidad para defender al país, en tiempos de guerra. En Estados Unidos en la década de 1930, es el objeto de un desarrollo particular, con la valorización del hombre simple que combina fuerza física y valentía. 
Los regímenes totalitarios pervierten, por su parte, el culto del atleta al servicio de su ideología: Alemania lo asocia de forma demiúrgica a la mera invención que representa el hombre “ario”, mientras que el Gobierno de Mussolini erige los ídolos de mármol, en el Stadio dei Marmi.




Que duro es ser un héroe

Jean-Bernard DuseigneurOrlando furioso© Musée du Louvre, Dist. RMN-Grand Palais / Thierry Ollivier

Transgrediendo el orden establecido, el héroe mitológico se expone a la ira de los dioses y a la envidia de los hombres. Aunque tenga las pasiones del hombre, sus fallos morales y a veces su fragilidad, posee sin duda de los dioses su perfección plástica: el artista y el espectador encuentran en él, de este modo, la emanación de un yo sublimado. 
Los grandes destinos dramáticos proporcionan pues carácter a las composiciones y permiten traducir toda una gama de emociones, desde la resolución hasta la desesperación, de la hosquedad al reposo eterno. 

Aunque sea un tópico decir que el rostro es lo que mejor transcribe la expresión los sentimientos – teorizados e institucionalizados, desde los dibujos de Le Brun hasta el concurso de la “cabeza de expresión” de la Escuela de Bellas Artes –, no se debe infravalorar el papel ineludible del cuerpo y de la anatomía como vector emocional: algunas elecciones formales pasan a ser incluso convenciones admitidas de forma común. 
La mitología y la epopeya homérica presentan abundantes destinos fatales y las pasiones destructoras del héroe cuya desnudez se legitimiza mediante el arraigo al mundo helenístico antiguo: Corta exposición del cuerpo desmembrado del infortunado Hipólito, premonición de la transposición en el universo clásico del Caído por la patriade Lecomte du Nouÿ. 

Nuda Veritas

Auguste Rodin
 (1840-1917)
 L'Age d'airain [La edad de bronce]
 Entre 1877 y 1880
 Estatua de bronce
 Alt. 178; Anch. 59; P. 61,5 cm.
 París, museo de Orsay
Auguste RodinLa edad de bronce© RMN-Grand Palais (Musée d'Orsay) / Thierry Ollivier

La estética realista que se ampara del arte occidental, durante el siglo XIX, trastorna la representación de la desnudez masculina. El cuerpo, tal y como está representado en toda la veracidad de la naturaleza, ahora ya no dispone de la distanciación, acorde con la urbanidad que caracterizaba la idealización, objetivo del ejercicio del desnudo académico. 
En este contexto en el que desvelar un cuerpo vulnera el pudor – el hombre desnudo parece todavía más obsceno y chocante que la mujer, en la sociedad del siglo XIX en la que reina la dominación masculina – el desnudo masculino pasa a ser gradualmente todavía más escaso, al proliferar las figuras femeninas. 

Esta inversión de tendencia no implica, sin embargo, que desaparezcan los hombres desnudos: su estudio científico, mediante nuevas técnicas, como la descomposición del movimiento con series de fotografías tomadas en ráfaga – la cronofotografía –, hace progresar los conocimientos anatómicos y transforma la enseñanza dispensada a los artistas. 
A partir de entonces, se trata menos, para los artistas más vanguardistas, de alcanzar un canon de belleza heredado del pasado, que un cuerpo cuya armonía siga siendo fiel a las características del modelo. 

El poder evocador del desnudo inspira a artistas como el austriaco Schiele, autorretratos desnudos que revelan los tormentos existenciales del artista. Otorgándole a veces una dimensión crística, representaciones así superan el realismo, para acceder a una introspección, alcanzando una gran posteridad hasta el siglo XXI, en particular en fotografía.

Sin complacencia


La fascinación por lo real que se impone en los círculos artísticos de mitades del siglo XIX, origina una profunda renovación en la pintura religiosa. Aunque el recurso a la idealización de la Antigüedad en los cuerpos pareciese acorde con el dogma religioso, artistas como Bonnat le proporcionan un nuevo aliento, al representar personajes bíblicos en la cruel verdad de su condición física.
pintura
William BouguereauIgualdad ante la muerte© Musée d'Orsay, dist. RMN-Grand Palais / Patrice Schmidt


Este principio ya se había implementado en Igualdad ante la muerte de Bouguereau quien, en sus comienzos, adoptó, en el contexto de los últimos coletazos del romanticismo, la fuerza de la imagen de un cadáver ordinario. Lejos de embellecer al novelista que se le pide homenajear, Rodin pretende plasmar el tipo físico corpulento de Balzac, con una implacable fidelidad, sin restarle sin embargo su magnificencia. 

Se plantea entonces la cuestión de la relación del arte con la realidad, a la que Ron Mueck se dedica en su obra. Y la extrañeza generada por una modificación de escala, proporciona una intensidad al cuerpo muerto de su padre que entra en resonancia con el difunto de Bouguereau. 

