lunes, 18 de agosto de 2008

Góticos, emos

Dos reportajes sobre emos y góticos

'Emos', 'visual' o 'lolitas', elija usted mismo

Las culturas urbanas del siglo XXI nacen, crecen y se transforman a la velocidad de la Red, su instrumento fundamental - A pesar de los cambios, las tribus siguen siendo vehículos de identidad y pertenencia - Japón marca tendencias

J. A. AUNIÓN, EL PAÍS 18/08/2008


Pablo corrales, Pau Emo Raper


Fotos:

La adolescencia hecha 'emo'

Pablo Corrales, Pau Emo Raper (18 años). El estilo emo es un "conjunto de gustos compartidos". Sentimientos a flor de piel, angustia juvenil, vaqueros pitillo, flequillazo, piercing y algún tatuaje, por ejemplo, una estrella en el antebrazo.

'Lolita': rococó en la Gran Vía

Mercedes López, Merkades (27 años). Apasionada de la moda y la historia. Classic lolita. Vestido de época (hasta 400 euros), pololos, medias o calzas, bolso, sombrilla y lazos. "Te sientes a gusto. Vernos por la calle es como ver un cuadro".

'Visual kei': andrógino y llamativo

Daniel González (Brando, 22 años). El visual kei es una estética "andrógina y muy llamativa". Mucho maquillaje. Su forma de vestir es la de alguien "que le gusta mucho arreglarse, igual que el que usa gomina y se pone un polo de marca", dice.

Los clásicos se reinventan

Los clásicos se reinventan

Los góticos, amantes de ese arte y su revisión romántica, del negro, los pinchos y la palidez, sobreviven en permanente revisión. Y los heavies, punkis, hippies, rocker, psicobillies, mods, moteros, maquineros, okupas...

Claudio Monge

Raperos a la española

“Poeta soy de guardia entre tragicomedias / surge la noche y llega la calma / ahora más el bolígrafo se aferra a mi palma”. Claudio Monge (Claux, 18 años): le gusta rimar con sus amigos, viste ancho y ama a los Violadores del Verso.


Fernando Torrijos

El amor por japón o ser 'otaku'

Fernando Torrijos (Ripsaber, 24 años). “Nos gusta la cultura japonesa, el [cómic] manga, anime [animación], videojuegos”. Él se queda con estos últimos. Su preferido, el Guiltiyear. Les va el negro, pero sin estética definida; toman de unos y otros.

"Mamá. Papá. Soy lolita gótica". A esta frase de una adolescente cualquiera, ataviada con un vestido recargado, al estilo del siglo XIX, pero con una falda más corta, con lazos, diademas, parasol, incluso pololos, los padres pueden reaccionar de distintas formas.

Atraen durante más tiempo, a veces hasta la treintena, asegura un sociólogo

"La desinformación hace que la gente no entienda nada de sus hijos", dice una joven

La desorientación juvenil se alarga, y familia o clase social ya no son referentes

Por ejemplo: "¡Qué disgusto! Pero, hija, ¿cómo ha sido? Y, sobre todo, ¿eso qué es?". No se alarmen, es una nueva subcultura urbana, incipiente todavía en España, y de estética muy llamativa. "Pero va más allá de la estética; se trata de rescatar la cultura victoriana, el rococó, la inocencia, el buen gusto, el respeto, valores que se han perdido y que se ven en cosas tan sencillas como ceder el asiento a una persona mayor en el autobús", explica Yolanda Villajos, diseñadora de moda y lolita de 25 años.

Nacido en Osaka (Japón) en los años setenta, se extendió por todo el mundo en los noventa, y en España hay lolitas entre 15 y 32 años, explica Villajos. Son fervientes amantes de la moda, y cuando quedan les gusta charlar, pasear, hacer pic-nic o visitar museos. Hay muchas variantes: además de las lolitas góticas (de negro y blanco) las hay clásicas (más formales), sweet (rosa y pastelitos) o punk (cuadros escoceses), y así hasta una veintena que una misma lolita puede ir alternando.

