Los sueños de una generación
Por razones coyunturales, últimamente se habla - y mucho nos tememos que se seguirá hablando-de la generación Bolonia. Sin embargo, fuera de los focos del espectáculo callejero, una generación está emergiendo silenciosamente.
- Tienen entre 30 y 35 años.
- Algunos de ellos son profesionales que ocupan niveles intermedios de responsabilidad y pronto, con un poco de suerte y el permiso de la crisis, asumirán cargos directivos.
- Son los hijos de la transición democrática y los primeros que no conocieron el franquismo. Por eso mismo, se autodefinen como no traumatizados (por los déficits, urgencias y complejos de sus padres).
- Forman parte de su normalidad la lengua catalana, TV3, el rock catalán, la referencia europea, la laicidad, las nuevas estructuras familiares o los viajes.
- No han padecido ni la mili ni la peor versión preconciliar del catolicismo.
- Han vivido un bienestar sin precedentes, están bien formados, valoran el confort y tienen capacidad de elegir.
- Viven el ritmo de la inmediatez y la aceleración, razón por la cual la gestión del tiempo y las prisas forman parte de su realidad cotidiana.
- También forma parte de su universo una cierta retórica de lo global, la interconexión en redes y el acceso a, y el consumo constante de, información.
- Comparten de manera difusa los nuevos valores del respeto a la diversidad, el pluralismo y la sostenibilidad, pero, a pesar de ello, adolecen de la falta de una causa común generacional.
Abusando de Buero Vallejo, podríamos decir que, a pesar de sus limitaciones, sus padres encarnaron la épica de "un soñador para un pueblo". Ellos, en cambio, se diría que viven generacionalmente "en la ardiente oscuridad". A lo peor, ni ardiente. ...
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