Im Natur

Frédéric BazilleEl pescador y el gavilán© © Lylho / Leemage

La inscripción del cuerpo desnudo en un paisaje no es un nuevo reto, para los artistas del siglo XIX. En muchos respectos, se trata incluso de un elemento recurrente de la gran pintura de historia y de un ejercicio plásticamente exigente, prisma mediante el que se juzga el dominio técnico de los artistas.
Se trata en efecto de alcanzar la mayor precisión en las correspondencias de proporción, de profundidad y de enfoque, entre el cuerpo desnudo y su entorno. Aunque El pescador y el gavilán de Bazille sea uno de los intentos más logrados – en un contexto contemporáneo– de la inscripción de un hombre desnudo en la luz atmosférica que se convierte en aquella de los impresionistas, no olvida sin embargo los principios de la construcción académica. 

La desnudez masculina en la naturaleza toma otro significado conforme se va transformando la sociedad, con el progreso técnico y la urbanización. El hombre está entonces en busca de una comunión con la naturaleza, que le pueda reconciliar con los excesos y el desarraigo, generados por el mundo moderno, a la vez que se conforma a las teorías higienistas que recomiendan el ejercicio físico y el aire libre. 

Hippolyte FlandrinJoven sentado a orillas del mar, estudio© Musée du Louvre, Dist. RMN-Grand Palais / Angèle Dequier
Esta dimensión filosófica que inspira a pintores como Hodler y Munch, ya se hacía sentir en El joven a orillas del mar de Flandrin, cuya perfección de las formas crea una armonía entre el cuerpo y la ribera. Este sentimiento de plenitud explica, sin duda, la fama de la imagen, en particular en los círculos homosexuales clandestinos de antes de la Primera Guerra Mundial, que inspira ya a Gloeden, en fotografías en las que los cuerpos desnudos entran en fusión con la luz mediterránea de Sicilia.

En el dolor


Los desvíos que se autorizan los artistas, respecto a las normas clásicas, les abren nuevas perspectivas para una representación más expresiva del cuerpo, ya sea en el tormento o el sufrimiento. El declive del desnudo académico y de la temperancia clásica explica una predilección por los suplicios, como el de Ixión, condenado por Zeus a mantenerse atado a una rueda en llamas, en una rotación infinita.
Las contorsiones del cuerpo también pueden expresar tormentos más psicológicos. El dolor del cuerpo masculino contribuye naturalmente a los retos de poder entre el hombre y la mujer, en el periodo contemporáneo: el cuerpo desnudo puede ser envilecedor y, en determinadas condiciones, de índole a poner en tela de juicio la virilidad y la dominación masculina. No es inocente, en este particular, que Louise Bourgeois haya elegido una figura masculina para su Arch of Hysteria.
David LaChapelleWould-Be Martyr and 72 virgins© Courtesy Galerie Daniel Templon, Paris. © David LaChapelle


Sin embargo, el martirio no genera composiciones torturadas: la muerte de Abel, asesinado por su hermano Caín en el Libro del Génesis, parece al contrario nutrir una pose de última relajación, característica de un cuerpo a punto de expirar. Este abandono no deja de ser, no obstante, ambivalente, lo que los artistas destacan con determinación: el cuerpo, a menudo magnificado y en una cierta éxtasis mórbida se ofrece, en efecto, al deleite del espectador.
En estas condiciones, el sufrimiento no es más que un artificio, para justificar una nueva fetichización del cuerpo. De forma opuesta a la seducción, fotógrafos realizan experimentos, para descuartizar el cuerpo, en una perspectiva estética, o incluso lúdica.

El Cuerpo glorioso

François-Xavier FabreSan Sebastián expirando© Musée Fabre de Montpellier Agglomération - cliché Frédéric Jaulmes

La cultura judeocristiana influencia innegablemente la representación del hombre desnudo, a partir del arte del periodo moderno. Sin embargo, la concepción católica del cuerpo entra en contradicción con desvelarlo, desde la era paleocristiana: tan solo sería un mero envoltorio carnal, del que se libera el alma del cristiano al morir. 
Bajo la influencia de los teólogos que recomiendan la alianza de lo sensible y de lo espiritual, la desnudez se impone no obstante paulatinamente, para figuras de mayor relevancia como las de Cristo y de San Sebastián. Su cuerpo martirizado, trascendido por un sufrimiento, soportado gracias a la fe, permite así mismo, paradójicamente al alma humana, acercarse a Dios. 

Para la iglesia católica, la vulnerabilidad del cuerpo de Cristo sometido a los sufrimientos y portador de los estigmas proclama su humanidad, mientras que su rostro inspirado y su cuerpo obviamente idealizado, heredados de cánones clásicos subyacentes, muestran su divinidad. 

La figura de San Sebastián es particularmente compleja: este santo popular, parangón del mártir que sobrevive a su primer suplicio, encarna la victoria de la vida sobre la muerte. Este impulso vital no es sin duda ajeno a su belleza juvenil y desvelar su cuerpo, ambos aspectos adquiridos ya por el siglo XVII. 

Por consecuencia, su representación se aleja insensiblemente del dogma católico, para adquirir una autonomía propia y una libertad sin precedentes: la sensualidad del santo pretende estar cada vez más presente, mientras que su sufrimiento a veces es imperceptible. En esta búsqueda de voluptuosidad, solo sigue estando prohibido hasta el siglo XX, desvelar el sexo. 

