miércoles, 13 de agosto de 2008

La construcción de una sexualidad genitalizada y machista

A pesar de que en las escuelas se lleva ya bastante tiempo postulando la equidad de género en aras de unas relaciones satisfactorias entre chicos y chicas, algo parece fallar porque al alcanzar la adolescencia los chicos vuelven a reproducir los esquemas de la sexualidad genitalizada y machista de siempre. La ampliación y liberalización de las vías de acceso al mundo del sexo, unidas a la deficiencia de la educación sexual oficial sin más contenidos que el de la prevención (justo cuando menos receptivo se es a tal mensaje) ha arrojado a los chicos a la pornografía como principal educadora en materia sexual. Y no hay medio más eficaz que la pornografía para inocular los patrones de conducta machista más abyectos. El trabajo realizado en los años precedentes parece disolverse con la celeridad de un azucarillo en el café.


Por otra parte, la desaparición de las fronteras formales significativas entre la niñez y el mundo adulto, ha convertido la primera experiencia sexual completa en el gran rito de paso entre una etapa y otra, y en el momento en que manda la pandilla, superar esta prueba es decisivo para respetarse y hacerse respetar. “La gente está como desesperada por hacerlo antes de los 18, como si fuera un fracaso no hacerlo antes. Incluso se tienen relaciones antes de los 14, se ve normal" comenta Jesús V. J (ver el artículo que reproduzco a continuación). Las relaciones sexuales completas antes ponían fin a la adolescencia y ahora ponen fin a la niñez, en un momento de notable inmadurez. Como –sigue Jesús V. J. - todo suele ocurrir además en un contexto de “alcohol, estimulantes, frivolización, contactos”, en el que “no caben el compromiso, la prudencia y el cálculo"

Reproduzco a continuación algunos informes aparecidos recientemente en la prensa sobre el tema.





El sexo adolescente se salta la seducción


Las referencias en televisión y pornografía borran el erotismo - El inicio llega a los 14 años sin tabúes, más lúdico, pero reproduce roles de género y mantiene el ansia de impresionar

TEREIXA CONSTENLA
EL PAÍS - Sociedad - 19-01-2008

Ya no es tabú ni pecado. A los 14 años, como media, los adolescentes españoles se estrenan en las relaciones sexuales. A los adultos les sorprende esta precocidad porque la comparan con su propia experiencia, pero si se contrasta con la iniciación de jóvenes de países cercanos no hay lugar para el asombro. Ingleses, franceses o portugueses experimentan antes. La edad de inicio es quizás el cambio menor. La concepción de la sexualidad tampoco es la misma. Ya no está rodeada de lastre religioso ni de moralina oscurantista. Ahora es lúdica, algo corriente, parte del ocio, un intercambio entre amigos, algo que hay que hacer. Y se asimila, sobre todo, a partir de la publicidad, la televisión, el cine, internet y la pandilla, lo que ayuda a transmitir mitos erróneos y aviva algunos miedos. Unos nuevos. Otros, como el tamaño de marras, de toda la vida.

"La gente está como desesperada por hacerlo antes de los 18, como si fuera un fracaso no hacerlo antes. Incluso se tienen relaciones antes de los 14, se ve normal". El testimonio de Jesús V. J. es doblemente valioso. Tiene 17 años, estudia 2º de Bachillerato y aspira a ser ingeniero de Telecomunicaciones. Desde los 15 transmite información sexual a otros jóvenes tras formarse como mediador en un curso del Instituto Andaluz de la Juventud. "Lo que más piden es información sobre cómo ponerse el preservativo".

Jesús constata tendencias observadas por los expertos. Por ejemplo: el uso de la pornografía. "Está normalizado, ver películas porno es algo típico". Si no hay otro modelo que lo contrarreste, el resultado es la construcción de una sexualidad genitalizada y machista. Y la muerte de la sensualidad y el erotismo.