Para un profano puede ser un auténtico lío. Como ya explicaba un estudio del Consejo de la Juventud coordinado por el antropólogo Carles Feixa, si algo caracteriza a las tribus urbanas (o culturas juveniles) del siglo XXI es "la difuminación de las fronteras entre las distintas subculturas, y los procesos de sincretismo (de mezcla y unión)". Esas subculturas, aunque tengan aspiraciones trascendentes, nacen, se transforman y fusionan tan rápido como las modas de verano e invierno. Pero Feixa cree que ya no son tan pasajeras -"Como la juventud, ha dejado de ser una etapa de paso para convertirse en una etapa de impasse"-, ni sólo juveniles, sino que atraen a una nueva clase de "joven-adulto, de entre 30 y 45 años, que vive a caballo entre los dos mundos: trabaja a tiempo parcial, tiene relaciones familiares inestables, y busca en la moda y el ocio su propia imagen". Un recorrido por la web -instrumento fundamental de las tribus modernas que da a las que triunfan una difusión global- produce auténticos mareos y, a la vez, da la dimensión de esa volatilidad. Es realmente curioso ver las discusiones en los foros sobre si aquel complemento o aquella actitud es fundamental para ser tal o cual, o si le convierte en un impostor.

Como ejemplo de fusión resultan paradigmáticos los emos. Con estética que ha cogido de aquí y allá -los pantalones pitillo de los punkis, el pelo cardado de los góticos, las muñequeras de pinchos...-, llevan zapatillas marca Vans o Converse, piercing en la boca y en la nariz y el flequillo les debe tapar al menos un ojo. Su nombre viene de una corriente musical, el emotional hardcore -uno de los grupos que más se citan es My Chemical Romance-, y desde que nació en Estados Unidos a mediados de los ochenta se ha extendido como la pólvora por todo el mundo. En cuanto al pensamiento, sería algo así como la adolescencia hecha tribu a través de una estética, es decir, la exaltación de los sentimientos, el aislamiento, la incomprensión, la tristeza y la melancolía como señas de identidad. La mitología popular les ha acusado de gusto por las tendencias suicidas y la autolesión, y en general el resto de tribus les tienen una manía feroz: en México y Chile ha habido agresiones organizadas a emos.

Pero todo esto, en cualquier caso, se trata de la teoría, creada por la gente que se toma más en serio la tendencia, la cultura y la pertenencia. Pero no todos, ni mucho menos, se lo toman así. "Hay tantos tipos de emos como emos", dice Pau (Pablo Corrales, 18 años), escondido tras un flequillo que le tapa toda la cara hasta debajo de la nariz. Su nombre de batalla es Emo Raper, algo que probablemente provocaría escalofríos en algún purista de la cosa. Junto a sus amigos, en la plaza de España de Madrid un viernes a las siete de la tarde, admite que el emo es una mezcla de estilos.

Se trata de una tendencia que está teniendo mucho éxito entre los más pequeños, que son muy conscientes de las etiquetas que se cuelgan. En otro grupo, también en la plaza de España, está Andrea, de 15 años: "Nos llaman emos. Los emos son como los góticos, pero mezclando colores. Nos tienen manía porque somos suicidas. Y somos todos bisexuales", repite mecánicamente mientras el resto (incluidas dos chicas que se definen como neogóticas) protesta a lo de la bisexualidad.

Para quien a estas alturas del texto tenga la tentación de reírse de estos chavales por vestirse de una determinada manera y juntarse para compartir afinidades, vayan estas palabras del sociólogo de la Universidad de Alicante Antonio Alaminos: "Igual se podría considerar tribu urbana a los ejecutivos con corbata, a los taxistas, a los mecánicos u otras formas institucionalizadas de vestir en el ámbito de la producción. Tienen formas de vestir parecidas, los mismos hábitos, etcétera. '¿Usted qué es?'. 'Taxista". Pero es cierto que los jóvenes buscan diferenciarse del mundo adulto y "los usos más habituales del día a día". "Ocho de cada 10 jóvenes se identifica con grupos de amigos, estilos de vida, formas de consumo. La identidad ya no la da una clase social, sino la adscripción a un grupo alternativo. No es familia, escuela, trabajo: es grupo de amigos en el tiempo de ocio y consumo", asegura Alaminos, y añade que las tribus actuales tienen poco de original: "Reproducen esquemas importados de otras culturas".

