sábado, 31 de octubre de 2009

LA AMISTAD ES FRÁGIL




EL CRECIENTE INDIVIDUALISMO DE LA SOCIEDAD MINA LOS VÍNCULOS ENTRE AMIGOS.

La semana pasada, dos personas que no se conocían me contaron una historia muy parecida. Ambas, de diferente edad y entorno social, habían tenido durante años lo que creían que era 
un amigo a prueba de bomba. Sin embargo, bastó un levísimo cambio geográfico para que aquellas relaciones se disolviesen como un azucarillo.

A Marta, administrativa, la trasladaron a otro departamento en la misma planta. Mientras que a Pau, biólogo, la búsqueda de vivienda lo llevó al pueblo de al lado. Fue suficiente para que aquellas personas con las que habían disfrutado parrandas y confidencias ahora los mirasen como extraños. 
“Siempre había pensado que la amistad era algo más sólido”, concluía Marta, decepcionada. “Antes no era así”, aventuraba Pau, recordando amistades de la mili que habían pervivido a lo largo de cuatro décadas.

Las dos anécdotas ponen de manifiesto el abismo que hoy separa la idea que aún tenemos de la amistad y su peso real en el mercado de las relaciones personales. Pues resulta obvio que la apoteosis de individualismo en la que vive inmersa nuestra cultura ha comenzado ya a minar un vínculo interpersonal que había conocido tiempos mejores.

“En la sociedad de consumo compulsivo, de olvido fácil y rápida reposición, la auténtica amistad es un lujo del que pocos disfrutan realmente, un bien tan amenazado como el medio ambiente”, asegura Ignacio Merino, autor de 
Elogio de la amistad, una erudita y amena historia sobre este tema desde la Antigüedad hasta nuestros días. Y su conclusión es que, huérfana del oropel de antaño, ha comenzado a cotizar a la baja: “Escuálida en la selva bulímica de la mercadotecnia, víctima del trueque, se convierte en artículo de usar y tirar. Un valor desdibujado por el espejismo de una sociedad en la que prima la apariencia y lo superficial. Hoy, la verdadera amistad, admitámoslo, está de capa caída. Se practica poco o de forma forzada”.

Merino asegura que, como es evidente, sigue habiendo amigos; los de la niñez, el barrio, la escuela, los del verano o el trabajo. Pero, se pregunta, ¿cuántos conservamos de verdad a través del tiempo? ¿Cuántos mantiene, años después, el joven que se casa y tiene hijos? Y, tras constatar que en la cultura la amistad sigue siendo un asunto menor, como de escuela o parroquia 
progre, apunta su destierro del cine y, sobre todo de la música contemporánea, que se ha quedado enquistada en el amor de pareja y, sobre todo, en el desamor.

“Los amigos, en nuestra zarandeada sociedad del siglo XXI, no pasan a menudo de ser compañeros del bregar diario, conocidos ajenos a nuestra voluntad, colegas de infortunio en el deambular de la existencia o, lo que es peor, 
amiguetes, es decir, individuos de nuestra especie que están ahí por azar, porque nacieron en nuestro barrio, poblaron las mismas aulas o talleres o tal vez sólo se emborracharon con nosotros. Pero los camaradas se hacen sobre todo en las horas duras, en el trasiego del dolor o la prueba del heroísmo, y eso, francamente, no es lo habitual. Lo que manda en la calle, lo que vemos aquí y allá, es la amistad de circunstancias, mientras valga para algo. Los amigos han llegado a ser artículo de consumo que sirven para el bienestar y, si molestan, se cambian u olvidan”.

Así que un nuevo paradigma globalizador marca a la amistad en estos tiempos en que las decisiones personales tienden a tomarse sin consideración por nadie. Así fueron los años 90. “Si buscas un amigo, cómprate un perro”, era la consigna. Y hemos comenzado a transitar por el siglo XXI dispuestos a prescindir de algo que, como reza un proverbio turco, 
“duplica las alegrías y divide las angustias por la mitad”. Lo cuenta Pau; “Con la edad he llegado a darme cuenta de que una de las mejores cosas que te puede ofrecer la vida es una cena con amigos del alma, compartiendo risas y copas. Pero es como si cada vez resultase más complicado conseguirlo”.

Po se trata de un fenómeno reciente, algunos especialistas lo sitúan en el fin de los antiguos estilos de vida que comportó la Primera Guerra Mundial, Pero más recientemente, diversos estudios han avalado la rapidez del proceso. En el año 1995, un politólogo estadounidense,
Robert Putnam, escribió Bowling alone (jugando solo a bolos), un ensayo en el que demostraba la profunda transformación de las relaciones.

La idea se le ocurrió tras constatar la preocupación de los propietarios de boleras, una de las actividades de ocio para practicar entre amigos más extendidas en Estados Unidos, por el descenso de sus ingresos. Los datos confirmaban que el número de jugadores había crecido un 10%, sin embargo la caja había caído hasta un 40%. ¿Qué estaba pasando?. Pues que los clientes comen y beben más en la bolera cuando están en grupo que cuando juegan solos. Y que ahora acudían en mayor número sin compañía.

La anécdota, para Putnam, reflejaba a pequeña escala la transformación que están experimentando los patrones de sociabilidad. Y que las consecuencias a medio plazo provocarán el 
repliegue del individuo sobre el ámbito privado y el descenso de la participación en organizaciones civiles estarían minando el desarrollo de normas de confianza y reciprocidad generalizadas. Un capital social de inestimable valor.

Pero ya antes, coincidiendo con la masificación de la televisión, se produce un momento de inflexión a partir del cual se observa un declive progresivo en todos los indicadores de actividad cívica. Cada vez es menor el contacto con los vecinos, la implicación de los padres en las actividades de la escuela o la formación de asociaciones. ¿Y por qué todo esto tendría que ser malo?, preguntan los escépticos. Con datos del último cuarto de siglo, 
Putnam asegura que los lazos sociales son el mejor predictor de la satisfacción con la vida.

Por ejemplo, estar casado es el equivalente de cuadruplicar los ingresos, mientras que asistir regularmente a los encuentros de un club social tiene el mismo efecto estadístico que duplicarlos. Como contrapartida, la pérdida de capital social se relaciona con peores resultados educativos, embarazos adolescentes, suicidios, mortalidad perinatal, incremento de las tasas de delincuencia y un largo etcétera de penalidades.

Ciberrelaciones.- Aunque ante las repetidas voces de alarma, también se ha escuchado la voz de otros investigadores que aseguran que la amistad no está desapareciendo, sino que, simplemente, se está transformando. Si las relaciones de antaño estaban esencialmente determinadas por lugares (aldea, barrio, llamada de teléfono fijo a fijo, por ejemplo), internet y la telefonía móvil favorecen las relaciones de persona a persona, estén donde estén. “Dejamos de depender de una sola comunidad esencialmente geográfica y nos vinculamos cada vez más a una variedad de redes menos densas y más dispersas.
El tejido social no se destruye, se modifica, explica el sociólogo canadiense Barry Wellman que ha bautizado este fenómeno como 
“individualismo en red”.

El estudio titulado 
La fuerza de los vínculos en internet, dirigido por Wellman y fruto de una colaboración entre el Pew Internet y el Netlab de la universidad de Toronto, muestra que los internautas no se limitan a usar la red para conseguir información. “Es más, quienes usan internet son más susceptibles que los demás de haber recibido el apoyo de sus redes sociales cuando tuvieron que enfrentarse a momentos importantes de su vida”.
La encuesta desmonta la idea tan asentada de que el tiempo pasado en la red afecta nuestras relaciones personales. “Es todo lo contrario. Cuanto más vemos a cierta gente en persona, más correos y llamadas intercambiamos con ellas”.

En todo caso, cegados por un presente frenético, no nos paramos a pensar que del valor de la amistad, como sucede con la salud, sólo nos damos cuenta cuando la perdemos.


MANUEL DÍAZ PRIETO
Animales y racionales
La Vanguardia
24 Septiembre 2006
FUENTE: http://vidabel.blogcindario.com/2006/10/00048-la-amistad-es-fragil.html


Padres y estudios


Los padres suben nota

¿Quiere que su hijo tenga éxito en los estudios? Pues no se le ocurra prometerle una moto ni una videoconsola como premio a final de curso. Mejor exíjale que saque la basura, recoja la mesa y haga las camas. Y, sobre todo, hable con él y muestre interés por sus estudios


MAYTE RIUS | LA VANGUARDIA 21/02/2009 |
Conversar con los hijos, interesarse por lo que hacen, dar relevancia a sus estudios y a su futuro profesional, mantener un buen clima familiar y una buena relación con el otro progenitor, marcarles límites, exigirles que participen en las tareas domésticas y colaborar con el maestro y con el centro educativo contribuye a mejorar su rendimiento académico y su conducta en la escuela. Por el contrario, prometerles regalos, comparar sus notas con las de otros compañeros, no preocuparse por su vida escolar, consentirle todo y criticar a la escuela o a los maestros acostumbra a traducirse en peores resultados académicos. Lo dicen, de modo concluyente, múltiples y variopintas investigaciones sobre el fracaso escolar y sobre la incidencia de las relaciones familiares en la vida escolar.
"La realidad me ha demostrado que por mucho trabajo que un niño o niña nos dé a los maestros, si sus padres están dispuestos a colaborar con el colegio, si en casa los esquemas de relación y de límites están claros, si el niño o la niña vive un equilibrio razonable entre libertades y responsabilidades, la probabilidad de que su evolución escolar sea positiva es muy alta. Y, desgraciadamente, la realidad me ha demostrado también la otra versión: que cuando los padres y madres delegan en la escuela toda la tarea educativa, o aún peor, cuando critican o cuestionan el trabajo de los profesores delante de sus hijos, las probabilidades de éxito escolar quedan muy reducidas", asegura Ramon Casals, profesor de matemáticas en el instituto Leonardo Da Vinci de Sant Cugat del Vallès (Barcelona).

