La vida es riesgo
Subestimar el riesgo es un impulsor enorme de iniciativas y metas | El riesgo hace tener presente la muerte y vivir con más intensidad
Nos obsesiona la seguridad. Ponemos rejas y alarmas en casa, no dejamos al niño trepar al árbol para que no se caiga, casi nos desnudamos en el aeropuerto para evitar que alguien lleve armas… Condicionamos nuestros hábitos para eliminar el riesgo de nuestras vidas. Pero ya en la antigüedad clásica los filósofos advertían que vivir es desear, y el que desea y algo espera siempre corre riesgo
Elisabeth Egea entrega a sus alumnos un folio y les pide que lo pongan sobre la palma de la mano y lo muevan sin que se caiga. ¡Más, un poco más! ¡Sin miedo! ¡Un poco más rápido! ¡Arriésgate a moverte, no pasa nada!, les anima. Egea es pedagoga y directora de la escuela de artes escénicas del colegio Ipsi de Barcelona.
El del folio es uno de los muchos ejercicios con los que trata de inculcar a sus alumnos que no hay que temer al riesgo, que un artista siempre tiene que arriesgar, porque cada vez que sube al escenario está expuesto al error propio y al de sus compañeros, a accidentes, a imprevistos… y ninguna de esas circunstancias puede paralizarle.
"El ejercicio rey es la improvisación, porque uno no puede negar los riesgos ni preocuparse por ellos, lo que ha de hacer es dotarse de las herramientas necesarias para superarlos", asegura Egea, consciente de que estas enseñanzas serán muy útiles para sus alumnos tanto si en un futuro han de ganarse la vida encima de un escenario como si no. Porque vivir es asumir riesgos, cada día, en las circunstancias más nimias: al saludar a alguien, al llamar por teléfono, al iniciar una relación, al decidir qué estudiamos… "El riesgo nos rodea, está inmerso en la vida cotidiana desde el momento de nacer e incluso antes, pues los padres, desde sus defi ciencias y sus heridas, son un riesgo para el bebé que va a nacer", explica Concepción Cirac, terapeuta del servicio de psicología aplicada de la UNED.
Las tomas de riesgo son inherentes al comportamiento humano. Constantemente nos proponemos retos, empeños, tomamos decisiones, entramos en acción… Y cada una de esas actuaciones entraña un riesgo, porque tras ellas está el éxito o el fracaso. Otra cosa es que seamos conscientes de estar asumiéndolo, pues la sociedad del bienestar actual se caracteriza por un masivo interés por la seguridad y son muchas las personas que, ante un riesgo evidente, se paralizan. "El riesgo es connatural a la vida, pero es algo cuantitativo, se presenta siempre según un más y un menos, y hay un umbral a partir del cual si nos arriesgamos empezamos a tener cierta seguridad de que vamos a perder - sea la partida o la vida-, y lo que no queremos normalmente es traspasar ese umbral", reflexiona Rafael Alvira, catedrático de Filosofía de la Universidad de Navarra.
Carmelo Vázquez, catedrático de Psicopatología en la Universidad Complutense y referente de la denominada psicología positiva, asegura que las personas tendemos a asumir muchos riesgos individuales porque constantemente retamos nuestras capacidades pero, en cambio, cada vez estamos menos dispuestos a asumir riesgos externos, ajenos a nuestro control.
"Exigimos seguridad alimentaria, más seguridad a las compañías aéreas, infalibilidad a los médicos… Queremos riesgo cero cuando salimos a la calle, fruto de una idea irracional de que todo es predecible y tenemos que ser cuidados", justifica. La reciente denuncia a un hospital madrileño por parte de la familia de una enferma octogenaria que se cayó en sus instalaciones y se rompió una cadera le sirve de ejemplo para explicar que exigimos mucho, y de modo irracional, cuando hay factores externos relacionados con el riesgo, mientras que hay una tendencia al optimismo y a subestimar el riesgo cuando se trata de riesgos individuales y cotidianos.