De hecho, sin contar a los emos, la cultura que impera es la japonesa, como en las lolitas, pero también los visuals o los otakus (que así se autodenominan, aunque les pese a los que saben que en japonés ésa es una palabra despectiva que viene a significar freak). Curiosamente, se trata de que los japoneses hacen su propia revisión de las tendencias occidentales, y éstas son las que triunfan de vuelta en Europa y América. Los visual kei son gente a la que gusta un tipo de música rock japonesa que se completa con un vestuario y estilismo muy cuidados. Corpiños, ligueros y mucho maquillaje dentro de una estética muy andrógina. Un grupo de culto para ellos es Malice Mizer.

Los otakus son, simplemente, gente a la que le vuelve loca todo lo japonés; el cómic manga, el anime o los videojuegos, en particular, y les va disfrazarse de vez en cuando de algún personaje de manga (esto se llama cosplay). Un ejemplo de su heterogeneidad es un grupo que se reúne en la plaza de España de Madrid y queda por Internet, a través del foro El Consejo Friki. Su punto en común es que les gustan "distintos aspectos de la cultura japonesa", dicen Pachi, un joven de 18 años y de aspecto heavy, y Knu, de 17 y aspecto, tal vez, visual, mientras Laura (16) explica que a sus padres les da igual que ella sea una mezcla entre emo y visual porque ellos fueron en su día heavies: "Mientras no vaya en pelotas", dice.

Para algunas personas ser lolita "implica incluso enfadarse con su familia por llevar esas pintas, pero eso pasa en cualquier tribu. El otro día hablaba con una chica que llevaba los pelos estilo emo pero no era emo. Su padre no le hablaba porque pensaba que se cortaba las venas. O una chica gótica, que su madre pensaba que hacía rituales satánicos. La desinformación y los medios de comunicación que tergiversan la realidad para hacer de una persona que viste y vive diferente un reality show hace que la gente no entienda nada de sus hijos", se queja Yolanda Villajos, la lolita de 25 años. Alessandra, una emo de 14, cuenta que en su colegio "de monjas" la sientan en misa en la última fila.

Lo único que comparten las tribus "es la manera en que son percibidas por la sociedad: como un estereotipo que asusta y al mismo tiempo atrae", explica el antropólogo Carles Feixa. Ante ellos, la sociedad pasa del miedo, en épocas de crisis, a la fascinación, en las de bienestar: "En el fondo, las culturas juveniles nos hablan de nosotros, de nuestros propios demonios familiares. Ya decía José Luis Aranguren que la juventud retrata siempre, con trazos fuertes, a la sociedad, quien no acostumbra a sentirse cómoda ante este retrato", añade.

"Tienen prejuicios, por no haber reflexionado sobre el tema. Se dice, por ejemplo, que los jóvenes siempre bebieron alcohol, pero hoy están bebiendo cantidades mucho más peligrosas, según la Organización Mundial de la Salud", asegura Fernando Gil, profesor de Sociología de la Universidad de Salamanca que acaba de publicar el libro Juventud a la deriva. Gil insiste en que los jóvenes han perdido las referencias clásicas (familia, politica y religión): "Ya nadie sabe dónde comienza y dónde acaba la juventud".

"Hay culturas de toda clase y condición, tanta fragmentación que es dudoso establecer un mapa coherente de las subculturas juveniles", añade Gil. Los raperos están bajo la etiqueta de la cultura hip-hop, se les distinguirá por su ropa ancha y sus pantalones caídos. Pero los que bailan son b-boys; los que pintan, grafiteros, y los que cantan, MC. Las bandas latinas usan esta estética. Los raperos más jóvenes han renegado del rap estadounidense. Muchos skaters (los del monopatín) han tenido también este aspecto, pero ahora son más punk. También hay muchos emos que andan en skate. Pokeros es como se llama ahora a los bakaladeros (les gusta el chunta, chunta y les pirran los chándal y los coches tuneados). Se pueden confundir con lo que en Cantabria llaman canis, que en el sur también les gusta Camarón...

Guía de las nuevas subculturas urbanas

J.A.A 17/08/2008

Cultura Japonesa

Toda la información sobre las subculturas underground llegadas de Japón. Explican el estilo lolita y el visual kei, entre otros.

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Lolitas

"El Lolita es una subcultura underground de carácter trasgresor que surge como una propuesta estética y contracultural de última generación, rescatando para ello el espíritu artístico de los siglos XVIII y XIX y fusionándolo con elementos de nuestra cultura pop". Su estética: vestidos de época, parasol, enaguas, pololos, bolsos, zapatos y medias. Ésta es pàrte de la descripción que hacen del estilo lolita en Lolita in wonderland.