Su experiencia docente y de colaboración con asociaciones de madres y padres ya había llevado a Casals a estas conclusiones, pero decidió corroborarlas de forma científica y el año pasado utilizó una licencia del Departament d´Educación de la Generalitat para evaluar qué aspectos de la vida familiar inciden en la vida escolar, cuantificando aspectos como el grado de conversación de los alumnos con su padre y con su madre, si se ríen con ellos, si les dan besos, si juegan, si los padres les preguntan dónde van, si les riñen, si hacen las paces cuando discuten... y cruzando estas variables con sus opiniones sobre si vale la pena estudiar, si sacan buenas notas, si les gustan los profesores... Las conclusiones del estudio Les relacions familiars i la seva influència en la vida escolar - realizado sobre una muestra de 995 alumnos de entre 10 y 17 años de 21 centros educativos de Catalunya- son que cuando las madres y los padres se interesan por lo que hacen sus hijos mejora un 20% la actitud de estos por el estudio y, en general, las otras variables escolares: rendimiento, satisfacción con el profesorado.

También influye de forma relevante la confianza y seguridad que el menor tiene en su relación familiar, la existencia de buenos mecanismos de resolución de con-flictos en casa o el hecho de participar activamente en las labores domésticas, que mejora un 7% la actitud escolar. "Lo que hemos constatado es que cualquier aspecto que refuerce el vínculo emocional del niño con su familia redunda en positivo sobre su autoestima y seguridad. ¿De qué puede servir que un niño hable más o menos con sus padres? Básicamente le da a entender que tiene una relación con ellos, eso le hace sentirse mejor consigo mismo y con el mundo. Por eso encara la vida con un ánimo más positivo. Le cuesta el mismo esfuerzo aprenderse los verbos irregulares, claro está, pero al sentirse bien, es capaz de encarar este esfuerzo con mejor ánimo y, por tanto, de obtener mejores resultados escolares. Yolo defino como cojín emocional", explica Casals.

Está claro que el rendimiento escolar es un factor complejo que no puede explicarse en función de una única variable, pero son muchos los investigadores que ponen el acento en la influencia familiar. Hay una amplia línea de trabajos centrados en probar que el mayor nivel educativo de los padres, el nivel de renta familiar y la presencia de un ambiente estimulador en el hogar suele ir asociado a los buenos resultados académicos de los hijos. Hay todo otro grupo de investigaciones que demuestran cómo la implicación de los padres en actividades y en el funcionamiento escolar influye en el rendimiento de los alumnos. Pero cada vez son más los que ponen el énfasis de la correlación familia-rendimiento escolar en las relaciones entre padres e hijos y entre los propios progenitores.

"El carácter del clima familiar es más relevante en el rendimiento escolar que el nivel de estudios de los padres, y se relaciona directamente con el nivel de fracaso escolar", sostiene Antonia Lozano, maestra, psicopedagoga y miembro del grupo de investigación psicoeducativa y psicopedagógica de la Universidad de Almería, tras haber investigado la interacción de estas variables con el fracaso escolar sobre una muestra de 1.178 alumnos de entre 12 y 18 años de cuatro institutos de Almería.

Su conclusión es que las relaciones con los padres tienen una correlación elevada y positiva con aspectos como la conducta en clase (la actitud y la motivación en el aula), el autoconcepto académico (la valoración de la propia capacidad como estudiante), las relaciones sociales en clase (integración con los compañeros del colegio), relaciones de amistad (influencia académica del grupo de amigos), expectativas futuras (el deseo de seguir estudiando) y locus de control (la percepción del control sobre las propias acciones y sus consecuencias). "Y cuanto mayor es el autoconcepto del alumno, más estrategias de aprendizaje utiliza, y cuanto más elevada es su motivación, mayor es la implicación de sus recursos en el aprendizaje", comenta Lozano para explicar la incidencia de estos aspectos en un mayor rendimiento.

En su opinión, las variables que más influencia tienen sobre la conducta en el aula y el rendimiento escolar son las expectativas de los padres sobre sus hijos, la importancia que la familia concede a los estudios tanto en su vertiente de desarrollo personal como de futuro sostén económico, el apoyo e interés por los estudios, la comunicación y el lenguaje entre los diversos miembros de la familia y el estilo educativo de los padres. A conclusiones muy similares ha llegado el equipo que, liderado por el catedrático Alfonso Barca Lozano, del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidade da Coruña, ha estado investigando entre 1998 y 2005 los efectos de las relaciones familiares en el rendimiento escolar del alumnado de educación secundaria, bachillerato y formación profesional de Galicia. Tras analizar a casi 4.000 alumnos y sus familias, Barca ha identificado algunas variables familiares que tienen una correlación positiva con el rendimiento y el trabajo escolar, y otras cuantas que inciden de forma negativa.

En el primer grupo destaca, por su elevada incidencia, la satisfacción familiar y la valoración de los estudios por parte de la familia, seguida de la colaboración familiar con el centro y la evaluación positiva de la capacidad y el esfuerzo, así como las expectativas familiares sobre el estudio y futuro del alumno. "Todos los datos implican que el rendimiento académico es más alto en la misma medida en que lo son las percepciones del alumnado sobre la satisfacción de su familia con los resultados positivos que obtiene, la intensidad que sus familias muestran en la motivación por las propias tareas escolares y por el aprendizaje en sí mismo, la colaboración de la familia con el centro escolar y el interés por terminar con éxito los estudios y obtener un buen trabajo en el futuro", indica en las conclusiones del estudio, que aparecerá publicado en breve en Grupo Editorial Universitario de la ciudad de Granada.

En cuanto a los comportamientos familiares que dañan el rendimiento, el equipo de investigadores liderado por Alfonso Barca señala el refuerzo familiar del rendimiento, el uso de criterios comparativos, el control familiar y las ayudas familiares en el estudio. Dicho de otro modo, cuanto más recompensan o elogian los padres el esfuerzo y las calificaciones escolares de los hijos con promesas de regalos o incentivos materiales, más bajo es su rendimiento académico. "Se constata que cuanto más realizan este tipo de reforzamiento los padres, más perjudican el autoconcepto académico de los hijos, disminuye la responsabilidad de los hijos frente a los logros y el desarrollo de las aptitudes académicas y, paradójicamente, también el rendimiento es más bajo", explican los autores.

Ana Martínez-Pampliega, directora del departamento de Psicología de la Universidad de Deusto, que también ha estudiado a fondo el impacto de la familia en el rendimiento escolar de los alumnos de secundaria, reitera que "quizá sea la satisfacción familiar la variable más vinculada con el rendimiento escolar". Martínez-Pampliega ha analizado la incidencia de las relaciones con el padre y con la madre, de los conflictos matrimoniales, de los divorcios, y su conclusión es que las mayores dificultades escolares se dan en niños que tienen una menor satisfacción con su familia y viven situaciones conflictivas, independientemente de si sus padres conviven o están divorciados. "Cuanto mayor es el amor percibido por los hijos en las relaciones con los padres y menor el control y la hostilidad, mejor rendimiento se observa", indica la investigadora de Deusto.

Visto el papel determinante de los padres en la vida escolar de los hijos, la pregunta que muchos ya se habrán formulado es qué se puede hacer desde casa para mejorar el rendimiento y la conducta en el colegio. "Dar ejemplo. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto le rodea. La seguridad o temor, el optimismo o pesimismo, las actitudes y valores, el tono vital, etcétera, dependen en buena parte de lo que durante la infancia se haya observado e imitado", responde Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor en la Universidad Complutense.

Y concreta cuál debe ser ese ejemplo: "Es muy saludable la actitud de los padres presidida por la conversación, el equilibrado control, el acompañamiento, la orientación y el estar presto a garantizar las condiciones ambientales apropiadas en casa para el trabajo escolar, desde el lugar hasta la planificación y los recursos. Deben mostrarse dialogantes, empáticos, interesarse por la evolución de los hijos, preguntarles qué tal les ha ido en el colegio, qué deberes les han puesto... Esta disponibilidad parental resulta muy estimulante, al tiempo que fomenta la autoexigencia, el hábito de estudio y la responsabilidad".

Antonia Lozano añade otros puntos que se han de trabajar desde casa: establecer unas normas claras de conducta y las repercusiones de transgredirlas, enseñarles a ser progresivamente conscientes y responsables de su conducta, animarles a que se expresen y participen en las decisiones y aspectos que sean pertinentes, controlar su actividad educativa tanto en el colegio como en casa sin relajarse a medida que suben de nivel, valorar todo lo relacionado con la cultura y la educación, colaborar con el centro educativo en todos aquellos aspectos que se puedan desarrollar en casa, establecer una serie de hábitos culturales mínimos (lectura, visitas a museos, etcétera), conocer a los amigos que frecuentan...

Valentín Martínez-Otero también deja claro qué comportamientos deben evitar los padres para no aumentar la probabilidad de fracaso escolar: "Hay que evitar que estén desatendidos, solos, que hagan lo que quieran, que carezcan de hábito de trabajo". Una recomendación que reitera Antonia Lozano, quien también insta a los padres a evitar transmitir a los hijos escasas expectativas de éxito escolar, a no ser incoherentes entre lo que dicen y lo que hacen, a ayudarles o buscar ayuda para hacer los deberes... "También es primordial que las familias se acerquen al centro educativo y lo consideren como un ente fundamental en el desarrollo de sus hijos y no únicamente como un lugar al que ir a dar y/ o recibir quejas", añade

Los genes y el gentío

VICENTE VERDÚ EL PAÍS, 31/10/2009

Estar con los demás y ser parte de un grupo proporciona tantos o más beneficios para la salud que el ejercicio físico

La relación con los demás cura, aunque también pueda, de vez en cuando, matarnos. Por lo común, puesto que somos animales sociales, lo apropiado es conversar, alternar, amar. El cuerpo en apariencia no cambia pero sus defensas sí. Según comprobó la doctora Bernadette Boden de Columbia University sobre una muestra de 655 afectados por ataques cardiacos, la probabilidad de sufrir una recaída se multiplicaba por dos entre los pacientes más solos.

