Gomorra
Título V.O.: GomorraAño de producción: 2008
Distribuidora: Alta Films
Género: Drama
Clasificación: Pendiente por calificar
Estreno: 14 de noviembre de 2008
Director: Matteo Garrone
Guión: Ugo Chiti, Matteo Garrone, Maurizio Braucci, Gianni Di Gregorio, Massimo Gaudioso, Roberto Saviano
Fotografía: Marco Onorato
Intérpretes: Toni Servillo (Franco), Gianfelice Imparato (don Ciro), Maria Nazionale (Maria), Salvatore Cantalupo (Pasquale), Gigio Morra (Iavarone), Salvatore Abruzzese (Totó), Marco Macor (Marco), Ciro Petrone (Ciro), Carmine Paternoster (Roberto), Zhang Ronghua (Xian), Simone Sacchettino (Simone)
Trailer
Fotogramas de la película
Sinopsis
Los habitantes de Nápoles y Caserta viven amenazados bajo el yugo del Sistema, es decir, de la Camorra. Don Ciro es el patriarca de un poderoso clan que debe plantearse su supervivencia. Algo similar le ocurre a Pasquale, un sastre que trabaja para los chinos aún a riesgo de jugarse la vida. Roberto tiene que decidir si acepta el trabajo de una empresa tóxica y el pequeño Totò también tendrá que elegir un camino sin vuelta a atrás. Mientras, Marco y Ciro se convierten en dos incómodos estorbos.
Con su primera novela, llamada "Gomorra", el escritor italiano Roberto Saviano se ha convertido en uno de los más prestigiosos del momento, pero también ha sido objeto de numerosas amenazas de muerte por su retrato de la Camorra. El éxito del libro no ha tardado en llegar a la gran pantalla, con guión del propio Saviano y dirección de Matteo Garrone (El taxidermista). "Gomorra" cruza cinco historias muy personales relacionadas con la mafia italiana, para, poco a poco,ir descubriendo todos los hilos que maneja. Su excesivo realismo y la violencia que muestra hacen de ella un drama oscuro que ya ha conseguido importantes logros, como ganar el Gran Premio del Jurado en Cannes 2008 o ser la candidata italiana para los Oscar.
En un elenco de actores muy coral destacan los nombres de Gianfelice Imparato (L'ora di religione), Salvatore Cantalupo (Teatro di guerra), Tony Servillo (La ragazza del lago) y la cantante y actriz teatral Maria Nazionale. Junto a ellos, los prácticamente debutantes Carmine Paternoster, Marco Macor y Ciro Petrone. Finalmente, sorprende la excelente labor del jovencísimo Salvatore Abruzzese.
Crítica
Los bajos fondos napolitanos y sus satélites casertanos son el sumidero de Italia, la alcantarilla por la que descargan la inmundicia y las vergüenzas de un país que se desangra por el sur a chorros. "Gomorra" no es el cuadro ni el dibujo de una isla desierta. Dice Matteo Garrone que no ha querido hacer una película sobre el emperador, sino sobre sus súbditos y lacayos. Por eso sus imágenes borbotan con semejante fuerza. No es éste el tapiz que inmortaliza a los hijos de mala madre que manejan los hilos desde las insondables alturas, sino el contra plano, el de los infelices que se manchan las manos y se ahogan en una rutina de miseria, crimen y castigo: los proletarios del sistema, la Camorra a ras de suelo. "Gomorra" es un relieve mastodóntico de un estado dentro del estado, un grito en el cielo por el hedor irrespirable que despide una cultura ancestral del dinero sucio y la indignidad como medio de vida. La grandeza del filme de Garrone es que es un chequeo cultural y social, que denuncia hasta que punto la subcultura feudal del crimen organizado del Sur de Italia está arraigada en los mismos cimientos de una estructura social, educacional y económica construida alrededor de distritos comanche que no entiende otra ley que la del más fuerte dictada a golpe de pistola.
Viendo "Gomorra" se extravía uno, a ratos la Scampia napolitana parece una extensión diabólica de las favelas brasileñas. Las cloacas de una economía emergente como la carioca se confunden aquí con las de otra históricamente boyante como la italiana. Se antoja demencial el brutal paralelismo y no hay duda de que Garrone, por cortesía de Roberto Saviano, consigue su propósito principal: que nos llevemos las manos a la cabeza alucinando en colores con el panorama de una honorable nación del G-8 sometida, por impotencia o cosas peores, al imperio infame y demencial de los salvajes que no sólo campan a sus anchas por la economía no sumergida (ésa es la película que Garrone no cuenta), sino que lo hacen secuestrando para sus fines a un sector indeseablemente numeroso de la sociedad, en este caso, napolitana.
"Gomorra" no luce adornos de montaje ni trucos de posproducción, no manipula la trayectoria mortuoria de sus personajes porque la inercia del hundimiento habla por sí sola. Nada de ceder al irresistible encanto de la erótica de la moralidad inmoral del poder criminal, sus mafiosos son nauseabundos en lo ético, claro, y en lo estético, entre camisas de tirantes, cadenas doradas al cuello, chanclas de piscina y calcetines blancos. Aquí no hay corleones ni el Luca Brassi de turno de punta en blanco. El cuadro es brutal y desolador, sobrecogedor y tremebundo sin matices ni ambigüedades. Presume además "Gomorra" de adaptación ejemplar, de lección magistral e intensiva de como articular una narrativa multiangular, de vidas y puntos de vista cruzados, de tal modo que el ensamblaje de las piezas obre el milagro del efecto simbólico y, más aún, representativo.
Eso es "Gomorra" una despiadada sinfonía del caos (sombreros fuera para el recital colectivo del elenco semi-amateur), un apasionante primer plano de un tumor inextirpable que acongoja el sur de Italia desde hace décadas para beneficio de cuatro alimañas indeseables que hacen y deshacen asu deleznable antojo en Campania, Sicilia, Clabria o Apulia, cruz y vergüenza de la Italia del siglos XXI. Una película grandiosa que llega donde no llega el cine salvo en selectas ocasiones: al corazón mismo de la tragedia constituyéndose así en un alarde in crescendo de bestial contundencia narrativa dando a luz una de las mejores películas de temática mafiosa vistas nunca en la oscuridad de una sala de cine. En tres palabras bien explícitas: una obra maestra.
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