Mayte Rius
La meticulosidad, el carácter sensible, la docilidad,la amabilidad, la responsabilidad y el orden son comportamientos y actitudes característicos de las mujeres. La valentía, la destreza física, la competitividad y la agresividad son rasgos característicos de los hombres, que, por otra parte, no deben llorar. Así lo creen muchos adolescentes españoles a juzgar por los resultados de múltiples investigaciones sobre este grupo de población que ponen de manifiesto que chicos y chicas mantienen una visión muy estereotipada en la atribución de actitudes, aptitudes y cualidades por razón de sexo. ¿No hemos avanzado en la superación de las creencias sexistas?
"Sí que hay un avance importante en la generación de adolescentes; en nuestras investigaciones con alumnos y familias que cursan educación secundaria obligatoria (ESO) hemos encontrado un rechazo generalizado a las creencias sexistas más explícitas, que asocian masculinidad y violencia o cuestionan la igualdad de derechos entre hombres y mujeres; pero el rechazo disminuye sensiblemente cuando los estereotipos sexistas se expresan de forma más sutil o cuando se relacionan con las diferencias en la educación y la expresión emocional", explica María José Díaz-Aguado, catedrática de Psicología de la Educación de la Universidad Complutense y responsable de una serie de investigaciones sobre adolescencia, sexismo y violencia de género. Como ejemplo del avance en la superación de desigualdades y equiparación de derechos recuerda que hace 22 años fue necesaria una campaña institucional pidiendo a las familias que no limitaran las posibilidades de estudio de las niñas - el eslogan era "No limites su educación: es una mujer del siglo XXI"-, mientras que ahora el 58% de quienes aprueban la selectividad son mujeres y un 68,2% de las jóvenes de 18 años continúa estudiando, frente al 56,7% de los varones.
Pero como otros muchos investigadores de la materia, Díaz-Aguado subraya que hay un sexismo más allá de la igualdad de oportunidades, un sexismo basado en la dualidad femenino-masculino que se mantiene sobre todo en la educación emocional. Algunos autores lo denominan sexismo benévolo o neosexismo por contraposición al sexismo tradicional, hostil y beligerante. Maite Garaigordobil, profesora del Departamento de Personalidad, Evaluación y Tratamientos Psicológicos de la Universidad del País Vasco, lo define como "un conjunto de actitudes interrelacionadas hacia las mujeres que son sexistas en cuanto las considera de forma estereotipada y limitada a ciertos roles, pero que tiene un tono afectivo positivo (para el perceptor) y tiende a suscitar en éste conductas categorizadas como prosociales, de ayuda o de protección". Yes esta consideración estereotipada la que muchos investigadores han observado entre los adolescentes en diferentes ámbitos: desde el uso de los electrodomésticos, hasta el reparto de tareas en el hogar, la distribución del tiempo de ocio o la imagen social ideal. Garaigordobil apunta que los rasgos sexistas de los adolescentes no difieren mucho de los de los adultos, siendo más marcados en ellos que en ellas.
Tareas de casa Los profesores de la UNED Antonio Bustillos y María del Prado Silván-Ferrero han analizado las diferencias entre chicos y chicas en la contribución de las tareas domésticas y han llegado a las siguientes conclusiones: ellas contribuyen en mayor medida; hay tareas que se consideran más femeninas, como fregar o poner la lavadora, y que son realizadas mayoritariamente por las adolescentes, mientras que los chicos participan en tareas menos estereotipadas, como ordenar la habitación o recoger la ropa, aunque las féminas también hacen más en este apartado. Pero para Silván-Ferrero, lo más llamativo es que el grupo desfavorecido, las chicas, acepta este reparto desigual por una ideología sexista de benevolencia hacia el varón. "Las mujeres perpetúan desde edades muy tempranas el ser el grupo de menor estatus haciendo las tareas domésticas más sexistas y más típicamente de mujeres; y resulta que las que más contribuyen en casa son las que muestran más benevolencia hacia los chicos y su papel tradicional de paternalismo protector", resumen los investigadores en Benevolent sexism toward men and women: justification of the traditional system and conventional gender roles in Spain.(Sex roles, 57).
Aunque el estudio está realizado en una población rural, sus conclusiones no difieren en exceso de las que arroja la amplia investigación publicada por el Instituto Vasco de la Mujer-Emakunde sobre los adolescentes del País Vasco, que revela una diferencia de más de 14 puntos porcentuales entre las chicas y los chicos a la hora de hacerse la cama y de 10 puntos cuando se trata de ordenar su cuarto o de limpiar la casa. El estudio constata "pautas de reproducción de género muy asentadas" en los estudiantes de entre 14 y 17 años y advierte que "en vez de integrar a los chicos en las tareas domésticas, hemos sacado a las chicas, una circunstancia relevante si tenemos en cuenta que, en la mayoría de los casos, trabajan los dos progenitores".
Valores y emociones Alfonso Barca Lozano, Ana Porto Rioboo y Rosa Santorum, del departamento de Psicología Evolutiva y de Educación de la Universidade da Coruña, se han dedicado a comprobar si los alumnos de secundaria gallegos muestran o no estereotipos sexistas y han concluído que sí, en especial las alumnas, que se atribuyen como propias cualidades y aptitudes tradicionalmente asignadas a mujeres como docilidad, obediencia, orden, cuidado de la apariencia física o afectividad. Respecto a las actitudes y comportamientos tradicionalmente asignados a hombres, hallaron que los chicos se otorgan los estereotipos de valentía, destreza física y competitividad, mientras que sus compañeras les ven como más agresivos y menos cuidadosos en sus trabajos. Detectaron, además, que, cuanto más mayores, más estereotipados. Y, por sorprendente que parezca en jóvenes que han compartido aula, juegos y estudios desde el parvulario, los investigadores gallegos han comprobado que se mantienen vigentes tópicos como que las mujeres son demasiado emocionales para gobernar, que son más serviciales o que los hombres son más seguros. En términos generales, las adolescentes se muestran más en desacuerdo con las actitudes sexistas respecto a sus funciones o capacidades laborales y políticas: un70% rechaza los tópicos que tienen que ver con estas cuestiones, mientras que sólo entre un 32% y un 58% (según el tópico planteado) de los chicos se muestra en contra. Tampoco muestran actitudes muy estereotipadas en las relaciones de pareja o familia. En cambio, son más sexistas a la hora de atribuirse valores comunales como ser más capaces de cuidar a los demás o de asegurar que los hombres son más egoístas y arrogantes.