Pero lo mismo vale para aquellos a quienes la edad tiende a robarles la memoria, entre otras cosas. Estar con los demás y ser parte de un grupo proporciona tantos o más beneficios para la salud que el ejercicio físico, muchos fármacos o las dietas. En consecuencia, ¿es Facebook y las demás redes sociales la medicina actual por antonomasia? Sí y no. A los efectos benéficos de sentirse relacionado (100 amigos virtuales de media) pueden seguir las melancolías de no disfrutar contactos ya que, incluso entre jóvenes, el número de amigos íntimos apenas crece con la red.

El grupo humano salvaría a la manera de un cuerpo místico, pero también, en racimo, podría hundirnos si la sociedad no respeta su identidad grupal sea por racismo o por creencias religiosas. Una reacción a este desdén podría ser la intensificación de los vínculos internos, pero tampoco es raro que los pertenecientes a una raza, una religión o una condición menospreciada tiendan a alejarse de sus pares y sufran un desconcierto fundamental. Un desconcierto, que como explicaba Oliver Sacks en El hombre que confundió a su mujer con un sombrero (1998) hace tambalear la identidad, aumentar la vulnerabilidad y propiciar la contracción de algunas dolencias. Lo ideal y lo humanamente natural sería disfrutar del mayor número de contactos amistosos y familiares posibles. Es cierto que un cónyuge obeso -dicen en Harvard- acentuará la probabilidad de promover una pareja obesa y que todo amante que fuma empuja a fumar al otro. Pero lo contrario también es verdad, dicen en la UC de San Diego. Un amigo de un amigo de un amigo apenas influye en nuestra salud, pero el máximo colega será tanto la máxima vacuna como el máximo virus.

Nicholas Christakis, de Harvard, ha evaluado los pros y contras, para proclamar que tanto en la red física como en la virtual los beneficios de la vinculación superan siempre y ampliamente a los estragos. La gente necesita a la gente y ya mucho más principal que la genética viene a ser la influencia del gentío.

Adultescentes. La generación 'peter pan' está hipotecada

España tiene casi 8 millones de treintañeros, nacidos al final del 'baby boom' - Están desencantados y altamente endeudados - Son consumistas y buscan en el ocio la nostalgia de su infancia

JOSEP GARRIGA

EL PAÍS - Sociedad - 25-10-2009

En Estados Unidos se les bautizó como kidults -del inglés kid (niño) y adult (adulto)-. En Latinoamérica optaron por un juego de palabras en español, adultescentes, por la unión de adulto y adolescente. Y en España los sociólogos prefieren definirles como treintañeros bajo el síndrome de Peter Pan, mientras que los expertos en mercadotecnia les llaman Generación X. Constituyen, según los últimos datos demográficos del Instituto Nacional de Estadística, el segmento de población mayoritario en España, con casi ocho millones de personas y, en consecuencia, representan una bolsa ingente de consumidores.

Son los últimos hijos del baby boom de los setenta y, en general, todos responden a los mismos patrones. Constituían la generación mejor preparada pero que se ha dado de bruces con un mundo que ha cambiado repentinamente ante sus narices. Ahora deben construirse una nueva realidad y piensan, quizá con razón, que ya están llegando tarde. Son unos jóvenes que rompieron esquemas, abrieron nuevos caminos a base de luchas sociales y, de golpe, se ven amarrados a una hipoteca o, por el contrario, tienen que regresar al nido familiar, a esa casa de la que ansiaban emanciparse. En definitiva, un final de trayecto infernal. Y se dicen: "Yo no entiendo nada".

El único refugio que les queda ahora es su retorno a la etapa juvenil. Pero como retroceder en el tiempo se antoja imposible, mantienen las mismas actitudes y formas de ocio que entonces. Por eso se les llama kidults, adultescentes o Peter Pan.

El problema de los treintañeros arranca -y nunca mejor dicho- de su pecado original: su propio tamaño generacional. No es que nacieran muchos: nacieron demasiados. La tasa de fecundidad alcanzó los 2,8 hijos por mujer fértil. Este estigma les ha marcado desde entonces: masificaron las aulas de las escuelas, después las del instituto, las de la Universidad y, una vez con el título debajo del brazo, las colas de demanda de empleo y las oficinas del paro.

El sociólogo Enrique Gil Calvo apunta que, además de su peso demográfico, los treintañeros heredaron el objetivo de emanciparse con un piso de propiedad, una cultura enraizada en España e Italia, pero no en el norte de Europa, donde el propio Estado promueve y subvenciona el alquiler. "Aquí el Estado del bienestar sólo se entiende para la gente mayor, en ningún caso para los jóvenes", abunda Pau Miret, sociólogo del Centro de Estudios Demográficos. "Y en España las presiones para comprar una vivienda eran muy fuertes y constantes", agrega. El porcentaje de vivienda en propiedad en España se sitúa en el 92% frente al 6% de alquiler.

Pero ¿cómo comprar una vivienda con un contrato temporal y sin estabilidad laboral? La Generación X fue la primera que firmó hipotecas a 35 y 40 años vista. "Se hipotecaban no sólo por el hecho de comprar un piso, sino porque significaba comprarse la emancipación que ansía todo joven. Y los bancos se aprovecharon de este efecto llamada", resume Lorenzo Navarrete, decano del Colegio de Sociólogos de Madrid. A esta presión familiar y social -"con un alquiler estás tirando el dinero", les recriminaban- se sumó la bajada de los tipos de interés y unas entidades financieras que les recibieron con los brazos abiertos.

Sin embargo, su situación se asemeja a la del pez que se muerde la cola. El primer pilar para la transición al mundo adulto es el mercado laboral, porque supone la base para el resto de transiciones. Es decir, la compra de la vivienda, la creación de una familia y los hijos. Pero si el primer pilar no es lo suficientemente sólido o se resquebraja, se hunde el resto y con ello, incluso, la trayectoria vital. De ahí que la edad de emancipación en España se sitúe entre las menores de Europa, en el 45,6% del total de jóvenes. "Poco a poco se multiplica el efecto porque hasta que no consiguen el capital para dar la entrada del piso o un contrato estable van aplazando su salida de casa. Pero continúan pensando que la compra de una vivienda es la mejor inversión, incluso como apuesta biográfica, porque el título universitario no basta", insiste Gil Calvo, que denomina a este grupo Generación H, por la hipoteca. Un informe de Estados Unidos evidencia que los treintañeros representan la primera generación que, en términos relativos, gana menos que la de sus propios padres.

"Es la primera generación en la historia de la humanidad que no ha tenido que hacer lo que hacían sus padres. Y esto crea incertidumbre. Además, les ha fallado el tótem de la vivienda", comenta Gerard Costa, profesor de Marketing Social de la escuela de negocios Esade. Y Navarrete, de acuerdo con este análisis, apunta otra frustración: "Se pelearon por todos y con todo el mundo y, en muchas ocasiones, tiraron la toalla para poder irse. Y ahora casi no disfrutan de esas conquistas sociales que ellos consiguieron. Es una generación a la que debemos mucho y ellos, a su vez, también deben mucho, pero a los bancos".

Este turbulento contexto ha creado, según la mayoría de sociólogos, una generación desencantada, desorientada, perpleja, aplastada, con sensación de pesadez, con enormes y constantes dudas porque el mapa de rutas que trazaron sus padres ya no les sirve y han de orientarse con uno nuevo en blanco y con unos valores diferentes. "Es una generación desencantada, que no se ha adaptado, que podría romper pero no lo han hecho y esto comporta un desgaste. Pero yo el eje lo veo por las dudas ya que se han encontrado sin red de protección y tienen una sensación de oportunidad perdida", resume Gerard Costa.
Los treintañeros casados que buscan descendencia calcan, en su mayoría, esos parámetros de constantes dudas, considera Gil Calvo. ¿Sabré hacer bien de padre?, se preguntan. "Están atemorizados por hacerlo mal. Pero incapaces de imponer autoridad a los hijos optan por mimarles y por sobreprotegerles. Los protocolos de sus padres no les sirven y ahora carecen de manual de uso", comenta. Pero incluso en ellos -la pareja- se da una contradicción: culturalmente son transgresores y modernos pero sociopolíticamente conservadores. "Es una mezcla contradictoria y ambivalente", añade este sociólogo.

Ese conservadurismo se aprecia también en su inmovilismo laboral y en su visión del mundo del trabajo. Para sus padres el éxito y progreso profesional representaban una meta; en cambio, los treintañeros tienen otra escala de valores y dan mayor importancia a otra serie de elementos como el ocio y a colmar sus emociones. De ahí que, como subraya Costa "las empresas hayan entrado a degüello en este segmento de edad".

La eslóganes publicitarios de la tienda de muebles Ikea reflejan, con exactitud, la situación personal y el estado de ánimo de los treintañeros. "Donde caben dos, caben tres" no iba destinado a las parejas que querían ser padres sino a los treintañeros llamados boomerang, los que regresan a casa de sus padres después de una etapa frustrada y frustrante de emancipación. Y los hay en número. "Redecora tu vida", era un anzuelo para esta generación que no entiende nada perpetuo y desencantada, señala Pilar Alcázar, periodista y autora del libro Entre singles, dinkis, bobos y otras tribus, sobre las oportunidades de negocio destinadas a estos grupos de treintañeros. Y por fin, "La República independiente de tu casa", es sinómino de búsqueda de emancipación, incluso en el seno del hogar. También va dirigido a quienes viven solos. Y la Generación X es la más abundante. Según la última EPA, del tercer trimestre de 2009, en España hay 539.300 viviendas unifamiliares de personas activas en este segmento de edad.

