Las árabes vibran al ritmo de una telenovela turca
El culebrón conserva su enorme audiencia pese a las condenas de los líderes islámicos
IGNACIO CEMBRERO - Madrid
Fuente: EL PAÍS - 06-08-2008
"Me doy prisa en acabar las compras, volver a casa y tener lista la cena antes de las diez para que a esa hora podamos disfrutar todos de Noor mientras comemos". Salma, una pequeña empresaria y joven madre de familia jordana, narra en su blog hasta qué punto su vida vespertina gira en torno a una telenovela turca llamada Noor. No es la única que ha cambiado sus hábitos en el mundo árabe. Cerca de cuatro millones de telespectadores, en su mayoría mujeres, la ven a diario en Arabia Saudí, según los indicadores de audiencia. En el otro extremo de la región, en Argelia, no se mide la cuota de pantalla, pero Le Quotidien d'Oran asegura que "en los lugares de trabajo o en los autobuses, Noor se ha impuesto como tema de conversación dominante sobre todo entre las mujeres".
"Está siendo un punto de inflexión en la vida de los telespectadores árabes", afirma en su web la cadena vía satélite Middle East Broadcasting Company (MBC) que emite el culebrón desde hace más de tres meses. Cuando se proyectó en Turquía, hace ya tres años, fue un fracaso, pero su productor turco, Kemal Unzun, constata atónito que doblada al árabe con acento sirio está siendo un éxito.
La historia que cuenta no es especialmente rompedora. Es la de Noor, encarnada por la actriz Songul Oden, una joven de origen humilde pero que trabaja como diseñadora de moda, a la que un tío ricachón organiza una boda con Muhannad, interpretado por Kivanc Tatlitug, al que ella quiso en secreto en su infancia.
Muhannad acepta casarse pese a estar aún enamorado de Nahan, una chica que murió en un trágico accidente. Por respeto a la difunta se niega a mantener relaciones sexuales con su esposa. Noor luchará con fuerza por conquistar a su marido y éste la respetará como a una igual y acabará prodigándole cariño y atenciones. Aún así el matrimonio peligrará en varias ocasiones.
La trama es mucho más insípida que las de las telenovelas latinoamericanas, que también transmiten los numerosos canales que irrigan el mundo árabe, repletas de infidelidades, celos, golpes bajos y traiciones. Tampoco se asemeja a las series producidas en el Golfo pérsico que describen una vida familiar en la que afloran los malos tratos a esposa y hermanas.
¿Por qué entonces cosecha tanto éxito el culebrón turco? Porque describe una sociedad musulmana, pero con otros valores. "Muestra una sociedad tolerante, con sus complicaciones, pero que respeta los límites", escribe Le Quotidien d'Oran.
"Es un bonito sueño para las chicas de mi país", declara al teléfono la feminista saudí Wajeha al Huwaider. "El protagonista es un joven apuesto que trata de manera romántica a su esposa, un tipo de hombre difícil de encontrar en Arabia Saudí", añade. "Proporciona el retrato idealizado de un matrimonio moderno cuyos cónyuges están en pie de igualdad".
"Ahora, a lo largo y ancho del mundo árabe, las mujeres piden a sus maridos que se comporten como él, que le conviertan en su modelo", escribe la egipcia Zeinobi, de 24 años, en su blog. "Se produjeron incluso varios divorcios por culpa del protagonista" en Arabia Saudí y Yemen, asegura. "Doy un consejo a los hombres: podéis ganaros el corazón de vuestras mujeres, aunque ni siquiera os parezcáis un poco a él, tratándolas como se merecen, es decir, como señoras".
El entusiasmo va más allá de los elogios en blogs. Muchas mujeres han cargado la pantalla de sus móviles con la foto del actor turco y en las tiendas se venden camisetas y pósters con los rostros de los protagonistas. Los responsables de la industria turística turca prevén que el número de visitantes saudíes alcanzará este año los 100.000 -en 2007 fue de tan sólo 40.000- y la lujosa villa de Estambul donde se rodó el culebrón ha sido alquilada por un touroperador para enseñarla a sus clientes.
Tanto bullicio acabó por inquietar a los prebostes religiosos musulmanes suníes y chiíes por una vez unidos. El jeque Abdul Aziz Al Asheikh, el gran mufti saudí y máxima autoridad suní del país, emitió la semana pasada una fetua (edicto islámico) en la que prohíbe ver el culebrón. "Es maléfico; destruye la ética de las personas y está en contra de nuestros valores". "La televisión que lo emita está en contra de Dios y de Su Mensajero".
Su homólogo de Bahrein, el chíi jeque Isa Qassim, siguió su ejemplo días después. "¿A que se debe la popularidad de la llamada serie Noor que conduce al pecado?", se preguntó. "¿No se deberá a que se burla de Alá?", prosiguió. En algunas mezquitas retumban también, los viernes, condenas a la telenovela pronunciadas por los imanes. Curiosamente no censuraron en su día otros culebrones, mexicanos o venezolanos, mucho más osados.
Tanta reprobación no ha surtido efecto hasta la fecha. Si en otros tiempos la presión islamista obligó a cancelar el rodaje de la versión árabe de Big Brother o la difusión de la serie satírica Tash ma tash sobre la vida cotidiana en Arabia Saudí, ahora las condenas no han recortado la audiencia y MBC mantiene su programación pese a ser una empresa de capital saudí. "El telespectador es el jefe", repite Mazen Hayek, director de marketing de la cadena.
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