sábado, 31 de octubre de 2009

Padres y estudios


Los padres suben nota

¿Quiere que su hijo tenga éxito en los estudios? Pues no se le ocurra prometerle una moto ni una videoconsola como premio a final de curso. Mejor exíjale que saque la basura, recoja la mesa y haga las camas. Y, sobre todo, hable con él y muestre interés por sus estudios


MAYTE RIUS | LA VANGUARDIA 21/02/2009 |
Conversar con los hijos, interesarse por lo que hacen, dar relevancia a sus estudios y a su futuro profesional, mantener un buen clima familiar y una buena relación con el otro progenitor, marcarles límites, exigirles que participen en las tareas domésticas y colaborar con el maestro y con el centro educativo contribuye a mejorar su rendimiento académico y su conducta en la escuela. Por el contrario, prometerles regalos, comparar sus notas con las de otros compañeros, no preocuparse por su vida escolar, consentirle todo y criticar a la escuela o a los maestros acostumbra a traducirse en peores resultados académicos. Lo dicen, de modo concluyente, múltiples y variopintas investigaciones sobre el fracaso escolar y sobre la incidencia de las relaciones familiares en la vida escolar.
"La realidad me ha demostrado que por mucho trabajo que un niño o niña nos dé a los maestros, si sus padres están dispuestos a colaborar con el colegio, si en casa los esquemas de relación y de límites están claros, si el niño o la niña vive un equilibrio razonable entre libertades y responsabilidades, la probabilidad de que su evolución escolar sea positiva es muy alta. Y, desgraciadamente, la realidad me ha demostrado también la otra versión: que cuando los padres y madres delegan en la escuela toda la tarea educativa, o aún peor, cuando critican o cuestionan el trabajo de los profesores delante de sus hijos, las probabilidades de éxito escolar quedan muy reducidas", asegura Ramon Casals, profesor de matemáticas en el instituto Leonardo Da Vinci de Sant Cugat del Vallès (Barcelona).

Su experiencia docente y de colaboración con asociaciones de madres y padres ya había llevado a Casals a estas conclusiones, pero decidió corroborarlas de forma científica y el año pasado utilizó una licencia del Departament d´Educación de la Generalitat para evaluar qué aspectos de la vida familiar inciden en la vida escolar, cuantificando aspectos como el grado de conversación de los alumnos con su padre y con su madre, si se ríen con ellos, si les dan besos, si juegan, si los padres les preguntan dónde van, si les riñen, si hacen las paces cuando discuten... y cruzando estas variables con sus opiniones sobre si vale la pena estudiar, si sacan buenas notas, si les gustan los profesores... Las conclusiones del estudio Les relacions familiars i la seva influència en la vida escolar - realizado sobre una muestra de 995 alumnos de entre 10 y 17 años de 21 centros educativos de Catalunya- son que cuando las madres y los padres se interesan por lo que hacen sus hijos mejora un 20% la actitud de estos por el estudio y, en general, las otras variables escolares: rendimiento, satisfacción con el profesorado.

También influye de forma relevante la confianza y seguridad que el menor tiene en su relación familiar, la existencia de buenos mecanismos de resolución de con-flictos en casa o el hecho de participar activamente en las labores domésticas, que mejora un 7% la actitud escolar. "Lo que hemos constatado es que cualquier aspecto que refuerce el vínculo emocional del niño con su familia redunda en positivo sobre su autoestima y seguridad. ¿De qué puede servir que un niño hable más o menos con sus padres? Básicamente le da a entender que tiene una relación con ellos, eso le hace sentirse mejor consigo mismo y con el mundo. Por eso encara la vida con un ánimo más positivo. Le cuesta el mismo esfuerzo aprenderse los verbos irregulares, claro está, pero al sentirse bien, es capaz de encarar este esfuerzo con mejor ánimo y, por tanto, de obtener mejores resultados escolares. Yolo defino como cojín emocional", explica Casals.

