sábado, 3 de octubre de 2009

"Conviviendo con la muerte sin saber cuándo te toca, el mañana no importa, estamos aquí viviendo la vida loca"

CARLOS BOYERO EL PAÍS 25/07/2009


Una de las canciones que ambientan el documental de Christian Poveda La vida loca repite obsesivamente: "Conviviendo con la muerte sin saber cuándo te toca, el mañana no importa, estamos aquí viviendo la vida loca". Habla de las maras salvadoreñas, ejércitos de marginales tatuados y armados que adoptan el pandilleo como si fuera una religión, con ritos inviolables y fidelidad ciega, encontrando sentido con esa militancia a su miserable vida, a sus infinitas carencias, ahuyentando el desamparo al sentirse parte de un grupo. Lo que cuenta es muy duro y parece veraz, pero lo has visto otras veces en crónicas del submundo.

Lo que más te conmociona es que esos personajes cuya intimidad, relaciones familiares, anhelos, retrata la cámara, que nos cuentan sus sórdidas movidas o intentan disfrazarlas, de repente aparecen fiambres, vemos sus agujereados cadáveres, asistimos a su entierro. Y esa constatación atroz te revela que no había ni sombra de ficción en lo que relataban, que no hay manipulación dramática, que a esa gente a la que intentas comprender, por la que has podido sentir momentánea simpatía o racional piedad, desde la primera imagen que has tenido de ellos les rondaba el aliento de la muerte, que eran carne de cañón.
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