"No hay ceremonias de seducción, es el aquí te pillo, aquí te mato. El sexo es penetración", suelta tajante la pedagoga argentina Nora Rodríguez, autora del libro ¿Hablas de sexo con tus hijos? (editorial Temas de Hoy, 2007). "La influencia de la pornografía es total. Se ve en las posturas contorsionadas, en lo que importa el tamaño del pene, en la degradación del cuerpo de la mujer y en que creen que el sexo es algo rápido e impecable, penetración y genitalidad", detalla.

Para escribir ¿Hablas de sexo con tus hijos?, Rodríguez entrevistó a adolescentes y también compartió algunas horas de marcha juvenil. Le sorprendió la pervivencia de algunos fantasmas. "Ves a las chicas tan modernas, con sus piercing, sus minifaldas y te sorprende descubrir que siguen esperando al príncipe azul igual que hace 60 años, lo que quiere decir que si el chico que les gusta no quiere usar el preservativo no harán que se lo ponga para evitar que se vaya con otra".

No es una impresión aislada. En un estudio del Ministerio de Sanidad y Consumo sobre la utilización de métodos anticonceptivos en jóvenes, se alerta sobre las desigualdades de género: "En las chicas más que en los chicos, y en las clases medias altas más que en las clases medias y medias bajas, se aprecia un cambio de los citados estereotipos en una línea más igualitaria. Sin embargo, hay otros sectores sociales en los que siguen vigentes los estereotipos más tradicionales y en los que las chicas tienen menor capacidad de decidir libremente sobre cuándo y cómo mantener las relaciones sexuales".

Pero Nora Rodríguez también descubrió nuevos hábitos sexuales: el chill-out, el bluetooth o el sexo azul. El primero consiste en dejarse llevar: "Como soy joven, fuerte, guapo y vital puedo dejarme llevar y no usar el preservativo en la penetración, es el sexo como riesgo".

No es una moda seguida masivamente. Para tranquilizar a los padres véase la infografía de esta página: los jóvenes españoles usan anticonceptivos en mayor medida que los franceses, portugueses e ingleses. Los seguidores del chill-out serían el 10% de los chicos y el 4,3% de los chicas de 15 y 16 años que tuvieron alguna relación sexual, según el último estudio internacional sobre Hábitos de Vida y Salud en Adolescentes (HBSC) difundido, correspondiente a 2002.

La segunda práctica citada por Nora Rodríguez se mantiene con desconocidos a los que se ha contactado a través de la tecnología bluetooth. El sexo azul es, aclara la pedagoga, el que se obtiene después de tomar Viagra, a la que recurren algunos para neutralizar el efecto del exceso de alcohol y drogas. Porque no se puede fallar. "Hay mucho miedo a quedar mal y una necesidad de estar siempre excitado, feliz", sostiene Rodríguez.

Lo corroboró un estudio del Instituto de la Juventud (Injuve) entre chicos de 15 a 19 años. En la antesala de la primera vez, a los chicos les pesa "no dar la talla" y no saber ser "varón maduro". A las chicas las atenaza "el miedo al abandono", al "engaño", al "daño" y a no ser "suficientemente deseadas".

En esta investigación se hurgó en el peso de la pandilla. Concluyeron que la sexualidad adolescente "se ejercita en grupo" aunque con diferencias entre unas y otros. Ellas se sienten "presionadas" y "enjuiciadas". Ellos "celebran" sus relaciones. Hay una convicción que planea sobre casi todos: "Los chicos siempre quieren y las chicas siempre pueden".

De nuevo, Jesús ofrece su experiencia. "Los chicos hacen todo lo posible para que se sepa, con las chicas es distinto, con ellas hay bulos". Apostilla la segunda convicción con las diferencias de comportamiento ante el sexo oral, habitual en un sentido y raro en otro: "Se da más de chica a chico porque es él el que tiene más ganas de hacerlo".

Entre los jóvenes entrevistados para el estudio del Injuve, el sexo es "básicamente el ocasional". Es el que se obtiene en momentos de ocio, un "paréntesis" en las normas "sin límites" para el disfrute. "Caben alcohol, estimulantes, frivolización, contactos y no caben el compromiso, la prudencia y el cálculo".