La Tentación del macho

Paul CadmusEl Baño (The Bath)© Whitney Museum of American Art, NY - Art © Jon F. Anderson, Estate of Paul Cadmus / ADAGP, Paris 2013

A partir de mitades del siglo XX, una mirada que asume el deseo por el cuerpo del hombre y la liberación de las costumbres, dan lugar a obras atrevidas. Así mismo, Paul Cadmus no duda, en la sin embargo puritana América posterior a la Segunda Guerra Mundial, en tomar por tema una escena de ligue entre hombres, en un Finistère muy improbable. 

Aunque el atractivo físico de los cuerpos se haya mantenido durante mucho tiempo en el secreto de los interiores privados, aparece cada vez más a la luz del día, en círculos de sociabilidad exclusivamente masculinos, como la ducha colectiva, o también bajo el pretexto de la reconstitución de una Antigüedad platónica.

El erotismo pasa a ser incluso muy crudo en Cocteau, cuya influencia es segura en Warhol, en sus años de juventud. La belleza y la seducción se deshacen entonces del ideal transmitido por las referencias del pasado, para arraigarse a las peculiaridades de las prácticas y de la cultura contemporánea, que supo interpretar tan acertadamente Hockney en su pintura.

El Objeto del deseo

Anne-Louis GirodetEl sueño de Endimión© Cliché J. Faujour/musée Girodet, Montargis

Durante mucho tiempo, el cuerpo masculino en el arte ha sido el objeto de una “objetivación”: la admiración sin límites por la perfección de los desnudos grecorromanos, pura reconstrucción intelectual de un cuerpo convertido en canon, ha hecho que su lectura sea acorde con los buenos modales, incluso aquella de Winckelmann, que conlleva sin embargo una fuerte carga erótica. 
Aunque los círculos academicistas fomentasen naturalmente el desnudo en la gran pintura de historia, algunos temas no ocultaban sin embargo toda la sensualidad y ambigüedad. En el giro del siglo XIX, las reflexiones sobre los caracteres propios a cada sexo y sus fronteras nutren un interés por los amores bisexuales de Júpiter o de Apolo, y la fórmula de un joven héroe muriendo en los brazos de su amante tiene particularmente éxito. 

En Girodet, Endimión adopta los rasgos de un efebo con el cuerpo sensualmente acariciado por los rayos de la diosa luna, que ha inspirado numerosas interpretaciones homo eróticas. En los simbolistas, como en Gustave Moreau, la diferencia entre los sexos se consuma en detrimento de un hombre vulnerable, bajo el imperio de una fuerza fatal y destructora, identificada como femenina.

En el lado opuesto, sin embargo, y en base a un modo menos dramático, Hodler representa el nacimiento de un amor adolescente entre un hombre joven ensimismado y una muchacha joven dominada por su encanto.

A lo largo del siglo XIX, la sensualidad y la erotización asumida, consideradas como propias del cuerpo femenino, afectan seriamente la virilidad tradicional del desnudo masculino: este golpe sin embargo no es fatal, ya que el desnudo masculino está muy lejos de desaparecer en el siglo XX.

La liberación de las prácticas sexuales afirma alto y claro una cierta voluptuosidad y envuelve de una carga sexual el cuerpo masculino, a menudo con pocas reservas. El modelo está generalmente identificado, señal de una afirmación de la individualidad de la obra, como en Pierre y Gilles que mezclan mitología y retrato contemporáneo.

jueves, 16 de agosto de 2012

Vuelve el hombre masculino

Los metrosexuales han sido destronados. En la travesía de la masculinidad iniciada hace décadas por millones de hombres, se impone ahora el modelo megasexual, ese hombre varonil que, además, es capaz de entregarse sin escatimar ningún tipo de ternura y sensibilidad

Carmen Grasa

Leer más: http://www.lavanguardia.com/estilos-de-vida/20120810/54335234146/vuelve-el-hombre-masculino.html


Vuelve el hombre masculinoLo viril siempre se ha asociado a machismo, pero este vínculo ya no es tal PHILIP NEMENZ
El nuevo ideario masculino

Los hombres ahora:

-cooperan
-hablan
-escuchan
-colaboran
-expresan emociones
-son solidarios
-son sensibles