El consumo de los treintañeros va ligado sobre todo al ocio entendido como retorno y nostalgia de la etapa juvenil, porque implica también un cambio de valores. "Antes estaba mal visto que una persona tuviese un punto infantil, le llamaban niñato, pero ahora es diferente", añade Alcázar. "Es un segmento más consumidor. Cuando era joven entrevió estas cosas, pero lo disfrutó con limitaciones. Ahora lo puede hacer con amplitud", incide Costa. Y Navarrete apunta su explicación sociológica: "El síndrome de Peter Pan es la garantía de mantener la equidistancia entre sentirse integrado y, al tiempo, también libre. Aun pensando ya como adultos conservan más actitudes y atributos juveniles. Una lucha contracultural". También es cierto que los términos juventud y juvenil se han estirado e incluyen a personas de 34 años que son y se sienten jóvenes.

Los estudios de mercado y, en definitiva, los hábitos consumistas de estos treintañeros no fallan. En Barcelona, por ejemplo, se han agotado las famosas muñecas Baby mocosete. No las han comprado los padres para sus hijos, sino la mamá para su disfrute. El pasado fin de semana, la película de dibujos animados Vicky el Vikingo batió record de taquilla. La mayoría de espectadores eran treintañeros con su prole. Lo mismo sucedió en 2005 con Mortadelo y Filemón. Los ejemplos se extienden a los musicales de Mecano, Abba o Queen. O a la reedición de filmes como Star Wars. O a los anuncios: la recuperación del espot en blanco y negro del gel Legrain-París y el "Anda, los donuts". Y cómo no, a la play station o el Scalextric.

"En cuanto al ocio son unos jóvenes que gastan mucho. Pero ahorran en cosas prácticas, porque no dejan que les tomen el pelo. Utilizan las compañías aéreas low cost o los outlet de ropa. Pero, en cambio, gastan mucho en satisfacer sus emociones y en caprichos", afirma Alcázar. Y Gerard Costa lo ejemplifica: "La figura de Jockey de Batman cuesta más de 200 euros y ha sido todo un éxito. Y los de Tim Burton se agotaron". El Baby mocosete supera también los 200 euros.




¿Y la jubilación?

España tiene una pirámide de edad embarazada, porque predominan los treintañeros que suman 7,9 millones de personas. De ellos, el 18% procede de la inmigración. La estadística del INE arroja un dato preocupante: el envejecimiento paulatino de la población y las repercusiones para los cuatro pilares del Estado del bienestar: las pensiones, el sistema nacional de salud, la educación y las ayudas sociales. De no aumentar el ritmo de nacimientos, España puede convertirse en un país de viejos y sin jóvenes que coticen a la Seguridad Social. Y además, la gente vive mucho más día a día.

Sin embargo, parece que este problema no inquieta sobremanera a los actuales treintañeros. Según una encuesta del grupo asegurador Caser, sólo el 46% de los entrevistados cree que la Seguridad Social -sanidad y pensiones- tendrá dificultades en el futuro, frente a una media total del 69%. El 11% cree que desaparecerá y el 35% que el Estado reducirá las prestaciones.

¿Es insano el cine de terror sádico?. Terror y juego con los límites




Los filmes con elevadas dosis de crueldad están en auge entre jóvenes y adolescentes - 'Saw VI' es la primera película de terror catalogada como X - La tortura como otra forma de pornografía

GREGORIO BELINCHÓN / CARMEN PÉREZ-LANZAC
EL PAÍS  -  Sociedad - 31-10-2009 


Por primera vez en España un filme, Saw VI, ha sido calificado como película X por su "apología de la violencia". Su estreno, previsto el pasado viernes 23 de octubre, se ha pospuesto. Las 300 copias de la película reposan en un almacen a la espera de que la Comisión de Calificación del Ministerio de Cultura revoque -o no- su decisión. Mientras tanto, el teléfono de la sala X de la calle Duque de Alba de Madrid, una de las ocho de España que aún sobrevive al tirón del porno en Internet, no para de sonar. "¿Que si ha llamado alguien?", dice la recepcionista. "Me duele la oreja de responder a chavales jóvenes que llaman preguntando si la vamos a echar".
El cine de terror con altas dosis de crueldad está en auge. Jóvenes y adolescentes son su público más fiel. ¿Por qué sienten fascinación por un cine tan sádico? ¿De qué forma afecta al espectador presenciar la mutilación de una persona indefensa? ¿Se trata acaso de un cine insano?


Las cinco primeras entregas de la saga Saw, abanderada del terror más extremo, han recaudado 440 millones de euros desde su arranque en 2004 (a ritmo de una al año). En España, 3.564.000 espectadores fueron a verlas al cine; recaudaron 20 millones de euros. Una máquina de hacer dinero, porque el presupuesto de cada entrega nunca ha superado los siete millones de euros. Pero, ¿en qué consiste Saw? Su protagonista, Jigsaw, es un asesino en serie que obliga a sus víctimas a automutilarse o a matar a un compañero de penurias para salvarse.Son filmes repletos de juegos macabros, sadismo y sangre que sólo encuentran una posible comparación con Hostel (2005) y su continuación, Hostel 2 (2007), que lograron entre ambas 600.000 espectadores en España. La saga Hostel también basa su argumento en el placer que encuentra alguien -en estos dos filmes, millonarios que pagan por disponer de víctimas- en provocar dolor a una persona indefensa. El urdidor de Hostel, el director y actor Eli Roth, explicaba hace dos años que, en comparación con Saw, sus filmes eran más gores, "un género de terror en el que ruedas un asesinato con cierta dosis de humor y mucho maquillaje. Es muy divertido. Yo, por ejemplo, no aguanto la visión de la sangre de verdad y jamás he visto un muerto". La revista New York Magazine calificó su obra como torture porn (tortura pornográfica), porque usa la violencia para excitar al público como si viviese un acto sexual.


En lo que va de 2009 los fans del terror han tenido muchos motivos para ir al cine a pasar un buen (o mal) rato. REC 2, La Huérfana, El destino final 3D, Jennifer's Body, Arrástrame al infierno, The Descent 2, Infectados, Expediente 39 o la reciente Paranormal Activity, que costó menos de 10.000 euros y lleva más de 50 millones recaudados. ¿Dónde demonios, se preguntarán algunos, reside el placer de ver estas películas? "Es como subirse a una montaña rusa", explica Emilio Martínez, creador del portal de cine de terror Aullidos.com. "Es un chute de adrenalina".


En una de las escenas de Saw VI una mujer debe mutilarse para asegurar su propia supervivencia. ¿De qué manera afecta al espectador ver un momento tan duro? Martínez no vacila: "Hombre, somos muy conscientes de que no es real. Más duro es ver un documental sobre el genocidio ruso que a un tío con un máscara absurda cargándose a gente con una sierra".


El sociólogo Fermín Bouza apoya la opinión de este fan del cine de terror: "Con los datos conocidos sabemos que la violencia social no tiene nada que ver con la literatura, el arte o el cine", explica. "Es totalmente inútil darle vueltas o buscar excusas en este tipo de películas. La violencia tiene que ver con la estructura social, la familia... Es cierto que hay actos anecdóticos. A veces un niño desequilibrado imita acciones que ha visto en el cine, pero es un problema minoritario. La violencia artística no influye en la real".


Sin embargo, Guillermo Cánovas, de la asociación en defensa de los menores Protégeles, no opina de esta forma. "Por cada estudio en el que se dice que las personas no son sensibles a la violencia que ve en los medios hay tres que demuestran que sí lo somos. Negarlo es como negar la existencia de la publicidad. Todos hemos aceptado que con 40 segundos se puede influir sobre la gente. Pensar que algo que dura una hora y media no puede es absurdo".


"Las imágenes que nos llegan a través del cine y los medios audiovisuales influyen en cómo los adolescentes y también los adultos componemos nuestra visión del mundo", explica Mercedes Coll, profesora de Filosofía de secundaria y miembro de la cooperativa Drac magic, que promueve la educación a través de medios audiovisuales. "La crueldad siempre ha estado presente en el cine, porque, al igual que la ternura, forma parte de nuestra psique. El cine, sobre todo el de terror, tiende a ofrecer la máxima espectacularidad para atraer al público. Estas películas triunfan más entre los más jóvenes porque en el fondo son unas memeces terribles y además su umbral para soportar ciertas imágenes está por encima del de un adulto por la propia situación de la adolescencia, más explosiva y sin esa sedimentación que dan las vivencias", explica esta profesora. "Yo lo veo en clase: les pongo películas y a veces se ríen ante escenas brutales. Pero es una defensa ante algo que les resulta difícil, como taparse la cara, gritar o llorar. Lo que sí me sorprende es que cuanto más espectacular es la escena más alejada la ven de la realidad y más la disfrutan sin problemas. Les marcan más las películas más reales. Hace poco les puse Antes de la lluvia, de Milcho Manchelvski. Hay una escena en la que matan a una adolescente que les causó realmente el escalofrío. Lo que es muy espectacular es tan propio del cine espectáculo que pasado el asco se pueden reír de ello. Pero cuando ven algo que se aleja de lo comercial no encuentran donde sostener la emoción de las imágenes. Se pierden. Les sucede lo mismo con Internet: pueden ver un vídeo de cómo pegan a alguien y según cómo esté filmado les puede conmover. La clave no es el grado empírico de la violencia en sí, sino cómo esté tratada".