Está claro que el rendimiento escolar es un factor complejo que no puede explicarse en función de una única variable, pero son muchos los investigadores que ponen el acento en la influencia familiar. Hay una amplia línea de trabajos centrados en probar que el mayor nivel educativo de los padres, el nivel de renta familiar y la presencia de un ambiente estimulador en el hogar suele ir asociado a los buenos resultados académicos de los hijos. Hay todo otro grupo de investigaciones que demuestran cómo la implicación de los padres en actividades y en el funcionamiento escolar influye en el rendimiento de los alumnos. Pero cada vez son más los que ponen el énfasis de la correlación familia-rendimiento escolar en las relaciones entre padres e hijos y entre los propios progenitores.

"El carácter del clima familiar es más relevante en el rendimiento escolar que el nivel de estudios de los padres, y se relaciona directamente con el nivel de fracaso escolar", sostiene Antonia Lozano, maestra, psicopedagoga y miembro del grupo de investigación psicoeducativa y psicopedagógica de la Universidad de Almería, tras haber investigado la interacción de estas variables con el fracaso escolar sobre una muestra de 1.178 alumnos de entre 12 y 18 años de cuatro institutos de Almería.

Su conclusión es que las relaciones con los padres tienen una correlación elevada y positiva con aspectos como la conducta en clase (la actitud y la motivación en el aula), el autoconcepto académico (la valoración de la propia capacidad como estudiante), las relaciones sociales en clase (integración con los compañeros del colegio), relaciones de amistad (influencia académica del grupo de amigos), expectativas futuras (el deseo de seguir estudiando) y locus de control (la percepción del control sobre las propias acciones y sus consecuencias). "Y cuanto mayor es el autoconcepto del alumno, más estrategias de aprendizaje utiliza, y cuanto más elevada es su motivación, mayor es la implicación de sus recursos en el aprendizaje", comenta Lozano para explicar la incidencia de estos aspectos en un mayor rendimiento.

En su opinión, las variables que más influencia tienen sobre la conducta en el aula y el rendimiento escolar son las expectativas de los padres sobre sus hijos, la importancia que la familia concede a los estudios tanto en su vertiente de desarrollo personal como de futuro sostén económico, el apoyo e interés por los estudios, la comunicación y el lenguaje entre los diversos miembros de la familia y el estilo educativo de los padres. A conclusiones muy similares ha llegado el equipo que, liderado por el catedrático Alfonso Barca Lozano, del departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación de la Universidade da Coruña, ha estado investigando entre 1998 y 2005 los efectos de las relaciones familiares en el rendimiento escolar del alumnado de educación secundaria, bachillerato y formación profesional de Galicia. Tras analizar a casi 4.000 alumnos y sus familias, Barca ha identificado algunas variables familiares que tienen una correlación positiva con el rendimiento y el trabajo escolar, y otras cuantas que inciden de forma negativa.

En el primer grupo destaca, por su elevada incidencia, la satisfacción familiar y la valoración de los estudios por parte de la familia, seguida de la colaboración familiar con el centro y la evaluación positiva de la capacidad y el esfuerzo, así como las expectativas familiares sobre el estudio y futuro del alumno. "Todos los datos implican que el rendimiento académico es más alto en la misma medida en que lo son las percepciones del alumnado sobre la satisfacción de su familia con los resultados positivos que obtiene, la intensidad que sus familias muestran en la motivación por las propias tareas escolares y por el aprendizaje en sí mismo, la colaboración de la familia con el centro escolar y el interés por terminar con éxito los estudios y obtener un buen trabajo en el futuro", indica en las conclusiones del estudio, que aparecerá publicado en breve en Grupo Editorial Universitario de la ciudad de Granada.