Como muestra de esto último cita un estudio realizado en Dinamarca, a las puertas del registro civil, según el cual ninguna de las parejas recién casadas encuestadas creía que se fuera a divorciar, cuando las estadísticas indican que más del 40% de los matrimonios daneses acaban en ruptura. "No creemos que nosotros vayamos a tener cáncer, que nos vayan a echar del trabajo, que nos vayamos a separar…; hacemos estimaciones sesgadas, autoprotectoras, que van en contra de las probabilidades reales", comenta Vázquez. Sin embargo, está convencido de que esa subestimación del riesgo, aunque a veces suponga un problema, resulta en general positiva porque es un impulsor enorme de actividad, de metas, de iniciativas.
Claro que la percepción del riesgo depende de aspectos cognitivos que permiten evaluar correctamente o no la probabilidad de que algo suceda, pero también de variables de personalidad. Hay personas que no pueden dormir si asumen algún riesgo, y otras que no duermen si no asumen riesgos importantes. "Los riesgos a veces nos vienen dados, pero otras veces los podemos ir a buscar, y ahí es donde encontramos gente que no los busca nunca y otros con una necesidad casi compulsiva de someterse a situaciones de riesgo; la historia de una persona, su ideal del yo, su narcisismo y autoexigencia tienen mucho que ver en ello", dice Concepción Cirac.
En su opinión, la falta de reconocimiento interno, la necesidad de demostrarse a uno mismo y a los demás la valía, puede llevarnos a entrar excesivamente en situaciones de riesgo. Cirac otorga también un papel muy importante a la seguridad que se haya recibido en la infancia. "Los niños tienden al ejercicio continuo de sus habilidades, a superar sus propios límites, y es importante que los padres les den confi anza, seguridad, para que al contactar con el riesgo también entren en contacto con lo lúdico; eso conforma el ser humano, le hace ser más fl uido y tolerante con lo que luego supone arriesgar y asumir retos", señala esta psicóloga de la UNED.
Porque aunque el riesgo sea intrínseco al ser humano, psicólogos, sociólogos y fi lósofos tienen claro que la educación, la confi anza que transmiten los padres y los modelos de sociedad determinan una mayor o menor seguridad a la hora de arriesgar. "Entra en juego la motivación, la preparación, las expectativas… Nos exponemos al riesgo según nuestras capacidades y lo que creemos que podemos superar, según lo que conocemos de nosotros, salvo que haya un problema de distorsión de la realidad", afirma Cirac. Y añade que es este tipo de riesgo asumido, elegido, el que reporta autoestima, nos hace sentirnos competentes y nos permite crecer, pues a través de él se entra en contacto con la frustración y uno aprende a sobreponerse: "Hay que arriesgarse y saber que si se fracasa no pasa nada, que no se acaba un matrimonio por una discusión ni una obra de teatro porque un actor se quede en blanco".
Rafael Alvira considera que el riesgo tiene otra vertiente crucial para la vida que es la sorpresa, el aportar novedad. "Sin novedades, sin esperar nada, uno se aburre, y el aburrimiento es lo contrario de la vida", afirma. Además, opina que el riesgo implica tener presente la muerte y, en consecuencia, permite ver la vida con más intensidad: "A la gente que tiene un carácter de vivir con intensidad le gusta más arriesgar que a otros que son más tranquilos, que arriesgan menos, pero que llevan también una vida más triste.
De ahí que considere como una enfermedad la obsesión por la seguridad de la sociedad occidental actual. "Necesitamos seguridad para vivir, pero si es excesiva mata la vida; sólo se puede vivir la vida si se toma en serio lo imposible, como Don Quijote, y la civilización actual sólo busca lo posible, la seguridad", enfatiza Alvira. En términos similares se expresa el neurocirujano pediátrico Ben Carson, del hospital Johns Hopkins de Baltimore, cuando en su libro Toma el riesgo: aprendiendo a identificar, elegir y vivir con riesgo aceptable afi rma que cualquiera que rehúsa examinar sus límites, que no está dispuesto a salir de su zona de confortabilidad, está destinado a vivir en un encierro.