Al margen de estas reflexiones, la X de Saw VI ha causado bastante desconcierto en el sector. "Vi la primera entrega de Saw y me pareció original; fuerte, por supuesto, pero es lo que el público quiere", dice el director sevillano de cine gore Julián Lara. "Puede herir sensibilidades, desde luego, aunque de ahí a ponerle una X... Me parece una salida de tono ¿Cuántas cosas son X en la vida diaria y son mucho peores?". José Luis Rebordinos, director de la Semana de cine fantástico y de terror de San Sebastián, que hoy arranca su XX edición, califica la X de "muy preocupante". "Me preocupa que el fantasma de la censura vuelva a asomarse en España, que tiene una legislación progresista en la materia. Desde luego será uno de los temas de conversación esta semana. Todo el mundo está anonadado. Lo curioso es que en Estados Unidos, un país nada permisivo con las calificaciones, se ha estrenado sin problemas".
Jaume Balagueró, responsable de filmes de terror como REC y REC 2, Frágiles o Darkness, y considerado uno de los maestros mundiales de este género, apunta otra contradicción: "Me parece que le han hecho la pascua a la distribuidora. Porque si las otras cinco no fueron X, ¿por qué ésta sí? No tiene sentido ¿Y quién les repone su inversión económica?". Cada copia cuesta unos 1.200 euros, y, en el momento que recibió el informe con la X, Buenavista (de la que es dueña Disney) tuvo que retirar todos los carteles de los cines, la publicidad de la calle y los tráileres. Balagueró vio la primera y la tercera entrega: "No me interesan. Es un cine que carece de argumento, un catálogo de sadismo extremo, y no creo que esa X se propague por otros filmes de terror. Entiendo que la Comisión dudase con la calificación, pero yo no se la hubiera puesto. Si las anteriores Saw no la recibieron...". El director asegura haber visto momentos más salvajes en las pantallas, "aunque es cierto que dentro de filmes con un argumento, en que esa violencia hacía avanzar la narración y no este sadismo cercano a lo pornográfico".
El psicólogo Luis Muiño, experto en cine, tiene su opinión muy clara: "Yo creo que el impacto psicológico de una película debería medirse a través de las narrativas que trasmite y cómo enfoca las relaciones entre las personas. Hay películas que aunque son duras funcionan bien a nivel psicológico porque difunden narrativas sanas. Ciudad de dios, por ejemplo, es una película dura y muy realista pero que difunde una narrativa sana: se puede salir de la cadena de la violencia. Yo vi un trozo de la primera entrega de Saw y me pareció una película insana. Transmite una narrativa sádica y pretende hacer negocio a partir de fomentar una forma de afrontar los problemas brutalmente insana. No hay que engañarse. No es arte. Lo que va a ocurrir al darle la categoría X es simplemente que van a sacar menos dinero. No es censura. Aunque parezca mentira, porque soy un tipo de izquierdas, me parece muy bien. Desde mi perspectiva, películas que hacen dinero causando malestar psicológico es mejor que se pasen en salas X. Es como escuchar durante dos horas a un violador diciendo que todas las mujeres son iguales y no contrariarle. Y conste que soy un gran aficionado al terror, pero esta saga promueve que salgamos del cine peor de lo que entramos. Desde el punto de vista del arte no la censuraría, pero desde el punto de vista de un psicólogo, sí".


"La sociedad tiene la obligación de proteger a los menores física y emocionalmente, por eso esta prohibida la venta de contenidos porno a menores de 16", continúa Cánovas, de Protégeles. "La banalización de la violencia, mostrar en un entorno de ocio el sufrimiento ajeno como algo de lo que se puede disfrutar, tiene peores secuelas que el porno. Nos cuesta entender que no se proteja a los menores de este tipo de películas, así que el calificativo X nos parece muy bien. Para nosotros no habría ningún problema de que esta película se emitiera en las salas de cine normales si se controlara el acceso a ellos de los menores de edad mediante DNI, pero como por algún motivo no se hace...".


"Hoy en día, un occidental difícilmente podría soportar ver ajusticiar a un señor en la plaza pública", continúa la profesora Mercedes Coll. "Sin embargo, sí vemos las imágenes de este tipo que nos llegan desde Afganistán y estamos pendientes de ellas. Hay que valorar cuáles son los límites de nuestra cultura de la imagen, de esta aceleración del consumo de imágenes cada vez más fuertes. Quizá se ha llegado a un momento en que el propio sistema no lo aguanta. Me parece una hipocresía que hablemos de proteger lo que ven los adolescentes cuando la televisión es pura pornografía. La restricción contra esta película de terror se debería extender a todos los medios informativos".


De momento, la telefonista de la sala X del centro de Madrid que hablaba al inicio de este reportaje le dice a todos los interesados que llaman por teléfono que allí no van a echar Saw VI. Ni allí ni en ninguna de las ocho salas X que hay en España, entre otras cosas porque ni siquiera todas tienen proyectores en 35 milímetros en celuloide. Cada día que pasa es dinero perdido para Buenavista, la distribuidora de la película, porque probablemente los fans de la saga Saw se estén descargando la nueva entrega por Internet, incongruencias del actual estado de las cosas. La administración impone restricciones de las que Internet no entiende.
Mientras tanto, en Estados Unidos la película se ha situado en segunda posición del ranking, con 9,4 millones de euros recaudados en 3.000 salas. En Reino Unido ha logrado la misma posición, con dos millones de euros en 375 pantallas. Aquí, 300 copias acumulan polvo en un almacén a la espera de un cambio en su catalogación que de momento no ha llegado.

 

Terror y juego con los límites 


Gérard Imbert

EL PAÍS  -  Sociedad - 31-10-2009


En su exploración de los imaginarios colectivos, el cine actual nos ofrece auténticos viajes a lo(s) extremo(s). El cine se torna experiencia de los límites y juego con lo irrepresentable (el horror, lo siniestro). El cine de terror siempre se ha situado en los límites entre lo humano y lo monstruoso (su deformación). Dentro de la codificación impuesta por el cine de género, lo hacía jugando con el miedo a lo desconocido, el pánico ante el desorden, dándole un carácter mínimamente figurativo a la representación del terror. El terror era identificable, plasmado en figuras a menudo monstruosas: animales de tamaño sobrenatural, seres de otros mundos, vampiros, zombis, espectros etcétera, encarnaciones todas del enemigo exterior.


Hoy, con la hibridación de los géneros, también se han hibridado los miedos: el miedo más temible es el miedo al miedo (el jugar con la inminencia de lo impensable), los monstruos más terribles son los de la mente, el peor enemigo es el interior. Con ello se han difuminado también las fronteras entre terror —lo que es visible— y horror —lo invisible, lo que es del ámbito de lo innombrable—.


El terror se ha alejado de lo fantástico para acercarse al horror. La producción asiática es la que más lecciones ha sacado de ello: se ha apoderado del horror y lo ha integrado al género de terror, actualizándolo mediante la proyección de un imaginario vinculado con los miedos contemporáneos. Cuatro películas emblemáticas lo ilustran: The ring y Dark water de Hideo Nakata, Audition de Takashi Miike, las tres japonesas, The eye, de Danny Pang y Oxide Pang Chun (Hong Kong). Tres de ellas hablan del ver o tienen relación con el voyeurismo. No es baladí: el cine de terror juega con la pulsión escópica, con el deseo incontrolable de ver lo prohibido, lo mismo que Internet es una ilimitada caja de Pandora al respecto.



Pero lo más interesante, como ocurre a menudo en el cine, es el subtexto. Más allá de los tópicos del terror, el cine asiático nos habla de otra cosa, precisamente de lo que Zizek llama La Cosa, no “La cosa del otro mundo” del género tradicional, que tanto ha tratado la ciencia-ficción, sino una cosa de dentro: lo siniestro, lo informe, lo que despierta fragmentos de lo real que no llegan a cobrar forma precisa, una manifestación de lo nunca visto. La peligrosidad de este cine está en el grado inaudito de hipervisibilidad que alcanza: la de los síntomas del horror (su inscripción en el cuerpo) y la de los miedos invisibles, factor de desestabilización emocional.



Gérard Imbert es catedrático de Comunicación Audiovisual de la Universidad Carlos III de Madrid y escritor. Es autor de Cine e imaginarios sociales (el cine postmoderno como experiencia de los límites).

viernes, 23 de octubre de 2009

La S con la Ch: ¡Schwarzenegger!. El cerebro y la lectura. ¿Implicaciones de género?



A la luz de esta información, me pregunto por las implicaciones de género...


La S con la Ch: ¡Schwarzenegger!.


Un área clave del cerebro aprende a identificar palabras de un vistazo - Un estudio con ex guerrilleros revela cómo el aprendizaje de la lectura cambia nuestra mente


JAVIER SAMPEDRO


EL PAÍS - Sociedad - 15-10-2009




Aprender a hablar es espontáneo en nuestra especie, pero aprender a leer no: la escritura se inventó hace sólo 5.000 años, y no ha dado tiempo para que evolucione un órgano mental de la lectura. Aprender a leer es un modelo óptimo para estudiar los mecanismos cerebrales del aprendizaje.


Es muy difícil estudiarlo en los niños, porque en ellos todo el cerebro está cambiando por todo tipo de razones. Un grupo de investigadores españoles, británicos y colombianos dirigido por Manuel Carreiras, director del Basque Center on Cognition, Brain and Language (BCBL) de San Sebastián, han salvado esa dificultad de un modo ingenioso: usando ex guerrilleros colombianos analfabetos que estaban aprendiendo a leer. Han podido así demostrar claros cambios estructurales y de conectividad en las áreas lingüísticas del cerebro. Publican hoy el trabajo en Nature.


"Trabajar con los ex miembros de la guerrilla de Colombia nos ha proporcionado una oportunidad única para ver cómo cambia el cerebro cuando se adquiere la lectura", dice Carreiras. "La enseñanza de la lectura se produce durante los primeros años escolares, al mismo tiempo que se aprenden otras destrezas. Separar los cambios que se producen en el cerebro durante la infancia causados por la enseñanza de la lectura de los cambios producidos por el aprendizaje de destrezas sociales o motrices es casi imposible".


El BCBL es un nuevo centro de financiación mixta (pública y privada) y dedicado por entero a las ciencias cognitivas: la investigación multidisciplinaria de la mente. El estudio ha sido financiado por el Ministerio de Ciencia e Innovación, la fundación Ikerbasque y el Wellcome Trust británico.