Las vivencias de Jesús no concuerdan plenamente con el resto del estudio: los jóvenes de su pueblo tienen sexo en pareja. Tal vez porque no hay una foto fija, un retrato uniforme y homogéneo de la sexualidad de los jóvenes de hoy. La sociedad española es un mapamundi de familias reconstituidas, tradicionales, unipersonales y homosexuales. Aunque corten temporalmente los lazos con los seres que superan las dos décadas de vida, los adolescentes no son ajenos a su entorno. A semejanza de los adultos, hay jóvenes homosexuales y jóvenes homófobos. Descubrir que la orientación sexual de uno no es la predominante en su entorno a una edad en la que se vive por y para el entorno puede desestabilizar a muchos adolescentes. "El proceso de aceptación es muy duro porque la presión del entorno determina muchísimo", expone Francisco Jesús Pérez, presidente de Entiendes, una organización juvenil de la federación Colegas de lesbianas, gays y transexuales.

Su caso no fue traumático, pero sí "complicado". A los 15 años le comunicó a sus amigos, heterosexuales, que era gay. "Reaccionaron con algo de incredulidad, pero lo encajaron de forma natural, a ellos también les ha servido de mucho", revive. Con su familia aguardó hasta los 18. "Quería estar seguro. Al principio fue muy difícil porque confundían al gay con el que quiere cambiar de sexo, pero con el tiempo fueron cambiando".

Ahora trabaja para que otros jóvenes homosexuales salgan adelante. No es fácil. La homofobia arrasa en las aulas. El 44% de las estudiantes y el 24% de los alumnos consideran que la homosexualidad es una enfermedad, según un estudio elaborado por Colegas. Unos porcentajes similares consideran que heterosexuales y homosexuales son desiguales. Y aún más: alrededor del 80% está convencido de que si alguien en su clase se declara homosexual sería "discriminado".

Gays y lesbianas se pueden casar, pero las leyes no destierran prejuicios. "Mi hija tiene 16 años, tiene una amiga, dice que siente una atracción muy fuerte hacia ella. No sé si llevarla a un psicólogo o qué hacer. Llevo días llorando". La voz que suena corresponde a una madre preocupada porque a su hija le gusten las mujeres. Su receptor es Pedro Villegas, un médico y sexólogo que atiende el Teléfono de Información Sexual para Jóvenes de Andalucía desde hace 14 años. Casi nunca recibe consultas de lesbianas. "Pero sí lo hacen chicos con dudas sobre su orientación sexual, que fantasean con penes o han tenido sueños gays". A partir de los 14 años de historia del servicio, el más antiguo de carácter público en España -depende del Instituto Andaluz de la Juventud-, se podría analizar la evolución de la sexualidad juvenil.

Nadie llamaba para contar sus dudas sobre su orientación sexual hace 14 años. "Al principio las mujeres no preguntaban por la falta de orgasmo", recuerda. "Y los hombres preguntan ahora más por la anticoncepción", apuntala su compañera, la psicóloga Isabel Luna. "Hay nuevas mitologías como el placer de la penetración anal para las chicas", cita Villegas. "O el del esperma alien, que esté dónde esté siempre ataca. La pregunta tipo sería 'le hice a mi novio sexo oral, me dio un beso, luego él a mí, ¿puedo quedarme embarazada?", reproduce Luna.

Responden a cuestiones sobre píldoras poscoitales, preservativos rotos, eyaculaciones tempraneras, el tamaño de marras o embarazos imposibles. A Villegas le asombra la sexualidad "pornográfica". A Luna, que los jóvenes están "hiperinformados, hiperliados e hiperasustados". A su confusión contribuyen que las nuevas fuentes de conocimiento son medios audiovisuales que no siempre divulgan. Apenas educan la escuela o la familia. Aunque no pueda culparse de ello a los padres por sistema. Los dos hijos de Pedro Villegas, de 14 y 16 años, se niegan a conversar de sexo con el profesional, su padre.

-Un día le pregunté a mi hijo si se masturbaba, y le dije que si no lo hacía que era bueno que lo hiciera.

-¿Y qué le dijo?

-Nada, farfulló algo y se fue. Se avergüenzan totalmente de mi trabajo. En mi casa se habla de todo menos de placer y de sexo.