"Si no tomas riesgos, no logras mucho en la vida, y riesgo implica con frecuencia elegir por un momento o por toda una vida", dice. Su consejo es que, a la hora de asumir riesgos, de tomar decisiones, se haga un análisis de lo mejor y lo peor que puede pasar si se hace algo o si no se hace nada. Porque en muchas ocasiones, como declaró hace unas semanas el comisario europeo Joaquín Almunia con relación a la crisis fi nanciera, "el mayor riesgo es no hacer nada".
O, como dice el reportero Simon Hunt en la película La búsqueda (The hunting party,2007) a su cámara cuando le pregunta por qué siempre que están juntos corre peligro: "Porque, querido amigo, correr peligro en realidad es vivir. El resto es televisión". Claro que generalizar implica ya incurrir en un gran riesgo, porque arriesgar significa cosas diferentes para cada persona, como ponen de manifiesto los testimonios que acompañan este reportaje.
"En el mundo financiero, el riesgo siempre va ligado al concepto de rentabilidad, y suele vincularse a perder dinero. Pero el gestor seenfrenta a otros riesgos que no son el de perder dinero: no saber detectar correctamente el perfi l de riesgo del inversor, que una persona invierta sin tener los conocimientos o el carácter para tomar decisiones de inversión por sí sola, equivocarse al fi jar el sleeping point (el nivel de volatilidad con el que puedes dormir por la noche), no saber leer bien los mercados, elegir una operativa inadecuada, equivocarse con las herramientas de trabajo… De todos modos, al final, el principal riesgo de cualquier inversor o gestor de inversiones es dejarse llevar por alguna de las dos emociones básicas que determinan el binomio rentabilidad-riesgo: el miedo y la avaricia. Lo más difícil es controlar esos sentimientos, porque cuando ganamos todos queremos ganar más y hemos de batallar con la avaricia, y cuando se da una situación negativa, aparece el miedo y el riesgo de dejarnos arrastrar por él. En defi nitiva, nuestra actuación está sometida a dos grandes grupos de riesgos: los derivados de defi nir el producto y el riesgo que el cliente puede encajar, y los derivados de cumplir con esos límites de riesgo". ...
… UN NEUROCIRUJANO
a las puertas del registro civil, según el cual ninguna de las parejas recién casadas encuestadas creía que se fuera a divorciar, cuando las estadísticas indican que más del 40% de los matrimonios daneses acaban en ruptura.
"No creemos que nosotros vayamos a tener cáncer, que nos vayan a echar del trabajo, que nos vayamos a separar…; hacemos estimaciones sesgadas, autoprotectoras, que van en contra de las probabilidades reales", comenta Vázquez. Sin embargo, está convencido de que esa subestimación del riesgo, aunque a veces suponga un problema, resulta en general positiva porque es un impulsor enorme de actividad, de metas, de iniciativas.
"Creo que si se entiende por riesgo la proximidad o inmediatez de un daño, este variará con cada actividad. En las denominadas profesiones de riesgo - bomberos, personal en tareas de salvamento...- el riesgo obviamente es de tipo físico.
En medicina, entiendo que nos enfrentamos a dos tipos fundamentales de riesgo: el derivado de la responsabilidad médica y el riesgo al que se enfrenta un paciente ante una intervención quirúrgica.
En cuanto al primer tipo de riesgo, su importancia es cada vez mayor en nuestra sociedad ante el incremento de las reclamaciones y demandas contra los médicos. Ello nos ha llevado a lo que se conoce como medicina defensiva. En cuanto al riesgo que corre el paciente al ser intervenido por parte del cirujano, éste es menor de lo que en principio cabría esperar, dado que el cirujano está entrenado y capacitado para realizar la cirugía con seguridad.
En cuanto al papel que tiene el riesgo en mi vida, pienso que el riesgo derivado de la responsabilidad profesional modifica poco mi manera de ejercer, pues no suelo adoptar una actitud de medicina defensiva.
Otra cuestión distinta es cómo vivo el riesgo del paciente al que voy a intervenir. Este tipo de riesgo puede ocasionar en el cirujano una situación de estrés, pero su conocimiento y experiencia hacen que dicho estrés sea mínimo. En cualquier caso, la satisfacción que el cirujano obtiene con un buen resultado de su cirugía compensa este tipo de estrés". ...
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