"Tras décadas de lucha", dicen los científicos, "algunos miembros de las fuerzas guerrilleras han empezado a reintegrarse en la sociedad colombiana, generando una población considerable de adultos analfabetos. Tras dejar las armas y volver a la sociedad, algunos han tenido la oportunidad de aprender a leer a los veintitantos años, una situación ideal para investigar los cambios cerebrales asociados a aprender a leer".
Carreiras y sus colegas han examinado por resonancia magnética (MRI) los cerebros de 20 guerrilleros que justo habían completado su programa de alfabetización en español. Y los han comparado con los de otros 22 guerrilleros que aún no habían empezado el curso. Cinco áreas del córtex cerebral muestran más materia gris en los primeros. La materia gris mide la densidad de cuerpos neuronales (la neurona menos el axón).


Dos de las áreas están implicadas en el procesamiento de la información visual y fonológica "de alto nivel". Las áreas visuales del córtex forman una serie jerárquica. La primera área recibe de la retina un vulgar informe de luces y sombras, pero entrega un mapa de fronteras entre luz y sombra, clasificadas por su orientación precisa. La siguiente recibe esas líneas y entrega polígonos, que la otra convierte en formas tridimensionales.


Un área recibe formas concretas (un cubo visto en cierta orientación) y entrega formas abstractas (un cubo visto en cualquierorientación). Más arriba en esa jerarquía hay pequeños grupos de neuronas que significan "Bill Clinton" o "Halle Berry", por citar dos ejemplos reales descubiertos por Christof Koch, un neurocientífico de Caltech (el instituto tecnológico de California). El reconocimiento de las letras y las palabras es otra de estas funciones de alto nivel.


El lenguaje, sin embargo, no evolucionó asociado a la visión, sino al oído. Hasta hace 5.000 años, todo el lenguaje era hablado. El aprendizaje de la lectura debe conectar de algún modo la información visual -la forma de las letras y las palabras- con un dispositivo cerebral hecho para analizar sonidos, no imágenes. De ahí el aumento de materia gris en las áreas fonológicas del córtex cerebral.


Con todo, el efecto más notable ocurre en otra zona relacionada con la semántica: el giro angular, algo por detrás de la oreja. También hay cambios en el cuerpo calloso, el haz nervioso que conecta las dos mitades (hemisferios) del cerebro. En este caso no crece la materia gris (los cuerpos de las neuronas), sino la blanca (el conjunto de sus axones).


La interpretación más simple es que estos axones extra provienen de los cuerpos neuronales extra de las áreas occipitales. Es decir, que aprender a leer no sólo agranda esas áreas en ambos hemisferios, sino también sus nexos entre un hemisferio y otro.


De hecho, Carreiras ha confirmado en otros voluntarios -10 ingleses adultos que aprendieron a leer de niños- que el giro angular (y el giro dorsal occipital) izquierdo está fuertemente conectado con el derecho a través del cuerpo calloso. Más aún: a través de la misma zona precisa del cuerpo calloso que antes.


Los resultados son muy específicos de la lectura. En un tercer experimento, también con ingleses adultos que aprendieron a leer de niños, los científicos han comparado las zonas cerebrales que se activan al leer y al reconocer objetos. Los dos giros angulares, izquierdo y derecho, aumentaron su conectividad al leer, pero no al reconocer objetos.
Los nuevos datos también descartan la hipótesis predominante sobre la función del giro angular. "La visión tradicional ha sido que el giro angular actúa como un diccionario que convierte las letras de una palabra en sonidos y en significados", explica Carreiras. "Pero nosotros mostramos ahora que su función es más de carácter predictivo, anticipando letras a partir del significado; es similar a la función predictiva para los mensajes del teléfono móvil".


La conclusión tiene una relación directa con los métodos para aprender a leer que se usan en las escuelas. El método analítico es el tradicional de la P con la A pa, la P con la E pe, y así hasta la saciedad. Los niños usan ahora el método global, donde aprenden a reconocer las palabras enteras.


Es un avance, porque los adultos también leemos por el método global: prediciendo cuál es la palabra de un vistazo, cuando sólo hemos visto unas pocas de sus letras, su tamaño y su forma general. "Por eso podemos leer tan rápido", dice Jon Andoni Duñabeitia, investigador del equipo de Carreiras. El nuevo trabajo identifica el giro angular como la sede cerebral de esas predicciones: la que debe estar creciendo ahora mismo en los niños.


La predicción es una de las actividades esenciales del córtex cerebral. Uno de sus aspectos es el mecanismo del rellenado (filling-in). En el área visual primaria (V1, junto a la nuca), este proceso imagina lo que no ve el punto ciego de la retina, pero el rellenado es una propiedad fundamental de cualquier trozo de córtex. Consiste en "saltar a las conclusiones", como dice Koch. Sin eso no podríamos ver nada, ni pensar nada.


El científico de la computación Jeff Hawkins ha propuesto que la clave del rellenado es el flujo hacia atrás -de la frente a la nuca, por así decir, o de lo abstracto a lo concreto-, que en realidad constituye el 90% de la conectividad del córtex.


Si un árbol nos tapa el 80% de un arabesco de la Alhambra, todo lo que nos llega de abajo (de los sentidos) es una colección de fragmentos irregulares y salpicados por el campo visual como si los hubiera distribuido un loco. Si vemos el arabesco -y lo vemos- es porque las zonas altas del córtex han creído entender su geometría, y han transmitido esa interpretación hacia abajo.


El nuevo trabajo también tiene relevancia para la investigación de la dislexia. Los estudios con disléxicos han mostrado que tienen una menor densidad de materia gris y de materia blanca en las mismas regiones identificadas en el nuevo experimento. Se ha interpretado hasta ahora que esos rasgos estructurales son la causa de la dislexia.


Pero, dado que el tamaño de estas áreas crece al aprender a leer, los autores proponen que las diferencias cerebrales de los disléxicos no son la causa de sus dificultades en el aprendizaje de la lectura: son su consecuencia. Al no aprender a leer, las áreas no crecen.


El laboratorio de San Sebastián es uno de los impulsores del nuevo proyecto Coeduca, formado por un consorcio de investigadores nacionales e internacionales del BCBL y las universidades de Granada, Murcia y La Laguna, y apoyado por el programa Consolider-Ingenio. "Tiene como misión el desarrollo de actividades científicas básicas y aplicadas en torno a la lectura y la atención, dos de las habilidades cognitivas con mayor peso específico en el ámbito de la educación", dice Duñabeitia.


El investigador explica que el proyecto estudiará los mecanismos implicados en los procesos de alfabetización y adquisición de la lectura, y el modo en el que se modulan y regulan por los procesos atencionales y emocionales. "El objetivo último es proporcionar a los agentes educativos métodos para mejorar los procesos de aprendizaje de los alumnos en los centros educativos, tratando así de reducir el fracaso escolar".

sábado, 17 de octubre de 2009

"Esencialmente distintos por dentro". "Hay diferencias de todo tipo. No son sólo genéticas u hormonales, sino también de arquitectura cerebral y de muchos otros aspectos."


Susan Pinker: "Las mujeres son más felices que los hombres"

La psicóloga canadiense defiende que la naturaleza de las mentes es distinta según el género: ellos quieren poder y dinero y ellas relaciones humanas


joEL ALBARRÁN  La Vanguardia| Barcelona | 09/10/2009 | 
Decir que hombres y mujeres somos distintos por fuera es una evidencia indiscutible. Decir que también somos esencialmente distintos por dentro, en cambio, significa tocar un tema mucho más delicado.

A este terreno pantanoso es al que se ha lanzado la psicóloga canadiense Susan Pinker, armada con decenas de casos, de opiniones de expertos de los más diversos ámbitos y de datos científicos, todos ellos recogidos en el libro La paradoja sexual. De mujeres, hombres y la verdadera frontera de género (Paidós).

En una charla telefónica desde el Canadá, Pinker asegura que sus afirmaciones no implican defender los roles tradicionales de relación hombre-mujer. Al mismo tiempo, sin embargo, afirma que a los hombres les interesa más los símbolos de estatus y poder como un buen trabajo o un buen coche, mientras que las mujeres son más proclives a sacrificarlos para favorecer sus relaciones afectivas.

Y, lo que es más políticamente incorrecto todavía, estos intereses distintos no derivarían de motivos sociales y culturales sino que serían intrínsecos a las naturalezas humanas masculina y femenina.

Además de recurrir a argumentos científicos, Pinker analiza la evolución vivida a lo largo de muchos años de niños que parecían destinados al fracaso pero que de adultos triunfaron profesionalmente y de niñas brillantes que de mayores han renunciado a un modelo de éxito social creado por y para hombres y en el que ellas no se identifican.

-Tantos años luchando por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres para acabar concluyendo que, en realidad, somos distintos. ¿Podría esto perjudicar los avances logrados hasta ahora?
-No creo que sea bueno ni malo, no se trata de una cuestión moral, aunque sí que cierto que una de las estrategias o tácticas para defender la igualdad de derechos de las mujeres ha sido decir que hombres y mujeres son idénticos. Pero no es así.

-¿Cuál es la raíz de las diferencias entre hombres y mujeres?
-Obviamente, hay diferencias de todo tipo. No son sólo genéticas u hormonales, sino también de arquitectura cerebral y de muchos otros aspectos.

-¿Estas diferencias justifican los papeles tradicionalmente asignados a hombres y mujeres?
-¿A qué se refiere con papeles tradicionales?

-Pues que la mujer se quede en casa cuidando de la casa y el hombre vaya a trabajar, por ejemplo.
-No, no los justifican. En realidad, lo que digo es que hombres y mujeres tienen preferencias de trabajo distintas. Pero esto no significa que ella se quede en casa y él vaya a trabajar. Lo que significa, por ejemplo, es que más mujeres que hombre prefieren trabajar con gente, donde pueden desarrollar sus habilidades e intereses. No tiene nada que ver con los roles tradicionales.