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Otaku

El otaku es el amante de la cultura japones en general, pero sobre todo del manga y el anime. Hay todo tipo de webs y foros, aquí proponemos uno de los heterodoxo:O takuland en Consejo Friki.

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Emos

Los Emos tienen las emociones a flor de piel. Se trata de la exaltación de los sentimientos al puro estilo romántico. Su nombre procede del estilo de música Emocional Hardcore. Su estética contempla en flequillos sobre la cara, camisetas de gurpos musicales, vaqueros pitillo, pulseras de calaveras, y piercings en nariz y labios y en la nariz. ésta se define como la comunidad emo más grande del mundo.

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Un foro para Emos

Este foro emo es uno de los más activos donde comparten opiniones, consejos...

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Un adolescente extraño




Mi hija, una adolescente extraña
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Cosmic Debris / 'La Vanguardia'

Esta creación de Cosmic Debris (Detritos Cósmicos) arrasa en las tiendas de cómics


Jóvenes que tienden a aislarse se dejan seducir por personajes con gustos siniestros como Emily the Strange. ¿Hay que preocuparse?

Maricel Chavarría | LA VANGUARDIA Barcelona | 03/04/2008 | Actualizada a las 03:31h

Ser adolescente implica vibrar con determinados estímulos y el mundo de lo siniestro puede ser uno de ellos. En plena efervescencia hormonal, la juventud escoge a veces el lado oscuro, el desamor, la idea de muerte, para romper barreras aunque sea de forma transitoria. Es un modo de canalizar su necesidad de vivir intensamente y de vehicular el malestar que le provoca esa etapa de su vida.


Los emo, el legado de The Cure

¿Recuerda usted el atractivo desasosiego que le invadía oyendo hace 20 años los largos acordes de The Cure y al desalentado Robert Smith, su vocalista? La música gótica nació de un estado de ánimo sombrío y suicida. Seguida por la clase media y media-baja - ¡Nenitas!, los llamaban los seguidores del punk-, era un ejercicio individualista y de autodestrucción, pero uno de los estilos más auténticos en su origen.

Entre su legado se halla el emo, derivado del hardcore punk de finales de los 80. Es decir: estallidos de furia combinados con sonidos más apacibles. ¿Los más escuchados? Green Day, My Chemical Romance... (falsos emo, según los puristas). En definitiva, look gótico con bases hardcore.

El boom del personaje de cómic Emily the Strange - que surgió como pegatina publicitaria y triunfa ahora en camisetas, tazas, chocolatinas o bolsos- tiene su explicación. Emily es contracultural, curiosa, viste de negro y se esconde tras un largo flequillo. Es rara. Se aísla, se rodea de gatos negros, sueña con murciélagos y cultiva calaveras en una maceta. "Emily no tiene amigos imaginarios, se inventa enemigos imaginarios", reza una de sus máximas. En fin, "Emily no es mala, pero no soporta lo bueno".

"Con sus cabellos largos y su cara triste, medio emocional, medio gótica, Emily cuadra con lo que los adolescentes buscan ahora", apunta Elena Crespi, psicóloga del Institut d´Estudis de la Sexualitat i la Parella y colaboradora del programa de radio Prohibit als pares."Su vis siniestra cubre su necesidad de expresarse y decir que la vida es una mierda.Buscan llamar la atención: yo soy diferente, lo estoy pasando mal, soy muy emocional".

En la actualidad, existe un término en argot que se usó en principio para describir las actitudes y estilos relacionados con la música emo (véase recuadro). Emo es un estado general de infelicidad o melancolía, que adoptan básicamente jóvenes, con cuya estética intentan parecer personas tristes y amargadas.

"Está de moda decir que te atrae la muerte o que estás pasándolo tan mal que ese es el único remedio -prosigue Crespi-, pero lo que hay es miedo a la muerte.

Esos adolescentes están experimentando, buscan su identidad, lo cual no tiene por qué representar un problema. Saben distinguir entre realidad y ficción".

La música, refugio vital en esa etapa de desconcierto, les brinda la posibilidad de identificarse con la estética del emotional rock o hardcore emotional (emocore), estilos procedentes del hardcore punk, el indie rock o el rock alternativo, tan alejados en principio de lo comercial. Pero la televisión bombardea con Avril Lavigne o la cantante de Evanescence: ¿quién no va a intentar emularlas?