Machotes, metrosexuales, cibersexuales, ubersexuales. Hombres femeninos, dandis y de pelo en pecho. Caballeros, compañeros, chicos malos. Rebeldes, conservadores, con corbata o desgreñados. Depilados o hermosos como osos. Musculados, peterpanes, viriles. Dominadores, poderosos, sensibles, solidarios, amigos, padres, amantes… Hombres en busca de su identidad desde hace unas décadas, redescubriéndose para adaptarse a una sociedad que cambia, repensándose para satisfacer sus demandas. O reinventándose por puro hartazgo, porque ya no quieren ser superhéroes, porque su eterno papel de cazadores infatigables les pesa como una losa, porque han descubierto los beneficios del co-: cooperar, coeducar, convivir, corresponder, colaborar, cocinar, coincidir, concordar, confiar.
Debido a una evolución natural, a causa de las exigencias femeninas o por el cansancio acumulado de siglos y siglos en su papel de sexo fuerte, los hombres quieren, necesitan, encontrar su nuevo lugar en el mundo. Las mujeres llevan recorriendo ese camino siglos y todavía levantan ampollas temas como la maternidad o las diferencias salariales. Los hombres acaban de empezar. Novatos en estas lides, tienen un vasto camino por delante. Y mientras lo recorren, llueven del cielo modelos, opuestos o complementarios, las más de las veces mediáticos, que acaban por generarles una cierta confusión. “Estamos en una época de crisis y de cambio de la identidad masculina que dura ya varios años. En España llevamos unas dos décadas de estudios sobre la masculinidad. Este es un tiempo de cambios y es normal que haya una cierta confusión, pero viene generada por la falta de alternativas. Todos los modelos que se suceden tienen que ver con la dificultad de encontrar otras formas de ser hombre diferentes de las tradicionales”, reflexiona Erick Pescador Albiach, sociólogo, sexólogo y especialista en masculinidad y prevención de violencia machista. Y añade: “En la sociedad, en la calle, se ve la necesidad de plantear hombres que estén en contra de la violencia, que muestren otras formas diferentes de relacionarse en la casa, de hacer las tareas, de la crianza, de relacionarse afectivamente. Todo eso es una necesidad social realmente. Más que confusión, estamos en un momento de crisis y cambio, pero eso no es necesariamente malo”.

El hombretón aguerrido, extremadamente competitivo, fiero, dominante, que desprecia las emociones e inexpresivo, ha pasado a la historia. El machismo ya no le sale a cuenta a nadie, ni a hombres ni a mujeres. “El machismo es una psicopatología dentro de los entornos de comportamientos extremos”, expone José María Prieto, catedrático de Psicología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid y coautor, junto a Ricardo Blasco y Gerardo López Montalvo, del estudio El discreto encanto de ser masculino. En este análisis, y desde un punto de vista psicológico, definen el machismo “como una mezcolanza de narcisismo, homofobia, autoritarismo, marcha, camaradería, ilusión de grandeza y complicaciones hormonales. Se trata, pues, de un meollo trastornado, anormal, muy distinto de la identidad masculina, saludable, normal”. Y aunque hay todavía quien se resiste a abandonar ese modelo trasnochado, ya nadie pone en duda que el macho, como esencia de la identidad masculina, ha agotado su espacio y su tiempo.

Quizá para contrarrestarlo, quizá como producto de marketing, aparecieron hace unos años los tan alabados, entonces, metrosexuales. Hombres a los que no les importaba mostrar su lado más femenino, hombres que se cuidaban, que prestaban atención a su aspecto, que consumían cremas hidratantes, que se fueron dejando caer por los salones de belleza, que exhibían músculo depilado. Hombres que gustaban a las mujeres y a los que no importaba que otros hombres los encontraran tremendamente seductores. Fueron los años del reinado de David Beckham, la estrella metrosexual por excelencia. Considerado un modelo impuesto por las grandes multinacionales de la cosmética, que vieron en los metros un mercado virgen que podía generar millones de euros, lo cierto es que Beckham y sus acólitos dieron una vuelta de tuerca a la masculinidad.

“Los metros no están necesariamente ligados a un cambio en las relaciones, aunque hay cosas en las que han dado un paso adelante. En su origen está el cambio estético, no ideológico. Con todo, cuando un hombre empieza a cuidarse a sí mismo, empieza a despertarse la necesidad de atender y escuchar el cuidado de los demás. Ese es un proceso importante. Es un proceso de descubrir el cuidado. Y ha sido contrario al de las mujeres. En ellas es ‘cuido a los demás y si me queda tiempo, a mí’. En los hombres empieza desde el ombligo, de ellos hacia los demás y se extiende”, observa Erick Pescador Albiach. Ver a una estrella de fútbol colgándose a sus niños de la cadera, llevándolos al parque a jugar, acompañándolos al colegio y protegiéndolos como hasta hacía poco sólo a una madre se le hubiera ocurrido, no es una cuestión baladí. Esas demostraciones públicas de ternura, de afecto, eran impensables hace treinta años. Ellos cambiaron el pelo en pecho por la cera depilatoria, pero no es menos cierto que reivindicaron su papel como padres y como compañeros, compartiendo el tónico facial y la crema antiedad, pero también la ética del cuidado familiar.

Sin embargo, desde hace un tiempo los metros están en franca decadencia. Hasta Beckham se ha dejado barba y refleja una imagen más varonil en las campañas publicitarias que protagoniza. Los prototipos afeminados están siendo sustituidos por hombres maduros que transmiten fortaleza, decisión, elegancia. Un nuevo modelo vuelve a imponerse desde los anuncios televisivos. Algunos expertos afirman que las mujeres se han cansado de esa imagen metro tan femenina; otros, que la crisis ha hecho que volvamos nuestros ojos a prototipos enérgicos, alejados del titubeo. Sea como fuere, los reyes de la belleza masculina son ahora Hugh Laurie, George Clooney, Javier Bardem, José Coronado, Xabi Alonso, Antonio Banderas, Cayetano Rivera, Carles Francino… Son los megasexuales: hombres que no han renunciado a cuidarse, aunque que no llevan esa tarea como bandera, y que se enraízan en la virilidad. Una virilidad controvertida, porque siglos de cultura patriarcal han convertido lo varonil en sinónimo de machismo, de ahí el recelo que provoca la hombría.