En cuanto a los comportamientos familiares que dañan el rendimiento, el equipo de investigadores liderado por Alfonso Barca señala el refuerzo familiar del rendimiento, el uso de criterios comparativos, el control familiar y las ayudas familiares en el estudio. Dicho de otro modo, cuanto más recompensan o elogian los padres el esfuerzo y las calificaciones escolares de los hijos con promesas de regalos o incentivos materiales, más bajo es su rendimiento académico. "Se constata que cuanto más realizan este tipo de reforzamiento los padres, más perjudican el autoconcepto académico de los hijos, disminuye la responsabilidad de los hijos frente a los logros y el desarrollo de las aptitudes académicas y, paradójicamente, también el rendimiento es más bajo", explican los autores.

Ana Martínez-Pampliega, directora del departamento de Psicología de la Universidad de Deusto, que también ha estudiado a fondo el impacto de la familia en el rendimiento escolar de los alumnos de secundaria, reitera que "quizá sea la satisfacción familiar la variable más vinculada con el rendimiento escolar". Martínez-Pampliega ha analizado la incidencia de las relaciones con el padre y con la madre, de los conflictos matrimoniales, de los divorcios, y su conclusión es que las mayores dificultades escolares se dan en niños que tienen una menor satisfacción con su familia y viven situaciones conflictivas, independientemente de si sus padres conviven o están divorciados. "Cuanto mayor es el amor percibido por los hijos en las relaciones con los padres y menor el control y la hostilidad, mejor rendimiento se observa", indica la investigadora de Deusto.

Visto el papel determinante de los padres en la vida escolar de los hijos, la pregunta que muchos ya se habrán formulado es qué se puede hacer desde casa para mejorar el rendimiento y la conducta en el colegio. "Dar ejemplo. La ejemplaridad de las acciones tiene gran impacto en el niño, especialmente en la forma de organizar la realidad y en el acercamiento a los otros y a cuanto le rodea. La seguridad o temor, el optimismo o pesimismo, las actitudes y valores, el tono vital, etcétera, dependen en buena parte de lo que durante la infancia se haya observado e imitado", responde Valentín Martínez-Otero, doctor en Psicología y Pedagogía y profesor en la Universidad Complutense.

Y concreta cuál debe ser ese ejemplo: "Es muy saludable la actitud de los padres presidida por la conversación, el equilibrado control, el acompañamiento, la orientación y el estar presto a garantizar las condiciones ambientales apropiadas en casa para el trabajo escolar, desde el lugar hasta la planificación y los recursos. Deben mostrarse dialogantes, empáticos, interesarse por la evolución de los hijos, preguntarles qué tal les ha ido en el colegio, qué deberes les han puesto... Esta disponibilidad parental resulta muy estimulante, al tiempo que fomenta la autoexigencia, el hábito de estudio y la responsabilidad".

Antonia Lozano añade otros puntos que se han de trabajar desde casa: establecer unas normas claras de conducta y las repercusiones de transgredirlas, enseñarles a ser progresivamente conscientes y responsables de su conducta, animarles a que se expresen y participen en las decisiones y aspectos que sean pertinentes, controlar su actividad educativa tanto en el colegio como en casa sin relajarse a medida que suben de nivel, valorar todo lo relacionado con la cultura y la educación, colaborar con el centro educativo en todos aquellos aspectos que se puedan desarrollar en casa, establecer una serie de hábitos culturales mínimos (lectura, visitas a museos, etcétera), conocer a los amigos que frecuentan...

Valentín Martínez-Otero también deja claro qué comportamientos deben evitar los padres para no aumentar la probabilidad de fracaso escolar: "Hay que evitar que estén desatendidos, solos, que hagan lo que quieran, que carezcan de hábito de trabajo". Una recomendación que reitera Antonia Lozano, quien también insta a los padres a evitar transmitir a los hijos escasas expectativas de éxito escolar, a no ser incoherentes entre lo que dicen y lo que hacen, a ayudarles o buscar ayuda para hacer los deberes... "También es primordial que las familias se acerquen al centro educativo y lo consideren como un ente fundamental en el desarrollo de sus hijos y no únicamente como un lugar al que ir a dar y/ o recibir quejas", añade

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