Sexo adolescente: ¿cómo es su primera vez?

Isabel Navarro

Fuente: http://elcorreodigital.hoymujer.com/ser-madre/hijo/Sexo,adolescente,como,primera,59704,08,2008.html



Sexo adolescente: ¿cómo es su primera vez?

Autor: AP

Los roles de chicos y chicas se intercambian. Forman la generación más informada, pero también la más vulnerable. Las chicas se inician pronto y se muestran valientes, pero no disfrutan tanto como aseguran y se sienten culpables. Ellas necesitan sentirse amadas y, a veces, lo confunden con creerse deseadas. Ellos dan importancia a los aspectos físicos, como el placer, la excitación o el atractivo físico. Son relaciones sexuales que esconden muchas connotaciones de fondo. Descúbrelas.

Sin rodeos, sin seducción, sin erotismo y sin ataduras. Directos al grano, los adolescentes llegan cada vez antes al sexo genital. No piensan, actúan, y la represión de antaño se ha convertido en desinhibición. Algunos estudios sitúan la edad de inicio a los 14 años y otros a los 16, pero todos coinciden en que la precocidad va a más, también para ellas. Sin embargo, a pesar de las apariencias, entre los jóvenes persisten estereotipos machistas, y el descaro de muchas chicas se contrarresta con una angustia soterrada. “Ellas se inician muy pronto en prácticas genitales y van de valientes, pero están muy acomplejadas –explica Isabel Luna, una de las psicólogas que atiende el Teléfono de Información Sexual para Jóvenes de Andalucía–. Por un lado, han interiorizado el mensaje de que tienen derecho a disfrutar del sexo igual que ellos, aunque ven que asumir un modelo masculinizado (con muchas relaciones y distintas parejas) les da problemas porque no disfrutan tanto como dicen y se sienten culpables”.

La utopía de Blancanieves

Las chicas siguen preocupadas
porque no son capaces de conseguir el orgasmo y creen que están haciendo algo mal. Permanecen ancladas en el cuento de Blancanieves, esperando que venga un príncipe a descubrir el Himalaya del punto G. Sin embargo, van directas al coito sin conocer su cuerpo ni saber lo que les gusta. Ellos también tienen sus dudas, pero se las guardan. Se sienten inseguros ante las chicas con iniciativa y creen que el placer depende del tamaño.

A través de la televisión, internet y la pandilla les llegan mensajes de que no hacerlo antes de los 18 años es un fracaso y también les sigue preocupando la masturbación, pero de un modo muy diferente al de otras épocas. Según Fernando Villadangos, presidente de Sociedad de Sexología Al-Garaia, el autoerotismo ha evolucionado de lo prohibido a lo obligatorio: “Antes a los varones se les decía que si se masturbaban les iban a salir granos o se iban a quedar ciegos... Hoy masturbarse es lo normal y te preguntan si es cierto eso de que si no te masturbas estás enfermo”. Y es que la sobreestimulación de la sociedad y la presión del grupo respetan muy poco los tiempos de cada individuo.

Circuito cerrado

La pervivencia de los falsos mitos
encuentra su caldo de cultivo en internet y el patio del colegio. Una encuesta realizada a 2.000 estudiantes de Secundaria de Granada, que coincide en los resultados con otro estudio de Guipúzcoa, revela que la principal fuente de información sexual de los adolescentes son... otros adolescentes. Para ellas, la segunda fuente es la familia y, para ellos, las revistas pornográficas. Armados con semejantes armas de desinformación, sin vincular lo emocional con el cuerpo, los adolescentes llegan a la sexualidad con poco juego porque creen que la penetración es de primera categoría y el resto de prácticas, sexo de segunda.