Quizás el nuevo modelo de hombre que reverbera en los anuncios ayude a sacar la masculinidad bien entendida de su ostracismo. “Lo masculino sigue siendo masculino. Se ha creado una extraña confusión en que todo lo masculino es igual a machismo. Lo viril sigue siendo viril y decir que lo viril es machista es una exageración. Por eso la mayoría de las cuestiones masculinas han pasado a la clandestinidad. Desde hace veinte años, los temas de varones se ven desde una perspectiva negativa. Ser varonil o hablar de la hombría es un insulto. Está prohibido hablar de hombría o virilidad, pero lo masculino no es un tema tabú, ni negativo, forma parte de la identidad de XY”, reivindica el doctor Prieto.

Los megasexuales son imagen, pero también concepto. Son hombres próximos a los afectos, contrarios a la violencia, solidarios, que han descubierto la palabra y la escucha, la entrega. Capaces de expresar sus emociones, de hablar del miedo y del dolor, de luchar por sus pasiones, de dar afecto y de recibirlo. “Sí hay nuevos hombres que se plantean una forma diferente de ser hombre. Hay que elegir el hombre, la persona que quieres ser. El hombre no nace, se hace. Y puedes llamarlo, etiquetarlo, como quieras. Lo cierto es que hay una necesidad de cambio y formas diferentes de plantearse la manera de ser hombre, la sexualidad, la vida. Naces hombre y puedes cuestionarte la forma en que deseas serlo, pero sí hay valores básicos; por ejemplo, plantearse la identidad masculina desde la no violencia. Ese sí es un planteamiento innovador, sin necesidad de ocupar los espacios de dominación y violencia y que no sea esta la que te dé la identidad del poder”, destaca Erick Pescador. En su nuevo papel, el hombre no se siente menos hombre por expresar sus emociones. Aman desde ellas cultivando lo que muchos han denominado “amar en femenino”. Apuestan por la no violencia, por el respeto a la libertad individual, por la caballerosidad entendida como humanidad, como educación. En sus relaciones desean “introducir elementos que no han estado en el ámbito de lo masculino y mantener otros masculinos que son estupendos y maravillosos. Muchos hombres de repente se recuestionan sus vidas, sus relaciones, su sexualidad”, describe el sociólogo. Entre las sábanas, los megasexuales son generosos. Despliegan un amplio abanico de juegos de seducción y erotismo destinados a dar y recibir placer, no sólo a obtenerlo. La sumisión femenina y el dominio masculino han pasado a la historia. Saben cómo mirar a una mujer, quieren establecer con ella una buena comunicación, desean que se sienta amada, satisfecha y respetada. Como compañeros de vida y de cama pueden ser una joya.

En casa, en las tareas del hogar, en el cuidado de los hijos, los megas echan horas y esfuerzo. Esta es la travesía más áspera, porque “el hombre debía tener la responsabilidad del patrimonio, que es diferente de la del matrimonio. Tenía asumida una iniciativa, una responsabilidad de siglos. Ahora está reajustando la concepción de cuál es su papel”, define el doctor Prieto. Los metrosexuales introdujeron una ética muy primaria del cuidado que los megas han empezado a desarrollar. “El 51% de los padres varones con niños de 5 a 10 años están altamente implicados en la crianza de sus hijos, aunque todavía sólo el 7% de ellos se implica igual o en mayor medida que las madres”, establece el estudio Infancia y futuro. Nuevas realidades, nuevos retos, de la Fundación Obra Social La Caixa. Según el mismo análisis, la proporción de padres que se acogieron a la baja por paternidad se ha cuadruplicado desde la puesta en marcha de la ley de Igualdad en el 2007: ha pasado del 15% al 58%. Los hombres del siglo XXI parecen haberse dado cuenta de que “la familia igualitaria contribuye más que la tradicional al bienestar de los niños españoles”, como concluye el informe.

En su tarea como cuidadores es donde parecen estar más perdidos, casi aturdidos, porque no acaban de encontrar el método. “Están descubriendo los aspectos positivos de la crianza y el cuidado, pero también aprendiendo que atender a los hijos es complejo, no es tan fácil”, sostiene Pescador Albiach. Muchas veces se produce el efecto péndulo, aunque tampoco las mujeres se libran de él, y “pasamos –como expone el sociólogo– del padre protector y dominante al padre que todo lo puede, que es amigo de sus hijos. El padre no puede ser nunca amigo, pueden ser más cercano, pero no amigo”. Porque siendo un colega más se acaba por no establecer los límites, que es uno de los grandes problemas de la educación en estos momentos, tal como alertan desde psicólogos a sociólogos o pedagogos. Según ellos, los límites hay que ponerlos, si no, convertimos a nuestros hijos en seres asociales, sin capacidad para la relación, la negociación o para resistir la frustración.