"Es importante la frontera entre el ejercicio de autoconocimiento de una persona joven y una escalada de autodestrucción. No se trata - añade Crespi- de meterse en ese mundo y dejarse devorar, sino de seguir investigando quién soy yo.Tanto siniestro, tanto amor, tanta emoción y sensibilidad pueden acabar devorándote. Y vivimos en una sociedad que no ayuda precisamente a salir del mito del amor y la pareja".

Un gran handicap de los emo es hallar gente afín. Internet facilita los encuentros entre fans de grupos como My Chemical Romance, sí, pero, ¿qué sucede al llegar al instituto? Los casos de jóvenes -más chicas que chicos- que son víctimas de bullying por su semblante gótico merecen atención. No tener el respaldo de la clase y encontrarse con gente únicamente por medio de la red es una manera de automarginarse y de no aprender a adquirir las herramientas que evitarán que el resto te margine, advierte la psicóloga. De ahí la importancia de avisar a los mayores de un acoso.

No obstante, los emo también son vistos con preocupación por el grupo. Virginia Trémols, psicóloga infantil del Institut Universitari Dexeus, confirma que tras una moda se esconden problemas más profundos. "Te lo cuentan los chavales: de repente en su grupo de veraneo tienen un emo y ven que no pueden ni discutir entre ellos, porque esa persona lo pasa fatal. Puede pasarse una semana sin salir de casa por algo así, te explican. Y están hablando de un chico de 13 años".

Para Trémols, hay un impacto alto de depresión entre adolescentes. "Está infradiagnosticada. Nos cuesta entender que niños y jóvenes estén deprimidos, entre otras cosas, porque nos cuestiona qué mundo les hemos dado. Y su depresión es menos evidente, pues no afecta a todas las áreas de la vida: pueden estar muy bien en casa y mal en la escuela".

Obligada a acostumbrarse a un nuevo cuerpo, a soportar la presión de un entorno que le exige deberes, la adolescencia se deprime con más facilidad, advierte Trémols. "Tienen miedo a dejar la niñez, al fracaso, a no dar la talla. Hay que tener cuidado con algunas modas existencialistas en las que estos jóvenes encuentran una autopista para su discurso. Pueden parapetarse ahí", añade.

En cualquier caso, las patologías no las crea la moda. Les puede dar forma, pero los especialistas en la salud mental advierten que, ante un adolescente en un estado un poco ataráxico, encerrado en su mundo y en una especie de desconexión, pensar que la causa es lo siniestro y las amistades depresivas es desacertado. El malestar ya estaba allí, latente, difuso. Un sufrimiento silencioso que empatiza con otro similar y que se ha expresado con los cambios de la adolescencia.

"La propia deconstrucción de la sociedad y de los modelos actuales lleva al colectivo de los jóvenes a estar más desorientado. ¿Con quién me identifico?, ¿hacia dónde me oriento?", analiza la pedagoga Rosa María Miró, de la Institución Balmes, un centro de educación especial. "Hay un caldo de cultivo previo que hace que ciertas personas tenga dificultades para hallar esas identificaciones. Están afectadas en las primeras etapas de la vida por lo que llamaríamos una idea de un sentimiento de vida, en el que el otro, los padres, no le orienta en cómo desea que se haga mayor. Y eso no son problemas mentales".

¿Cómo puedo crecer si el otro no me da pistas pero me exige que crezca?,es la gran pregunta de esos niños. "Eso les lleva a la irritación y en la escuela se les percibe como los que vienen a molestar. Lo hacen para ver si a partir de eso les orientan. Y eso les produce angustia. Su retraso en el aprendizaje no se debe a que no sean inteligentes: sucede que están muy ocupados en cómo hacer para crecer".

Lo siniestro les aporta la idea de un sentimiento triste de vida. "No le pueden poner palabras -prosigue Miró-, pero tienen un sentimiento de abandono, de desamparo. Y son muy dependientes. Identificarse con lo gótico consolida su idea de ser un colectivo rechazado. Las ideas de muerte les sitúan en un lugar de placer con relación a su condición: no soy nada, no me he podido construir. Pero también en el camino de adaptarse a los demás: No soy lo que el otro espera".