-Pero en su libro menciona casos de mujeres que dejan sus exitosas carreras para quedarse en casa.
-En realidad, no se quedan en casa después abandonar sus trabajos. Lo que pasa es que los lugares de trabajo se han hecho a medida de las necesidades de los hombres y las expectativas en trabajos también se corresponden con lo que los hombres siempre han aceptado: largas horas, viajes, estar fuera el fin de semana… Las mujeres no quieren dedicarse sólo al trabajo, quieren empleos que les permitan mantener los vínculos sociales que les importan, con sus niños, sus amigos o sus padres.

-¿Y los hombres no precisan tanto estos vínculos?
-Hay que aclarar que no estamos hablando de hombres y de mujeres como si fueran personas de distintos planetas, blanco y negro, sino de promedios. Dicho esto, hay muchas más mujeres que hombres que priorizan sus relaciones personales sobre su trabajo. Por el contrario, para una proporción mucho más grande de hombres que de mujeres lo más importante es el trabajo y sacrificarían otras cosas.

-¿Esto se debe a que las mujeres identifican y reconocen mejor lo que las hace felices?
-No se puede generalizar, pero está claro que eso indica que las mujeres son más felices con sus vidas que los hombres. Son más felices y viven más tiempo. Los economistas lo llaman la paradoja del género, porque las mujeres en realidad no tienen trabajos tantos trabajos con poder, estatus y dinero… pero son más felices. Por eso le llaman una paradoja. Pero en realidad la auténtica paradoja es que el poder, el estatus y el dinero no son su objetivo: las mujeres piensan que su felicidad personal es su mayor prioridad por encima de cosas materiales como su coche o su cuenta del banco.

-¿Entonces las diferencias salariales entre hombres y mujeres las buscan las propias mujeres?
-Si, porque las mujeres a menudo eligen sus trabajos en función de sus habilidades e intereses y los hombres por cuánto ganan. Por ejemplo, las mujeres abogadas a menudo se decantan por trabajos en el sector público, mientras que los hombres se decantan por el sector privado. Así que ellas también quieren ser abogadas, pero les importa más cual es la finalidad de su trabajo.

-Una de las bases de su libro es que los hombres están más en los extremos y las de las mujeres más estables.
-Estadísticamente, los hombres son más variables, es decir que hay más hombres psicológicamente muy muy frágiles y más hombres muy muy fuertes. En cambio las mujeres en su mayoría se encuentran  más alrededor de la media.

-Recoge casos de niños que parecían frágiles y han triunfado profesionalmente ¿A qué se debe?
-No sucede siempre, pero algunos de estos niños frágiles que no tienen muchas habilidades verbales o sociales, de adultos sí son buenos con los negocios. Parte del motivo por el que les va bien con los negocios es porque tuvieron que dejar las clases y ponerse a trabajar.

-El otro lado de la moneda es el de las mujeres que parecían brillantes pero no han triunfado.
-No creo que se pueda decir que una mujer no ha triunfado porque no sea una ejecutiva de una gran empresa. En realidad, la mayoría de mujeres no quieren esto, sino que priorizan la relación con sus familiares. Hay que darle la vuelta a algunas de las asunciones más extendidas sobre lo que significa el triunfo personal. No habría que darle tanto valor a lo que ganamos. Es más importante, por ejemplo, los años que vivimos. Y si lo miras así, entonces las mujeres están muy por delante.

viernes, 9 de octubre de 2009

La píldora cambia las preferencias de pareja: ovulación e interés por hombres con mayores marcadores físicos de masculinidad









JAVIER SAMPEDRO - Madrid
EL PAÍS - Sociedad - 09-10-2009


¿Liga más un actor de carácter o un tenista de empuje? Depende del ciclo. Los ojos se van hacia el tenista en los días de ovulación, y el actor manda el resto del mes. La píldora elimina la fase de ovulación, y con ella las oportunidades del tenista. Como el fenómeno lleva 40 años afectando a la elección de pareja la generación actual es en gran parte su consecuencia.


No son los resultados de un estudio científico, sino de varias docenas de ellos. Alexandra Alvergne y Virpi Lummaa, de la Universidad de Sheffield, Reino Unido, han extraído esas conclusiones -y varias otras- revisando toda la evidencia acumulada en los últimos años. Presentan hoy su análisis en Trends in Ecology and Evolution.


Muchos trabajos han mostrado que las preferencias sexuales de las mujeres varían con el ciclo de una forma consistente. Alrededor de la fase de ovulación, las mujeres se sienten más atraídas por los marcadores físicos de la masculinidad -hombros anchos, nariz imperante, mandíbula prominente-, por los hombres más dominantes y competitivos, y también por los que están menos emparentados genéticamente con ellas. La píldora elimina esa fase de las preferencias femeninas.


También los hombres tienden a sentirse más atraídos por las mujeres que están ovulando


Sólo han pasado seis millones de años desde que nos separamos del chimpancé, y los códigos químicos siguen funcionando por debajo de la cultura y las convenciones sociales. Los autores sugieren, por esta razón, que la píldora reduce las posibilidades de una mujer para conseguir una pareja sexual. Unos 100 millones de mujeres toman hoy la píldora.

jueves, 8 de octubre de 2009

El enigma de la escasa delincuencia femenina




Los factores biológicos y socioculturales explican el bajo porcentaje de encarceladas - Sólo diez de cada cien reclusos en España son mujeres

ELSA GRANDA
EL PAÍS  -  Sociedad - 05-10-2009

Los profetas de un meteórico incremento de la delincuencia femenina debido a la normalización social de la mujer pueden ir revisando sus teorías. También las feministas que, con razonamiento distinto, auguraban igualmente una equiparación criminal entre ambos sexos. Los tres principales indicadores de la delincuencia: detenciones, juicios y población reclusa, demuestran que no hay mucha novedad en el frente. Las mujeres delinquen menos, son menos violentas y reinciden menos. Aunque ha aumentado el número de mujeres con causas pendientes y en ciertos delitos, como la violencia contra los padres, donde las chicas ganan terreno y se acercan al 50% del total. No obstante, por cada 10 mujeres que cometen delitos o faltas hay 100 hombres. Y no es una novedad. Ha ocurrido en todas las épocas y en todos los países. ¿Por qué? No existe una respuesta única, insisten catedráticos y criminólogos.


La delincuencia femenina es la gran desconocida de la criminología y muchas de las decenas de teorías existentes están basadas en tópicos machistas o en afirmaciones sin base empírica. El italiano Cesare Lombroso, fallecido en 1909, aseguraba: "Educar y remover a las mujeres de sus características de domesticidad y maternidad que las mantienen como inocuas semicriminales, podría resultar un hecho desastroso para la humanidad". Bueno, de momento, la humanidad no parece estar hecha unos zorros por los crímenes femeninos. Los expertos consideran que existe una cascada de aspectos que influyen en la baja tasa de criminalidad de las mujeres, especialmente biológicos y socioculturales. Aunque tampoco se descartan el peso de otros, como los genéticos, psicológicos, fisiológicos, del aprendizaje, sensoriales, neurológicos... Desde la vetusta y misógina hipótesis que aseguraba que el 80% de los delitos cometidos por mujeres se producían en el periodo premenstrual o menstrual a aquella que señala que la fuerza física del varón le facilita la comisión del delito por resultarle más sencillo el control de la víctima, la obtención de un bien y la huida, o la que apela a la empatía de la mujer para justificar la baja tasa en los delitos de lesiones.

En 1960, la población reclusa en España sumaba 15.202 personas. En 2008, 73.558. El porcentaje de mujeres que cumplían condena hace 49 años con respecto al total era del 10,4%; mientras que en la actualidad la mujer representa el 8% de la población reclusa. Eso sí, en este tiempo se ha pasado de 1.596 presas a 5.950. Puede pensarse que esta tasa no refleja exactamente la realidad social, ya que sólo recoge los delitos más graves. Sin embargo, las estadísticas indican algo parecido: en la última década el número de hombres condenados ha pasado del 93,42% al 92%.

Otra pista sobre la disparidad de comportamientos delictivos aflora en la estadística de detenciones policiales. Entre 2000 y 2008 no varía sustancialmente el reparto entre ambos sexos. En 2000, los hombres detenidos por delitos y faltas sumaban el 90,2% del total; y en 2008, el 90,4%. Es decir, que las conductas antisociales y delictivas de las mujeres han aumentado, pero en la misma proporción que las de los varones en términos generales.

Los estudios sobre la diferencia biológica son recurrentes. El último se dio a conocer la semana pasada. Una universidad californiana sugería que los estrógenos, y no sólo la testosterona (hormona con presencia 10 veces mayor en el hombre), podrían jugar un papel importante en el hecho de que éstos desarrollen patrones de conducta más duros o agresivos.

Paz M. de la Cuesta Aguado, coautora del estudio Perfiles Criminológicos de la Delincuencia Femenina y profesora de Derecho Penal de la Universidad de Cantabria, subraya que la biología tiene un peso indudable, pero las condiciones sociales también. "La mujer se ha integrado en la sociedad a un nivel que no estaba, es decir, en el momento en que hay más mujeres profesionales, empresarias, más mujeres que hacen la declaración de la renta, hay más mujeres que cometen fraudes fiscales", señala.

Raquel Bartolomé, profesora de Psicología del centro de Investigación de Criminología de Albacete, explica que "las niñas tienden hacia objetivos relacionales y afectivos que indican que su conducta social va a estar dirigida a mantener sus relaciones y no ponerlas en peligro. Los niños son más activos físicamente, algo más agresivos y con peores habilidades sociales". Estas pequeñas diferencias de la infancia se van acentuando a medida que el individuo camina hacia la madurez. Y concluye: "Las mujeres no son ni mejores ni peores; tienen estilos de conducta diferentes".

Según Miren Ortubay, profesora de Derecho Penal de la Universidad del País Vasco, "no cabe una respuesta categórica" al abismo que existe entre el porcentaje de delincuentes de uno y otro sexo: "Aunque creo que el factor determinante es cultural, la violencia (sólo como último recurso, claro), el uso de la fuerza y cierto desprecio hacia la vulnerabilidad ajena son componentes esenciales de la masculinidad todavía hoy. Seguimos educando a las niñas para que no expresen agresividad y a los niños para que no manifiesten inseguridades ni ternura".