Sin embargo, toda cara tiene su cruz. Advierten los expertos que tras la imagen de los megasexuales pueden esconderse hombres machistas, pero políticamente correctos, alentados por el devastado paisaje económico que nos rodea. Son el movimiento retrosexual, que ya protagoniza páginas web y convoca hasta manifestaciones para reivindicar la vuelta al prototipo de machote. “Cuando se produce el cambio, la crisis del modelo, a los hombres les da mucho miedo, porque ya no sirve el modelo que hasta ahora les había proporcionado seguridad. Y es entonces cuando aparecen movimientos como la retrosexualidad o el neomachismo. Son formas de resistirse a ese cambio que ya es una realidad y que supone que el modelo de ser hombre como siempre ya no funciona”, advierte Erick Pescador Albiach. Estas tendencias de rebeldía frente al cambio están habitadas sobre todo por enemigos de los metros, no buscan un espacio nuevo ni la revisión de los modelos relacionales. Y nacen del miedo, porque “cuando se cuestiona el modelo masculino se cuestiona el poder. El hecho de que se cuestione la masculinidad supone que se cuestione toda la estructura de relaciones de poder del sistema. Y los hombres tienen miedo de perder el poder. Todavía estamos por llegar al modelo equilibrado. Es un proceso costoso y lento”, concluye el sociólogo.

Bien dotados... de sensibilidad

Las multinacionales de la cosmética, siempre avispadas, ya se han dado cuenta de que una nueva masculinidad ha visto la luz. Dicen los expertos que no hay sólo un modelo de hombre, como no lo hay de mujer, pero siempre existen referentes a los que a todos nos gustaría parecernos. Querríamos tener el encanto de uno o de otra, la inteligencia de aquel o de aquella, su belleza, su capacidad de entrega, su equilibrio. Los admiramos por sus aptitudes y sus actitudes. Y en la larga travesía de la masculinidad, ahora es el momento de los megasexuales: apasionados, emotivos, entregados, viriles, fuertes, tiernos y decididos, representantes de la masculinidad bien entendida.

PEP GUARDIOLA
El exentrenador del FC Barcelona es un hombre elegante, de traje o en vaqueros, educado, exquisito en sus formas, respetuoso. Un apasionado por su trabajo, pero capaz de dejarlo todo “porque me he vaciado” y porque quiere devolver a su compañera y a sus tres hijos el tiempo y el espacio que les ha escatimado en los últimos años. Ha llorado en público, se ha mostrado enérgico. Amante de la disciplina, ha ejercido su profesión con firmeza, pero sin ahorrar afectos.

HUGH LAURIE
Es la nueva imagen millonaria de una firma de productos de belleza para hombres. El Doctor House ha seducido desde su inteligencia, desde su toque de rebeldía. Lo hemos visto evolucionar, aprender de sus errores, rectificar, ser apasionado y cuidar de los suyos. Hemos descubierto sus debilidades, sus miedos. Su intimidad sentimental ha quedado al descubierto. La experiencia, la madurez, se han combinado en él con un atractivo físico que hunde sus raíces en lo varonil.

JAVIER BARDEM
No le dedicó el premio que recogió en Cannes en el 2010 a su mujer, se lo dedicó a su amor, Penélope Cruz. Con sólo una palabra demostraba que detrás de su imagen ruda late el corazón de un hombre bien dotado de sensibilidad que no se avergüenza de expresar sus emociones. Es solidario, como demuestran sus acciones a favor del pueblo saharaui. Y en cuestiones menos espirituales, su cuerpo, grande, sus mandíbulas poderosas, lo convierten en el paradigma de la hombría.

GEORGE CLONEY
El actor es, a sus 51 años, el paradigma de casi todo. Seductor, capaz de entregarse con pasión a la causa de los refugiados y acabar en la cárcel por defender sus principios. Clooney es educado, elegante, con una personalidad arrolladora, tan cautivadora como su sonrisa. En su mirada puedes descubrir la ternura o la fortaleza, el cariño y la energía. Tan decidido como capaz de reconocer su miedo e inmadurez para ser padre. Y no se considera menos hombre por preferir el descafeinado; intenso, eso sí.

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miércoles, 15 de agosto de 2012

Más shorts que nunca en las escuelas

¿Reivindicación adolescente, sexualización de la infancia o simple moda?

La seducción es natural, pero hay que evitar que la chica se presente como objeto

LA VANGUARDIA 09/06/2012
 
Más shorts que nunca en las escuelas
Cuatro amigas adolescentes, ayer, a la salida del instituto Ana Jiménez
Cristina Sen

  Se observan estos días en las calles grupos de piernas coronadas por un short de diseño minúsculo. Es la moda de niñas, adolescentes y jóvenes en edad universitaria, un uniforme de verano que acapara casi todos los estantes de las tiendas de ropa y que convierte en una aventura incierta encontrar un pantalón corto con algo más de tela. Los minishorts sirven para todo. Se llevan al colegio, al instituto, a la universidad. A la discoteca y a la playa, y también se han visto en algún puesto de trabajo. Madres y padres discuten con sus hijas, especialmente con las pequeñas, los profesores lo comentan. ¿Es el debate de siempre, el de la expresión y reivindicación de la juventud, o hay nuevos elementos?

La preocupación hoy latente a la hora de analizar el significado de esta moda es el de la hipersexualización, el acortamiento de la infancia, el ritmo de maduración de los jóvenes... Esto no significa vincular en términos generales la moda de los minishorts (los de la foto no son los más cortos del mercado) a estos aspectos que analizan psicólogos y sociólogos, pero sí que da pie a plantear si todos sus usos son adecuados, lógicos, sanos.