Muchos psicólogos afirman que, más que buscar el placer, la carrera por el coito en los adolescentes es una manera de intentar romper con la infancia. “No van al sexo para encontrarse con el otro, sino para demostrarse a sí mismos que ya son mayores. Para ellos, es una conquista contra los padres, no algo que hacen por enamoramiento o por deseo del otro, sino por narcisismo propio. Algunas chicas que han pasado por mi consultan alardean de una sexualidad aparentemente libre y frecuente, sin embargo, es bastante fácil descubrir lo poco placentera que les resulta, como si se tratara de un ejercicio físico que su cuerpo hace y la obtención de placer no les concerniera”, explica la psicoanalista, especialista en niños y adolescentes, Mª Angeles Albamonte.

El papel de la familia

Entre los adultos sorprende
esta precocidad porque la comparan con su propia experiencia y existe la tendencia a simultanear dos versiones de la realidad engañosas: “Mi hijo no tiene nada que ver con esos datos” y “los jóvenes son todos unos degenerados”. Pero ni una cosa ni la otra. Con una visión tan reduccionista, los adultos eluden su responsabilidad en la formación psicosexual de los hijos, necesaria desde la primera infancia, y olvidan las complejidades de la adolescencia.

Según Mª Ángeles Albamonte, “durante toda la infancia, la seguridad y el amor están garantizados gracias a que los padres son figuras ideales para el niño, pero el adolescente los baja del pedestal para favorecer su independencia y busca desesperadamente el apego en alguien externo a la familia. Lo normal es que se inserte “en cuerpo y alma” en alguna pandilla, pero puede ocurrir que la cobertura afectiva que les proporciona el grupo no sea suficiente y se enreden en alguna aventura amorosa con alguien que los padres nunca aprobarían”. Lo que ignora el adolescente es que estas figuras transgresoras son, en realidad, sustitutos encubiertos de los padres. Como dice la psicoanalista y pedagoga Isabel Cerdán, “para una chica de 16 años cambiar a la madre por el novio es una manera de no estar nunca sola”.

Miedos y riesgos

Según un estudio del Instituto de la Juventud
(Injuve) entre chicos de 15 a 19 años, en la antesala de la primera vez a ellos les pesa “no dar la talla” y a ellas “el miedo al abandono, al engaño, al dolor y a no ser suficientemente deseadas”. Y es que la incapacidad para decir lo que quieren o lo que les gusta, las deja en un lugar de debilidad frente a la explosiva mezcla de alcohol, presión de grupo y “aquí te pillo, aquí te mato”. Según Mª Ángeles Albamonte, “la presión cortocircuita el pensamiento y los adolescentes evalúan muy torpemente los riesgos. Se sienten invulnerables frente a enfermedades o riesgos de todo tipo”.

Al deseo de inmediatez y a la falta de reflexión se une la carencia de seguridad en sí mismos, sobre todo de las chicas. Y es que, durante la infancia, los niños y las niñas tienen la misma autoestima, pero a partir de los 12, la de ellas va disminuyendo, pero la de los varones se mantiene. ¿Por qué? “El autoconcepto femenino está muy impregnado por el tema del físico y por una sobreexigencia muy fuerte con el tema de la belleza –explica la psicóloga Isabel Luna–. Necesitan sentirse amadas y, a veces, lo confunden con sentirse deseadas. Por eso, en cuanto sienten afecto por el chico se relajan y piensan que el amor las protegerá contra todo mal”.

Según datos aportados por la Universidad de Granada, el 54% de los enfermos que desarrollan el sida contrajo la enfermedad entre los 13 y los 18 años. Los adolescentes se sienten ajenos al VIH, pero consideran que tienen una pareja estable cuando llevan tres o cuatro meses con la misma persona. Pasado ese tiempo, dejan de usar preservativo y pasan a la píldora anticonceptiva. El problema es que esas parejas se rompen pronto y se inician nuevas relaciones, una tendencia que hace que los peligros se disparen.

Perfiles sexuales

No existe una foto fija
de la sexualidad del conjunto de los adolescentes españoles. Son la generación más tolerante y con más información de nuestra historia, pero les siguen faltando habilidades para relacionar esos datos con lo que están viviendo. “La juventud en general es muy heterogénea –subraya Isabel Luna– y hay mucha diferencia entre lo que pasa en el campo y en la ciudad, por ejemplo. Es cierto que hay un porcentaje importante de jóvenes que toman drogas y alcohol, mantienen relaciones sexuales y al día siguiente no se acuerdan de lo que hicieron ayer, pero no son la mayoría. También hay muchas parejas jóvenes con relaciones afectivas sanas. La mayoría de llamadas son por miedo. Aunque son muy activos sexualmente, lo pasan fatal y están tan asustados como siempre”.