El incremento de los delitos cometidos por chicas jóvenes, que algunas fuentes sitúan en torno al 20%, no es percibido por los expertos como una señal de alarma. Según el Instituto Nacional de Estadística, el 91,7% de los inscritos en el Registro Central de Penados y Rebeldes en 2007 eran varones, y sólo el 8,3% mujeres, con una media de edad de 33 años. Mientras que en el Registro de Responsabilidad Penal del Menor, el porcentaje de chicas (entre 14 y 17 años) condenadas ascendía al 15%.

Raquel Bartolomé explica que las chicas tienden a hacer cosas que son de jóvenes, "y en cambio cuando las conductas son graves o muy dañinas la diferencia se mantiene". Y Paz M. de la Cuesta apostilla que las conductas delictivas o antisociales de ambos sexos están igualadas durante la adolescencia, pero a medida que los jóvenes maduran las diferencias aumentan. También señala que la realidad desmiente las teorías sobre el incremento de la delincuencia femenina debido a la liberación de la mujer. "Es cierto que las mujeres cometen delitos que antes le eran ajenos", pero, señala, "las cárceles no están precisamente llenas de feministas radicales, sino más bien de gente bastante tradicional". Además, apostilla, "en general, en las chicas hay más riesgo de que acaben en conductas que terminan siendo más dañinas para ellas mismas que para otros". Pero, ¿existe una violencia femenina oculta que no detecta el sistema? Las encuestas de autoinculpación, sí la detectan. Elena Larrauri, criminóloga y profesora de Derecho en la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona, defiende, sin embargo, que aunque exista un porcentaje de delincuencia femenina que no se detecte oficialmente, los sexos nunca se igualarían. "El delito por el que más se las castiga es por tráfico de drogas, que es uno de los delitos más perseguidos", apostilla.

Concepción Yagüe, subdirectora de Tratamiento de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias, que durante 17 años fue responsable de la cárcel de mujeres de Alcalá de Guadaíra (Sevilla), es seguidora de la corriente que explica la baja delincuencia femenina por causas fundamentalmente sociales y culturales y señala que "la mujer pudo eludir en el pasado la delincuencia por la protección familiar, de su pareja, o por tener otras fuentes indirectas de ingresos como la prostitución". Sin embargo, la teoría de la prostitución como alternativa no genera consenso. Ortubay la califica como "una manifestación del imaginario patriarcal más rancio, que tiende a equiparar sutilmente violencia y prostitución". Yagüe explica que el hecho de que la mayoría de las mujeres estén condenadas por tráfico de drogas se debe a que creen que no le hacen daño a nadie, no pone en riesgo su integridad física y aporta una importante cantidad de dinero. "Normalmente, los delitos contra las personas no tienen prevalencia en las mujeres", aclara. Jesús Martín, director de la prisión abulense de mujeres de Brieva, asegura que las reclusas son menos conflictivas y violentas que los varones. "En 20 años el incidente más grave ha sido el de una chica que le puso una cuchilla en el cuello a la funcionaria". Fue hace 18 años.





“Mi hija llegó a darme miedo”
    

Voces, empujones, bofetadas, amenazas, enganchones por el cuello... Claudia, la madre de Aitana no podía más. Pasó el peor trago de su vida al denunciar a su hija, que llevaba casi cinco años maltratándola a ella, a su pareja y —sospecha— a la abuela. Tiene grabado en la cara el desgarro de ver a su hija esposada ante el juez, que envió a la joven de 17 años a un centro de reforma de la Comunidad de Madrid, donde desde hace tres meses vive con otros siete chavales habituados a levantar la mano a sus padres.

“Llegó a darme miedo, pero lo más terrible es que te planteas quién es la persona que vive contigo”, reconoce apenada. El trabajo de los psicólogos no dio resultado; la libertad vigilada no surtía efecto, y las señales eran cada vez más preocupantes: agresión a un profesor, atraco con arma blanca, agresión a otra menor, consumo de drogas... La situación llegó a ser insostenible dentro y fuera de casa, y Claudia temió que si no actuaba su hija acabaría en poco tiempo, una vez cumplidos los 18 años, en la cárcel. La transformación de Aitana era irreversible. Su madre describe cómo comenzó a refugiarse en su propio caparazón: “Se aisló del mundo, sólo le quedaron dos amigas, los últimos dos años se enclaustró en casa, y claro, han sido los peores”. Claudia recomienda a otros padres estar alerta a algunas señales, como los gritos, para actuar cuanto antes: “La primera vez no sabes por dónde te viene. Piensas que no va a ir a más, se queda en una regañina de los policías y nada más; la segunda vez que la denuncié pasó la noche en el calabozo, y al día siguiente se vio ante el fiscal, y ahí ya vio que la cosa iba en serio”, recuerda.

Aitana tiene su propia teoría sobre las conductas antisociales de los jóvenes: son más violentos porque los padres toleran ahora más las cosas. “Las normas de este centro son las que debería haber en todas las casas, aunque está raro que yo lo diga. Pero si hay que estar a las diez en casa, hay que estar a las diez; y si haces algo mal, o no sales o te quedas sin paga”. Aitana justifica su violencia por los porros, que asegura haber abandonado: “Es que soy muy impulsiva y eso me ponía peor”. Pero declara que era consciente de lo que hacía cuando atacaba a su madre: “Cuando le das el primer bofetón no piensas en nada, pero con el segundo dices ‘¡qué he hecho!’. Piensas ‘no le voy a pegar más’... Los tres meses de internamiento, asegura, le han cambiado; aunque basta excavar un poco para ver que hay mucho trabajo por hacer en los 21 meses que restan de condena:

—¿Que harías si tuvieras un hijo y te pegara?

—Le daría una hostia, con pedón; yo no sería tan comprensiva.

    
      

La condena estrella: 'tarifa plana por drogas'
    

El perfil de las reclusas ha variado en los últimos 25 años. En los ochenta, el 86% cumplía una condenada por delitos contra la propiedad o contra las personas, y sólo el 11% por tráfico de drogas. Sin embargo, éste es actualmente el delito estrella, en el que ha incurrido casi el 65% de las mujeres que ingresan en las cárceles españolas. Existen tres perfiles bien diferenciados: el de la mujer de cierta edad que se dedica al trapicheo, el de la drogadicta que acaba robando para comprar y el de la mujer extranjera detenida por hacer de mula (transporte de droga), y a la que la justicia impone casi de oficio lo que ellas llaman tarifa plana: nueve años y un día "por el agravante de notoria importancia", que en algunas drogas se establece desde los 300 gramos.

    
      

TAMARA. 22 años. Valdepeñas. Robo con intimidación
    

"Haces lo que la heroína te ordena. Es un túnel negro, no ves la luz"

La vida de Tamara, con sólo 22 años, no tendría desperdicio como guión televisivo. Con ocho años ya tenía un porro en la boca, a los 19 se gastaba 300 euros diarios en una endiablada mezcla de cocaína y heroína. Ahora lleva 30 meses encarcelada, y aún tiene pendientes seis años y tres meses por 10 causas, entre ellas robo con intimidación. Tamara es amena y pizpireta, hermana de guardia civil y "la oveja negra" de una familia de seis hermanos. Le sobraban horas para fugarse de reformatorios y centros de desintoxicación, vivió cuatro años con un camello que la invitó a meterse por primera vez aquel veneno en el cuerpo, reventaba escaparates para robar teles de plasma y atracaba tiendas y kioskos con una "navajilla"... En la cárcel se ganó decenas de partes por mal comportamiento y tráfico de drogas. Ahora jura haber cambiado ("Prefiero estar aquí que estar en el cementerio"); quiere ser peluquera, casarse en noviembre y olvidarse de la droga. "Nunca hice daño a nadie. Robaba coches para hacer kundas (taxi en su argot ) de Ciudad Real a Madrid, y con lo que me sacaba consumía yo. Mi madre me decía: 'Eres como El Vaquilla'. Me pasaba días y días sin pasar por casa. No sabían si estaba viva o muerta. Era todos los días levantarte y fumar, levantarte y fumar. Es un túnel negro. No ves la luz. Tú haces lo que la heroína te ordena. Eres un trapo".

    
      

M. ELENA. 37 años. Venezuela. Tráfico de drogas
    

"Nadie que me conozca se lo creería al verme aquí, en la cárcel"

“No me considero una delincuente. Fue una mala elección en un mal día. No estaba muy mal de dinero, pero sí hubo un momento en que me sentí muy agobiada porque toda la carga familiar recaía sobre mí”. Cada día de los tres últimos años, María Elena, venezolana de 37 años, empleada de una editorial y madre de dos jóvenes de 17 y 15 años, se ha arrepentido de haber aceptado la invitación de una amiga “a la que le había salido bien otras veces” para transportar 1,7 kilos de droga a España. Fue hace tres años. El precio ajustado, cerca de 3.000 euros; la pena impuesta, nueve años y un día. No tenía antecedentes y nunca había probado la droga. “Ninguna persona que me conociera se creería verme aquí. Cuando estaba fuera rechazaba a cualquiera que pudiera venir de estas cosas y automáticamente la etiquetaba y la apartaba; pensaba que si venía de la cárcel es porque no servía. Y ahora me ha tocado estar a mí de este lado”, reconoce, al tiempo que explica que está estudiando trabajo social en la UNED para cuando quede en libertad emprender una nueva vida en España con sus hijos, “si puede ser”. “Ellos [los narcos] no te cuentan lo de las condenas tan altas, te lo pintan todo muy bonito, yo me dejé atrapar, ellos siempre van a la presa fácil. Ni se me pasó por la cabeza el riesgo que corría ni el daño que estaba haciendo”, recuerda afectada.