Chicos y chicas no expresan ese malestar del mismo modo. Ellos, más disruptivos, montan números. Ellas se escoran hacia la melancolía y se encierran en sí mismas.

"Hoy es un drama hacerse mayor -concluye Miró-, en una sociedad de la inmediatez donde todos delegan el crecimiento del niño.

Ese sentimiento de abandono no se debe a una desestructuración familiar ni el problema es que los padres no hagan bien su función. Sencillamente, algo falla en la comunicación. Y los padres no son conscientes. Deben aprender a pedirle al hijo que se haga mayor. El objetivo es que el sentimiento de angustia se convierta en pensamiento. A partir de ahí se puede evolucionar y crecer".

Qué les da Tim Burton a los niños

Pocos creadores han logrado explotar la inevitable atracción de los niños por lo siniestro con la eficacia de Tim Burton. Bitelchús o Pesadilla antes de Navidad fueron preparando el terreno para el clímax alcanzado con La novia cadáver, prodigio de animación protagonizado por una lánguida jovencita que, como indica el título, habita el mundo de los muertos.

Las muñecas de la novia se han convertido en un objeto de culto de niños y adolescentes que viven su etapa gótica.


¿Cómo saber si están viviendo un proceso autodestructivo?

"Un indicador es la presencia de la angustia en su vida cotidiana, como algo subjetivo"

"Para mí, ser gótica es ser yo misma, sin confundirme con los otros". Así se presenta, en la consulta, una joven de 16 años, con vocación artística y celosa de su diferencia. Con una cuidada estética dark y con un semblante melancólico, habla de sus dificultades de pareja, su incertidumbre ante el futuro y de sus proyectos creativos.

Ella, como muchos otros jóvenes de su generación, cree pertenecer a la tribu de los que se sienten diferentes. Como una de sus heroínas, Emily the Strange, no busca pertenecer, busca perderse. De hecho, cualquier tribu (heavy metal, emos, techno, hip-hop, latin kings, ecologistas, skatters...) se construye acentuando sus diferencias respecto a los otros.

¿Qué beneficios tiene para los adolescentes? En primer lugar les aporta significaciones, les provee de un discurso, en un momento vital en que están faltos de palabras, para explicarse todas las novedades que la pubertad implica. Por otra parte, los conecta a sus iguales y les procura un estilo de vida, una manera de estar en el mundo y sobre todo de habitar su cuerpo.

¿Estas identificaciones, sobre todo las relacionadas con la muerte, pueden comportar efectos patológicos? Reconocerse y ejercer de gótico no implica ser un depresivo ni tener ideaciones suicidas. Su discurso es más complejo e incluye intereses sobre lo bello y lo sublime con una presencia importante del arte.

Recrearse en el semblante melancólico es ya una manera de tratar el acontecimiento más radical para un sujeto, como es la muerte misma. Y más en una cultura anestésica como la nuestra, donde nos esforzamos para no saber de ella, como si eso fuese posible.

En cualquier caso, la patología, si existe, es previa y lo que hace la identificación es reforzar esa interpretación singular que el sujeto hace de sí mismo y de su relación a los otros.

¿Cómo distinguir, en ese proceso, lo creativo de lo autodestructivo, lo que favorece el lazo social de la pulsión de muerte que habita en cada uno? Dos indicadores nos pueden servir. Por un lado, ver si se trata de una verdadera certeza, como el indicio de que hay allí una fijación excesiva y persistente en el tiempo, que no admite vacilaciones y que además alcanza cualquier ámbito de la vida. No sólo se viste oscuro, sino que la vida misma se le oscurece y además es algo tan íntimo e inefable que apenas nos puede decir nada de esa experiencia vital.

El otro indicador es la presencia de la angustia, como fenómeno subjetivo, presente en la vida cotidiana (insomnio, aislamiento, trastornos de la alimentación, consumos excesivos...). Cuando eso sucede, seguramente no basta con tratar de persuadirles para que abandonen su estética o con dejarles hacer confiando en los efectos terapéuticos del paso del tiempo. Es el momento de buscar una ayuda profesional antes de que su oscuridad los engulla.

