sábado, 27 de octubre de 2007

5. TEORÍAS SOBRE LA MASCULINIDAD: El patriarcado inevitable

En 1973, S. Goldberg publicó un libro titulado La inevitabilidad del patriarcado (Alianza Editorial: Madrid, 271 p., 1976) en el que definía al patriarcado como “toda organización política, económica, religiosa o social, que relaciona la idea de autoridad y de liderazgo principalmente con el varón, y en la que el varón desempeña la gran mayoría de los puestos de autoridad y dirección." (1976:31). Según Goldeberg, es una evidencia que en todas las sociedades la voluntad de la mujer “está algo subordinada” a la del hombre, y que “la autoridad general en las relaciones duales hombre-mujer y familiares, cualesquiera que sean los términos en que una determinada sociedad defina la autoridad, reside, en último término, en el varón” (Goldberg; 1976:33). Todas las sociedades han aceptado hasta ahora estas evidencias y se ha adaptado a esta realidad “mentalizando a los niños en este sentido, porque no les queda más remedio que hacerlo” (Goldberg; 1976:34; las cursivas son nuestras).

Según Goldberg (1976: 28), no se trata de enjuiciar lo que es bueno o lo que es malo, lo que debería ser y lo que no debería ser. Simple y sencillamente, “el dominio masculino es universal; no hay sociedad que jamás haya dejado de adaptar lo que espera del hombre y de la mujer, así como los roles sociales correspondientes...” (Goldberg; 1976:32).

Los varones tienden a dominar (en el sentido implicado por las instituciones universales) precisamente porque su fisiología hace que para ellos sea más importante el actuar de esa manera.. Estadísticamente hablando, siempre sucede de ese modo y las instituciones de la sociedad se ajustan a esta observación.

Durante miles de años, todos (a excepción de unos cuantos científicos sociales y otros que se oponían ideológicamente a esta idea) han sabido perfectamente bien que hombres y mujeres difieren en los factores fisiológicos que subyacen a los pensamientos y comportamientos de hombre y mujer. Tal vez ellos no tenían las palabras necesarias para describir el vínculo entre de la fisiología con el pensamiento y la conducta, pero sabían que ese vínculo existía.

La batalla de los sexos: ¿es inevitable el Patriarcado? Los hombres dominan, no porque se les ha dicho que lo hagan, sino porque es su naturelaza el hacerlo, Steven Goldberg. Aparecido en el National Review, 11 de noviembre de 1996, páginas 32-36
http://www.geocities.com/adm_peru/pater02.htm


Por tanto, resulta muy aventurado pensar en la viabilidad de masculinidades y feminidades distintas a las plausibles dentro del sistema patriarcal.

Los aspectos de la modernización mencionados anteriormente hacen casi inevitable que las mujeres (socializadas y educadas bajo criterios modernos) vean los roles masculinos como roles por los que vale la pena luchar. Por ello, no es tan sorprendente, que muchas mujeres contemporáneas desprecien la feminidad. Allí están los intentos feministas de "redefinir la feminidad"; sin embargo, las "redefiniciones" son, simplemente, una aceptación de lo anti-femenino, apoyánse en el argumento de lo bien que las mujeres pueden hacer las cosas que hacen los hombres.

En todo caso, el sector público y el mercado laboral, están acogiendo la llegada masiva de gran número de mujeres a este espacio público. Es un terreno en el que la feminidad es mucho menos poderosa que cuando el status está determinado por el matrimonio y la familia. Los conflictos encontrados por las mujeres representan, no sólo, el choque del impulso fisiológico con la recompensa social (es decir, "la posibilidad de la maternidad" versus "el status que ahora recibe la mujer en el espacio público"), sino, también, demandas sociales incongruentes ("expectativas de comportamiento maternal y femenino lejos del trabajo" versus "la conducta esperada en la lucha por el status público"). Cuando la naturaleza fisiológica de las personas involucradas entra en conflicto con la expectativa social, y cuando la naturaleza de las habilidades sociales requeridas entran en conflicto unas con otras, la mujer siente que se le está pidiendo tener una universalidad que muy pocos seres humanos poseen.

Todo esto sería menos problemático si los hombres estuvieran hechos para responder a las necesidades de los niños tan rápido como las mujeres. Pero la experiencia de China, la Unión Soviética, los países escandinavos, y muchos otros países, combinado todo esto con la evidencia de la fisiología, muestra que el cuidado equitativo de los niños es algo imposible. Las mujeres norteamericanas, dolorosa y rápidamente, han descubierto que hay cosas que los hombres simplemente no harán. Asumir igual responsabilidad en el cuidado de los niños es una de esas cosas....

En realidad, sigue Goldberg, estamos experimentando una masculinización del mundo: el sistema económico contemporáneo tiende a socializar y recompensar a las mujeres por las conductas requeridas para el espacio público, en mayor proporción que las conductas maternales y familiares, alguna vez consideradas femeninas.

Esta masculinización reduce la importancia de una femenización más evidente y superficial, que se deduce de las alteraciones cosméticas de las costumbres de dominio masculino, y se traduce en un rechazo de las diferencias sexuales (en lo conductual, cognitivo y emotivo) que siempre fueran tan obvias para todos nosotros. Esto fuerza a las mujeres a descuidar un juego que ellas no pueden perder, para entrar a otro juego en el que la naturaleza se ha puesto contra ellas.