"Podríamos considerar que es una provocación de los adolescentes, una forma de enfrentar-se a los padres", señala Cristina Ramírez, profesora de Psicología Evolutiva y de Psicología de la Sexualidad (Universitat de Barcelona). Sin embargo, esta profesora, que aborda el debate desde muchos puntos de vista, estima que la forma de vestir es un lenguaje y cada uno ha de saber lo que expresa con ello. La coquetería, prosigue, es natural pero la cuestión es saber hasta dónde, "hasta dónde es adecuado llegar para que uno no sea visto como un objeto".

En cambio, quienes ciñen el análisis al pulso reivindicativo de la adolescencia y de la primera juventud recuerdan que a lo largo de la historia siempre ha habido polémica con las formas de vestir. El caso más paradigmático es el de la minifalda, creada en 1965 por la diseñadora Mary Quant, que se extendió rápidamente, y los shorts tampoco son nuevos en la historia del mundo. Pilar Pasamontes, directora científica del Instituto Europeo de Diseño (IED) en Barcelona y profesora de Historia de la Moda, considera que los shorts son una expresión de la juventud y surgen no de una imposición comercial, sino de las redes sociales y de los blogs. "Es verdad que en algunos casos no pueden ser más pequeños, son sorprendentes, pero tampoco diría que son una barbaridad", dice a modo de pincelada.

El elemento positivo que observa es su uso extensivo. Es decir, el hecho de que lo lleven altas y bajas, gordas, flacas. Pasamontes ve en ello un cierto desacomplejamiento, una cierta actitud yanqui de más desparpajo.

Hay que desmenuzar el tema. No es lo mismo cómo viste una chica de 17 años que una de 10. Ni es lo mismo ir al colegio con minishort que llevarlos el fin de semana. La cuestión, por lo tanto, es el tipo de valores con los que se crece, el armazón sentimental, sin que esto suponga caer en el puritanismo o defender el conservadurismo. Cristina Ramírez señala que lo que falta es una buena educación sexual, entendida no como el manual de cómo se pone un preservativo, sino de un sistema transversal que hable de valores, de comunicación, de sentimientos y de respeto, entendiendo que la sexualidad no es sólo genitalidad. Una educación tanto en la escuela como en la familia en la que cada uno se plantee cosas sobre sí mismo, que ofrezca criterios de selección a los niños y a los jóvenes, y autoestima.

El tema de la edad es por tanto importante, ya que, como señala, Ramírez, hay niñas de 10 años que eligen ropa sexy y no saben qué es ser sexy. Se trata así de plantear un proceso madurativo lógico, que ofrezca seguridad.

Hace un tiempo que el debate está sobre la mesa (en forma de cinta de tanga, de enseñar el calzoncillo...), ha llegado a los colegios con el planteamiento de cuál es la indumentaria adecuada para ir a estudiar e incluso en el Reino Unido ha sido una cuestión de Estado (véanse las informaciones adjuntas). Pero nadie se inclina por prohibir el uso de unas determinadas prendas, sino de ofrecer las herramientas para la autorreflexión. Ursula Oberst, profesora de Psicología (Blanquerna-Universitat Ramon Llull), señala que los adolescentes acentúan sus perfiles hiperfemeninos e hipermasculino, una actitud que acostumbra a suavizarse con el paso del tiempo. Y actúan también en función de la identificación con un grupo.

Considera, asimismo, que hoy "ya no se lleva" el perfil de "la chica mona", sino que lo que triunfa es una sexualidad agresiva en la que las féminas tienen un papel dominante a la hora de jugar con el poder de seducción. Se ensalza así a la mujer como objeto, pero eso ya no está siendo exclusivo de ellas, sino que la presión se empieza a dar también sobre los varones. La hipersexualización de estas etapas de la vida se ve en el mundo real, señala Oberst, pero queda más subrayada en las redes sociales, en los perfiles que las adolescentes exponen de ellas mismas en Facebook. Pese al análisis, esta doctora en Psicología considera que no hay que escandalizarse por el éxito de los shorts, ya que pasará como todas las modas, y también cambiarán de gustos quienes los llevan.

La American Psychological Associaton elaboró en el 2007 el Informe sobre la sexualización de las niñas, que ponía altavoz a un debate latente y a lo que se consideraba una realidad creciente impuesta por el modelo de consumo de los adultos. La sexualidad es inherente a la vida y un descubrimiento en la juventud, pero quienes defienden las tesis de esta excesiva sexualización señalan que esta llega contaminada por un determinado mundo adulto obsesionado. Los anuncios -con la mujer como objeto-, el contenido de las revistas para adolescentes, algunas series de televisión... A ello debe añadirse el acceso a cualquier contenido en internet, sin pasar por filtros previos explicativos. Y las consecuencias, según muchos expertos, son negativas, ya que mucho se ha escrito y se ha hablado sobre lo que conlleva la obsesión por la imagen y el excesivo culto al cuerpo.