Imagen social Estas percepciones diferenciadas sobre las cualidades de hombres y mujeres repercuten en la imagen social que los adolescentes tienen del sexo opuesto. María José Díaz-Aguado ha constatado que mientras las chicas ponderan la inteligencia, la simpatía y la sinceridad por encima de la apariencia física cuando se les pregunta por las cualidades importantes en un chico, ellos priman el físico sobre el resto de las cualidades cuando piensan en su mujer ideal. "Los resultados parecen indicar que la idea de mujer objeto está bastante superada, sobre todo en el caso de las chicas, pero curiosamente luego son ellas las que al referirse a su vida cotidiana admiten que están muy preocupadas por adelgazar, lo que pone de manifiesto un nuevo sexismo que asocia éxito de la mujer con delgadez", explica la catedrática de la Complutense. En su opinión, el cambio en las creencias sexistas es superficial porque no se ha superado la dualidad femenino-masculino ni el tradicional modelo social de dominio-sumisión. De acuerdo con sus investigaciones, un 38% de los adultos encargados de la educación de los adolescentes sigue estando algo, bastante omuyde acuerdo con que "los hombres no deben llorar", lo que implica que se mantiene el sexismo en la educación emocional. "Con esta dualidad entre lo que es femenino y masculino privas a las personas de estrategias necesarias para reducir y resolver conflictos: a los chicos les privas de llorar o de pedir ayuda porque esas se consideran estrategias femeninas, y a ellas las privas de herramientas de acción o distracción que se inculcan a los varones, cuando todos y todas deberían tener todas las estrategias y utilizar la más adecuada en cada momento", comenta Díaz-Aguado.
Ocio Los estudios también detallan diferencias por razón de sexo sobre cómo ocupan su tiempo libre los adolescentes. En general, las chicas dedican más tiempo a formación y actividades culturales, y los chicos al ordenador y los deportes. "Quizá la principal diferencia que hemos encontrado es que las chicas se hacen adultas y se preparan para el mundo adulto antes que ellos porque saben que el futuro es más complicado, y dejan antes de hacer deporte o de tocar un instrumento para dedicar su tiempo a prepararse para el futuro, centrándose en los estudios, los idiomas, etcétera", resume Ana Alberdi, responsable de estudios de Emakunde. Enla investigación realizada en el País Vasco constataron que precisamente unas de las principales reivindicaciones de igualdad de las adolescentes era esta: mayor disponibilidad de tiempo durante la semana para actividades no vinculadas con la preparación del día de mañana y poder disfrutar de los mismos periodos de sociabilidad que los chicos durante el fin de semana, pues se quejan de estar más limitadas por sus familias por ser mujeres.
Estudios Son también numerosas las investigaciones que constatan diferencias en los adolescentes según su sexo a la hora de elegir los estudios que cursarán o la profesión que ejercerán. Alberdi, de Emakunde, subraya que, en el caso de los jóvenes del País Vasco, la sensación es que son conformistas y reproducen el modelo actual: "No hay un elevado porcentaje de chicas que quiera ir a carreras a las que antes no iban las mujeres". Mercedes López Sáez, de la UNED, ha dirigido un equipo de investigadores que ha estudiado, entre el 2003 y el 2007, los factores que influyen en la segregación vocacional de mujeres y hombres, y ha llegado a la conclusión de que existen estereotipos concretos que determinan la elección de una u otra modalidad de bachillerato dependiendo del sexo. Por una parte, se considera que los bachilleratos de humanidades y ciencias sociales requieren menos capacidad intelectual. Por otra, hay modalidades calificadas de más femeninas y otras más masculinas, y los alumnos creen que esa condición se extrapola a quienes las cursan. Así, los adolescentes creen que la chica más femenina es la de ciencias naturales y de la salud, mientras que la del bachillerato tecnológico es la menos femenina. En cambio, se otorga la mayor puntuación de masculinidad a los chicos que cursan el bachillerato tecnológico, aunque ellas muestran preferencia por los que cursan ciencias naturales y de la salud.
Milagros Sáinz Ibáñez, en una tesis merecedora del primer premio del Instituto de la Juventud para tesis doctorales 2007, también detalla toda una serie de estereotipos en las recomendaciones que reciben los adolescentes sobre los estudios que deben cursar. "Para los chicos son las ingenierías y el ámbito de la informática las carreras que más les han aconsejado, mientras que para las chicas son las vinculadas a ciencias sociales y de la salud". Sáinz relaciona la falta de presencia femenina en entornos tecnológicos y su menor interés por el ordenador y la informática con la transmisión de valores y expectativas que reciben de padres y profesores, "que desalientan a las chicas para que sigan unas determinadas trayectorias académicas y profesionales que consideran reñidas con la feminidad y con la formación de una posible familia". La realidad es que, según las investigaciones, las chicas tienen un peor concepto de su habilidad respecto al ordenador y la informática que los chicos.
28-II-09, Mayte Rius, es/lavanguardia
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