La exigencia contemporánea de rehusarse a reconocer las diferencias sexuales, ha convertido en algo casi imposible el que se respete al hombre o a la mujer sobre la base de las características enraizadas en sus respectivas fisiologías. A pesar que ello no modifica, de forma significativa, los impulsos y la conducta básicos de la mayoría de hombres y mujeres. Los hombres y mujeres siguen siendo hombres y mujeres, por mucho que traten de negarlo. Sin embargo, esta actitud nueva es todo lo opuesto a reconocer lo especial de cada sexo. Y, si la masculinidad o la feminidad no son vistas como especiales, y merecedoras de respeto, el respeto por nuestra esposa o nuestra enamorada -realmente, el respeto por nosotros mismos- se reducirá.

Las "teorías" feministas niegan las raíces fisiológicas de lo masculino o de lo femenino. Al hacerlo, convencen a la mujer contemporánea, no sólo, de que lo tendrá todo (algo casi imposible que aquellos con una fisiología masculina creerían sobre sí mismos), sino que el matrimonio puede ignorar las diferencias fundamentales entre los hombres y las mujeres, diferencias que (si las reconocemos completamente) son incorrectamente atribuídas a la "cultura solamente" y, por lo tanto, fáciles de ser eliminadas.

La mayoría de las esposas de hace cincuenta años entendían que los hombres eran eso, sólo hombres, no esperaban que ellos se socializaran en algo distinto. Esto hizo que el acuerdo matrimonial fuera algo realista, que no era algo, en esencia, encolerizador para la mujer (en la forma actual, hay una pretensión que los hombres sean, simplemente, menos que una mujer pesada y torpe que podría "así de fácil" aceptar un rol "equitativo").

Las mujeres de todas las sociedades, a excepción dela nuestra, han entendido que la naturaleza de los varones es tal que él deberá tener una posición especial dentro de la familia, si es que tomará pacíficamente su lugar dentro de ella. Esas mujeres habían entendido...


  • la mayor rapidez de los varones para preferir la competencia al compromiso,
  • su resistencia mayor a la socialización,
  • su rol inevitablemente menor en la vida de sus hijos,
  • su umbral menor en la estimulación sexual
  • y, tal vez, una poderosa atracción hacia lo nuevo, lo que constantemente amenaza rebasar sus acuerdos morales y sociales.

Las mujeres habían aprendido que los hombres no tratarán de suprimir esas tendencias a menos que se les ofreciera una posición respetuosa y especial dentro de la familia, una posición que actuaría como contrapeso para lograr que: el matromonio establezca límites en la conducta del varón y le de un lugar central a la mujer, ya que por su naturaleza fisiológica y psicológica ella está atada, de forma automática, a los niños.

Si ser "el hombre de la casa" no significa nada especial muchos hombres encontrarán que ya no vale la pena el esfuerzo.

Los hombres siempre han esperado que la familia sea un respiro de la lucha cotidiana, un refugio pacífico que los proteja del ataque. Es un hecho (un hecho tan evidente que sólo un sociólogo o una feminista podría negarlo) que la fisiología del varón es tal que los hombres reaccionan a las situaciones competitivas peleando o huyendo. Generalmente peleando.

En el caso del matrimonio, hay una pared de piedra que lo convierte en un acuerdo formal (legal), y, en el mejor de los casos, reemplaza la intimidad con los derechos civiles.

Como respuesta al rechazo de concederle su rol tradicional, los hombres tenderán a: alterar la familia, a través de la agresión, hasta que logren lo que antes se daba por sentado y canalizar sus esfuerzos en una conquista sexual fuera de la familia.

Las mujeres encontrarán que están criando a los niños ya sea en un campo de batalla o completamente solas, preocupándose porque los Rambos gritones han reemplazado a los silenciosos y vigorosos defensores de la justicia y protectores de las mujeres.

Por ejemplo, los valores contemporáneos consideran que no se puede defender la idea que considera que el esposo merece el asiento preferencial en la mesa o que tenga otras preferencias similares. Con frecuencia se ignora (por razones psicológicas evidentes) que para los hombres ese es el costo inevitable de la eliminación de cualquier beneficio anterior al matrimonio. Lo contrario es un incremento en el número de varones que prefieren estar solteros o que encuentran que ya no vale la pena esforzarse por su matrimonio.

¿Podrán las mujeres vencer a los hombres en su propio juego? ,Steven Goldberg, Aparecido en el National Review, 27 de diciembre de 1993, páginas 30-34 http://www.geocities.com/adm_peru/pater04a.htm

Sin embargo, esa supuesta universalidad e inevitabilidad del patriarcado, ha quedado en entredicho tras numerosas investigaciones antropológicas.

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Una pregunta : ¿estará traducido al español el(o los)libro(s) de Goldberg?;si no, me parece imprescindible hacerlo.Visita mi blog www.feminismocuestionado.blogspot.com ¡(aunque parece me lo hackearon o algo, porque no puedo hacerle modificaciones)mi correo es justiciadeverdad, arroba, gmail.com

Guillermo Tell dijo...

Eso de que ha sido puesto en entredicho por numerosos estudios antropologicos, va a ser que no.

Bueno, al menos estudios antropológicos serios con una mínima base cientificas, no confundamos.

Cris dijo...

Goldberg ha sido traducido al castellano.
Es un libro odioso, lleno de falacias, completamente fuera de contexto. Con poca o ninguna base seria para sus hipótesis.
Y ha sido puesto en entredicho por casi todos los estudios antropológicos posteriores.

Anónimo dijo...

Hay que ser muy valiente para publicar un libro así, dice la verdad tal como es. Pero es un libro científico con bases biológicas, no es fácil de leer. Es cierto que ha sido puesto en entredicho por muchos estudios antropológicos posteriores pero, como comentan mas arriba, no son estudios serios, con base.