"Cuando alguien te mira de una manera, hay que tener la madurez para saber responder", señala Cristina Ramírez, quien recuerda la importancia del aprendizaje de los límites aunque la adolescencia sea un momento de lucha contra lo impuesto. Se trata, por lo tanto, de buscar un equilibrio en el que, aunque suene prosaico, todo acaba dependiendo del tipo de shorts y de cuándo se usan. Algunas niñas salen de su casa con pantalón muy corto y leggins, y después las medias acaban en la mochila. En la universidad hay profesoras (en femenino) que comentan que hay chicas que vienen tan sexis que no se sabe muy bien cómo mirarlas. No es cuestión de debatir si han de ir o no sexis, sino de señalar, dicen, que igual el lugar más adecuado sería la discoteca.

Hay, así, shorts buenos y malos, y la cuestión sería hacerse con aquel con el que una se siente bien consigo misma en el momento adecuado. Y, sobre todo, que no se lleven en la cabeza.

jueves, 26 de julio de 2012

¿Por qué los hombres se duermen después de practicar sexo?

Investigadores descubren que el córtex se 'desactiva' en el orgasmo y el cerebro produce serotonina y opioides LA VANGUARDIA 25/07/2012 Una pareja duerme en una cama Barcelona. (Redacción).- Científicos franceses han descubierto por qué los hombres tienden a quedarse dormidos tras practicar sexo: el córtex cerebral, responsable del pensamiento consciente, entra en reposo al llegar al orgasmo; a continuación, el córtex cingulado y la amígdala cerebral mandan serotonina y opioides al resto del cerebro para ponerlo a dormir y anular todo deseo sexual. Los investigadores han llegado a estas conclusiones escaneando la actividad cerebral de hombres durante y después de practicar sexo, según recoge The Telegraph. Serge Stoléru, uno de los autores del trabajo de investigación, ha asegurado a The Sunday Times que "en las mujeres parece que no sucede lo mismo, no tienen un periodo de reposo tan largo y pueden pedir más cuando sus parejas lo único que quieren es descansar".

miércoles, 25 de julio de 2012

"Amar no exige aprendizaje, pero convivir requiere una universidad entera"

Una tarde de verano

Entonces, suavemente, como en cuclillas, llega un pensamiento sobre ti, y de golpe recuerdo que te amo

LA VANGUARDIA  22/07/2012 Pilar Rahola

Lea la versión en catalán

Perdida en esta tarde de verano, me asedian las malas noticias que invaden los informativos, con la prima de riesgo disparada, Valencia que pide ser rescatada y ese loco asesino de Denver matando a niños y adultos que miraban una película. A veces la realidad es una trinchera y el desconcierto atenaza nuestras almas vulnerables. ¿Qué ocurrirá con este presente tan amenazador? Y sin querer, una piensa en los hijos, cuyo futuro incierto labramos a golpe de descalabros. Y en la gente que quiere, y en el país, y si la tarde se pone metafísica, arriban las ideas sobre el sentido del ser y esas cosas. Es entonces cuando suavemente, como en cuclillas, llega un pensamiento sobre ti, y con él una sonrisa, y de golpe recuerdo que te amo y que me amas y que conjugamos en plural el verbo de la vida.

Extraña cosa esa del compartir, con sus oasis y sus desiertos, sus caminos y sus atajos, sus miedos y sus sueños. Y sin embargo, maravillosa cosa. Mi amigo, mi compañero, claro que podría vivir sin ti, y la vida me traería otras emociones. Pero la cuestión no es cómo sería la vida sin ti, sino cómo es la vida contigo. Y ya sabes..., cómo todos vamos arrastrando fatigas, fracasos, disgustos, y también éxitos, alegrías... Pero lo realmente extraordinario es que vivir contigo me construye y me engrandece. "Tú me completas", le decía Tom Cruise a Renée Zellweger en aquella azucarada y deliciosa película titulada Jerry Maguire, que sabes que me gusta, quizás porque siempre hubo una ñoña dentro de mí. ¡Qué le vamos a hacer! Todos tenemos nuestros secretos... Pero el término es preciso, porque ciertamente eso es lo que siento, que me completas. No sé si eres un hombre extraordinario, pero eres mi hombre extraordinario, y esas gafas de verte distinto, grande, único, no quiero perderlas nunca. Y te aseguro, querido, que no es la distorsión del amor, por mucho que ya sé que amar es mirar con un espejo cóncavo. Pero si te veo especial no es porque te amo, sino porque vivo contigo, y es ahí, en la gramática de la convivencia, donde creces hasta hacerte inmenso.

¿Sabes? Quizás podría amarte en la distancia, pero querido mío, no quisiera nunca vivir a tu distancia. Por supuesto, conozco tus debilidades y defectos, como tú los míos. Pero el verbo convivir es audaz y terco, y supera los obstáculos si, más allá de las nimiedades, sabe bucear en las aguas profundas. Y nosotros empezamos a estudiar esa asignatura nada más conocernos. Con los años te diré que convivir me parece aún más intenso que amar. Al fin y al cabo, amar no exige aprendizaje, pero convivir requiere una universidad entera.

Nada, querido, que es una tarde de verano, y estaba como medio triste con tantas malas noticias, y entonces pensé en ti y todo tuvo otro sentido. Fíjate, es por eso por lo que te amo tanto, porque siempre le das sentido a todo, incluso cuando no estás.