¿Desafío a los padres, moda o una forma de integración?

Algunas chicas jóvenes desafían los deseos paternos buscando como pareja a compañeros de clase de otras nacionalidades. Según los sociólogos, las mujeres de todas las edades son menos racistas que los hombres.

La mayor tolerancia femenina, unida al desafío a la familia y a que ellos todavía conservan los valores del cortejo, ha convertido en casi una moda las pandillas de adolescentes con parejas de chicos latinos y chicas españolas.

“Los chicos españoles no saben bailar, son muy sosos”, dice Ana, abrazada a su novio colombiano en un parque del madrileño barrio de Tetuán. Él la llama “mi lechosa”, un término cariñoso para referirse a su color de piel. Ana tiene 15 años y no le ha dicho a su madre que sale con Ricardo, “porque me mataría”.

Dice que “aún” es virgen, pero está enamorada… y se ríe, mientras lanza miradas cómplices al resto de sus amigas, una de las cuales, Rocío, sí que le ha dicho a sus padres que está con un colombiano. Además, afirma que está “harta de peleas y prohibiciones”.

Ricardo, el novio, tiene 17 años y alardea de haber perdido la virginidad “hace tiempo”. ¿Qué va a decir? Los chicos ascienden dentro del liderazgo del grupo cuando tienen muchas relaciones sexuales, suben de nivel. Mientras que ellas pueden salir estigmatizadas si se las cataloga como “fáciles”. Hecho que pone en evidencia que hay ciertas cosas que no cambian.

En línea

Ellas llaman más.
El Teléfono de Información Sexual para Jóvenes de Andalucía lleva 14 años de funcionamiento y es el servicio de orientación más veterano de España. Según la psicóloga, Isabel Luna, el 60% de las llamadas son de chicas y el 40% de chicos, pero al principio ocurría justo lo contrario. “Para ellas, la mayor preocupación sigue siendo el tema de la anticoncepción y para ellos, las enfermedades de transmisión sexual, sobre todo el VIH. Ellos siempre suelen preguntar qué riesgo han corrido”.

Nuevos interrogantes. Los chicos empiezan a preguntarse por la contracepción y las chicas empiezan a hacer preguntas sobre el virus del papiloma humano. Además, cada vez las preocupa más la ausencia de orgasmos.

Y además... Otras de las preguntas frecuentes son las relacionadas con píldoras poscoitales, embarazos imposibles, dudas sobre la orientación sexual o la importancia del tamaño, una duda masculina que siempre está presente.

DIFERENCIAS DE GÉNERO

• Los chicos
encuentran la mayor parte de la información sexual a través de amigos/as de su edad o algo mayores (24%) y en revistas “porno” (20%).

• Las chicas también la obtienen principalmente de amigos/as de su edad o más mayores (26%). En cambio, su segunda fuente de información son los padres (18%). El material “porno” queda relegado, con un 3%.

• Los motivos por los que se implicarían en un encuentro sexual también son distintos. Ellos hacen hincapié en los aspectos físicos, como el placer, la excitación o el atractivo físico, así como la limitación de recursos, que entienden como “el no dejar pasar la oportunidad”. Por el contrario, ellas dan importancia a las condiciones afectivas y relacionales en las que se va a dar el encuentro sexual.

• Los datos de investigaciones sociológicas describen un progresivo acercamiento de chicos y chicas en la iniciación sexual, tanto en la edad como en el tipo de pareja con quien se tienen las primeras experiencias sexuales. Esta confluencia se produce a través de una especie de masculinización de las chicas en la edad de inicio –que ha descendido–. Y de una feminización por parte de los chicos en los motivos y el tipo de relación de pareja, ya que cada vez más se inician sexualmente con personas a las que se consideran vinculadas afectivamente, de forma muy similar a las chicas

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