JOSÉ R. UBIETO Psicólogo clínico y psicoanalista


México no quiere a los "emos"

Son discriminados por parte de otras tribus urbanas como punks", "darks" y "metaleros" | Utilizan ropa ceñida y colores oscuros contrastados con blanco y rosa, favorecen la delgadez, y entre sus filas es común la bisexualidad


México. (EFE).- Los adolescentes identificados con el género de música "emo", de apariencia sensible y melancólica, han sido descubiertos por la sociedad mexicana después de que la discriminación de la que son objeto por parte de otras "tribus urbanas" se materializara en enfrentamientos y detenciones. La situación saltó a luz pública a raíz de un enfrentamiento en marzo pasado en el que otros colectivos más conocidos como "punks", "darks" y "metaleros" pretendieron expulsar a los "emos" del centro de la ciudad de Querétaro por considerarlos homosexuales y acusarlos de "copiar" su estilo, lo que se saldó con una veintena de detenidos.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos de México sostiene que estos casos son de "especial gravedad" y asegura que ya se han presentado incidentes similares en 14 estados del país, donde en algunos casos la policía ha establecido operativos especiales para evitar agresiones.

David Chimal, de la agencia de investigación de mercados De la Riva, explicó a Efe que los "emos" son una minoría que basan su estilo de vida "en sentimientos de amor, odio y desilusión", algunas veces "manifestado a través de conductas depresivas, automutilaciones, e incluso, el suicidio".

Esta subcultura, prácticamente desconocida en México hasta estos días, se ha ido construyendo durante más de 20 años y está representada por bandas musicales como Dashboard Confessional, Sparta, Thursday y Taking Back Sunday, My Chemical Romance, Emery, Green Day y Dead Poetic, entre otros.

El término "emo" como tal fue utilizado por primera vez a finales de los años 80 para designar a un género musical alternativo de Washington, que combinaba el hardcore punk, un matiz melódico y lento, con letras que abordaban las emociones y los estados de ánimo, según Chimal. Empero, a partir de 2000 la palabra comenzó a atribuirse a toda clase de bandas que no tenían relación con lo que el género era en sus inicios, aunque siempre con un acento en las emociones.

Por lo general, se trata de jóvenes pacíficos, opuestos a las adicciones y al maltrato de animales, que "muestran una expresión triste y melancólica, a veces inerte", e intentan cubrir parte de su rostro con cabellos, destaca el investigador. Utilizan ropa ceñida y colores oscuros contrastados con blanco y rosa, favorecen la delgadez, y entre sus filas es común la bisexualidad.

México acogió las últimas semanas diversos foros, marchas y encuentros en los que los jóvenes integrantes de las principales "tribus urbanas" se han dado cita para expresar su rechazo ante cualquier forma de discriminación y negar una guerra entre bandos.

Las agresiones que han sufrido los "emos" son "reflejo de que somos una sociedad que no respeta al diferente, que no puede aceptar a alguien que piense diferente", comentó a Efe la directora general del gubernamental Instituto Mexicano de la Juventud (IMJ), Priscila Vera.

La encuesta nacional realizada en 2005 por el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación reveló que una de cada tres personas pertenecientes a una minoría en México se ha sentido discriminada alguna vez en su vida.

Otro estudio, de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal, denunció a finales del año pasado que los jóvenes son el sector que más discrimina a sus semejantes, ya que el 53% no quiere tener a un homosexual como vecino.

Para Fernando Aguilar, sociólogo y profesor de políticas de la juventud en la Universidad Autónoma de México (UNAM), la causa de los recientes enfrentamientos son "el proceso de exclusión" y el "sentimiento de no futuro" que sufren los jóvenes en México.

En internet es fácil encontrar foros y vídeos que alimentan el odio contra los autodenominados "emos", pero en México el encono ha sido propiciado incluso desde algunos estamentos de la sociedad. Por ejemplo, el alcalde de la ciudad de Celaya, el conservador Gerardo Hernández, anunció recientemente un plan para "reubicar" a los "emos" que se concentran en el centro de esa ciudad, donde suelen congregarse en sus ratos libres, porque "afectan la imagen" y "dan mal ejemplo".

Otra voz que intervino fue la del obispo del suroriental estado de Chiapas, Felipe Arizmendi, quien exhortó en un artículo a los jóvenes "emos" a seguir el camino de Jesucristo para sobreponerse a su falta de identidad.

Y un grupo de diputados locales del sureño estado de Oaxaca propuso la creación de comités de la juventud para evitar la formación de grupos de "emos" porque son "ajenos" a la cultura local.






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